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Manuel Piar, libertador de Guayana

 

Ángel Rafael Lombardi Boscán
Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ
@lombardiboscan

NORMALMENTE TENEMOS PIEDAD y hasta simpatías por el caído. El general Manuel Piar (1774–1817) es de esos héroes malditos oficiados dentro del ritual de una misa negra. El templo patriótico lo tiene en el rincón de los expatriados por el delito de rivalizar contra el Zeus del Olimpo. Una vez más la ficción se ha impuesto impidiendo la recuperación histórica y haciendo de las telarañas viejas del imaginario patriótico un obstáculo a una vista clara. La historia es un campo minado de creencias más que de realidades. Así Como Maracaibo no tiene estrella en nuestra bandera tricolor a Piar tampoco se le ha permitido el traslado de sus restos mortales hasta el mismísimo Panteón Nacional.

                 El gen­er­al Manuel Piar es nue­stro José Tomás Boves, aunque con una tipología difer­ente. Ambos acaudil­laron a los dester­ra­dos sociales de ese entonces, las lla­madas cas­tas, aunque la voraci­dad del asturi­ano con­trasta en apari­en­cia con la cor­rec­ción del cura­zoleño. Lo que tienen en común es su iden­ti­fi­cación con los desclasa­dos y una evi­dente ansia de man­do y fig­u­ración. Boves fue el ver­dugo de una Segun­da Repúbli­ca en el año 1814 que los criol­los caraque­ños creyeron ya defin­i­ti­va. En cam­bio, Piar, fue el gran estrate­ga de lib­er­ar Guayana der­rotan­do al gen­er­al Don Miguel de la Torre en el año 1817 en la deci­si­va Batal­la de San Félix. Y liberan­do lo que sería la más impor­tante base de opera­ciones de la causa rebelde: Angos­tu­ra. El sitio a las for­t­alezas de Guayana la Vie­ja es uno de los acon­tec­imien­tos mil­itares más sig­ni­fica­ti­vo de toda nues­tra Inde­pen­den­cia, com­pren­si­ble­mente oscure­ci­do, por el hecho de que los actores de repar­to fueron más rel­e­vantes que los actores prin­ci­pales.               

Gen­er­al real­ista Miguel de la Torre

Bolí­var, debió haber odi­a­do a muerte a Boves, no sólo por el hecho de que perdió ante él en el cam­po de batal­la, sino que azuzó, has­ta nive­les demen­ciales, la lla­ma­da “guer­ra col­ora­da”, algo calami­toso para un man­tu­ano como Bolí­var acos­tum­bra­do a mirar a los de aba­jo  con total indifer­en­cia y has­ta con des­pre­cio. Es por ello que Piar, un rival, aunque en el pro­pio cam­po, con car­ac­terís­ti­cas pare­ci­das a las de un lid­er­az­go por lo étni­co fuese aso­ci­a­do a Boves y esto hubo que aten­der­lo des­de un expe­di­ente de la fal­si­fi­cación que le criminalizara.

                En el año 1817, Bolí­var no es Bolí­var. Seguir con­fun­di­en­do al caraque­ño libre de la adver­si­dad y rodea­do de adep­tos es una ingenuidad históri­ca muy grande. Bolí­var, dicen sus bió­grafos, antes de alcan­zar la glo­ria en vida fue un “primus inter pares”. Dis­en­ti­mos en esto. Bolí­var llegó a un exilio mísero en Jamaica en el año 1815 y luego a un refu­gio en Haití en 1816 que le hizo ena­je­nar el apoyo de los prin­ci­pales jefes de la causa patri­o­ta. El nom­bre de Bolí­var esta­ba aso­ci­a­do a la der­ro­ta y mala suerte. En el mal lla­ma­do Con­gre­so de Cari­a­co (1817), en real­i­dad una tumul­tu­osa reunión de los prin­ci­pales jefes patri­o­tas en des­ban­da­da, se  descono­ció la jefatu­ra de Bolí­var sobre un ejérci­to invis­i­ble o en todo caso irreg­u­lar. Y es que la rival­i­dad entre Bolí­var y Mar­iño era abso­lu­ta. No se soportaban.

                Con la apari­ción de Piar, y su bue­na estrel­la, fue la guin­da. Un hom­bre tan vanidoso como Bolí­var no podía acep­tar esto. Y se orga­nizó el crimen. Un crimen que la his­to­ri­ografía patri­o­ta pos­te­ri­or ha dis­cul­pa­do como siem­pre ha dis­cul­pa­do todos los errores y equiv­o­ca­ciones de Bolí­var como si se tratara de un Dios mis­mo. Piar, hizo lo que nadie has­ta entonces había hecho sal­vo el mis­mo Bolí­var en la Cam­paña Admirable del año 1813: triunfar. 

                Hoy, es evi­dente que el con­cep­to tác­ti­co de Bolí­var como mil­i­tar has­ta el año 1818 siem­pre fue el asalto de Cara­cas, porque Cara­cas era en real­i­dad toda Venezuela (como lo sigue sien­do hoy desafor­tu­nada­mente). Piar, por el con­trario, con un buen tino, liberó Guayana, en conex­ión por las bocas del sober­bio Orinoco con el Delta Amacuro y la muy estratég­i­ca isla de Trinidad en pos­esión de los ingle­ses des­de el año 1797. Este flan­queo por la per­ife­ria fue una haz­a­ña mil­i­tar. A par­tir de entonces se aprovechó todo un hin­ter­land con su propia economía en cir­cu­lación abaste­ci­da de nuevos refuer­zos prove­nientes de los mer­ce­nar­ios británi­cos que en un orden de 6000 vol­un­tar­ios vinieron a colab­o­rar con la causa insur­gente. Inglater­ra no apoyó a la causa patri­o­ta ofi­cial­mente pero se hizo de la vista gor­da ante un deseo siem­pre soña­do: rel­e­var a España en Améri­ca como poten­cia impe­r­i­al dominante.


