La Calle Real de Barquisimeto
Omar Garmendia
Cronista y escritor
La Calle Real era el nombre antiguo de la principal vía pública de la ciudad, la que tenía mayor importancia comercial, social y bulliciosa. En otros tiempos también se le denominó de las pulperías por la necesidad comercial de expansión de la representación mercantil de la ciudad. La Calle Real atraviesa el barrio antiguo de Altagracia y era el centro histórico desarrollado luego del terremoto de 1812. Desde ahí el barrio de Paya se consolidaba con la presencia del templo y la plaza
Se denomina calle real o camino real, de acuerdo con Diccionario de la Real Academia Española (https://dle.rae.es/camino), el camino construido a expensas del Estado, por lo general más ancho que los otros, que sirve para poner en comunicación entre sí poblaciones de cierta importancia y poder incorporar en su recorrido carruajes y todo tipo de cabalgaduras. El camino real o vecinal, en cambio, es una carretera más estrecha que sirve de comunicación a poblaciones más pequeñas de la comarca.
El terremoto de 1812 más la aparición de las luchas y batallas independentistas, como la de 1813 en Tierritas Blancas, en donde fue derrotado Bolívar y otras que se prolongaron hasta 1820, dejaron a Barquisimeto en la total ruina. En el transcurso de esos años se fue reconstruyendo una parte de la ciudad, en especial hacia el este, por Paya, de modo que la antigua Calle Real de nuevo comenzó a retornar a sus humildes esplendores, como lo era antes del terremoto.
Del aspecto de la ciudad nos proporciona el cronista Eliseo Soteldo interesantes detalles sobre el aspecto de la misma un poco antes del estremecimiento sísmico del 26 de marzo de 1812. De acuerdo con el cronista existían seis calles empedradas y con aceras de lajas y cinco con sus nombres: Obispo Villarroel, La Paz, del Puente, de los Isleños y la Calle Real. El mismo cronista nos dice que en estas dos últimas calles se encontraban las pulperías y otros expendios donde se vendían víveres criollos y extranjeros, telas y mercancías secas (Soteldo, 1952, p. 15).
La Calle Real formada en Barquisimeto corresponde a la actual carrera 19, antes Libertador, desfigurada hoy en un casco histórico irreflexivo y encogido, ya sin su color antiguo y tradicional, donde la memoria perdió el recuerdo de su asiento
El comercio en la ciudad se concentraba fundamentalmente en las dos últimas calles, como ya se dijo, nombradas la de los Isleños por la presencia activa de comerciantes originarios de las Islas Canarias y la del Puente, denominada también de la Santísima Trinidad, tendido en 1806, cambiando su designación después a Puente Bolívar. Desde esta calle discurría el camino principal hacia Cabudare, descendía por la cuesta del Campamento hacia el camino de Las Damas.
Justamente a dos cuadras al este del puente se colocó un arco triunfal para recibir al Libertador en 1821, situado en la actual carrera 17 con calle 20, la que se llamó por mucho tiempo “Arco Bolívar”. Había otro camino colonial llamado “Cuesta de San Francisco”, que bajaba por la ladera sur de la ciudad por los lados de la antigua iglesia de San Francisco y que se comunicaba, pasando el río Turbio, con el camino hacia Río Claro.
Los nombres de las calles, sus casas y acontecimientos representan las señas culturales de la historia de la ciudad a lo largo del tiempo y reflejan las decisiones y manifiestos de sus valores culturales, sociales y políticos (Peralias, D. 2018). La Calle Real se origina en el antiguo camino real, que era la ruta carretera que iba hacia o desde Santa Rosa y el desvío hacia la cuesta de Zamurubano, camino de Cabudare, de acuerdo con un viejo y amarillento croquis de 1813, un año después del fatal terremoto del año anterior.
