Numancia: el Batallón de venezolanos que sirvió a tres países
Efraín Jorge Acevedo
Historiador y escritor
efrainjorge@yahoo.es
Uno de esos episodios de la historia venezolana desconocidos para la gran mayoría es el de un batallón de soldados venezolanos que lucharon sirviendo a tres países diferentes y por lo tanto enarbolaron tres banderas distintas, cambiando de lealtades en el proceso.
El 17 de diciembre de 1813, el caudillo realista José Antonio Yáñez creó con 500 hombres un batallón de infantería de milicias, al que llamó oficialmente Batallón Numancia.
El nuevo batallón estaba formado fundamentalmente por oficiales y soldados de los llanos venezolanos, y también unos cuantos oriundos de la Provincia de Guayana destacados en la Provincia de Barinas.
Por lo tanto, este batallón de soldados venezolanos formaba parte originalmente del ejército realista, es decir, del Ejército de España en tierras venezolanas durante la Guerra de Independencia.
El batallón tuvo una actuación destacada durante la Guerra a Muerte en la Segunda República venezolana; después de la muerte de su fundador Yáñez en febrero de 1814, el Numancia tuvo una actuación destacada en la Batalla de Arao el 16 de abril de 1814, que terminó en victoria realista.
En 1815 el coronel Sebastián de la Calzada reorganizó completamente el Batallón Numancia añadiéndole milicianos de la Provincia de Maracaibo; ese mismo año llegó a Venezuela el general español Pablo Morillo, que incorporó el batallón a las fuerzas con las que marchó a la reconquista de la Nueva Granada (la Colombia actual). Al llegar a tierras granadinas, Morillo incorporó reclutas neogranadinos al Numancia y lo amplió para convertirlo en un Regimiento de Línea dividido en tres batallones llamados Primero, Segundo y Tercero de Numancia.
Entrega de la bandera del Numancia al Batallón Sin Nombre
Dos de esos tres batallones, el Batallón Segundo y el Tercero de Numancia, se quedaron en Nueva Granada casi hasta el final de la Guerra de Independencia, como unidades del Ejército español o realista, hasta que finalmente fueron derrotados y capturados por las fuerzas patriotas de Simón Bolívar en la Batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819.
Pero el otro batallón del Regimiento, el Batallón Primero de Numancia, fue enviado por Morillo a Perú para reforzar a las fuerzas realistas leales a España en ese Virreinato; los efectivos del batallón tuvieron que ir a pie en una penosa marcha desde Nueva Granada (atravesando territorio de las actuales Colombia y Ecuador), hasta llegar a la capital peruana, (Lima) en 1819. En Perú las compañías 5.ª y 6.ª del batallón, que se hallaban en cuadro, completaron sus filas con nuevos reclutas peruanos.
Pero pronto los miembros del batallón comenzaron a sentirse descontentos, algo que aprovecharon los agentes de los independentistas peruanos para acercarse a los soldados e intentar convencerlos de que traicionaran a la causa de España y se cambiaran de bando.
La infiltración revolucionaria fue hábilmente dirigida por agentes como López Aldana, Joaquín Campino, Rosa Campuzano y Manuela Sáenz, quienes hicieron uso de la fonda (taberna o bar) de Carmen Guzmán, para atraer a los soldados venezolanos y peruanos del batallón que iban a beber allí.
En septiembre de 1820 fue descubierta una primera conspiración del batallón para sublevarse; los oficiales venezolanos Miguel Letamendi, León Febres Cordero y Luis Urdaneta fueron perseguidos por las autoridades y deportados a Guayaquil (en el actual Ecuador), donde terminarían participando, en el bando emancipador o patriota, en la insurrección independentista de Guayaquil.
El 2 de diciembre de 1820, finalmente el Batallón Numancia, por instigación de los capitanes Tomás de Heres y Ramón Herrera, se sublevó con éxito contra las autoridades españolas en Perú, en lo que se conoce como el Paso del Numancia. Ambos capitanes dirigieron el arresto del coronel español Ruperto Delgado González, para ese momento comandante del batallón; para luego entregar el batallón al bando patriota o independentista.
El general argentino José de San Martín era en ese momento el máximo líder de la Revolución independentista en el Perú; el Libertador argentino aceptó encantado el cambio de bando del Batallón Numancia, que entonces pasó a formar parte del Ejército Unido Libertador del Perú. En un evento simbólico, el batallón cruzó el puente de Huaura para recibir la bandera del Ejército Libertador.
Este acontecimiento, uno de los más decisivos de la Expedición Libertadora, permitió a San Martín aumentar su fuerza con un batallón veterano y debilitó en igual medida a los realistas, que finalmente abandonaron Lima.
