La Real Hacienda y las fundiciones de oro en Nueva Segovia de Barquisimeto
Omar Garmendia
Cronista y escritor
Luego de las fundaciones entre 1513 y 1569 de Nueva Cádiz , Coro, Maracaibo, El Tocuyo, Borburata, Nueva Segovia de Buría, Valencia, Trujillo, Caracas y Carora, se establecieron los primeros sitios de explotación de minas de oro, con el posterior procesamiento de fundido para fabricar barretas y lingotes
En este sentido, es a mediados del siglo XVI cuando se descubren las minas de oro, ya conocidas por los aborígenes en San Felipe de Buría y la quebrada de Cocorote (hoy pertenecientes al Estado Yaracuy). En 1551, Damián del Barrio, a la orden de Juan de Villegas, localizó las minas de Buría dando así inicio a la extracción de oro en términos formales en el territorio venezolano, lo que repercutió sólidamente en el avance de la Colonia.
Las primeras minas de oro que se explotaron en Venezuela
Villegas, desde Coro y en los primeros días del mes de enero de 1551, se dirigía a Borburata con el objetivo de realizar la repartición de encomiendas. En compañía del negro esclavo Francisco, diestro buscador de oro, hicieron un alto en su camino y se desviaron hacia el suroeste de la laguna de Tacarigua (hoy lago de Valencia) y en las riberas del río Pao y por los diversos afluentes, pequeños ríos y quebradas comarcanas, hizo hacer catas al negro Francisco y este logró detectar muestras de oro.
En esas minas del río Pao, nominada por Villegas como Minas de Nuestra Señora, se extrajeron “diez pesos de oro de las minas bueno” y agrega que en otras quebradas también se encontró oro, pero no en la cantidad y calidad como en la mina de Nuestra Señora.
… vive costeando las sierras por las espaldas de la laguna de Tacarigua y llegué a un río que se dice el pao y cerca de él hice alto con la gente que llegaba y hice dar cata al dicho negro Francisco en las quebradas comarcanas al dicho pao donde se descubrieron y he descubierto ricas minas de oro fino y por ser tales las dichas minas en nombre de Su Megestad las intitulé las minas de Nuestra Señora de donde se sacaron diez pesos de oro de minas bueno antes más que menos y hice dar cata en el dicho río del Pao y en el y otras quebradas comarcanas se sacaba oro
(Segunda información de los servicios de Juan de Villegas, Borburata, abril de 1551)
Luego de ello Villegas, desde el valle de Chirua (Chiroa o Chirgua), descubrió otras minas de oro “muy fino y granado que en 6 días el dicho negro Francisco, solo, sacó 12 pesos de oro” (Nectario María, p.p. 84–86), cantidad que hasta ahora no se había conseguido en ninguna de las minas halladas hasta ese momento. De esta manera, se tiene que las minas de Chirgua, conocidas también como Minas de Borburata, por hallarse en la jurisdicción de esa ciudad, fueron las primeras minas que se explotaron en Venezuela.
Las minas de Chirgua o Chiroa, distante unas diez leguas del pueblo de Borburata, estuvieron en plena actividad hasta el punto que “en diez o doce días sacaron hasta doscientos veinte pesos de oro de mina, muy fino” (Nectario María (ibid. p.p. 89–90). Estas minas se explotaron hasta 1553, hasta el descubrimiento y aprovechamiento de las minas de Nueva Segovia de Buría, por lo que las de Chirgua fueron poco a poco abandonadas.
Las minas de Buría
Las minas de Buría en realidad consistían en varias vetas, de las cuales la de mayor rendimiento, estaba situada a unas tres leguas del lugar donde un tiempo después Juan de Villegas tomaría el asiento del sitio donde se fundaría la ciudad de Nueva Segovia de Buría. Se trataba de galerías abiertas en las rocas que contenían franjas de vetas auríferas se singular calidad.
De acuerdo con el hermano Nectario María (ibid. p. 180), cuando estas minas fueron desatendidas luego de marcharse los hispanos, los indios jirajaras, para evitar que regresaran los europeos y las encontraran de nuevo, desviaron el curso del río Buría y con ello lograron ocultar la entrada de la mina debajo de las corrientes del agua.
Sin embargo, de acuerdo con la aseveración del hermano Nectario María (ibid. p.180), las minas fueron redescubiertas por Pedro A. Carrascosa. Añade que en los años 50 algunas personas, con la audacia que ello implicaba, se sumergían en las aguas y entraban en la mina y extraían ciertas cantidades de oro que luego vendían en localidades cercanas, especialmente en Cabudare.
Catas de oro
Descubrir minas de oro no era tarea fácil. Había que recorrer grandes distancias entre montañas, ríos y quebradas, valles, recovecos y escondidos rincones de tenaz vegetación.
