Juan de los Reyes Vargas: un contradictorio caudillo popular de la Independencia
Freddy Torrealba Z.
Escritor e investigador
La suya es una vida signada por el contrasentido, desenfreno, rareza y tragedia. Este mulato primero milita en las filas patriotas en la lucha por la independencia para luego alistarse al ejercito realista y finalmente regresar a la causa republicana. Su curioso y singular accionar lo hace sin duda un personaje histórico muy relevante. Es un caudillo que encaja en la acepción guerrerista con dotes de líder.

Al tiempo que constituye un arquetipo de los caudillos populares surgidos durante el desarrollo de la Guerra de Independencia en la región Centro Occidental donde es temido, respetado y seguido por una masa de esclavos negros, indios. zambos, mestizos que ven en su persona al líder que los representa y protege. En consecuencia, un componente primario de la nacionalidad venezolana que entonces se le conocía como caciquismo. Sin duda, poseía carisma, liderazgo y coraje, los ingredientes necesarios del arrojado caudillo de esos tiempos.
En contra de los caudillos de su tipo conspira la subestimación y falta de importancia de que han sido objeto por parte de una concepción torcida de la historia parcializada con los intereses de las clases sociales pudientes. En la materialización de su historia poco cuenta al momento de relatar los hechos en los cuales estuvieron involucrados.
Varios aspectos de su vida aún se mantienen en la oscuridad a consecuencia de la carencia de fuentes confiables y de primera mano. Ello plantea moverse en el terreno de las hipótesis al escudriñar el conocimiento de su persona. Ocurre que el mayor énfasis los investigadores lo suelen poner en las variables políticas, sociales y económicas. Por lo que los factores sicológicos y religiosos cuentan poco.
De los de abajo
Reyes Vargas se desenvuelve en una sociedad doblemente excluyente: primero se trata de la sociedad colonial profundamente clasista y segundo la práctica del racismo que privilegiaba al segmento de los blancos peninsulares o mantuanos.
Pertenecía a una de las clases sociales más baja de la época: la indígena sometida a una situación de opresión y minusvalía desde el mismo momento cuando el conquistador español pisa tierras del nuevo continente. Recordemos que en tierras de Parupano, municipio Urdaneta fue el primer contacto violento entre el alemán Nicolás Federmann y los nativos de la zona.
Los conflictos por discriminación racial de esa época adquirieron relevancia como el del padre del precursor de la Independencia Francisco de Miranda. Cuando éste es designado por la corona española comandante de la Milicia de Blancos estallan las hostilidades de la clase de los mantuanos en su contra. Le echaban en cara que no era un español de sangre azul o pura. En cuanto a su madre le enrostraban que era “el hijo de la panadera”, expresión que se quedó para siempre en el imaginario popular venezolano.
En el transcurso de la Guerra de Independencia alcanza los rangos de capitán y coronel no bien visto por el entorno. Los realistas lo nombran gobernador de Trujillo y jefe de Operaciones de Coro. Mientras que Bolívar lo designa encargado de Carora. Esos hechos nunca fueron vistos por el entorno donde actuaba. Inconcebible que un indio alcanzara tales posiciones en el orden político, social y militar.
Hasta podría decirse que es casi su sentencia de muerte posterior una vez finalizada la guerra. Pero es indicativo de su indiscutible capacidad, liderazgo y carisma para imponerse en aquel hostil ambiente donde lo militar era condicionante para hacerse de una destacada posición.
Dado su origen y condición social ello produce envidias, reservas y resentimientos en ambos bandos en pugna que pagará muy caro, al precio de su vida.
Reniega del apellido paterno
El rechazo del apellido de su padre biológico es quizás una primera mácula en su vida. Su progenitor era un canario de apellido Santeliz, quien lo concibe en su relación con una india cuya identidad se desconoce. Es así como adopta el apellido de su padrino Cecilio Vargas para identificarse como Juan de los Reyes Vargas.
Esa actitud plantea varias interrogantes entre estas ¿Qué pudo tener peso o influir en esa decisión de Reyes Vargas? Pero es sin duda una expresión de insatisfacción de su persona en conflicto con su padre. Ese malestar, primero interior y luego exterior, se patentiza en esa actitud.
Esta es una variable sicológica a tomar en cuenta. Prefirió el apellido de su padrino al del padre. Un hecho que lo hacía un hijo natural casi un estigma en esos tiempos. En ello hay quizás indicios de inseguridad, temor y necesidad de protección. La posibilidad de una personalidad ambivalente se desplaza en el terreno de las especulaciones dado que no se cuenta con un diagnóstico de un especialista en esa materia.
Pero se trata de un hecho que, creemos posteriormente, tendrá sus expresiones en cuanto a su conducta política, militar y social: el pase al bando de los realistas y su participación en actos de vandalismo amparado en su condición de temido caudillo.
El padre Andrés Torrellas