Para esos años, hasta mediados del siglo XIX, ya la ciudad había comenzado a expandir e incrementar su comercio y las calles que representaban la tradición citadina como lo eran la de los Isleños, del Puente y la calle Real, enmarcadas dentro de los límites que van desde la actual calle 21 al este y la calle 28 al oeste, ya se hacían insuficientes dado el intenso desarrollo de su comercio, por lo que se extienden a límites superiores que las demás calles paralelas, por lo que la necesidad hace que se forme una nueva calle más al norte, donde se establecen comercios y negocios de compra-venta que se abren a las perspectivas futuras de la ciudad. Nace entonces la llamada calle del Comercio (Garmendia, O. 2018: 147–148).
Casa donde se alojó Simón Bolívar
Algunas casas levantadas para esa época eran, entre otras, la que sirvió de alojamiento a Simón Bolívar en su única visita a la ciudad el 14 de agosto de 1821 y donde se dice que fue obsequiado con un baile. El dueño de esa casona era propiedad del patriota don Juan de Amaral. y posteriormente fue dividida en dos, adquiridas luego por don Walterio Pérez hacia 1910 y el doctor Eladio del Castillo.
Estas casas fueron demolidas posteriormente. La casa del doctor Eladio del Castillo tenía una placa en la fachada, en donde se hacía referencia a la visita del Libertador, aunque en realidad tal acontecimiento se efectuó fue en la casa situada justo al lado izquierdo (oeste), donde quedaba el zaguán principal de la casa de don Juan de Amaral, la cual originalmente era una sola construcción, antes de ser dividida.
Fue una casona histórica e importante, pues en el zaguán de esa casa descrita se reunió el Estado Mayor del Libertador y se dio el acuse de recibo de la Constitución de Cúcuta que habría luego de firmar el propio Bolívar en agosto de ese mismo año. También en esa casa Bolívar ofreció construir para Barquisimeto su primer acueducto. Dicha residencia quedaba en la Calle Real, hoy carrera 19 entre calles 21 y 22.
De Calle Real a Calle Libertador
En este aspecto, es de mencionar el sentido social de importancia que tuvo esta visita de Bolívar junto con su Estado Mayor a Barquisimeto, quien fuera recibido con música de entusiasmadas trompetas y alegres violines, así como bailes populares de expansiva alegría a su paso por el rústico arco de palmas y flores, en una ciudad que todavía mantenía, desde hacía nueve años, las cicatrices de las ruinas del terremoto, por lo que este acontecimiento hizo que la antigua Calle Real cambiara el nombre a “Libertador”.
Años antes, en esa misma vivienda donde tuvo alojamiento el Libertador se había hospedado el 24 de diciembre de 1813 el general Rafael Urdaneta y se le había igualmente agasajado con un baile. Su pareja fue María Torrealba. Para esa época estaba habitada por doña Ángela Olavarría,
El 10 de enero de 1823 sirve de asiento al general José Antonio Páez, desde donde anuncia y hace publicar un bando de orden de reunión en la plaza de Altagracia a las 12 del mediodía. Muchos no se presentaron y Páez dispuso patrullas armadas en búsqueda de los renuentes al mandato. Apresaron a cuatro esclavos y fueron fusilados en la plaza a las tres de la tarde.
A esa misma casona llegó el segundo piano que se conoció en la ciudad marca “Pleyel”, el cual fue traído por el licenciado Jesús María Pérez para su hija Felicia, quién luego contrajo nupcias con don Walterio Pérez Ponte, luego padres de Walterio José Pérez, quien más tarde adquirió parte del inmueble referido, junto con el doctor Eladio del Castillo (Azparren, Raúl, 1972).
La casa natal del doctor Pablo Acosta Ortiz
Por la Calle Real, frente a la plaza de Altagracia, por la acera sur estaba la casa donde nació el 21 de marzo de 1864 (otros dicen que en 1865), el insigne médico Pablo Acosta Ortiz llamado “el mago del bisturí”. Murió en París el 13 de febrero de 1914 a los 50 años de edad. La plaza de Altagracia lleva su nombre, así como otros sitios e instituciones de la ciudad y el país. Existió una placa alusiva en la casa natal del doctor Acosta Ortiz, pero hoy se encuentra desaparecida.
