Crónicas

Las armas de fuego antiguas

Omar Gar­men­dia
Cro­nista y escritor

Las primeras armas que el hombre utilizó surgieron de la necesidad de alcanzar un objetivo distante o en movimiento, en procura de alimento o de defensa. Lo primero que hizo fue tomar una piedra u otro objeto apropiado como proyectil y lanzarlo. Factores como la precisión, alcance, fuerza y velocidad, fueron desarrollándose con la invención de instrumentos arrojadizos más eficaces como el arco, la flecha y posteriormente la ballesta, que funcionaban de acuerdo con el principio de la energía mecánica acumulada y liberada repentinamente, mediante un mecanismo aplicado al arma que hacía arrojar el proyectil


 

 

Las cosas cam­biaron con la inven­ción por parte de los chi­nos en el siglo VII de una sus­tan­cia que rev­olu­cionó la man­era de uti­lizar la energía para propul­sar un proyec­til. Con la apari­ción de la pólvo­ra, y gra­cias a la com­bustión vio­len­ta de la mis­ma, devi­no el arma de fuego hacia el año XIII con los chi­nos y el prim­i­ti­vo cañón de bam­bú y luego de met­al. Pólvo­ra y cañón se uti­lizaron durante sig­los en el cam­po mil­i­tar y civil.

 


Al darse a cono­cer la pólvo­ra en la Europa del siglo XIV, el desar­rol­lo de las armas de fuego fue ver­tig­i­noso. Las primeras armas esta­ban con­sti­tu­idas por un sim­ple cañón o tubo de bronce o de hier­ro sel­l­a­do por uno de sus extremos y por el ori­fi­cio abier­to del otro extremo se intro­ducía la car­ga de pólvo­ra y el proyec­til. La cavi­dad del cañón esta­ba eje­cu­ta­da en for­ja, así como la recá­mara y la cazo­le­ta y las piezas del mecan­is­mo esta­ban suje­tas por clavos remachados.

La apari­ción de nuevas armas de fuego viene a cor­re­spon­der­se con el desar­rol­lo y las trans­for­ma­ciones tec­nológ­i­cas en cuan­to a la expe­ri­en­cia y la inves­ti­gación en el cam­po de las acciones béli­cas, fun­da­men­tal­mente. Como resul­ta­do de ello, en 1494 aparece el cañón acciona­do por pólvo­ra, nue­va y poderosa arma, que por parte de las tropas france­sas per­mi­tió abatir has­ta ese momen­to las impen­e­tra­bles mural­las de los castil­los medievales. Fal­conete, bom­bar­da, cule­b­ri­na, esmer­il, entre otros, eran algunos de los nom­bres de las piezas may­ores de artillería, que, por su gran peso y dimen­siones, debían trans­portarse en carretones.

 

 

El arcabuz

La lengua castel­lana refiere la pal­abra “arcabuz” para denom­i­nar, des­de la primera mitad del siglo XVI a las armas de fuego, que para segun­da mitad de ese siglo se denom­ina­ban “pis­to­letes”. Para Sebastián de Covar­ru­bias en el Tesoro de la lengua castel­lana o españo­la (1611), los orí­genes del voca­blo “arcabuz” vienen de arca, tam­bién lla­ma­da cámara, y bufo (buso) que sig­nifi­ca agu­jero o cañón . Otros arcabuces tenían dis­tin­tos nom­bres, sobre todo los usa­dos por los fora­ji­dos y salteadores, que en este caso se denom­ina­ban pedreñales, porque no encien­den con mecha sino con ped­er­nal. Los “Mos­quetes” eran arcabuces reforza­dos, lla­ma­dos así por haberse comen­za­do a uti­lizar en Moscovia (Covar­ru­vias, Sebastián de, 1611 p. 83v).

Evolu­ción de las armas de fuego

Des­de sus orí­genes, la for­ma de las armas sufrió cam­bios en su fisonomía. A lo largo del siglo XIV se agre­garon a los cañones piezas de madera empo­tradas en la parte pos­te­ri­or del cañón, lo que facil­ita­ba su mane­jo, trans­porte y manip­u­lación. Pos­te­ri­or­mente, aparece el arma­men­to más pequeño o portátil, para ser lle­va­da por un solo hom­bre a par­tir del siglo XIV. Se pro­longó la madera por deba­jo del tubo o cañón para for­mar un soporte o afuste que dio ori­gen a la cula­ta. La pólvo­ra se encendía por un pequeño agu­jero, denom­i­na­do oído, per­fora­do en la parte pos­te­ri­or en los cañones más antigu­os y más tarde susti­tu­i­da por la cámara de com­bustión en las armas más perfeccionadas.

En un prin­ci­pio, se encendía la pólvo­ra por medio de un hier­ro al rojo, pero luego se susti­tuyó por una mecha per­ma­nen­te­mente encen­di­da. Para el siglo XV se añade la lla­ma­da llave de mecha, donde la pólvo­ra se com­primía por medio del mar­tillo. Al accionar el mecan­is­mo dis­parador, la mecha encen­di­da baja­ba hacia la cazo­le­ta con la pólvo­ra y se encendía, provo­can­do la expan­sión de los gas­es que impulsa­ban la munición.