El padre Andrés Torrellas simboliza la fuerza religiosa de una opresiva sociedad profundamente influenciada por la religión católica sin que faltara el ingrediente político. Tras iniciarse el movimiento independentista el clérigo se pliega los intereses de la Corona española a favor de la que hace campaña desde el púlpito.
Recordemos el papel a favor de la corona española cumplido por la iglesia cuando en Falcón desembarca el Precursor de la Independencia, Francisco de Miranda. Luego durante el terremoto del 12 de marzo de 1812 cuando predisponen a la población contra la causa independentista. La iglesia hacia campaña proselitista a favor de los realistas prevalida de su influjo en la población de creencias católicas. De acuerdo con los intereses que defienda la religión puede cumplir en la sociedad un papel de cambio o todo lo contrario de índole reaccionario al negarlo.
Conocedor de la pertinencia y formación católica de Reyes Vargas lo atrae y se lo gana para la causa del Rey. Ello ocurre precisamente cuando recibe una cuantiosa partida de recursos que desde luego debe haber impresionado al caudillo.
Es el mundo de las lealtades políticas al nivel micro en que se imponen los intereses personales. Esta es una hipótesis en torno a su conducta temporal que tomamos en cuenta. En sus decisiones parece contar o tener peso el influjo de segundas personas visto que fue el Marques del Toro quien lo atrajo a la lucha independentista en 1810.
El momento
En un intento por entender su conducta, más que juzgarla, debemos conocer el momento histórico en que le corresponde desenvolverse. Pues ningún suceso registrado en una determinada sociedad puede analizarse al margen de sus condiciones concretas, entre éstas naturaleza social y desarrollo histórico. Reyes Vargas no escapa de ese contexto dotado de historicidad. En su tiempo y a posteriores se le ha descalificado por su deslealtad a la causa de la independencia al cerrar filas en el Ejército Realista.
La coyuntura donde está inmerso Reyes Vargas es una de transición cuando el poder colonial de España colapsa y soplan los vientos de la nueva república. Se trata de un momento en que no resulta fácil asirse a algún eslabón de la cadena de poder. Es cuando para algunos las lealtades se desdibujan y se opta por alguno de los factores de poder en pugna. Es un tiempo de ruptura con el estamento colonial español. Ello con la secuela de una profunda crisis en todos los órdenes en la periferia con el consiguiente vacío que las fuerzas republicanas no alcanzan a cubrir.
Su conducta está moldeada por la excluyente contradicción entre la clase de los pudientes y los desheredados ambas con una variedad de componentes. Según las clases sociales y razas en esa época hubo caudillos de la población negra, parda, blanca. mestiza, mantuana e indígena cuadrados con una causa u otra.
En la historia regional el Negro Miguel es el vocero de la masa de esclavos negros que se revela en 1553. José Leonardo Chirinos en Falcón al frente de los zambos en la lucha por la Independencia. Mientras que a nivel nacional José Tomás Boves representa el contrario de los españoles. José Antonio Páez encarna al caudillo llanero favorable a la lucha republicana.
Con todo, las conductas políticas se explican por varias vías desde la convicción principista, moral e ideológica hasta el oportunismo pasando por la ingenuidad de que suele ser pasto la masa y que los políticos profesionales suelen explotar sin escrúpulos.
Caudillo popular
Tenía madera de líder y jefe por su indiscutible valor hasta la temeridad en el combate. Por lo que es admirado, respetado y temido. Un terreno en el que se parangona como Boves y Páez. Una manera de identificarse, pero también de afirmarse con otro apellido. ante un conjunto de clases sociales desposeídas ansiosas del poder a las que aglutina y conduce a la guerra.
Es el principal caudillo de indios, negros y mestizos durante la guerra de independencia en Centro Occidente. De allí la importancia de su persona en aquella larga coyuntura belicista entre 1812 y 1821. Esa condición la alcanza por sus cualidades para el liderazgo y la guerra reconocido por realistas y patriotas.
A los esclavos daba la libertad al tiempo que liberaba además a los presos Pero su accionar está marcado por los abusos que le concitan antipatía, rechazo y odio en su contra. Acciones propias de casi todos los caudillos de esa época que el escritor Arturo Uslar Pietri recoge en su novela Las Lanzas Coloradas.

Reconocido por Bolívar
Conocida es la admiración que el Libertador Simón Bolívar sentía hacia este personaje más la valoración de su fortaleza como caudillo popular. Cuando el 26 de octubre de 1820 Bolívar se encontraba en Trujillo ordena conversar con éste para ganarlo a la causa libertadora. Le encomienda varias misiones, entre otras lo encarga de Carora. Sobre su persona se expresa así:
“El ejemplo que acaba de dar el coronel Vargas poniéndose a vuestro frente para enarbolar el pabellón de Colombia, es digno de la gratitud nacional”.
Mientras que por sus servicios a la Corona española recibe la condecoración Orden de Caballero de Carlos III. Ambos hechos demuestran el estatus relevante de una personalidad en tiempos cuando la segregación racial y de clase imperaba en Venezuela. Recordemos que al padre del general Francisco de Miranda los poderosos mantuanos caraqueños lo discriminaron cuando rechazaron su nombramiento como capitán de milicias. A su madre le echaban en cara su oficio de panadera que conllevó a que lo llamaran “el hijo de la panadera”. Eso forzó la salida de Miranda al exterior.
Un pase de factura
Reyes Vargas finalmente paga con su vida su azarosa, extravagante y desenfrenada existencia entre cuyos hechos tenemos su incorporación al Ejercito realista. El 28 de marzo de 1923 es asesinado a machetazos durante un almuerzo en Carora, el pretexto para tenderle una trampa.
Un suceso que raya en el proverbio popular según el cual “el que a hierro mata, a hierro muere” o también ley del talión “del ojo por ojo y diente por diente”.
Una acción tardía o destiempo visto que había dado signos de arrepentimiento y ser reconocido por el Libertador Simón Bolívar. Un caso de odio, venganza y resentimiento en la mente de su victimario material el coronel patriota González “el Cojo”, quien fue juzgado y ejecutado por esa causa.
Recursos
Simón Bolívar. Discursos y proclamas. CID Editor. Caracas.1978.
Juan José Peralta. El cobarde asesinato del indio Reyes Vargas. www.CorreodeLara.com
Wikipedia. Juan de los Reyes Vargas