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León Trujillo, laborioso cronista e historiador yaracuyano

Mario R. Tovar G.
Historiador y escritor
mtovar60@hotmail.com

“La his­to­ria es revuelta y crisis.” 
María Vic­to­ria López, docente jubi­la­da de la Upel-Ipb, 
en Face­book (01–12-2018)

El Dr. León Tru­jil­lo, nació San Felipe, esta­do Yaracuy,  el  20 de febrero de 1911 y tal como lo reseña la recono­ci­da escrito­ra vene­zolana, Nacarid Rodríguez Tru­jil­lo (2012),  en su per­ti­nente sem­blan­za biográ­fi­ca tit­u­la­da: “León Tru­jil­lo, Mae­stro de Mae­stros”, ésta reseña que el sabio edu­cador comen­zó a tra­ba­jar como mae­stro a los 17 años, más por necesi­dad que por vocación, cuan­do todavía no había logra­do grad­uarse de bachiller. 

De igual man­era, desta­ca que se desem­peñó en escue­las pri­marias, uni­tarias y grad­u­adas en casi todos los gra­dos, en diver­sos pueb­los de los esta­dos Yaracuy, Lara, Méri­da, Carabobo y el Dis­tri­to Fed­er­al, y no sería sino has­ta 1935, con­tan­do 24 años y  casa­do, cuan­do logró cul­mi­nar el bachiller­a­to en el Cole­gio Fed­er­al de San Felipe, mien­tras era Direc­tor de la Escuela Padre Macha­do en la mis­ma ciu­dad. Su car­rera pro­fe­sion­al fue de ascen­so pel­daño a pel­daño, des­de alum­no pobre a mae­stro de escue­las rurales, has­ta lle­gar a car­gos direc­tivos tan­to en el Min­is­te­rio de Edu­cación, como en Insti­tu­ciones de Edu­cación Superior.

 


León Tru­jil­lo, Mae­stro de Maestros

 

 

 

 

 

 

Después de la muerte del dic­ta­dor Juan Vicente Gómez, empezó lenta­mente la aper­tu­ra democráti­ca, en Venezuela, espe­cial­mente aprovecha­da por los diri­gentes de la Sociedad Vene­zolana de Mae­stros de Instruc­ción Pri­maria para inter­venir en los asun­tos educa­tivos, tan­to apor­tan­do ideas y prop­ues­tas como recla­man­do mejo­ras y deci­siones acer­tadas, entre ellas la preparación de per­son­al en la con­duc­ción de los asun­tos educa­tivos y el inter­cam­bio con otros país­es lati­noamer­i­canos mucho más adelantados. 

A este respec­to en 1937, sien­do Direc­tor del Grupo Esco­lar Repúbli­ca del Perú en Valen­cia, fue selec­ciona­do por el Min­is­te­rio de Edu­cación para realizar un cur­so sobre Admin­is­tración Esco­lar y Super­visión de la Enseñan­za Pri­maria, en la  pres­ti­giosa Uni­ver­si­dad de Puer­to Rico, en Río Piedras, sien­do esa su úni­ca preparación for­mal en Ped­a­gogía y al cabo de unos años más ade­lante, se grad­uaría de abo­ga­do en la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela con men­ción Sum­ma Cum Laude.

Entre los car­gos desem­peña­dos en el Min­is­te­rio de Edu­cación desta­can los de Inspec­tor Téc­ni­co, Vocal del Con­se­jo Téc­ni­co y Pres­i­dente del mis­mo. En 1936 pub­li­ca su primer artícu­lo en la recién crea­da Revista de Edu­cación, des­de donde divul­ga las ideas pedagóg­i­cas de la Escuela Nue­va, Escuela Mod­er­na o Edu­cación Pro­gre­sista, que para ese momen­to era la ten­den­cia pedagóg­i­ca estu­di­a­da y defen­di­da por los mae­stros agru­pa­dos en la Fed­eración Vene­zolana de Maestros. 

Tru­jil­lo mostró diver­si­dad de intere­ses y ejer­ció var­iedad de ocu­pa­ciones: mae­stro, his­to­ri­ador, abo­ga­do, escritor, diputa­do, sec­re­tario de gob­ier­no, gob­er­nador suplente; pero jamás aban­donó la edu­cación y la enseñan­za. Esta fue el cen­tro de su exis­ten­cia, bue­na parte de ella la dedicó a la for­ma­ción de docentes porque esta­ba con­ven­ci­do del papel cru­cial del mae­stro en la for­ma­ción de los ciu­dadanos para la democ­ra­cia y la defen­sa de sus dere­chos. En tal orden de ideas, impar­tiría clases en la Escuela Nor­mal de Mujeres de Cara­cas, en la Escuela Nor­mal San José de Maya en San Felipe, el Patrona­to San José de Tarbes, en el Insti­tu­to Pedagógi­co y fue Direc­tor de la Escuela de Edu­cación de la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela.