Colegio Nacional de Varones
Del lado oeste de esa vivienda estaba ubicado el Colegio Nacional de Varones, decretado por Páez 1833 y luego trasladado e inaugurado por don Mariano Raldíriz en 1838 a la sede que hoy ocupa el Centro de Historia Larense.
Al frente del Colegio Nacional de Varones estaba la casa del señor José García, donde en 1833 Pablo María Unda instaló la primera imprenta llegada a Barquisimeto y se editó “El Barquisimetano”, primer periódico que tuvo la ciudad, dirigido por el licenciado Andrés Guillermo Alvizu. En esa misma vivienda se introduce la tercera imprenta en 1857, por parte de Francisco Javier de Mendoza
Primera Casa de Gobierno
En la esquina noroeste de la calle 22, estaba la casona de talante y empaque colonial que fue propiedad de la familia Solaigne en 1832 y donde se instaló la primera Gobernación de la provincia ejercida por don Bernabé Planas y también existió una escuela regentado por José Ignacio Tirado. En esa misma casa de gobierno tuvo lugar un escalofriante hecho sangriento como lo fue el asesinato en su propio despacho del gobernador de la provincia y prócer Martín María Aguinagalde el 12 de julio 1854. También funcionó en esa casa la sede de la Asamblea Constituyente del Estado en 1864.
La Casa de Balcón
En esa misma cuadra, por la acera sur, estaba la Casa del Balcón, propiedad para ese entonces de don Ramón Corral Mayor, prominente hombre de negocios de la ciudad y patriota por convicción, que estuvo al servicio de la independencia desde 1810 en el ejército del Marqués del Toro (Querales, R. 2010). En esa casa nacería años después el doctor José Gil Fortoul en 1861.
La tradición oral mantenida hasta nuestros días da cuenta de distintas situaciones y sucesos referidos por historiadores y cronistas entre dubitaciones, certezas y silencios documentales por parte de Silva Uzcátegui, Giménez, MacPherson, Soteldo, Jiménez Arráiz, entre otros (Querales, R. op.cit, p. 171).
El cronista de la Parroquia Civil Catedral, Ricardo Valecillos, ofrece interesantes datos acerca de la graciosa contingencia de una dama de nombre Carlota Corral Mayor (otros cronistas la nombran como María), de quien se decía que era furibunda realista, pese a la condición de ser hija de don Ramón Corral Mayor, connotado patriota. La fémina venía caminando por la Calle Real rumbo a su residencia, luego de asistir a misa en el templo de Altagracia, al mismo tiempo que el Libertador hacía el trayecto contrario acompañado de sus edecanes.
En un punto de la vía la dama, sorprendida por el paso de la comitiva, se distrajo un poco al ver tan lustrosos militares de brillantes galones y al bajar la acera da un traspié y casi cae a la calzada, cosa que no llegó a suceder gracias a que el Libertador rápidamente y en gesto de rauda galanura pudo sostener a la dama antes que se diera de bruces. Ella, sin saber quién era su solícito salvador, le agradece el gesto y lo invita a entrar a su residencia, la llamada Casa del Balcón.
Luego de los corteses ofrecimientos, la dama le pregunta quién era, a lo que el Libertador, prevenido ya por sus edecanes de las tendencias políticas de la mujer, le respondió sonriendo: “su archienemigo Simón Bolívar”, y ella le manifiesta, ante la previa actitud caballerosa y galante del Libertador y un poco volublemente, que de ahora en adelante sería patriota y su más fiel seguidora.
Acto seguido les brindó alojamiento a los edecanes acompañantes del Libertador, quien para esos momentos era presidente de la Gran Colombia, formada por Nueva Granada, Venezuela y Ecuador. También se dice, además, que la dicha dama bailó con Bolívar en la casa donde este se alojó en la misma Calle Real.