En ese momento el Numancia tenía 996 efectivos, de las cuales 671 eran venezolanos y 325 peruanos
De esta manera, un batallón formado en su mayoría por venezolanos, que formaba parte del Ejército del Reino de España, traicionó a la causa realista española y “saltó la talanquera” como se dice en criollo, y pasó a formar parte del Ejército de la República del Perú; los venezolanos cambiaron la bandera española por la peruana.
San Martín le cambió el nombre al batallón y lo rebautizó como Batallón Fiel a la Patria y bajo el comando del coronel venezolano Heres sobresalió como una de las mejores unidades del Ejército Unido Libertador del Perú durante la Segunda Campaña de Arenales a la Sierra y en el Primer Sitio del Callao. El batallón bajo escarapela peruana se consideró el de más antigüedad y custodiaba la bandera del Ejército Libertador.
De Numancia a Voltígeros
En 1821 el general Antonio José de Sucre, que se encontraba entonces en el actual Ecuador, escribió a San Martín pidiendo que le entregara el batallón para incorporarlo al Ejército de la Gran Colombia, teniendo en cuenta que sus soldados en su mayoría eran grancolombianos (venezolanos) pero San Martín se negó y lo conservó en el Ejército patriota peruano.
No obstante, cuando San Martín se marchó del Perú y le cedió el liderazgo de la campaña independentista en ese país a Bolívar, el batallón terminó siendo incorporado al Ejército grancolombiano que, comandado por Bolívar y Sucre, había llegado a tierras peruanas; de nuevo se le cambió el nombre y fue rebautizado como Batallón Voltígeros de la Guardia, recibiendo nuevas banderas de Colombia (Gran Colombia), primero del general venezolano Juan Paz del Castillo, más tarde de Sucre, y con él que participó en la batalla más importante de la Guerra de Independencia, la Batalla de Ayacucho, en la que formó parte de la Segunda División comandada por el general José María Córdoba.
De esa manera el batallón había servido consecutivamente en los Ejércitos de tres países diferentes y por tanto enarbolado las 3 banderas respectivas: España, Perú y la Gran Colombia.
Simón Bolívar, José de San Martín y Antonio José de Sucre
Luego de la derrota definitiva de los realistas en el Perú, el ahora Batallón Voltígeros de la Guardia formó parte de las tropas grancolombianas que fueron desplegadas en la nueva República de Bolivia para apoyar a Antonio José de Sucre en su condición de presidente de Bolivia.
Pero de nuevo el descontento se extendió entre los hombres del batallón, porque pasaron meses sin cobrar sus salarios, y por eso el deseo de volver a sus respectivos hogares se apoderó de ellos, sobre todo entre los venezolanos que llevaban más de 10 años lejos de Venezuela.
Se sublevaron
El 25 de diciembre de 1827 el batallón se sublevó en la ciudad boliviana de La Paz, tomando en seguida el camino a la frontera peruana con la intención de desertar; pero Sucre envió a otras tropas grancolombianas leales y a tropas del Ejército de Bolivia a perseguir al batallón rebelde y desertor, y al ser alcanzados por sus perseguidores los miembros del Batallón Voltígeros de la Guardia tuvieron que combatir, pero resultaron derrotados.
84 voltígeros fueron muertos y otros 300 hechos prisioneros, entre estos últimos 99 heridos
De esa manera el batallón fue obligado en contra de su voluntad a volver a sus puestos y ponerse de nuevo a las órdenes del mariscal Sucre.
Pero la insatisfacción y el rencor por la manera en que fueron sometidos siguieron creciendo como una bomba de tiempo. Menos de cuatro meses después, el 18 de abril de 1828 el Batallón Voltígeros de la Guardia se amotina de nuevo y cuando Sucre va a enfrentarlos en persona, le disparan hiriéndolo; peor aún, el amotinamiento del batallón genera una situación de anarquía que facilita que estalle una rebelión armada de militares y políticos bolivianos que recibe el apoyo de una invasión del Ejército peruano, y esa rebelión e invasión termina derrocando a Sucre que se ve obligado a renunciar a la Presidencia de la República de Bolivia.
Después de eso el batallón regresó a la Gran Colombia siendo reorganizado, y varios de sus efectivos fueron distribuidos en otras unidades mediante decreto firmado por Bolívar el 30 de abril de 1828.
El nuevo “Voltígeros” participó en la Guerra Grancolombo-Peruana luchando contra el Perú, llegando a combatir en la Batalla del Portete de Tarqui el 27 de febrero de 1829 y y luego fue disuelto por el general Rafael Urdaneta.
Así acabó la extraordinaria historia de un batallón de venezolanos que sirvió a España, Perú y la Gran Colombia; y que habiendo nacido en los Llanos de Venezuela recorrió combatiendo los territorios de las actuales Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.
La historia no se repite en circulos, loa nuevos agregados en el devenir del tiempo la hacen helicoidal.