Para encontrar oro se utilizaban técnicas muy rudimentarias y sencillas que consistían en realizar “catas” que los mineros experimentados lograban efectuar en determinados sitios con base a señas particulares en ríos, quebradas y afluentes en inclementes montañas y serranías, donde se sospechaba la presencia de filones o yacimientos o por información de los mismos indios naturales de la región.
En la Primera información de méritos y servicios de Juan de Villegas, fechada en El Tocuyo el 27 de marzo de 1549, documento que reposa en el Archivo General de Indias en Sevilla, en la pregunta XXII, el testigo Juan Sánchez, buscador de oro, describe en el memorial de las preguntas la manera cómo los mineros, generalmente negros esclavos, cerca del valle de Boconó, hacían las catas de oro:
“Fueron a una quebrada que está en el valle de Boconó y dieron sus catas y hicieron cuatro o cinco hoyos de hondo de a palmo o poco más y que ello se sacaron cinco puntas de oro fino las cuales metidas entre los dientes se hacían plancha de lo cual este testigo sacó las tres puntas (Nectario María en Apéndice Documental, op. cit. p. 323).
Asimismo, Gonzalo Fernández de Oviedo, en 1535, refiere algunos de los procedimientos y los instrumentos o herramientas necesarias para efectuar la labor tanto de búsqueda, cata y la extracción propiamente dicha del oro:
… “Estas minas de sabana o halladas en tierra siempre han de buscarse cerca de un río o arroyo o quebrada de agua o balsa o fuente, donde se pueda labrar oro, y ponen ciertos indios a cavar la tierra, que llaman escopetar; y cavada hinchan bateas de tierra, y otros indios tienen cargo de llevar las dichas bateas hasta donde está el agua donde se ha de lavar esta tierra”… “y hace de notar que para un par de indios que lavan son menester dos personas que sirvan de tierra a cada uno de ellos, y dos otros que escopeten y rompan y caven, e hinchan las dichas bateas de servicio, porque así se llaman, de servicio, las bateas en que se lleva tierra hasta los lavadores… De manera que una batea es, a lo menos en todo lo que es dicho, cinco personas ordinariamente”. [Fernández de Oviedo, Gonzalo, 1535]. (Tucuy, 2021).
La batea, de acuerdo con la definición que ofrece el Diccionario de autoridades de 1780, es “una especie de bandeja, o azafate de diferentes hechuras y tamaños que viene de Indias, hecha de madera pintada, o con pajas sentadas sobre la madera. Calathus, fiscella”.
Además de las bateas, se encuentran la barra y el almocafre o almocafle, el cual es un instrumento que sirve para escardar y limpiar la tierra de malas hierbas y trasplantar plantas pequeñas (Diccionario de la lengua española 2020).
El oro y la fundación de Barquisimeto
Fue el oro el que hizo que la ciudad de Nueva Segovia se hubiera establecido inicialmente como un campamento o centro de operaciones para el trabajo esclavo de extracción del vil metal. Anteriormente, el 24 de febrero de 1548, Villegas había fundado el pueblo de Nuestra Señora de la Concepción de Borburata y en sus comarcas se había descubierto ricas minas de oro.
Al mando de Damián del Barrio sale un contingente de soldados desde El Tocuyo a la provincia de Nirgua en esa época, donde de acuerdo con las informaciones se encontraban los yacimientos del precioso metal, llegando al río Buría, donde luego fundaría Juan de Villegas el Real de Minas de San Felipe de Buría, en la zona actualmente ocupada por el estado Yaracuy (Nectario María, 1952).
El descubrimiento de estas minas de oro indujo al establecimiento de un nuevo poblado, Nueva Segovia de Buría, distante unas seis leguas de los yacimientos, en la región situada actualmente en la Parroquia Buría del Municipio Simón Planas del estado Lara.
Las primeras fundiciones de oro en Nueva Segovia de Barquisimeto
La principal fuente de riqueza en los primeros años de la conquista y colonización en Venezuela fue indiscutiblemente el oro. Luego de iniciados los trabajos de extracción del metal en las minas recién descubiertas, las ciudades de Nuestra Señora de la Concepción de Borburata y Nueva Segovia de Buría contaron con las primeras instituciones de fundición de oro con la participación, dirección y vigilancia del Veedor Real Juan Domingo Antillano, ocupando su cargo el 14 de febrero de 1555 en Borburata, estableciéndose asimismo la institución de la Real Hacienda.
El Veedor era el Oficial Real que acompañaba a cada expedición l objeto de recaudar la parte que correspondía al rey. Luego de efectuar el reparto correspondiente entre los empleados, el saldo remanente debía ser enviado con todas las seguridades del caso por los funcionarios de la Real Hacienda para ser depositados en la caja de tres llaves, que estaba ubicada en Borburata, pues eran ellos el canal a través del cual se recogerían y percibirían las rentas en América para ser enviadas a España (Donoso, 2021).
