Antonio José de Sucre y su sangriento derrocamiento en Bolivia
Efraín Jorge Acevedo
Historiador y escritor
efrainjorge@yahoo.es
Twitter: @efrainjorge
Mucho se ha hablado del mariscal Antonio José de Sucre, pero poco se ha mencionado, al menos en Venezuela, la manera en que el fiel lugarteniente de Simón Bolívar y vencedor de Ayacucho fue derrocado por las armas y prácticamente expulsado de la Presidencia de la República de Bolivia.
El 6 de febrero de 1825 (casi dos meses después de Ayacucho) Sucre y su Ejército Libertador (formado por tropas grancolombianas y peruanas) cruzó el río Desaguadero y entró en el territorio del Alto Perú, para derrotar a las fuerzas realistas fieles a España que quedaban en ese territorio. El 1 de abril de 1825 los últimos realistas quedaron vencidos y España perdió definitivamente el territorio.
Antonio José de Sucre,
gran Mariscal de Ayacucho
El 6 de agosto de 1825 un Congreso Constituyente de las provincias del Alto Perú declaró oficialmente la independencia del territorio como un nuevo país soberano o República, que originalmente fue llamada “República de Bolívar”, pero poco tiempo después se le cambió el nombre oficial a República de Bolivia.
Pocos días después, el 18 de agosto, Simón Bolívar es nombrado Protector y Presidente de la República para que gobierne de manera interina el nuevo país. Pero pocos meses después, el 29 de diciembre de 1825, Bolívar impuso el nombramiento de su leal amigo Sucre como nuevo Presidente interino de Bolivia.
Mientras tanto, Bolívar redactó un proyecto de Constitución para la República de Bolivia, su famosa Constitución vitalicia, que posteriormente impuso también en Perú y pretendió imponer en la Gran Colombia.
El aspecto más resaltante y polémico de esa Constitución es que establecía una Presidencia de la República Vitalicia; es decir, el Presidente de la República estaría en su cargo hasta su muerte, o hasta que decidiera renunciar voluntariamente al cargo, de la misma manera en la que en una Monarquía el Monarca (Rey, Emperador, etc.) está en el Trono hasta que muere o decide voluntariamente abdicar a la Corona.
Además el Presidente designaría a su sucesor, ya que nombraría, con la aprobación o ratificación del Congreso, al Vicepresidente de la República que se convertiría en el nuevo Presidente Vitalicio a la muerte o renuncia de su predecesor; pero además el Presidente podía destituir al Vicepresidente a su antojo.
Además de ser el sucesor designado del Presidente, el Vicepresidente sería una especie de Primer Ministro, al ser el jefe del Ministerio (el Gabinete de Ministros). La Constitución también establecía un Poder Legislativo o Congreso formado por tres Cámaras, y los miembros de una de ellas (la Cámara de los Censores) también serían vitalicios en sus curules.
La Constitución Vitalicia fue promulgada en Bolivia el 19 de noviembre de 1826, y entonces Sucre se convirtió en Presidente Vitalicio para que gobernara el país el resto de su vida
Sin embargo, el gobierno de Sucre tuvo que enfrentar una creciente impopularidad; la situación económica del país era desastrosa debido a los muchos años de guerra. La minería, uno de los principales pilares económicos de Bolivia durante la etapa del dominio español, había caído casi en un 50%, y la agricultura también se había desplomado.
Las arcas del tesoro público con la que el Estado boliviano nació a la vida independiente estaban casi vacías, y eso obligó al Mariscal de Ayacucho a tomar medidas impopulares y conflictivas, como restituir nuevamente el “Tributo Indígena” (un impuesto sobre la numerosa comunidad indígena del país) o confiscar bienes inmuebles de la Iglesia e incautar los diezmos.
La impopularidad de Sucre por la crisis económica y sus políticas para enfrentarla, se agravó por las acusaciones de la oposición de que el Mariscal era un simple títere de Bolívar, y que a través de él Bolivia era una colonia de Colombia (la Gran Colombia, la formada por las actuales Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá).