El Capitolio
En la esquina noroeste de la calle 23, el presidente del estado general Jacinto Lara derribó una vieja casona y construyó la Casa de Gobierno de dos plantas, demolido luego. El llamado Capitolio como sede de La Casa de Gobierno en Barquisimeto, fue construido por el presidente del estado general Rafael María Velasco, luego de derribado el segundo piso, en el período de 1920 hasta 1925.
Era de amplios corredores con un gran patio central y fue inaugurado el 19 de diciembre de 1922, alegrado con un rumboso baile amenizado por el músico valenciano Rafael Romero (padre de Aldemaro Romero, músico, compositor y director de orquesta). En esta casa despachó el general Eustoquio Gómez hasta el año 1933, cuando este construye el Palacio de Gobierno de la calle 25 con carrera 19, inaugurado con otro baile que tocó la orquesta Mavare el 19 de diciembre de 1933.
En el viejo edificio quedó funcionando la Inspectoría de Vehículos y el Cuartel de Policía. Años después se instaló la Jefatura de Servicio de Conscripción Militar y luego funcionó la escuela Jiménez, pasando a ser luego patrimonio de FUNDALARA hasta que en 1978 fue demolido para construir la actual sede de la gobernación. Esta notable casa de gobierno duró en pie 56 años.
El Cosmorama y el Vitascope
En esa misma cuadra, a fines del siglo XIX, en 1875, la ciudad se divierte con las primeras manifestaciones del cine. Primero fue el cosmorama, una caja cerrada con unos grandes vidrios de aumento, que colocada convenientemente a la luz del sol se veía una serie de figuras y cuadros móviles como paisajes, barcos navegando en el océano, vistas de tropas y soldados y otras más. Las imágenes eran fijas, pero los cuadros se iban cambiando.
El costo era de Bs. 0,25 la vista de cinco minutos. Más tarde viene el vitascope, verdadero precursor del cinematógrafo, pues ya tiene figuras en movimiento. Los que se quedan a ver películas del último invento de Edison ocurren al Vitascope, de Amatto Baldasari, ubicado en la calle Libertador diagonal a la Botica Olivares en una casa que quedaba frente al antiguo Palacio de Gobierno construido por el general Jacinto Fabricio Lara. Como todo acontecimiento que causa sensación, nace la referencia urbana y ciudadana como suceso oficial digno de dejar huella y recuerdo.
Plaza Rehabilitación
Frente al la Casa de Gobierno o Capitolio, el general Rafael María Velasco construyó la sede del Concejo Municipal y delante de su fachada se extiende la plaza Rehabilitación, hoy llamada Pedro León Torres.
La botica donde no se daban ñapas y el primer árbol de Navidad
Más hacia el este, en el cruce de la carrera 19 con calle 24 estuvo la botica de don Domingo Fernández, muy conocido en la ciudad por el aviso que hizo colocar en su botica que decía: “De purgas no se dan ñapas”. En esa misma casa vivió la familia Goetz, de origen alemán, quienes colocaron en 1902 el primer árbol de Navidad conocido en la ciudad.
El Club Unión
El más antiguo club del que se tenga noticias en nuestra ciudad, como el primer centro de entretenimiento, fue el Club Unión, fundado en 1905. En él hacía vida social la aristocracia barquisimetana a comienzos del gomecismo. El cronista Hermann Garmendia señala donde funcionó: “en una casa de construcción reciente ubicada en la calle Libertador entre las calles Catedral y Lara (actualmente carrera 19 entre calles 23 y 24); quiénes podían ingresar: en el Club unión se congregan las clases dominantes (…).
Es el único centro clasista de expansiones sociales”; y la distinción que significaba pertenecer a él: “Ser miembro de este centro social constituye un honor” (Garmendia, Hermann, 1995). Y no era para menos. En el Club Unión solo entraban los llamados “Hombres de Trabajo”, como los denominaba el presidente de la república Juan Vicente Gómez. “Hombres de Trabajo” significaba: aquellos que no tenían las malas e impúdicas ideas de alzarse contra el gobierno. No en vano el nombre de ese club aparecía en el famoso lema gubernamental de “Unión, Paz y Trabajo”. Este club cesó en sus funciones hacia 1939.