En el cam­po de la inves­ti­gación, el Dr. León Tru­jil­lo sin­tió par­tic­u­lar interés por la His­to­ria del Yaracuy, sobre la que escribió dos intere­santes libros, fue miem­bro cor­re­spon­di­ente de la Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria y el primer Cro­nista Ofi­cial de la ciu­dad de San Felipe. Su espe­cial­i­dad más pre­ci­a­da fue la Ped­a­gogía y la Didác­ti­ca de la Escuela Nue­va. Sus dos obras pedagóg­i­cas “Lec­ciones de Metodología y Prác­ti­ca Docente” y “Téc­ni­ca de la Enseñan­za en la Escuela Pri­maria”, salieron por primera vez, en 1953 y 1954, respectivamente. 

Mis­ión de Nues­tra Seño­ra del Car­men. Foto: Pinteres

La primera se reed­itó cua­tro veces has­ta 1968 y la segun­da tres veces. Ambas tuvieron como propósi­to ayu­dar a los estu­di­antes de las nor­males a com­pen­e­trarse con los conocimien­tos teóri­cos y prác­ti­cos nece­sar­ios para con­ver­tirse en buenos mae­stros, en mae­stros críti­cos, reflex­ivos sobre su que­hac­er, aten­tos a las necesi­dades de los niños. Con­scientes de las metas y val­ores últi­mos de la edu­cación, cono­ce­dores de los pro­ced­imien­tos del apren­diza­je acti­vo y de los méto­dos especí­fi­cos de enseñan­za en cada mate­ria y cada grado. 

Los libros de León Tru­jil­lo cumpli­eron un impor­tante papel durante la dic­tadu­ra de Pérez Jiménez, man­te­nien­do encen­di­da la lla­ma de una ped­a­gogía defen­so­ra de la lib­er­tad del niño, del docente como pro­fe­sion­al críti­co, de su autonomía para diri­gir la enseñan­za, en un momen­to políti­co poco afec­to a esas ideas, cuan­do sus primeros y prin­ci­pales líderes habían sido expul­sa­dos del país. Igual­mente desta­ca su impor­tante con­tribu­ción, como vene­zolano, a la cor­ri­ente pedagóg­i­ca más impor­tante del siglo XX, escri­ta para aten­der a las par­tic­u­lar­i­dades de la enseñan­za en Venezuela, con­cluye afir­man­do la inves­ti­gado­ra Nacarid Rodríguez, en su doc­u­men­ta­do tra­ba­jo sobre el este insigne  cro­nista e his­to­ri­ador venezolano.

Las Misiones Capuchi­nas en San Felipe

Sea prop­i­cio el espa­cio  para reflex­ionar sobre algu­nas ideas expues­tas por el  Dr. León Tru­jil­lo,  en su rig­urosa inves­ti­gación tit­u­la­da “Biografía de Albari­co” (1962), donde apor­ta abun­dantes  datos sobre el establec­imien­to de los Misioneros Capuchi­nos en el Yaracuy, especí­fi­ca­mente en las misiones de Nues­tra Seño­ra de la Cari­dad de Tina­jas (Albari­co), San Fran­cis­co Javier de Aguas de Cule­bras (San Javier) y Nues­tra Seño­ra del Car­men, en San Felipe; pro­duc­to de la labor mision­era empren­di­da por los padres capuchi­nos andaluces en el Valle del Río Yaracuy, en los albores del siglo XVIII; región perteneciente para ese entonces a los lla­ma­dos Llanos de Cara­cas. Como bien lo apun­ta en el pról­o­go de su obra este ilus­tre yaracuyano, con esta obra se pro­pu­so “Rendir el trib­u­to que se mere­cen Fray Marceli­no de San Vicente, Fray Pedro de Alcalá y Fray Pedro de Ubrique, los man­sos, los bravos, los tesoneros fun­dadores de Tina­jas, Capuchi­nos Andaluces, extraños y nue­stros, que entre­garon todo, cabeza, corazón y manos sin esper­ar nada (…)”.