Especialmente molesto para muchos bolivianos era la presencia en su país de las tropas del Ejército de la Gran Colombia, que apoyaban a Sucre, y que eran vistas como una “fuerza de ocupación”, que encima debían financiar los bolivianos con sus impuestos.
Herido el Mariscal
Y precisamente sería una parte de esas tropas grancolombianas la causa de la ruina de Sucre. El 24 de diciembre de 1827 el Batallón Voltígeros de la Guardia (antiguo Numancia), del Ejército grancolombiano (y formado en su mayoría por venezolanos), se sublevó y marchó a la frontera con Perú para irse de Bolivia sin permiso, debido al enfado de sus hombres porque llevaban meses sin cobrar sus sueldos. Pero Sucre envió fuerzas grancolombianas y del Ejército boliviano a perseguirlos y los capturaron después de una sangrienta refriega en la que hubo muchos muertos, obligando al resto del batallón a volver y ponerse al servicio de l presidente de la República de nuevo.
Pero pocos meses después la tensión dentro del díscolo batallón volvió a estallar. El 18 de abril de 1828, a las 6 de la mañana, en la ciudad de Chuquisaca, estalló un nuevo motín del Batallón Voltígeros de la Guardia; enseguida la noticia llegó al Palacio Nacional, a oídos de Sucre, y éste se dirigió con sus edecanes al cuartel, quizás pensando que con su presencia los metería en cintura.
Pero Sucre es recibido a tiros, y enardecido por eso y de manera temeraria aplicó espuelas al caballo y entró increpando a los soldados con la expresión: “Granaderos, ¿Qué hay? ¿Qué queréis?”, pero antes de acabar la frase tres descargas cerradas de disparos, por orden de un sargento, le horadaron el sombrero, lo hirieron superficialmente en la frente y el brazo derecho.
Herido, el caballo del mandatario se encabritó y fuera de control giró y corrió hasta las caballerizas del Palacio, donde los encargados lograron dominarlo. Sucre se había aferrado a la crin y fue llevado a su lecho por sus asistentes con sólo una herida en la cabeza y un brazo roto. Sin embargo, se desvaneció por la hemorragia copiosa en su extremidad.
A consecuencia de sus heridas, Sucre quedó temporalmente incapacitado para gobernar, y la Vicepresidencia de la República se encontraba vacante; por lo que el mandatario nacional debió delegar el poder en el Presidente del Consejo de Ministros de su gobierno, José María Pérez de Urdininea.
Pero la situación fue aprovechada por los políticos opositores y una gran parte del Ejército de Bolivia para sublevarse e iniciar una rebelión armada para derrocar a Sucre, una rebelión que contaba con mucho apoyo popular; los militares leales a Sucre, comandados por Pérez de Urdininea, salieron a combatirlos, y entonces se inició una guerra civil en el país.
El Ejército peruano
invade Bolivia
Entre tanto en el Perú gobernaban los dirigentes que habían derrocado la Presidencia Vitalicia de Bolívar en ese país, y que estaban interesados en acabar con la influencia de la Gran Colombia en su vecina Bolivia. Por eso el general Agustín Gamarra (futuro Presidente de Perú) acude al llamado de los rebeldes bolivianos y el 1 de mayo de 1828 cruza el río Desaguadero con un poderoso contingente de 4.000 a 5.000 soldados del Ejército del Perú para invadir Bolivia en apoyo a la rebelión contra Sucre.
La invasión peruana fue un golpe demoledor contra la causa de Sucre y sus partidarios. El general peruano Gamarra reconoció al Presidente nombrado por los rebeldes, y a medida que avanzaba con sus tropas, las unidades del Ejército boliviano iban desertando y uniéndose a sus fuerzas (como los 300 granaderos del Batallón Pichincha acampados en Viacha, cerca de La Paz, que se unieron al general peruano en cuanto este llegó el 7 de mayo), conquistando ciudad tras ciudad.
El 17 de mayo el general boliviano Pedro Blanco Soto se sublevó con los 800 soldados del regimiento Cazadores a Caballo y otras unidades en Chinchas, cerca de Potosí. Ocho días después, cuando Gamarra salía de Sica Sica a Panduro se enteró de la rebelión y decidió contactar con Blanco Soto, quién aceptó unirse a el general peruano. El 31 de mayo el general alemán Otto Philipp Braun, que comandaba las tropas grancolombianas en Bolivia, atacó a Blanco Soto en Potosí, pero fue derrotado.