Primera sede del Colegio La Salle
Media cuadra hacia el oeste, por la acera sur, el general Juan Jacinto Lara había establecido en una casa situada en la hoy carrera 19 entre calles 24 y 25, la sede de los poderes públicos, luego cuartel y hospital militar. En 1913 estuvo la primera sede del colegio La Salle, luego el hotel Pérez Correa, y más tarde el hotel Universal y Martini.
La Francia
Una cuadra hacia el oeste por la acera norte se encuentra el edificio La Francia, donde funcionaron botiquines, casas de juego, la agencia del Banco Nacional que duró hasta 1844 y un hotel donde se hospedaron artistas con sus agrupaciones teatrales de zarzuelas como Matilde Rueda, Blanca Matrás Casado, Emma Soler, la Prado Borrejón, Elvira Andreani, Lupita Rivas Cacho, Mar Lulú González y Luisa Boroni. Para fines del siglo XIX se destapó la primera botella de cerveza que se conoció en la ciudad.
El Palacio de Gobierno
En la esquina sur este, diagonal al edificio Francia, existió una barraca donde funcionó un teatro improvisado, propiedad de don Ramón Corral Mayor, padre de Carlota o María Corral Mayor. Años después en ese sitio hubo una casa donde nació el músico Antonio Carrillo. El Palacio de Gobierno fue comenzado a construir en ese mismo lugar durante la administración de Gobierno de Cipriano Castro, terminado después por Eustoquio Gómez.
En la esquina suroeste de la calle Libertador con calle 25 se construyó el Teatro Juares. En el terreno donde más tarde se construiría el teatro existía una pequeña casa de bahareque y un corral de chivos, propiedad de don Juan Manuel Álamo, quien la vendió por 10.000 bolívares a la Junta de Fomento de Teatro de Barquisimeto en 1891. En esa casa había funcionado la tipografía de los Hermanos Álamo y donde se editó El Monitor, primer periódico diario que circuló en nuestra ciudad
La casa de los patriotas Ramos
Una cuadra más hacia el oeste, por la acera sur, en el sitio que ocupó más tarde el Centro Social, existió una casa, que, adquirida por el Libertador, fue obsequiada a Josefa Antonia Pérez de Ramos, viuda de uno de sus oficiales muertos en la batalla de Tierritas Blancas en 1813 y madre de los patriotas José del Rosario, José María, José Gregorio, José Antonio y José del Carmen Ramos Rumbos, muertos en distintos campos de batalla por la independencia.
El Centro Social
El Centro Social, ubicado en la carrera 19 esquina de la calle 26, fue fundado el 13 de febrero de 1921 y estuvo conformado por profesionales jóvenes y sectores de la burguesía, algunos inconformes con el régimen gomecista, por lo que exhibían una mentalidad liberal y progresista, lo que provocó que Juan Vicente Gómez los tildara de conspiradores. Se celebraban carnavales con comparsas, se proyectaban películas, bailes con la orquesta Billo’s Caracas Boys (1943) y contó con un equipo de básquetbol femenino (algo insólito en la época). También funcionó el llamado “Club de Solteros” y se otorgó un premio especial en la Gran Feria Exposición de 1940. Para 1948 se constituyó una sociedad civil para la venta de acciones a mil bolívares cada una con el fin de construir un “suntuoso edificio”.
La Mesa Alemana
En Barquisimeto existió la Mesa Alemana, un club que frecuentaba la colonia alemana, fundada en 1921 por altos empleados de la casa Blohm en nuestra ciudad, ubicada en la esquina suroeste llamada de las Gradillas (hoy carrera 19 diagonal al antiguo Centro Beco, hoy Centro Comercial Socialista I). Raúl Azparren (op. cit,) ofrece detalles de los fundadores: H. Thormanhlem Riehl, H. Thiel, W.Flor y Max Eckstein. Más tarde se agregaron E. Schonoegass, B. Sydow, J. Van Belen y W. B. Taylor (que no era alemán, sino curazoleño).
