José Gil Fortoul era un diestro espadachín
Omar Garmendia
Cronista y escritor
José Gil Fortoul fue uno de los intelectuales más deslumbrantes de los años de cambio de siglo XIX al XX venezolano dentro de la pléyade de letrados, científicos y pensadores asociados a las ideas y teorías positivistas manifestadas en diversos campos del saber
Escritor, historiador y abogado, como diplomático ejerció los cargos de cónsul de Venezuela, secretario de la legación venezolana, encargado de negocios y ministro plenipotenciario en Francia, Inglaterra, Suiza, Alemania y México. Fue político, senador, ministro de instrucción pública y presidente provisional de Venezuela en 1913–1914. Fue además miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia y miembro fundador de la Academia de Ciencias Políticas.
José Gil Fortoul
José Gil Fortoul formó parte de la generación que se educó bajo la influencia de Rafael Villavicencio y Adolfo Ernst. Con este último asistió y cursó durante tres años a sus clases de Historia Natural. En su época de estudiante escribió artículos en diarios como El Tiempo, y El Constitucional. Formó parte de la Sociedad Amigos del Saber. Entre 1891- 1899 vive en varios países europeos.
Antes de concluir el siglo XIX dentro de su extensa labor comenzada en 1879, siendo muy joven, durante 36 años publicó más de 15 obras fundamentales que le dieron gran reputación: Filosofía Constitucional (1890); Filosofía Penal (1891). La Historia Constitucional de Venezuela, es una de sus obras más importantes, la cual comenzó a publicar en 1906, por encargo del gobierno del presidente Ignacio Andrade (1898–1899). En 1910 regresa a Venezuela.
Ágil esgrimista
Más conocido como intelectual y autor de obras de carácter histórico y literarias, sin embargo, fue menos notorio en sus actividades deportivas. Además de la equitación y su afición por los caballos, estaba la esgrima. La afinidad por los caballos era una actividad que conservaba desde su época de niñez en la hacienda Hato Arriba en Barbacoas, estado Lara, propiedad de su padre, el doctor José Espiritusanto Gil (Perozo Padua, Luis 2020, p. 399).
En las correspondencias de Gil Fortoul existen testimonios de sus prácticas de croiser le fer en Inglaterra y Francia En 1892 publica un libro titulado La Esgrima Moderna. Notas de un aficionado en Liverpool, Inglaterra, cuando tenía 31 años de edad, de lo que se deduce que Gil Fortoul era un hombre saludable y de ágil fortaleza física por esas épocas.
En dicha obra se manifiestan sus extensos y precisos conocimientos técnicos, desde los tipos y usos del florete y la espada y, a veces, armas de fuego, dimensiones y pesos, modos de manejar tales armas, la elección de las mismas y muchos otros aspectos como los movimientos, guardias, envites, marchas y retrocesos, choque y ataques, estrategias, faltas, así como también el buen juicio, flexibilidad y la ejecución elegante y correcta de los ataques y, por supuesto, el valor personal, entre otros (Gil Fortoul, 1892).
El duelo: la afrenta debe ser lavada con sangre
Aunque en la copiosa correspondencia de Gil Fortoul de los años 1884 a 1915, aun cuando la esgrima era una de sus actividades deportivas, en dichas epístolas no se hace alusión al hecho de haber efectuado duelos o lances de honor. No obstante, en respuesta al amigo bachiller Rodríguez López donde este le solicitaba informaciones sobre una herida recibida por Gil Fortoul en un duelo, este le responde desde Berlín:
“En el duelo con Carrillo recibí un rasguño en el antebrazo derecho, lo que no me impidió en la mañana siguiente montar a caballo como de costumbre”. (Alvarado, Aníbal Lisandro y Key Ayala, Santiago, 2008, p. 87).
Aunque se decía que en una oportunidad había tenido un duelo a espada entre un supuesto conde o barón polaco, en cuyo encuentro Gil Fortoul salió herido luego de un descuido a causa de un traspiés en el momento de querer recobrar el equilibrio, tal combate en realidad nunca se efectuó.
Sin embargo, es notorio el hecho de que en 1908 sí hubo de batirse a duelo en París, luego de un altercado existente entre el célebre escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, con fama de consumado esgrimista, de resultas del nombramiento como cónsul en una ciudad portuaria de Alemania de un comerciante alemán de apellido Brook, por intermedio de Gómez Carrillo y Gumersindo Rivas, director de “El Constitucional”, quien tenía influencias y amistad con el general Cipriano Castro.