Por­tal del par­que históri­co arque­ológi­co San Felipe El Fuerte. Ima­gen Internet

Sobre la entra­da de los padres capuchi­nos a esta inhóspi­ta región yaracuyana de entonces, nos cuen­ta el Dr. León Tru­jil­lo, se debió a la solic­i­tud de un per­miso que éstos hicier­an a los Reyes Españoles, para reducir indí­ge­nas a misiones cer­canas al mar, en la lla­madas “mon­tañas que demor­an en los Valles de Bar­quisime­to”, donde había tier­ras fér­tiles y pueb­los sufi­cientes para con­tener la huí­da de dichos aborí­genes. Una vez con­ce­di­do el per­miso real, se ini­cia la col­o­nización de los Valles del Yaracuy, especí­fi­ca­mente en la región que iba des­de San Felipe has­ta el mar, lo cual comien­za con el via­je que en el año de 1700 hace Fray Marceli­no de San Vicente a España, cuan­do con­ta­ba con aprox­i­mada­mente 45 años de edad, donde logra la aprobación de una Real Cédu­la fecha­da el 07 de agos­to de 1702, que en opinión de León Trujillo: 

“Abre a la col­o­nización mision­era las tier­ras de Yaracuy y sus resul­ta­dos serán San Felipe El Fuerte, como ciu­dad que servirá de base para las entradas a los llanos y misiones y pueb­los que has­ta Puer­to Cabel­lo fueron regan­do los Capuchinos”.

En este orden de ideas infor­ma en esta obra el Dr. León Tru­jil­lo, que Fray Marceli­no de San Vicente regre­sa de España en 1706, trayen­do con­si­go ocho reli­giosos a saber: Fray José Fran­cis­co de Cádiz, Fray José de Isnax­an, Fray José de Sevil­la, Fray Crisós­to­mo de Grana­da, Fray Gerón­i­mo de Madrid, Fray Anto­nio de Benao­caz, Fray Anto­nio de Ubrique y Fray Arse­nio de Sevil­la, quienes pre­tenden ini­ciar de inmedi­a­to su obra, pero un lev­an­tamien­to de los indios gay­ones, que se extendía por montes, sabanas y caminos, les impidió tal labor. Tiem­po después, serían paci­fi­ca­dos y reduci­dos estos indí­ge­nas, tras lo cual se logran fun­dar en la región otros pueb­los tales como: El Cer­ri­to de San­ta Rosa, San Juan Bautista de Dua­ca y el Pueblo de San­ta Lucía de Yaritagua, mien­tras que el naciente pobla­do de los “Cer­ri­tos de Cocorote”, serviría de base para la inmi­nente col­o­nización mision­era de Yaracuy. 

Con este propósi­to en 1709, Fray Marceli­no de San Vicente y con ayu­da del capitán Don Juan Fer­nán­dez de la Fuente, veci­no de Gua­nare, reclu­taron 160 sol­da­dos y con ellos pen­e­traron por los ríos Gua­nare, Boconó, Por­tugue­sa y Mas­par­ro,  quienes al cabo de dos meses y medio, cap­turaron 216 indí­ge­nas, sufi­cientes como para ini­ciar la obra mision­al prop­ues­ta, en “Tier­ras tan fecun­das y desier­tas que hay en los Valles de Bar­quisime­to”, jun­to a una que­bra­da con el nom­bre de “Agua de Cule­bras”; a vein­tidós leguas de Bar­quisime­to y como a dos leguas del “Cer­ri­to de Cocorote”, donde fun­dan en 1710 la primera mis­ión lla­ma­da “Mis­ión de San Fran­cis­co Javier de Aguas de Culebras”.

Esclavos africanos en América

Pos­te­ri­or­mente en 1714, fun­da la mis­ión de “Nues­tra Seño­ra de la Cari­dad de Tina­jas”, pobla­da con indios de nación Atatures, traí­dos de Por­tugue­sa y en 1720, se fun­da la ter­cera mis­ión capuchi­na que recibe por nom­bre “Mis­ión de Nues­tra Seño­ra del Car­men”, de poca duración, situ­a­da entre los ríos Yurubí y Cocoroti­co, en juris­dic­ción de los Cer­ri­tos de Cocorote; ter­ri­to­rio para el cual en 1724 solici­ta Fray Marceli­no de San Vicente a sus Majes­tades, una Real Cédu­la para fun­dar un pueblo de españoles, que le fue otor­ga­da el 06 de noviem­bre de 1729, con lo cual se ele­va este ter­ri­to­rio a la cat­e­goría de ciu­dad, con el nom­bre de San Felipe El Fuerte; impor­tantes hechos reseña­dos por el Dr. León Tru­jil­lo en esta pro­fusa obra, donde anal­iza la actuación de las misiones capuchi­nas en el Valle del Yaracuy. 

