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La dictadura de Pérez Jiménez dejó morir en la cárcel a Alberto Carnevali

 

Juan José Peralta
Periodista

CUATRO MESES le faltaban al valiente dirigente de Acción Democrática Alberto Carnevali para cumplir cuarenta años, cuando el 20 de mayo de 1953 murió en la Penitenciaría General de Venezuela, en San Juan de los Morros, a consecuencia de un cáncer de estómago, porque la dictadura del entonces coronel Marcos Pérez Jiménez le negó debida y oportuna atención médica: lo dejaron morir, prácticas recurrentes en las dictaduras y todos los regímenes despóticos.

 


Abo­ga­do y políti­co,  Luis Alber­to Carnevali Rangel nació en el merideño pobla­do de Mucu­rubá el 28 de sep­tiem­bre de 1914

 

Fue fun­dador de Acción Democráti­ca y de sus ante­cesores Orve y Par­tido Democráti­co Nacional y le cor­re­spondió la difí­cil tarea de susti­tuir al sec­re­tario gen­er­al de su par­tido en la clan­des­tinidad, Leonar­do Ruiz Pine­da, asesina­do por la policía políti­ca de la dic­tadu­ra en una calle de Cara­cas el 21 de octubre de 1952. (Ima­gen: izq. Carnevali con Ruiz Pineda)

Para quienes lo conocieron, su vida estu­vo car­ac­ter­i­za­da por los retos y la pasión. Com­par­tió estu­dios en Zulia y Méri­da, con una fecun­da activi­dad peri­odís­ti­ca en los diar­ios Democ­ra­cia y Panora­ma. Diri­gente region­al, ascendió por méri­tos pro­pios a la direc­ción nacional, fue gob­er­nador de Méri­da durante la pres­i­den­cia de Rómu­lo Betan­court, des­de 1945 has­ta 1948, donde destacó por su gran pre­ocu­pación social y su deseo de mod­ern­izar a Venezuela.

Carnevali dirigió órganos impre­sos en su esta­do natal y en otras regiones del país, El Pueblo, Avan­za­da, El Pueblo Man­da, pero su papel diri­gente cobró impor­tan­cia a par­tir de 1948 como diputa­do y sec­re­tario gen­er­al del par­tido y le cor­re­spondió estar al frente de las filas defen­so­ras del gob­ier­no del pres­i­dente Rómu­lo Gal­le­gos, der­ro­ca­do por un grupo mil­i­tar encabeza­dos por su min­istro de la defen­sa Car­los Del­ga­do Chal­baud el 24 de noviem­bre de 1948.

Expul­sa­do del país, de regre­so a través de los “caminos verdes”, eje­cutó un fuerte e inten­so tra­ba­jo políti­co. Pese a su valía, su inclusión en el CEN clan­des­ti­no fue veta­da, por lo cual se le asignó la tarea impor­tante de los con­tac­tos militares.

La juven­tud adeís­ta debatía con la final­i­dad de encon­trar motivos y causas de la caí­da del gob­ier­no de Gal­le­gos y se le respon­s­abi­liz­a­ba de errores por ser el sec­re­tario gen­er­al de la orga­ni­zación y en medio de la resisten­cia a la dic­tadu­ra, él logró lle­var la dis­cusión hacia la orga­ni­zación para super­ar la tran­si­ción mil­i­tar y abrir las com­puer­tas a una ver­dadera democracia.

Carnevali no evadió respon­s­abil­i­dades, no hizo algo por negar sus posi­bles cul­pas y sólo buscó solu­ciones. Con esfuer­zo y debate ide­ológi­co se ganó el respeto de la juven­tud que lo rec­haz­a­ba y de sus antigu­os com­pañeros. No por casu­al­i­dad se con­vir­tió en impor­tante pieza de la direc­ción de Ruiz Pine­da, a quien sucedió en la jefatu­ra del par­tido en octubre de 1952. En el debate inter­no mostró pre­ocu­pación por la ide­ol­o­gización izquierdista que pre­dom­inó en los cuadros jóvenes de AD y tra­ba­jó para que hubiera adoc­tri­namien­to, preparación y for­ma­ción de la militancia.

Las difer­en­cias entre Carnevali y Ruiz Pineda 

Carnevali tenía serios enfrentamien­tos con Leonar­do Ruiz Pine­da porque era par­tidario de actos de ter­ror­is­mo cómo aten­ta­dos con bom­bas, voladu­ra de puentes y asesina­to de miem­bros del gob­ier­no con lo que no esta­ba de acuer­do Ruiz Pine­da, porque podían morir inocentes. 

