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La Esclava Teresa

Elvis López
Historiador

Una porteña que logró su libertad por la Ley aprobada en el Congreso de Cúcuta en 1821


La Guer­ra de Inde­pen­den­cia tra­jo con­si­go una serie de vicisi­tudes en la vida social del país. Aun cuan­do, el some­timien­to a la autori­dad de España, era obje­to de con­tro­ver­sia, ésta había logra­do un equi­lib­rio en las nor­mas que regían la con­viven­cia a través de sus insti­tu­ciones. Tal vez, no eran las más idóneas, pero no deja­ban el vacío, que, de man­era impro­visa­da, con­du­jo por un camino incier­to, y en gran medi­da, las leyes naci­das con la libertad.

Uno de los temas más polémi­cos gen­er­a­dos en esa sazón, era la lib­er­tad de los esclavos; intro­duci­do por Simón Bolí­var, quien en su carác­ter de Jefe Supre­mo de la Repúbli­ca, decretó el 2 de junio de 1816 en Carú­pano, la abol­i­ción de la esclav­i­tud, rat­i­fi­ca­da un mes después en Ocumare de la Cos­ta. Pos­te­ri­or­mente, en Angos­tu­ra 1819 implo­ra la con­fir­ma­ción de la lib­er­tad abso­lu­ta de los esclavos, y ante al Con­gre­so de Cúcu­ta en 1821 solic­itó se con­cediese como pre­mio al tri­un­fo de las armas repub­li­canas esta medida.

El 21 de julio de 1821 el Con­gre­so Gen­er­al, con carác­ter con­sti­tuyente, reunido en Cúcu­ta, aprobó la Ley de Man­u­misión de la Esclav­i­tud, que fue dero­ga­da en 1830 por el Con­gre­so Con­sti­tuyente de Valen­cia. Ambas no respondían a los rue­gos ante­ri­ores (1816 y 1819). En esta últi­ma Ley, se creó una Jun­ta Supe­ri­or de Man­u­misión por Provin­cias y sub­al­ter­nas en cada Can­tón. Pero, en muchas oca­siones carecían de celeri­dad, ya que, en cada zona, los dis­tin­tos fac­tores de carác­ter políti­co y económi­co, retard­a­ban los procesos. 

Un caso de “discreción”

El caso de la escla­va Tere­sa, es uno de los con­ta­dos casos mane­ja­dos a “dis­cre­ción” por la Jun­ta de Man­u­misión y que involu­cra a Puer­to Cabel­lo. Este hecho es sig­ni­fica­ti­vo no solo porque impli­ca la reivin­di­cación de los recién alcan­za­dos dere­chos de igual­dad de los oprim­i­dos; veja­dos por su condi­ción de raza, someti­dos des­de los primeros años de la col­o­nización, sino tam­bién por involu­crar a una mujer, tan sub­or­di­na­da a tratos mezquinos en esa época.

El 23 de diciem­bre de 1841 el Jefe políti­co del Can­tón de Puer­to Cabel­lo José de Irib­ar­ren, puso en conocimien­to de la Jun­ta de Man­u­misión que, “en méri­to de la cer­ti­fi­cación de una par­ti­da de bautismo expe­di­da por el Cura de esta ciu­dad, en que con­s­ta que Tere­sa hija nat­ur­al de Efi­ge­nia escla­va del P. San­ti­a­go G. Escan­dón, nació el 29 de noviem­bre de 1822, y un informe cor­rob­o­ran­do esta infor­ma­ción, comu­nicó a la Sra. Jose­fa María Lar­raín, veci­na de esta cap­i­tal, patrona de dicha escla­va, pre­vién­dole la pre­sentación ante la junta”.

El dueño de la madre de Tere­sa, era el Pres­bítero San­ti­a­go González Escan­dón, víc­ti­ma de secue­stro de sus propiedades, efec­tu­a­do por el gob­ier­no de la Repúbli­ca en 1821, entre ellas una cono­ci­da hacien­da “Ovalles” en Ocumare de la Costa. 

Por su parte, la Sra. Jose­fa María Lar­raín pertenecía a un dis­tin­gui­do lina­je orig­i­nal de Navar­ra; lle­ga­do a Venezuela durante las últi­mas décadas del siglo XVII. Esta seño­ra no con­forme con la apre­ciación de la Jun­ta de Man­u­misión, pre­sen­tó un argu­men­to que tuvo que ser ele­va­do a la Sec­re­taria de Esta­do, en los despa­chos del Inte­ri­or y Jus­ti­cia, para lograr una solución. 

