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Los primeros yankees que llegaron por el mar

 

Luis Heraclio Medina Canelón
Historiador

La primera vez que guerreros norteamericanos vinieron a Venezuela para colaborar con los patriotas que luchaban por la libertad fue hace doscientos catorce años


Esta­mos a dos meses de con­mem­o­rar el sac­ri­fi­cio de un grupo de mil­itares yan­kees que dieron su san­gre bajo las ban­deras del Pre­cur­sor Fran­cis­co de Miran­da. En efec­to, el 21 de julio de 1806 en el Castil­lo de San Felipe, en Puer­to Cabel­lo (hoy cono­ci­do como Castil­lo Lib­er­ta­dor) fueron eje­cu­ta­dos en la hor­ca, diez ofi­ciales, extran­jeros que habían sido cap­tura­dos por las naves real­is­tas frente a las costas de Ocumare (Edo. Aragua) cuan­do la flotil­la de Miran­da, fue inter­cep­ta­da por buques de la arma­da impe­r­i­al y dos de los bar­cos rev­olu­cionar­ios fueron abor­da­dos y hechas pre­sas sus tripulaciones.

Meses antes, Fran­cis­co de Miran­da, prepara una invasión a Venezuela des­de los Esta­dos Unidos.  Tras una serie de reuniones con el pres­i­dente Thomas Jef­fer­son y James Madi­son, sec­re­tario de Esta­do, logra la colab­o­ración de la autori­dad del puer­to el coro­nel William Smith y con­sigue un buque con el empre­sario Samuel Ogden. Tam­bién logra entu­si­as­mar al empre­sario y marinero Thomas Lewis, a quien encar­ga de cap­i­tan­ear el barco.

Miran­da enro­la a una trip­u­lación de unos 200 hom­bres, casi todos yan­kees, con­tan­do con 40 cañones de diver­so cal­i­bre, 1.500 fusiles, 6.000 lan­zas, y abun­dantes muni­ciones.  La expe­di­ción tenía 3 naves las gole­tas Bac­chus y Bee (Baco y La Abe­ja) y  el Lean­der, la cor­be­ta norteam­er­i­cana donde ondea por primera vez en la his­to­ria el pabel­lón tri­col­or venezolano.

El 27 de abril la expe­di­ción llegó frente a las costas de Aragua, pero los espías del gob­ier­no ya habían adver­tido a las autori­dades en Venezuela de la inten­tona, por lo cual dos naves real­is­tas (el Argos y el Celoso) esta­ban esperán­do­los y luego de un cor­to com­bate cap­turaron a las dos gole­tas e hicieron huir al Lean­der con Miran­da a bor­do. Unos cin­cuen­ta marineros norteam­er­i­canos y otros europeos que forma­ban parte de la expe­di­ción fueron cap­tura­dos, aparte de la may­oría de norteam­er­i­canos, algunos británi­cos, un sue­co y  un  polaco.

La may­oría de marineros fueron encar­ce­la­dos y envi­a­dos a diver­sas for­t­alezas españo­las pero tres meses después  en el Castil­lo de Puer­to Cabel­lo en acto públi­co fueron eje­cu­ta­dos en la hor­ca los ofi­ciales coman­dante Thomas Don­ahue; cap­i­tanes James Gard­ner, Gus­tavus Bur­gudd (o Bergud) y Thomas Bil­lopp; y tenientes Charles John­son, Daniel Kem­per, John Fer­ris, Miles L. Hall, Fran­cis Far­quar­son y Paulo George.

La “his­to­ria ofi­cial” o la “nue­va ver­sión de la his­to­ria” no quiere recor­dar a esos grin­gos.  En estos tiem­pos, cuan­do se llena el Pan­teón nacional de “restos sim­bóli­cos” y de per­son­ajes de dudosa rep­utación,  no se les hace a estos már­tires de nues­tra inde­pen­den­cia un hom­e­na­je o un sim­ple recordatorio. 

Los his­to­ri­adores “ofi­cial­is­tas” pare­cen olvi­dar o quizás has­ta quisier­an ocul­tar que ningún vene­zolano murió en la primera ten­ta­ti­va de Miran­da de darnos la inde­pen­den­cia,  fueron unos norteam­er­i­canos en su may­oría, y otros cuan­tos europeos, los primeros que der­ra­maron su san­gre en la primera de las inten­tonas del gen­er­alísi­mo Fran­cis­co de Miran­da. Fue una nave gringa, “The Lean­der” donde por primera vez ondeó nue­stro tri­col­or nacional. Fueron norteam­er­i­canas las naves de Miran­da y fueron norteam­er­i­canos quienes ayu­daron a Miran­da a preparar su expe­di­ción.  Esa es la ver­dad históri­ca, pese a que no le guste a algunos. 

El gob­ier­no del gen­er­al Joaquín Cre­spo lev­an­tó en 1899 en Puer­to Cabel­lo un mon­u­men­to con­sis­tente en una regia colum­na de bronce estri­a­da y con anil­los, lev­an­ta­da sobre un pedestal de gran­i­to, en su vér­tice un cón­dor andi­no, con sus alas exten­di­das, a pun­to de volar hacia la lib­er­tad, remem­bran­za del águila norteam­er­i­cana, y en el frente luce los escu­d­os de Venezuela y Esta­dos Unidos entre­laza­dos, todo lo que recuer­da a aque­l­los hom­bres que des­de las frías aguas de Bal­ti­more y Philadel­phia vinieron al Caribe a dejar su vida por la inde­pen­den­cia de un pueblo que hoy los olvida. 

Es de notar que el pres­i­dente Gral. Joaquín Cre­spo, a fines del siglo XIX,  en el momen­to de dec­re­tar el mon­u­men­to de Puer­to Cabel­lo, decretó que los norteam­er­i­canos eran “próceres de la inde­pen­den­cia de Venezuela”. En Mara­cay tam­bién existe un mon­u­men­to recor­dan­do a los héroes de Ocumare.

Este primer inten­to fra­casó, y luego vinieron otros tan­tos otros de Miran­da y Bolí­var, que tam­bién fra­casaron; pero es que la lucha por las grandes empre­sas suele ser larga y dolorosa, pero al fin, con mucho sac­ri­fi­cio y esfuer­zo, se logran los obje­tivos. La his­to­ria es un ciclo que se repite. Hay que estudiarla.

CorreodeLara

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