Hacia medi­a­dos del siglo XVI hace su entra­da un mecan­is­mo de igni­ción por medio del sílex, el cual está fija­do a una pin­za colo­ca­da en el mar­tillo que al bajar roz­a­ba una pieza de acero lla­ma­da ras­tril­lo, por lo que se pro­ducía una chis­pa que ini­cia­ba el encen­di­do de la pólvo­ra colo­ca­da en la cazo­le­ta. Todos estos mecan­is­mos antigu­os fueron los pre­de­ce­sores de los mod­er­nos sis­temas de car­ga, dis­paro y recar­ga de los arma­men­tos actuales.

Para 1500 un nue­vo mecan­is­mo de encen­di­do hizo su apari­ción: el sis­tema de rue­da, el cual no nece­sita­ba el uso de una mecha encen­di­da con­tin­u­a­mente. Por medio de un mecan­is­mo que uti­liz­a­ba un muelle enrol­la­do (como el de los antigu­os relo­jes), que debía girarse antes del dis­paro, al apre­tar el gatil­lo se lib­er­a­ba el mecan­is­mo y la rue­da gira­ba y al rozar con­tra una piedra de sílex fija­da en la pin­za del mar­tillo se pro­ducía la chispa.

Es de hac­er notar que en el tran­scur­so de la evolu­ción de la fab­ri­cación de armas de fuego y su uso civ­il, se hacía uso de pro­fusa dec­o­ración y capri­chosas for­mas para sat­is­fac­er el cre­ciente mer­ca­do y los gus­tos de los ricos, quienes eran los que podían pagar esos obje­tos, dado que muchas veces el val­or de la dec­o­ración y los mate­ri­ales uti­liza­dos (oro, pla­ta, nácar, marfil y has­ta piedras pre­ciosas), super­a­ban con cre­ces el val­or real del arma en sí.

Pólvo­ra, muni­ciones y mecan­is­mos de disparo

Los mecan­is­mos de dis­paro de las armas de fuego antiguas uti­liz­a­ban bási­ca­mente el sis­tema de rue­da des­de el siglo XVI y XVII, de chis­pa en el XVIII y primera parte del XIX y de per­cusión al apare­cer este tipo de mecan­is­mo a prin­ci­p­ios del XIX. Todas estas armas requerían la recar­ga de su muni­ción man­ual­mente después de cada disparo.

La pólvo­ra negra es sus­cep­ti­ble de que­marse con una sim­ple chis­pa, elec­t­ri­ci­dad estáti­ca o per­cusión. Es mucho menos potente que la pólvo­ra más elab­o­ra­da, deja mucho resid­uo, y pro­duce una gran can­ti­dad de humo cuan­do se que­ma. Se con­sid­era un explo­si­vo de baja poten­cia y actual­mente se uti­liza en tiro deporti­vo y pirotec­nia y su uso mil­i­tar en la actu­al­i­dad está obso­le­to (Glosario de tér­mi­nos sobre balística).

La muni­ción se intro­ducía por la boca del cañón (arma de avan­car­ga) y con­sistía en pólvo­ra, proyec­til y taco de papel que servía de tapón para man­ten­er com­prim­i­dos los dos ante­ri­ores den­tro del cañón y se pre­sion­a­ba con un adminícu­lo alarga­do denom­i­na­do baque­ta. Este méto­do de recar­ga era muy lento y, gen­eral­mente, los com­bat­ientes desen­fund­a­ban sus sables o espadas después de dis­parar, ya que las cir­cun­stan­cias no per­mitían recar­gar nue­va­mente la pistola.

Des­de sus comien­zos, las armas de fuego jugaron un rol deter­mi­nante en el desar­rol­lo de las guer­ras tan­to del pasa­do como del pre­sente, hacien­do desa­pare­cer defin­i­ti­va­mente la ima­gen de aque­l­los guer­reros del pasado,enfundados en pecheras, espadas, mor­riones, adar­gas y lan­zas, que cual viejos caballeros andantes y mos­queteros del medio­e­vo, dieron ini­cio así a un pro­ce­so históri­co evo­lu­ti­vo del arte de la guer­ra, imposi­ble ya de deten­er en nue­stros días.


REFERENCIAS
Covar­ru­vias Horoz­co, Sebastián de (1611). Tesoro de la lengua castel­lana o españo­la. (Ed. fac­sim­i­lar). Madrid: Luis Sánchez.
Dolinek, Vladimir (1998). Enci­clo­pe­dia ilustra­da de las armas de fuego antiguas. Madrid: Susae­ta Edi­ciones, S.A.
Glosario de tér­mi­nos sobre balís­ti­ca. [Doc­u­men­to en línea] Disponible en: http://www.miarma.com/miarma-01–10.cfm Con­sul­ta: 29–09-18.

Omar Garmendia

Escritor. Ensayista. Cronista de libre ejercicio. Profesor Titular UCLA, Doctor en Educación y Magister Scientiarum en Lingüística blogculturaomar.blogspot.com

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