El Motín de San Felipe (1741)      

Muchos han sido los pasajes de nues­tra his­to­ria region­al, que no han sido reseña­dos pro­fusa­mente por la lla­ma­da “His­to­ria Patria”; uno de estos hechos lo con­sti­tuyó “El Motín de San Felipe”, cuya desar­rol­lo fue estu­di­a­do a pro­fun­di­dad por el  his­to­ri­ador y cro­nista yaracuyano Dr. León Tru­jil­lo en un libro pub­li­ca­do con ese títu­lo.   En tal con­tex­to, nos dice  el tam­bién abo­ga­do y ped­a­gogo yaracuyano en esta doc­u­men­ta­da obra, que  los moradores de la incip­i­ente ciu­dad de San Felipe El Fuerte, cabeza políti­ca y com­er­cial del Valle de las Damas, super­a­da la lucha que por su autonomía sos­tu­vieron con el Cabil­do y ciu­dad de Nue­va Segovia, dis­fruta­ban aho­ra de una sola­pa­da lib­er­tad de comercio. 

En este sen­ti­do, San Felipe El Fuerte crecía; aumenta­ban sus moradores, se mul­ti­plic­a­ban las hacien­das y esclavos negros usa­dos como mano de obra pro­duc­ti­va. Bajo este ambi­ente, de igual man­era se incre­menta­ba el com­er­cio ilíc­i­to en la región; razón por la cual eran con­sid­er­a­dos un paraí­so: el río y su valle. Sin embar­go, tiem­po después cam­biaría este esce­nario al pro­ducirse la lle­ga­da del nue­vo teniente y jus­ti­cia may­or, prove­niente de Caro­ra, Igna­cio Basasábal, cuya lle­ga­da al ter­ri­to­rio  mar­có el alza­mien­to de toda la población de San Felipe El Fuerte, el 4 de enero de 1741; hechos reseña­dos con igual rel­e­van­cia por el Dr. Eduar­do Arcila Farías (1973), en su  obra “Economía Colo­nial de Venezuela”, donde afir­ma que los revoltosos emplearon armas que les sum­in­is­traron los holan­deses y lle­garon a obten­er el dominio de la ciudad. 

Nicolás Per­az­zo escritor, diplomáti­co e historiador

Por su parte, el gob­er­nador despachó a Urre­los a sofo­car la revuelta, y cuan­do éste entró en San Felipe hal­ló que entre los diri­gentes del motín esta­ban los alcaldes, los regi­dores y el escri­bi­ente del cabil­do; razón por la cual, el gob­er­nador Zulu­a­ga recomendó a la coro­na quitar a San Felipe el estatu­to de ciu­dad, reducién­dola a cal­i­dad de pueblo has­ta el cese del com­er­cio ile­gal. En razón de ello, tiem­po después el Rey dic­taría el 10 de mar­zo de 1742, una real cédu­la quitán­dole tem­po­ral­mente a San Felipe el estatu­to de ciu­dad y orde­nan­do el cas­ti­go con­tra los culpables.

Asimis­mo, como lo apun­ta el desta­ca­do his­to­ri­ador yaracuyano Nicolás Per­az­zo (1982), al ser remi­ti­do el expe­di­ente al Con­se­jo de Indias para su estu­dio y pos­te­ri­or­mente a su Majes­tad, se pro­duciría una sen­ten­cia favor­able, dic­t­a­m­inán­dose que San Felipe con­ser­varía sus fueros de ciu­dad y los impli­ca­dos  sufrirían las penas con­sigu­ientes a juicio de las autori­dades de la Provincia.

Final­mente, dicho motín trascendió  la región yaracuyana, influ­en­cian­do otro alza­mien­to sim­i­lar  en El Tocuyo, así como  la insur­rec­ción de Juan Fran­cis­co León; ambos gen­er­a­dos en con­tra de los exce­sivos y reit­er­a­dos abu­sos cometi­dos en nue­stro ter­ri­to­rio durante la colo­nia por la Com­pañía Guipuz­coana, dado su opre­si­vo monop­o­lio com­er­cial, que los aguer­ri­dos san­fe­lipeños supieron enfrentar con recia hidalguía.

El Dr. León Tru­jil­lo, insigne abo­ga­do, ped­a­gogo, cro­nista, escritor e his­to­ri­ador yaracuyano,  cier­ra su ciclo de vida en Cara­cas, hace 54 años, el 14 de agos­to de 1964 y  los asid­u­os seguidores de su trayec­to­ria int­elec­tu­al, sólo esper­amos que su esclare­ci­da obra escri­ta sea reed­i­ta­da en su total­i­dad por los entes respec­tivos, como vía para exal­tar nues­tra idios­in­cra­sia nacional, region­al y local.

CorreodeLara

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