Luis Her­a­clio Med­i­na Canelón 
His­to­ri­ador

Su gran aporte a la lucha clan­des­ti­na fue el man­i­fiesto “A la Rebe­lión Civ­il lla­ma Acción Democráti­ca”, del 24 de diciem­bre de 1952, donde Carnevali exaltó el val­or que tuvo la con­sul­ta pop­u­lar del 30 de noviem­bre de 1952, en un esce­nario bajo la repre­sión, la per­se­cu­ción políti­ca, la cen­sura en la pren­sa y la ausen­cia de los dos par­tidos políti­cos inhab­il­i­ta­dos: AD y el Par­tido Comunista.

En el man­i­fiesto cal­i­ficó de “tri­un­fo” a la jor­na­da de fines de noviem­bre cuan­do, en la elec­ción de los diputa­dos a una Asam­blea Nacional Con­sti­tuyente, la ciu­dadanía rec­hazó la pro­lon­gación de un gob­ier­no que no con­tem­pló a la lib­er­tad en su proyecto.

Luego de denun­ciar el fraude y de la manip­u­lación mil­i­tar, planteó el camino de “rebe­lión per­ma­nente y legí­ti­ma con­tra sus opre­sores”, la cual debería involu­crar a las orga­ni­za­ciones políti­cas y en gen­er­al a todos los ciu­dadanos iden­ti­fi­ca­dos con la lucha que esta­ba proponiendo.

 


Luis Alber­to Carnevali, fal­l­e­ció tras las rejas, el 20 de mayo de 1953

 

 

 

 

Carnevali llamó a la unidad y ase­guró que la final­i­dad de esa “rebe­lión” sería la insta­lación de un gob­ier­no de armonía nacional, con par­tic­i­pación de difer­entes sec­tores e indi­vid­u­al­i­dades inde­pen­di­entes, con obje­tivos pre­cisos de restable­cer las lib­er­tades públi­cas, reti­rar a las fuerzas armadas de su entonces “plano de inde­bido pre­do­minio políti­co” y lle­var a la nación al ejer­ci­cio de su sober­anía a través de elecciones.

Con­sciente de los errores del pasa­do, Carnevali se sep­a­ró de la tesis golpista e insur­rec­cional que había dom­i­na­do a AD des­de 1949, asum­ió la mov­i­lización de las masas como nue­va estrate­gia y planteó como camino la agitación pop­u­lar y el calen­tamien­to de la calle de for­ma coor­di­na­da, en el enten­di­do que, como todo pro­ce­so éste sería largo.

Carnevali pidió a la mil­i­tan­cia un ele­men­to clave, que podría trasladarse a los otros par­tidos: orga­ni­zación. La estruc­tura prop­ues­ta debió asen­tarse en gru­pos de base sóli­dos, inte­gra­dos por per­sonas dis­ci­plinadas y alta­mente comprometidas.

Final­mente resaltó la necesi­dad de un tra­ba­jo coor­di­na­do sin fusión de ide­ologías,  con acciones coin­ci­dentes  para arrib­ar a la meta en ese momen­to anh­elo políti­co de su gen­eración: la democracia.

Por la activi­dad en la clan­des­tinidad jun­to a Ruiz Pine­da, Anto­nio Pin­to Sali­nas y Octavio Lep­age, entre otros diri­gentes, fue persegui­do has­ta ser cap­tura­do por las fuerzas del rég­i­men mil­i­tar pre­si­di­do entonces por el coro­nel Pérez Jiménez tras el asesina­to de Del­ga­do Chal­baud el 13 de noviem­bre de 1950, primer mag­ni­cidio en nues­tra his­to­ria republicana.

Esto no sig­nificó el cese de su activi­dad y el 26 de julio de 1951, en una acción de alto ries­go orga­ni­za­da por mil­i­tantes de su par­tido encabeza­dos por Salóm Meza Espinoza, escapó del puesto de socor­ro de Salas de Cara­cas, donde sus carceleros lo habían traslada­do para aten­der­le algu­nas afec­ciones de salud.

Con esta espec­tac­u­lar fuga Carnevali logró gran pres­ti­gio con sus com­pañeros del par­tido ile­gal­iza­do y le ases­tó un golpe al apara­to repre­sor del gob­ier­no. Jorge Mal­don­a­do Par­il­li, direc­tor de la Seguri­dad Nacional, fue des­ti­tu­i­do y susti­tu­i­do por el temi­ble agente repre­si­vo Pedro Estra­da “el cha­cal” de Güiria. 

Cap­tura­do de nue­vo en enero de 1953 fue traslada­do a la cár­cel de San Juan de Los Mor­ros donde se agravaría su enfer­medad, lejos de la ciu­dad y sin aten­ción médi­ca. Luego de larga y cru­el agonía, el valiente diri­gente de Acción Democráti­ca Alber­to Carnevali fal­l­e­ció tras las rejas, el 20 de mayo de ese mis­mo año.

CorreodeLara

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