Sucesos del 19 de Abril de 1810
Mario R. Tovar G.
Historiador
“La lucha política se desenvuelve también en el escenario de las emociones,
lo cual hace que toda revolución sea también una historia de las sensibilidades colectivas.”
Dr. Reinaldo Rojas
(2010)
Este mes se conmemoran 211 años de los trascendentales hechos ocurridos el 19 de Abril de 1810, desencadenados en el país producto del avance general de los franceses en España; razón por la cual José Bonaparte hacía desesperados esfuerzos por apoderarse definitivamente de las Cortes del Sur de la península ibérica; tras estos hechos políticos y militares en España, los revolucionarios criollos fijan su posición a través de una alocución, donde expresan que nuestros “ destinos ya no dependen ni de los ministros ni de los virreyes, ni de los gobernadores: están en vuestras manos”.
En consecuencia, esta proclama evidenciaba una tendencia separatista de los mantuanos criollos, que gradualmente ganaba cuerpo; mientras que Caracas continuaba aislada y sin noticias de lo que ocurría en España, al tanto que el propio Capitán General Vicente de Emparan, se cuidaba de proclamar que la falta de noticias se debía al mal estado del tiempo; situación que cambia el día 14 de abril, al arribar a Puerto Cabello el bergantín “Palomo”, procedente de Cádiz, cuya tripulación informa la gravedad de la situación política en España.
Desde muy temprano ese 19 de Abril de 1810, los jóvenes patriotas recorren las calles caraqueñas para convocar al pueblo a la plaza Mayor, a pesar de que era jueves santo. En tal sentido, el Alcalde don José de las Llamozas, reunió el Ayuntamiento a las siete de la mañana, sin el conocimiento ni la autorización del Capitán General, a quien competía hacerlo, iniciándose así la revolución venezolana, porque Emparan había perdido la iniciativa, ahora en poder de los mantuanos.

Una vez instalado el Cabildo, el representante español defiende lo suyo, al expresar que era falsa la idea de la ausencia del gobierno en España, por lo que recomendaba esperar el curso de los sucesos y se retira a la Catedral para presidir las ceremonias religiosas, prometiendo estudiar la situación al concluir dichos oficios litúrgicos. Pero los revolucionarios estaban decididos a dar su golpe, se hace regresar a Emparan gracias a la corajuda actitud de Francisco Salias, al gritarle su categórica vuelta al Cabildo debido a que estaba en juego la salvación pública; accede el Capitán General a regresar a Cabildo, se reanuda el debate y se pide la destitución de Emparan, quien trata de buscar el apoyo de los pardos reunidos frente a la casa consistorial, preguntándoles si estaban satisfechos con su gobierno; detrás de Emparan, Madariaga les hacía señas contrarias a lo que esperaba aquél, y en consecuencia el pueblo aupado por el médico yaracuyano José Rafael Villarreal contestó: “¡No lo queremos!”; sorprendido, Emparan responde que él tampoco quiere mando y tras esa respuesta, se forma la ansiada Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, se da el primer grito de libertad y se inicia la revolución emancipadora nacional.

Acta del 19 de Abril de 1810
El Acta redactada el 19 de Abril de 1810 y firmada en la sala del Cabildo Municipal de Caracas, constituye un fiel testimonio de haberse iniciado ese día el movimiento emancipador de Venezuela, liderizado primordialmente por los Blancos Criollos del país. Aunque es pertinente decirlo, dicho documento no es propiamente un acta de independencia, pues ésta no será declarada jurídicamente hasta el 5 de Julio de 1811.
En tal sentido, El Acta del 19 de Abril de 1810 dio fe de haber cesado en sus funciones las personas que hasta entonces habían ejercido el mando en Venezuela, entre ellos: El Gobernador y Capitán General Vicente de Emparan, el Intendente de Ejército y Real Hacienda Vicente Basadre, el Regente y demás miembros de la Real Audiencia, junto con otros altos funcionarios civiles y militares españoles. Por tanto, el poder político quedó en manos del Cabildo o Ayuntamiento caraqueño, el cual resultó ampliado con representantes del clero y del pueblo, entre éstos el de los pardos, formando ya “un nuevo gobierno”, como lo expresa el mismo documento.