En Nueva Segovia de Buría se estableció otra fundición de oro que, a juzgar por los documentos insertados en el Libro de Acuerdo de los Oficiales Reales, 1537–1607 (Nectario María, 1952, p. p. 168–173), obtuvieron óptimos resultados durante varios años, hasta el punto que desde esta ciudad se efectuaban los pagos de los empleados reales y de los sacerdotes, tanto de Borburata como de Nueva Segovia, que equivalían a unos 500.000 maravedíes anuales.
Desde 1559 los funcionarios de la corona española establecieron la sede la Real Hacienda en Nueva Segovia de Barquisimeto cuando esta ya estaba situada en su segundo asiento en el valle del río Turbio por el temor a los asaltos y robos de piratas que pululaban en el puerto de Borburata. Durante 18 años la Real Hacienda ejerció las funciones de efectuar los depósitos reales en Barquisimeto hasta 1578, cuando es trasladada finalmente hasta Caracas.
La caja de tres llaves
Como es de suponer, los inmodestos y relampagueantes lotes de oro, habrían de despertar la codicia de cuanto bandolero, pirata o cualquier vulgar ladrón se apareciera de modo sorpresivo y así arrebatar los peculios producto del incesante trabajo esclavo, que a los únicos que beneficiaba era a los españoles.
Y no solo de bandoleros y piratas se trataba, sino también de la desconfianza hacia la actuación de los propios representantes de la Corona y de sus ministros, por lo que esta situación motivó la instauración de ciertos controles burocráticos y fiscalizaciones de seguridad de todos los bienes y dinerales obtenidos pertenecientes a la Corona, así como también documentos y objetos de importancia como libros del común, de tasaciones, las marcas y punzones, pesos y balanzas entre otras cosas
Para ello los funcionarios debían pagar unas determinadas fianzas como garantía y colocar los caudales en la Caja Real o Caja de Tres Llaves, la cual debía estar construida con maderas fuertes y barras de hierro por los costados, y, como su nombre lo indica, debía tener tres mecanismos de cerraduras con tres llaves de diferentes formas y confecciones. Cada oficial debía tener una de las llaves. Los Virreyes, Presidentes, Oidores, Gobernadores, Corregidores no debían tener llaves de las Cajas Reales.
Y por si fuera mucha la desconfianza, la caja debía estar a su vez en una habitación, también con tres llaves, las cuales debían estar en manos de los Oficiales Reales (Contador, Tesorero, Factor y Veedor) y debía abrirse un día a la semana con el fin de introducir lo recaudado.
Antes de incorporar los valiosos metales en el arca, se debían pesar y contar en presencia de todos los Oficiales Reales y el escribano de la Real Hacienda y luego asentarlo en un libro común donde debían firmar, mancomunadamente, todos los Oficiales Reales en presencia simultánea de todos ellos.
Los funcionarios debían hacer juramento, dando fe de que lo que se había introducido en el arca era lo que verdaderamente correspondía y que en ningún momento se habían adueñado de nada.
En definitiva, la aparición del oro y su posterior extracción, procesado, refinado, fundido y traslado, trajo como consecuencia no solamente la riqueza y los correspondientes privilegios (y también males y desgracias), que derivarían en el desarrollo de las políticas burocráticas de control y fiscalización de las posesiones de ultramar como apéndices de la metrópolis. Además, desde el punto de vista histórico, se muestra el desnudo panorama de cómo el oro se transfiguró en razón fundamental para la conquista y los descubrimientos del mundo que se abría para los ávidos de riqueza y poder en pos de una quimera.
Referencias
Diccionario de autoridades. Academia usual (1780). [Documento en línea]. Disponible: https://webfrl.rae.es/ntllet/SrvltGUILoginNtlletPub Consulta: 19-02-2021.
Diccionario de la lengua española (2020) [Documento en línea]. Disponible: https://www.rae.es/
Donoso, Alberto (2021). Organización y funcionamiento administrativo y contable de la Real Hacienda de Indias en el tiempo de los Austrias a la luz de la legislación aplicable. Universidad de Sevilla. [Documento en línea]. Disponible: https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/17903/file_1.pdf;jsessionid=89978C145B79A81683673422D1517D49?sequence=1 Consulta: 19-02-2021.
Tucuy (2021). Historia regional y local del Valle del Tuy. [Documento en línea]. Disponible: https://tucuy.wordpress.com/tag/minas-de-oro/ Consulta: 12-02-2021.
Imagen: Grabado de Theodor de Bry. Fuente: tucuy.wordpress.com/tag/minas-de-oro