La seño­ra Jose­fa María Lar­raín man­i­festó a la Jefatu­ra Políti­ca del Can­tón su posi­ción al respec­to, expre­san­do que, “habi­en­do naci­do Tere­sa en Puer­to Cabel­lo en tiem­po que esta plaza esta­ba ocu­pa­da por las fuerzas españo­las no se le debía con­sid­erárse­le com­pren­di­da en la gra­cia con­ce­di­da a los hijos de las esclavas por la Ley de 21 de Julio de 1821 expe­di­da por el Con­gre­so de la Repúbli­ca por creer que las leyes de Colom­bia no regían en Puer­to Cabel­lo mien­tras estu­vo esta parte de la Repúbli­ca dom­i­na­da por los españoles.

La respues­ta de la seño­ra Jose­fa María Lar­raín, dejó a la Jun­ta, en una situación incier­ta, porque evi­den­te­mente la man­u­misa Tere­sa había naci­do un año antes de haber sido lib­er­a­da la plaza de Puer­to Cabel­lo; pero no encon­trán­dose este caso pre­vis­to en la Ley (1821), ni resuel­to por ningu­na dis­posi­ción direc­ta del gob­ier­no y no creyén­dose con fac­ul­tades para deter­mi­nar este pun­to tan del­i­ca­do, por cuan­to tra­ta de la propiedad indi­vid­ual del patrono, y la lib­er­tad civ­il del escla­vo, creyó con­ve­niente con­sul­tar al Gobierno.

Este tipo de medi­das eran fre­cuentes para retar­dar los pro­ce­sos de lib­er­tad de los man­u­misos, en muchos casos los patrones o miem­bros de la jun­ta se valían de cualquier argu­cia para torcer las deci­siones. Pre­sum­i­mos que, el argu­men­to de la seño­ra Jose­fa María Lar­raín, con­sideran­do un dere­cho, donde existía un caso no pre­vis­to en la ley, pertenecía a un cor­ri­ente que pre­tendía apos­tar a ello, esperan­do una respues­ta favorable.

El fal­lo defin­i­ti­vo de este par­tic­u­lar, quedó en manos del Dr. Ángel Quin­tero, per­son­aje de recono­ci­da trayec­to­ria, ami­go per­son­al del gen­er­al José Anto­nio Páez y encar­ga­do para la fecha del despa­cho de Inte­ri­or y Jus­ti­cia. Su respues­ta sen­tó un de prece­dente dig­no de un juriscon­sul­to, tenién­dose como base para futuras acciones, expre­san­do lo siguiente:

“Con­sideran­do el Gob­ier­no que por aque­l­la ley se declara libres á todos los hijos de esclavas que naciesen en el ter­ri­to­rio de la Repúbli­ca des­de su pub­li­cación, y que Puer­to Cabel­lo, aunque ocu­pa­do por fuerzas ene­mi­gas, pertenecía al ter­ri­to­rio de Colom­bia, con forme á la ley de 12 de Julio de 1821 que declara ser parte de aque­l­la Repúbli­ca el que com­prendía la antigua Cap­i­tanía Gen­er­al de Venezuela ; se resuelve que la joven Tere­sa de que tra­ta esta con­sul­ta goza del ben­efi­cio de la ley, así como cualquier otro indi­vid­uo que se encuen­tre en su caso”.

Aparente­mente esta his­to­ria tuvo un final feliz, sin embar­go, no fue siem­pre esa la dinámi­ca del pro­ce­so de man­u­misión de los esclavos en Venezuela. Respec­to a la fecha del ben­efi­cio otor­ga­do a Tere­sa (octubre 1843), trascur­rieron once años para lograr por ley ese dere­cho. Casos como este de la vida cotid­i­ana abun­dan de esa época, que no alcan­zaron noto­riedad por sim­pli­ci­dad, y es impor­tante sacar­lo del anon­i­ma­to y más cuan­do se trate de una mujer, mar­cadas por un ses­go des­fa­vor­able en la his­to­ria nacional.


Imá­genes cor­re­spon­den a cuader­nos Lagoven “África en Venezuela Piezas de Indias” 1986.

CorreodeLara

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