Batal­la de San Félix

             


Bolí­var, se apercibió de esto. Y en con­se­cuen­cia decidió actu­ar con la auda­cia que le car­ac­ter­izó. Si deja­ba pasar el momen­to nun­ca más hubiera podi­do ser lo que final­mente fue. El choque de trenes se iba a dar en ese esce­nario selváti­co. Bolí­var tenía de su lado a Brion, Sou­blette, Mon­a­gas y Cedeño para emplazar al nue­vo jefe vic­to­rioso de la zona, Piar, que daba man­i­festa­ciones de una autonomía peli­grosa. Una alian­za entre Mar­iño y Piar con­tra Bolí­var hubiera dado ini­cio a una guer­ra civ­il en las propias filas republicanas.

                1817, es el año más impor­tante en nues­tra Inde­pen­den­cia. Y las vic­to­rias que cam­biaron el cur­so de la guer­ra no son de Bolí­var ni de Sucre ni de Páez ni de Urdane­ta. Piar en Angos­tu­ra y Aris­men­di en Mar­gari­ta son los jefes respon­s­ables de éste gran giro estratégi­co mil­i­tar. La “gran estrate­gia” del año 1817, que per­mi­tió una base de opera­ciones sól­i­da y con flu­i­dos inter­cam­bios con el exte­ri­or, es méri­to de Piar y no de Bolí­var. Piar, en la Batal­la de San Félix ven­ció a La Torre y liberó Guayana a la causa rebelde o patri­o­ta. Un éxi­to deci­si­vo. Hay dos fechas claves y dos batal­las deci­si­vas para enten­der el tri­un­fo de los rebeldes con­tra los par­tidar­ios del rey. Una tuvo un carác­ter “nacional” mien­tras que la otra “inter­na­cional” o “con­ti­nen­tal”. Nos refe­r­i­mos a San Félix (1817) y Boy­acá (1819). Pudiera pen­sarse que Piar “no le ganó a nadie” y no fue así. La Torre, el jefe real­ista más impor­tante después de Moril­lo, fue el encar­ga­do de man­ten­er libre de rebeldes a Guayana. Y en esto Piar demostró supe­ri­ores capaci­dades que el mil­i­tar español.


               

Fusil­amien­to de Manuel Piar

La his­to­ri­ografía boli­var­i­ana ha min­i­miza­do el fusil­amien­to de Piar hacién­donos creer que fue un acto de sev­eri­dad nece­sario para unificar el man­do y evi­tar la anar­quía entre los jefes patri­o­tas. Bolí­var actuó en éste suce­so con una total iniq­uidad. “En el pro­ce­so segui­do a Piar se le acusó for­mal­mente de sedi­cioso y deser­tor, insub­or­di­nación a la autori­dad supre­ma, con­spir­ación con­tra el orden y tran­quil­i­dad públi­ca”. Todo un expe­di­ente judi­cial para destru­ir a un ene­mi­go. Bolí­var y sus ali­a­dos se deshicieron de Piar. Los celos de Bolí­var fueron más que evi­dentes. Además, se trata­ba de un rival peli­groso por su ascen­den­cia entre una sol­dadesca pop­u­lar y que había demostra­do una auda­cia y com­pe­ten­cia mil­i­tar formidable.

                A Piar, Bolí­var lo pudo fusilar porque éste pecó de ingen­uo y nun­ca se imag­inó que le abrirían una causa judi­cial, total­mente inven­ta­da y amaña­da por Luis Brión y otros colab­o­radores de Bolí­var. El men­saje direc­to de éste asesina­to esta­ba des­ti­na­do con­tra un Mar­iño alza­do. “El Gen­er­al Piar ha infringi­do las leyes, ha con­spir­a­do con­tra el sis­tema, ha des­obe­de­ci­do al gob­ier­no, ha resis­ti­do la fuerza, ha deser­ta­do del ejérci­to y ha hui­do como un cobarde; así, pues, él se ha puesto fuera de la ley: su destruc­ción es un deber y su destruc­tor un bien­hechor”. Así ter­mi­na el Man­i­fiesto “A los Pueb­los de Venezuela” escrito por Bolí­var el 5 de agos­to de 1817. El Tri­bunal Mil­i­tar o Con­se­jo de Guer­ra tuvo a Sou­blette, otro cer­cano colab­o­rador de Bolí­var, como fis­cal acu­sador. Como es evi­dente la sen­ten­cia de muerte ya esta­ba dic­ta­da antes de que se for­malizara el juicio.

                Piar, el héroe caí­do, merece ser recu­per­a­do porque su aporte como guer­rero fue un hito trascen­den­tal en un con­flic­to irreg­u­lar y de exter­minio con la ausen­cia de la Metrópoli y desa­tadas las pasiones. El infier­no del odio, a través del enjam­bre racial y la desigual­dad social, hizo de Venezuela una caóti­ca “Améri­ca militar”.

CorreodeLara

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