Este nombramiento no fue del agrado de Gil Fortoul, quien, como miembro del tren ministerial para ese entonces, se negó a solicitar el exequatur al susodicho, pues se sospechaba que había de por medio algunos intereses de negocios sucios detrás de esa designación. Gómez Carrillo intentó disuadir a Gil Fortoul, que, entre discusiones subidas de tono acompañadas de agresiones verbales de parte y parte, decidieron ambos pasar a los hechos y batirse a duelo.
El duelo se efectuó en un sitio apartado del Bois du Boulogne en París, nombrándose los padrinos de ambos contendores y determinado el terreno donde debía efectuarse el lance de honor, de acuerdo con las normas establecidas para los duelos. En pocos minutos se resolvió el envite con dos heridas asestadas por Gil Fortoul a Gómez Carrillo, una en el pecho, propinada con extraordinario conocimiento y pericia con un “puntazo” calculado para que no pasara de la dermis y otra herida de advertencia en el hombro, demostrando con esto superioridad técnica.
Sin embargo, en un cambio de posición de Gil Fortoul, este se colocó de frente al sol, quedando cegado momentáneamente por el reflejo de sus lentes, ocasión aprovechada por su rival para herirlo en el antebrazo derecho, que, de acuerdo con el doctor Lisandro Alvarado, se cataloga como golpe “sucio”, por los conocedores del arte de la espada. Dando por terminado el combate por parte de los padrinos, los duelistas se alejaron uno del otro sin saludarse y nunca más volvieron a dirigirse la palabra. Este duelo de 1908 lo efectuó Gil Fortoul cuando contaba con 47 años de edad.
Incidente por “cascarrabias”
En otra ocasión se refiere un incidente que dice mucho acerca del fuerte carácter de Gil Fortoul y su fama de “cascarrabias”. El suceso ocurrió en 1918 entre Gil Fortoul y el mariscal Joseph Jacques Césaire Joffre, militar francés y héroe de la batalla del Marne en 1914 durante la primera guerra mundial, al regresar Gil Fortoul al edificio de la Legación en París. Mientras estuvo un rato esperando la llegada del ascensor, en ese momento llegó el mariscal y dos ayudantes. Gil Fortoul se molestó sobremanera al ver que cuando se abre la puerta del ascensor, se apresuran los ayudantes a darle prioridad de entrada al mariscal.
Gil Fortoul en forma violenta y sosteniendo la puerta, replica diciendo que él tenía prioridad de paso. El mariscal no respondió de inmediato ante tal arranque de ira por parte de Gil Fortoul y el ofendido mariscal tomó las escaleras. Pero al cabo de un rato le envió sus padrinos a Gil Fortoul para retarlo a duelo. Los acontecimientos no pasaron a mayores consecuencias, a pesar que Gil Fortoul había aceptado el duelo.
Los familiares y algunos amigos habían logrado persuadirlo de que tal conducta de proceder exagerado y violento no era el más adecuado en tales circunstancias, dándole la razón al mariscal por haberlo ofendido y por los efectos que podrían derivarse de tal actitud, como lo era un posible impasse diplomático entre el gobierno de Francia y Venezuela. Luego de ello, Gil Fortoul, con las debidas disculpas, obsequió al mariscal Joffre con un almuerzo y desde entonces se hicieron amigos. Este acontecimiento sucedió cuando Gil Fortoul tenía 57 años de edad.
En su obra sobre la esgrima, Gil Fortoul refiere algunas consideraciones generales sobre el duelo a espada o florete. El duelo es un combate sometido a convenciones y la dirección de los padrinos con el fin de ejecutar movimientos en ciertos límites donde los adversarios se proponen matarse o herirse y con ello vengar las ofensas al honor.
Existen ciertas consideraciones de tipo ético en el duelo, sobre todo en el papel de los padrinos, los cuales deben tener el deber moral de no autorizar el duelo o dirigir este cuando crean que hay causa seria de que dos hombres expongan la vida seriamente. Entre otras consideraciones se encuentran en determinar que el duelo termine con la primera herida que ponga en inferioridad al adversario o con una herida grave, declarada como tal por el médico y que se imponga el no herir al adversario caído o desarmado.
Imágenes: Archivos Internet
Referencias
Alvarado, Aníbal Lisandro y Santiago Key Ayala (2008). Epistolario de José Gil Fortoul a Lisandro Alvarado. Barquisimeto: Ediciones del Rectorado. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado.
Gil Fortoul, José (1892). La esgrima moderna. Notas de un aficionado. Liverpool: Philip, Son & Nephew.
Perozo Padua, Luis (2020). Entre crónicas. Viaje a la Venezuela histórica. Bloomington, Indiana (EE.UU): Editorial Palibrio.