El original del Acta del 19 de Abril de 1810, se encuentra en el libro manuscrito titulado Actas, Resoluciones y Acuerdos del Muy Ilustre Ayuntamiento de Caracas, 1810–1814 y ocupa los folios 71 verso a 78 recto. Las firmas de todos los porcentajes son autógrafas, y lleva al margen una anotación del escribano-secretario que dice: “Establecimiento de nuevo Gobierno en esta capital”. Tal Como lo reseña el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar (1998), el texto completo se inicia de la siguiente manera:
“En la ciudad de Caracas a 19 de Abril de 1810. Se Juntaron en esta sala capitular los señores que abajo firmarán, y son los que componen este muy ilustre Ayuntamiento, con motivo de la fundación eclesiástica del día de hoy Jueves Santo, y principalmente con el de atender a la salud pública de este pueblo que se halla en total orfandad, no sólo por el cautiverio del Señor Don Fernando Séptimo, sino también por haberse disuelto la Junta que suplía su ausencia en todo lo tocante a la seguridad y defensa de sus dominios invadidos por el Emperador de los franceses, y demás urgencias de primera necesidad, a consecuencia de la ocupación casi total de los Reinos y Provincias de España, de donde ha resultado la dispersión de todos o casi todos los que componían la expresada Junta, y por consiguiente el cese de sus funciones.…”.
Más adelante, los firmantes del Acta fijan su posición en dicho documento sobre los cambios políticos generados, tanto en España como en nuestro territorio; en tal orden de ideas expresaban:
“…Para tratar, pues, el muy ilustre Ayuntamiento de un punto de la mayor importancia, tuvo a bien formar un cabildo extraordinario sin la menor dilación, porque ya presentía la fermentación peligrosa en que se hallaba el pueblo con las novedades esparcidas, y con el de que por engaño o por fuerza fuese inducido a reconocer un gobierno ilegítimo, invitando a su concurrencia al señor Mariscal de Campo don Vicente de Emparan, como su Presidente, el cual lo verificó inmediatamente, y después de varias conferencias, cuyas resultas eran poco o nada satisfactorias al bien público de este leal vecindario, una gran porción de él congregada en las inmediaciones de estas Casas Consistoriales, levantó el grito, aclamando con su acostumbrada fidelidad al señor Don Fernando Séptimo y a la soberanía interina del mismo pueblo y a la soberanía interina del mismo pueblo; por lo que habiéndose aumentado los gritos y aclamaciones, cuando ya disuelto el primer tratado marchaba el Cuerpo Capitular a la Iglesia Metopolitana, tuvo por conveniente y necesario retroceder a la sala del Ayuntamiento, para tratar de nuevo sobre la seguridad y tranquilidad pública. Y entonces, aumentándose la congregación popular y sus clamores por lo que más le importaba, nombró para que representasen sus derechos, en calidad de diputados, a los doctores Don José Cortés de Madariaga…doctor Francisco José de Ribas, Presbítero; Don José Félix Sosa y Don Germán Roscio…”
Finalmente, termina el Acta del 19 de abril de 1810 expresando:
“…En este estado notándose la equivocación padecida en cuanto a los diputados nombrados por el gremio de pardos se advierte ser sólo el expresado Don José Félix Ribas. Y se acordó añadir que por ahora toda la tropa de actual servicio tenga prest y sueldo doble y firmaron y juraron la obediencia a este nuevo gobierno”.
Trascendencia del 19 de Abril
A propósito de rememorar esta histórica fecha, sea pertinente la ocasión para recordar la decisiva participación de los blancos criollos en dicho movimiento, quienes promovieron los sucesos generados en esa fecha y que culminaron con el golpe de estado dado ese día al Capitán General Vicente Emparan, el cual tiempo después le escribiría al Rey, argumentando las implicaciones de lo ocurrido con la tajante frase: “(…) Los mantuanos revolucionarios me despojaron del mando (…)”.