Creada como un centro de recreación y esparcimiento, en este club se conocieron por vez primera los juegos de tennis y la primera cancha de boliche (bowling) de nueve palos. La Mesa servía también como residencia y dormitorio para algunos trabajadores de Blohm, de lo que se desprende que era un club sin formalismos como lo tenían otros de la ciudad.
Se bebía cerveza alemana, se jugaba a las cartas y se escuchaba y se tocaba música alemana con sinfonía o armónica, como por ejemplo Ada Du Mein Lieb Vaberland. Había comida alemana enlatada de ese país y se realizaban bailes folklóricos como el vals vienés. Cuando estalló la II guerra mundial muchos de los alemanes que había en Barquisimeto, no sólo los empleados de Blohm, sino otros que eran mecánicos y agricultores, debieron irse de la ciudad para ocultarse de la llamada “Lista Negra”, extendida por todo el mundo, por temor a ser perseguidos y tomados como agentes de Adolf Hitler. Por este motivo, La Mesa tuvo que cerrar en 1939.
En tiempos más modernos bordeando la plaza de Altagracia, están las casas de los Bensaya-Briceño, los Palavicini y los Pulido-Ramos hacia la calle Comercio con Falcón, diagonal al sempiterno mercado de Altagracia En la misma Libertador, entre las calles Sucre y Planas se encontraban los Arráez, los Arapé con el gabinete óptico de don Pablo, que asomaba por la ventana.
Los generosos espacios de los García, donde funcionaba la Academia de Comercio “El Futuro Empleado”, con el incesante repiquetear de las máquinas de escribir “Remington”. Por el flanco izquierdo se situaba la casa del mayor Juan Antonio Tovar, comandante militar del regimiento de reclutas en la vieja edificación del Capitolio.
Al frente se encontraba la escuelita de las García Sorondo, hijas del acaudalado hacendado español don Serapio García, abnegadas educadoras que dedicaron la vida entera a la enseñanza de varias generaciones de barquisimetanos. Del lado oeste la casona de los Garmendia Graterón, se situaba la casa natal de los escritores Hermann y Salvador Garmendia, fresco jardín de poesía y olor a café, libros y sueños, que invitaban a continuar por este imaginario paseo en medio de las sabrosas tertulias sobre las memorias de Barquisimeto.
Hoy, La Calle Real, de origen colonial, es la resonancia indolente de las múltiples cirugías que se le han hecho a la ciudad, que se recorre sin percatarse de sus antiguas trazas fraguadas en la historia, de casas perdidas, que hoy son cosas de los andares extraviados y mal conocidos por el más común de los viandantes.
REFERENCIAS
Daniel Oto-Peralías ¿Qué nos dicen los nombres de las calles y por qué es interesante para las ciencias sociales? 19-04-2018 en Nada es gratis [Documento en línea]. Disponible: https://nadaesgratis.es/admin/que-nos-dicen-los-nombres-de-las-calles-y-por-que-es-interesante-para-las-ciencias-sociales (Consulta: 18-10-2020).
Garmendia, Hermann (1995). Preguntas y respuestas en el mundo 1935–1938. Barquisimeto.
Garmendia, Omar. (2018). Memoria ajena. Barquisimeto, cotidianidad y crónica. Barquisimeto: La Utopía Concretable Ediciones.
Querales, Ramón (2010). Reparaciones a la historiografía del estado Lara. Barquisimeto: Concejo Municipal de Iribarren. Oficina del Cronista.
Real Academia Española (2019). Diccionario de la Lengua Española, 23 ed. [Documento en línea]. Disponible:
https://dle.rae.es/ (Consulta: 18-10-2020)
Soteldo, Eliseo (1952). Crónicas de Barquisimeto 1801–1854. Caracas: Editorial Ávila Gráfica.
Valecillos, M. Ricardo. Cronista de la Parroquia Civil Catedral. Comunicación personal por Facebook