La Casa Consistorial de Valencia
Luis Heraclio Medina Canelón
M.C. de la Academia de Historia del estado Carabobo
Es frecuente ver las quejas sobre la demolición del edificio llamado “Palacio Municipal” que estaba ubicado frente a la Plaza Bolívar de Valencia, especialmente por la irresponsabilidad de las autoridades de no construir un nuevo edificio en su lugar y ubicar allí primero une estacionamiento, luego un mercado de buhoneros y finalmente un puestico policial. Sin duda es imperdonable no haber construido otro edificio que sustituyera al demolido; eso no tiene discusión
El edificio destruido no era tan antiguo, apenas tenía unos cincuenta años (databa de los 20), no tenía gran historia y sólo se recuerda un hecho relevante en su tradición: el acto del Cuatricentenario de la ciudad con el discurso de José Rafael Pocaterra.
Hay que decir que tal “Palacio” tenía desde sus inicios a sus detractores, entre ellos el afamado escritor valenciano Enrique Bernardo Núñez, primer cronista de Caracas, quien lo calificaba de “horrible fantasía de cemento”. Algunos, que conocen verdaderos palacios en América y Europa, señalan que darle tal calificativo a esa sede municipal es una verdadera exageración.
Pero no vamos a hablar de este edificio, sino del que existía allí con anterioridad: La Casa Consistorial.
La palabra “consistorial” que hoy utilizamos muy poco viene del latín “consistorium” y quiere decir lugar donde se reúne el ayuntamiento, la corporación municipal o Consejo.
Para construir el “Palacio” fue necesario derrumbar en todo (y según otros solamente en parte) la antigua y venerable “Casa Consistorial” de Valencia, que esa sí era histórica: tenía más de trescientos años y databa de mucho antes de la independencia.
En ese edificio deliberaron los representantes de nuestra ciudad por cientos de años, entre ellos Fernando Peñalver, que era alcalde para 1805. Dentro de sus paredes se aprobaron los presupuestos para construir el puente Morillo, por allá por 1820, época en que gobernaba la ciudad y el país Don Pablo Morillo.
Igualmente en ese mismo recinto se aprobaron las partidas para la construcción de la segunda torre de la Catedral, el empedrado de la Calle Real y el nuevo cementerio.
Allí se reunió el primer ayuntamiento de la república a los pocos días de la batalla de Carabobo en 1821. Es decir, esa casa estaba verdaderamente llena de historia.
Encontramos una buena descripción de nuestra extinta “Casa Consistorial” y el funcionamiento del antiguo Cabildo en un documento de hace 200 años, llamado “Estadísticas de Valencia” que permanece entre las actas del Ayuntamiento de nuestra ciudad en el año de 1820.
Era un edificio construido al efecto, no una casa improvisada ya que señala que “en fábrica de dos altos con piezas correspondientes al desempeño de sus funciones”.
“Está aderezada de asientos correspondientes, cubiertos de damasco y la autoriza el augusto busto de nuestro monarca constitucional Fernando 7º. Colocado bajo un dosel de todo de damasco en frente a la plaza.” También había una lápida alusiva a la constitución política y una sala para los funcionarios.
Se refiere a la constitución aprobada en España, conocida como “Constitución de Cádiz de 1812”
En la planta baja, hacia el oeste quedaban una especie de pequeña cárcel o calabozos para “los reos delincuentes o fascinerosos”.
En esa Casa Consistorial despachaban los dos alcaldes, ocho regidores que eran algo así como los concejales de hoy en día, dos síndicos y un escribano. Estos dos alcaldes eran elegidos a principios de enero de cada año.
De acuerdo a la Constitución Monárquica jurada en la ciudad el 19 de junio de 1820 se verificó la elección de los funcionarios municipales por elección del pueblo por medio de treinta y un compromisarios (representantes electorales, es decir, era una elección de segundo grado, como llamaríamos hoy). Esta era una disposición de la nueva constitución, ya que en la antigua esos cargos eran comprados.
Sigue explicando el documento de “Estadística” la forma de elección de los funcionarios y sueldos de acuerdo a la nueva constitución; menciona los nuevos nombramientos e indica del Concejo sesionaba los lunes y los jueves, de once a tres de la tarde, salvo casos extraordinarios que podían sesionar cualquier día. Era obligatoria la asistencia y el que faltaba sería multado. Para sesionar válidamente bastaba con un alcalde, un síndico y tres regidores. Los acuerdos se aprobaban por mayoría simple. Sigue con la explicación detallada de los procesos de las discusiones del consejo.
Todas las actas se asentaban en un libro que era guardado en la Sala de Audiencias, bajo dos llaves, una la guardaba el secretario y la otra el presidente del ayuntamiento. Todavía existen esas actas desde 1636 para acá y fueron digitalizadas durante la gestión de Francisco “Paco” Cabrera en un proyecto conjunto con la Universidad Simón Bolívar.
También nos menciona la obligatoriedad de asistir a los actos religiosos que tiene todo el cuerpo edilicio.
La nómina de empleados era un secretario, que llevaba las actas y un portero, encargado del control de las puertas, el cuido del real busto, de los asientos, de llevar las convocatorias y también debía asistir a las funciones públicas celebradas en las iglesias.
La sólida casa de dos plantas tenía seis balcones, cinco de los cuales daban hacia la plaza Bolívar y el restante a la Calle Colombia. En la planta baja dos portones y cuatro ventanales con sus respectivos balaustres. Su techo era de caña brava y tejas.
Si bien tampoco era un palacio comparable a otras edificaciones que se podían ver en México, Lima o Bogotá, era una verdadera reliquia histórica que no se ha debido derribar.