Pero esto sólo pudo lograrse por el apoyo que recibieron de los pardos y de otros estratos de las clases populares, a quienes ellos habían convencido de que la revolución no iba en contra de los humildes, y porque en la ciudad capital se había alcanzado un alto grado de formación política- ideológica, que distaba mucho de la realidad del resto del país, de la cual participaron los pardos.
No obstante, en el interior del país, en ciudades tales como Maracaibo, Guayana y Coro, se mantenía viva la oposición de las clases populares a la Revolución de Independencia. Además, las oligarquías de estas regiones eran rivales de la oligarquía caraqueña y, en consecuencia, se opusieron inicialmente al movimiento emancipador.

Al lograr con éxito su cometido, los blancos criollos acaudillaron los pormenores de la insurrección, gracias a la cual alcanzaron el único poder que les faltaba en el escenario nacional: el poder político. Su participación en los sucesos y en el mando sería casi absoluta y en consecuencia, los demás grupos sociales quedaron desplazados de las funciones de gobierno; situación evidenciada a través de un conjunto de hechos.
En primer lugar, resultaron blancos criollos los siete diputados autonombrados (Gabriel Ponte, José Félix Ribas, Francisco Xavier Uztáriz, Juan Germán Roscio, José Félix Sosa, José Cortés Madariaga y Francisco José Ribas), para representar al clero, al pueblo e incluso al gremio de los pardos, en el Cabildo reunido el 19 de Abril de 1810, el cual se convertiría luego en Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII, que estuvo presidida por los connotados mantuanos: José de las Llamozas y Martín Tovar Ponte.
En segundo lugar, resultaron ser blancos criollos y personas de confianza del cabildo caraqueño, aquellos que asumieron, una vez derrocadas las autoridades españolas, las funciones de los más altos cargos políticos de la época: Intendente, Auditor de Guerra, Teniente Gobernador y funcionarios de la Real Audiencia, entre otros.
En tercer lugar, recayó en la casta de los blanco criollos, casi la totalidad de los diputados que constituyeron el primer Congreso de la República, donde figuraron los hombres más notables de nuestra historia civil, tales como: patricios, letrados, sacerdotes, propietarios y hacendados, por reseñar algunos.
Y en cuarto lugar, resultaron ser blancos criollos los miembros del primer poder ejecutivo de la República, conformados por el triunvirato constituido por los honorables ciudadanos: Cristóbal Mendoza, Baltasar Padrón y Juan de Escalona, respectivamente.
En síntesis, se puede señalar que los blancos criollos conscientes de su poder económicos, de sus privilegios sociales y de su preparación intelectual, querían dirigir su propio destino. En tal sentido, se consideraban capacitados cultural y políticamente para ejercer la soberanía, ya que el ejercicio de los cargos en el cabildo, les había proporcionado las experiencias políticas necesarias para gobernarse a sí mismos.
Tal objetivo sólo podían alcanzarlo a través de la independencia política, y como consecuencia de ello, los acontecimientos históricos vividos desde finales del siglo XVIII y hasta comienzos del siglo XIX, crearon las condiciones necesarias para hacerla efectiva, lo cual supieron aprovechar a raíz de los sucesos ocurridos durante la primera década del nuevo siglo.
Como consecuencia de su exclusión económica, política y social durante la colonia, desde un principio se observó la parcialidad de los pardos, indígenas y negros por la causa realista, al mostrar su rechazo y hostilidad a los fines políticos de la oligarquía criolla. Por ello, sería notable la incorporación de estos grupos populares a la causa realista, luego de producirse la insurrección ocurrida aquel 19 de Abril de 1810.
El yaracuyano José Rafael Villarreal
y su Grito Libertario

“Dotado de un talento y luces sobresalientes,
tenía aquella consagración a la cabecera de sus enfermos
que le proporcionó hacerse notable,
y una opinión bien merecida (…)”.