El Encargado de la Presidencia leal a Sucre, Pérez de Urdininea, tras celebrar una junta de guerra en la ciudad de Oruro, decidió enviar al general Francisco López de Quiroga contra Blanco Soto, considerado un error militar al dividir sus fuerzas y no enfrentar al Ejército peruano, permitiéndole a Gamarra entrar y ser honrado como libertador en las ciudades de La Paz, Oruro, Chuquisaca, y posteriormente Potosí y Cochabamba.
Sucre se rinde
La fría noche del 31 de mayo la caballería de Braun intentó robar los caballos del ejército peruano pero los Cazadores del Pichincha supieron dispersar al centenar de bolivianos que llegaron al Cuzco. Los peruanos tuvieron 9 muertos. Gamarra siguió hasta Oruro, donde entró el 2 de junio.
Mientras la división peruana del general Blas Cerdeña (un español canario naturalizado peruano) salía de Quillacollo y ocupaba Cochabamba el 10 de junio, el general rebelde boliviano Blanco Soto evita al general López de Quiroga (leal a Sucre) marchando de Potosí al sur hasta casi llegar a Tupiza, luego al oeste y finalmente contramarcha con rumbo al norte para unirse a las fuerzas peruanas del general Cerdeña, ocupando juntos Chuquisaca el 12 de junio, dos días después de que la abandonara Pérez de Urdininea.
Al llegar enviaron un piquete a Nucho (o Ñuccho), donde estaba convaleciente Sucre, arrestándolo el 4 de julio; pero poco después lo liberaron y lo dejaron ir a Mojotoro.
El general Braun, con fuerzas leales a Sucre, intento nuevamente resistir; esta vez en Oruro logró forzar al Batallón Zepita a retirarse sin sufrir bajas con el grueso del Ejército peruano, pero al venir la principal fuerza enemiga se retiró vencido. Así toda Bolivia, excepto Santa Cruz y Tarija, quedó en manos de Gamarra.
Sucre entendió que era inútil seguir resistiendo y le da instrucciones a su fiel Pérez de Urdininea, encargado interino de la Presidencia, para que negociara la rendición con el general peruano Gamarra. El 6 de julio de 1828 se firmó el Tratado de Piquiza, en el que se acordó la retirada de las tropas grancolombianas y posteriormente de las tropas peruanas del territorio boliviano, la reunión del Congreso en Chuquisaca para aceptar la renuncia de Sucre, el nombramiento de un gobierno provisional y la promulgación de una nueva Constitución para Bolivia.
El 2 de agosto de 1828 Sucre dio su último discurso como Presidente de Bolivia ante el Congreso en Chuquisaca pero nadie se presentó; lo mismo pasó al día siguiente y así comprendió que todo el mundo esperaba que se fuera para iniciar sesiones.
Encargó al diputado Mariano Calvimonte leer su discurso, que incluía su renuncia, ideas sobre cómo organizar el gobierno y una nómina de tres personas para el cargo de vicepresidente. Así la presidencia de Sucre se dio por terminada oficialmente el 2 de agosto, siendo reemplazado por José Miguel de Velasco.
Sucre salió con una numerosa comitiva de Chuquisaca, llegando el día 25 de agosto a Cobija. El 4 de septiembre se embarcó en la fragata inglesa Porcupine para El Callao con los tenientes coroneles Estanislao Andrade y Juan Antonio Azaldeburo, el capitán José Valero y el capitán cirujano Santiago Zavala; nunca regresaría a Bolivia.
De esa manera el Mariscal de Ayacucho fue derrocado por la fuerza de las armas después de poco más de dos años y medio en el poder, y terminó su carrera política (no militar) de manera humillante.
El epílogo fue la decisión de un enfurecido Bolívar de declarar la guerra al Perú el 3 de julio de 1828 (tres días antes de que Sucre firmara su rendición) dando inicio a la Guerra Grancolombo-Peruana, que ya hemos abordado en otro artículo para CorreodeLara.com