La isla de los leprosos
Daniel Navarro Petit
@alejandronavarro13
Una triste y desolada isla pueden divisar las personas que atraviesan el Puente General Rafael Urdaneta, tratándose de la llamada Isla de Providencia, donde existió el primer leprocomio de Venezuela
Esta extensión de tierra anteriormente era conocida como Isla del Burro, ubicada en el medio del Lago de Maracaibo. La isla cuenta con aproximadamente tres kilómetros de ancho por dos de largo y esta adscripta al municipio Insular Padilla. Se puede llegar en lancha desde el municipio Santa Rita, y la distancia desde Maracaibo es de unos 14 km, aunque también se puede precisar a simple vista desde la Costa Oriental del Lago y desde el puente.
Transcurría el año de 1828, cuando Simón Bolívar decreta que debe construirse un hospital leprocomio en la isla, como refugio a los contagiados de lepra, para así evitarles el rechazo y la indigencia a las cuales se sumían dado al desprecio que sufrían por la sociedad de la época. La isla contó con el hospital antileproso, una prefectura, cárcel, plazoletas, bibliotecas, escuelas de artes y oficio, oficinas de correo y mercados, de igual forma existieron residencias y dos iglesias (una católica y protestante). No sería hasta principios del siglo XX cuando la isla contaría con un cine.
Debido al nivel de aislamiento y cuarentena de los habitantes, la ciudad de Maracaibo, acuñó el Lazareto, una moneda de uso exclusivo para el leprocomio, con el cual se evitaba cualquier tipo de contagio con el mundo exterior, en pocas palabras solo era para los leprosos. La isla quedó deshabitada en el año 1984, cuando el personal médico y los enfermos fueron trasladados a un hospital llamado Cecilia Pimentel, para finalmente recibir el tratamiento que ideó el científico venezolano Jacinto Convit, quien descubrió la vacuna contra la lepra.
Luego de la desocupación de la isla, esta quedó en el olvido y abandono total, las edificaciones expuestas al sol, humedad y al salitre y poco a poco se convirtieron en ruinas, por eso hoy solo se puede ver vestigios de sus estructuras. Hace casi 190 años que la isla fue habitada para construir el primer leprocomio de Venezuela, pero el olvido habitó la isla, en ella solo se escucha el sonido del viento y algún canto de las aves. Parece un pueblo fantasma, tenebroso, a la vista de todos pero sumida en la desmemoria.
Fotografías: Luis Ricardo Pérez