Dr. José María Vargas
Hacemos un paréntesis en la narración de estos trascendentales sucesos ocurridos el 19 de Abril de 1810 para hacer una breve remembranza sobre la vida y obra del eminente médico yaracuyano y prócer de nuestra Independencia Nacional Dr. José Rafael Villarreal, quien fue hijo del comerciante canario don Antonio Martín Villarreal y de la dama criolla doña Rosa Travieso, hermana ésta del Teniente Justicia Mayor y Corregidor del poblado de Cocorote.
De igual manera, cabe agregar que el joven Villarreal realizó estudios de gramática y retórica en el medio nativo con el presbítero don Francisco Xavier de Fuenmayor y para 1794, ya se encontraba en Caracas con el inmenso deseo de iniciar estudios de medicina en la Real y Pontificia Universidad Metropolitana, los cuales iniciaría formalmente el 09 de enero de 1798, bajo la sabia dirección del ilustre médico don Felipe Tamariz, sucesor meritorio de los doctores Lorenzo Campins y Bellester y don francisco Molina, entre otros.
Por su parte, el joven Villarreal destacaría en sus estudios universitarios y prácticas en el hospital de San Pablo, a la vez que fue familiarizándose con el ambiente caraqueño y contó entre sus mejores amigos a valiosos jóvenes provenientes de honorables familias como los Salias, especialmente don Vicente, también estudiante de medicina en un curso anterior al suyo.
En este tiempo se haría notar Villarreal por su propensión al trato humano y solícito con sus pacientes, así como por la clara conciencia al asumir sus responsabilidades; sólidas virtudes que con el andar de los años, fijaría para la historia la ilustre pluma del Dr. José María Vargas, como su máximo maestro, en el texto: “Memoria Acerca de la Medicina y los Médicos de Caracas”, tal como lo apunta otro ilustre médico yaracuyano: Dr. Plácido Daniel Rodríguez Rivero(1996; p.48), en su reconocida obra: “Origen y Desarrollo de San Felipe El Fuerte” .
Al culminar sus estudios universitarios en 1801, un año después recibiría su título de Licenciado en Medicina del Protomedicato de Caracas, ya que previamente había recibido de manos del Dr. José Domingo Díaz, la constancia de sus prácticas hospitalarias iniciadas en 1779, tras presentar el examen de rigor el 16 de enero de 1803.
A nivel profesional, se destacó por haber participado con la Junta Central de Vacunación, en momentos cuando la viruela hacía estragos en los barrios más pobres de Caracas y en diferentes poblaciones del interior. Afanado en estos menesteres y ante la carencia de médicos graduados que atendieran a la población, el Dr. Villarreal recomendó a don Antonio Torrano, como médico práctico ante la Junta Central, quien ya había sido calificado de tener: “buena reputación”, para que se le permitiera, previa aprobación del examen de rigor, certificarle para participar en la jornada de vacunación, no sólo en San Felipe, sino en la vecina región de la costa.
Por su parte, los pueblos de Chivacoa, Guama, Cuara, Urachiche y Yaritagua, resultaron atendidos por el vacunador de Barquisimeto, don Juan Bautista Álvarez, tal como lo afirma don Nicolás Perazzo (1982; p.p.71–74).
A nivel político, el Dr. Villarreal se había formado gracias a lecturas revolucionarias, llegadas en forma clandestina a sus manos, asistía a reuniones sociales donde se planteaban discretamente esos temas, los cuales comentaba luego con sus compañeros de ideales. Durante los sucesos ocurridos en Caracas el 19 de Abril de 1810, le correspondería al joven médico yaracuyano exclamar el rotundo: “No lo queremos”; trascendente grito libertario, claro y resonante contra el Capitán General Vicente Emparan, coreado por la multitud, lo cual derivó en el paso inicial dado en Venezuela, para consolidar nuestra emancipación nacional.
Finalmente moriría este ilustre médico yaracuyano, víctima del terremoto ocurrido en el país aquel 26 de marzo de 1812, que también sepultó a San Felipe “El Fuerte” colonial.
El 19 de Abril en las páginas
de El Federalista
“Venezuela, madre de un pueblo intrépido,
torna a vestir tus galas, la paz tiende sus alas,
te lleva al porvenir (…)”.
Poeta Heraclio M. de la Guardia.
El Federalista (1864)
Revisando las edición vespertina del periódico caraqueño “EL Federalista” en su edición nº 213, del mes de abril de 1864 (Año I; Mes: IX), se pueden leer detalladamente los preparativos previstos para conmemorar “La Gran Fiesta Nacional”, con motivo de los 54 años del 19 de Abril de 1810, para lo cual se anunciaba un concierto- ópera a realizarse en el Palacio de Gobierno, provisto para la época con “una espléndida iluminación”, para dejar oír la banda que dirigía el maestro Abbiati; fastuoso evento donde se desarrollaría el siguiente programa: Marcha de “La Fidanzatta”, por Abbiati; ópera “Anna Bolena” ; valse- ópera para “Belisario”; Gran Marcha Triunfal “El Gigante de Churuguara”, compuesta y dedicada al Gran Ciudadano Mariscal Juan C. Falcón, por el distinguido maestro venezolano José Mármol; ópera “El Trovador” de Verdi; ópera “Sonámbula” de Bellini y la polca Brillante, entre otras.
De igual manera, en esas mismas páginas de El Federalista se publicaría un recuento histórico de los movimientos pre-independentistas del país, entre los que reseñan la insurrección en Panaquire del capitán Don Juan Francisco de León, quien se levantó contra las vejaciones de la Compañía Guipuzcoana el 19 de Abril de 1749; el fallido intento republicano en 1797 por parte de don Manuel Gual y José María España y la fracasada invasión en 1806 del Generalísimo don Francisco de Miranda.
Sin embargo, en esta edición, cuentan aspectos poco divulgados de los hechos ocurridos en abril de 1810, específicamente entre los días 1º al 2º de dicho mes, cuando según esta versión se preparaba una insurrección desde el Batallón de Milicias de los Valles de Aragua, cuyo coronel era el Marqués del Toro, quien se hallaba acuartelado en la casa de la “Misericordia”.

Según esta narración, un tanto dudosa, señalaban textualmente que: “todo estaba preparado y bien dispuesto; pero el proyecto encalló porque según es fama, lo delató don Andrés Bello, oficial que era de la Secretaría de Gobierno”; insólita versión que pone en duda el temple republicano del sabio humanista venezolano y que hasta la fecha no ha sido sustentada por ningún reputado historiador del continente.
Seguidamente, en estas páginas de El Federalista se puede leer que sería el 19 de Abril de 1810, jueves santo, donde se producirá la convocatoria al Cabildo y ordenaría la comparecencia de Emparan para presidirlo, tras lo cual se generan los hechos ya conocidos que originan la renuncia de éste y por ende, se da el primer paso hacia nuestra Independencia nacional.
Concluye este interesante artículo encartado en las páginas de “El Federalista”, expresando lo siguiente:
“Así perdió el mando el último representante de la dinastía española en Venezuela. Ese mismo día como a las 5 de la tarde del 19 de Abril se publicó por bando la instalación de la Junta de Caracas, y Venezuela tuvo ya un gobierno propio. La Junta se compuso de veintitrés vocales y de cuatro secretarios del despacho. Rompíanse poco a poco los hilos de la Independencia, y la mano misma de Dios preparaba los sucesos inmensos que coronó el 5 de Julio de 1811”.
Finalmente, el escritor Haraclio M. de la Guardia, retrata en su poema “A Venezuela”, todo el sufrimiento de nuestro subyugado país, al escribir reflexivamente para la posteridad: “Si al universo escándalo, un tiempo, Patria, fuiste y a los tiranos diste, con tu dolor placer, ante la hermosa página, que ya grabó tu espada, la humanidad hollada, aprenderá a vencer (…)”.
Muy interesante; sencilla forma de hacernos conocer la Historia Patria.