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Santa Catalina de Cuara y la encomienda a Pedro del Castillo

Mario R. Tovar G.
Escritor e investigador
mtovar60@hotmail.com

“(…) La his­to­ria es útil no tan­to por lo que leemos del pasado 
como porque leemos el porvenir”. 
Jean-Bap­tiste Say (1767–1832)
Escritor y econ­o­mista francés

 

Según datos apor­ta­dos en su tiem­po por el recono­ci­do his­to­ri­ador yaracuyano don Nicolás Per­az­zo, el pueblo de Cuara (hoy Cam­po Elías), posi­ble­mente fue fun­da­do en el año de 1619, por órdenes expre­sas del gob­er­nador don Fran­cis­co de la Hoz Berrío, tenien­do por Jus­ti­cia May­or para el año de 1623 al capitán Alae­jos Mal­don­a­do; sin embar­go, sien­do un poco más pre­ciso, estimó que su fecha de fun­dación ofi­cial bien pudo ser el 25 de noviem­bre de 1620, día de la patrona del lugar, San­ta Catali­na de Alejandría. 

Asimis­mo es opor­tuno aco­tar, que en este sitio  antes de la con­quista, se asen­taron gru­pos indí­ge­nas pertenecientes  a los Chipas, quienes par 1695 forma­ban parte de la encomien­da del Maestre de Cam­po don Martín de Tovar y fungía como cor­regi­dor de los pueb­los de Cuara y Chiva­coa, don José Ramírez Arel­lano, car­go que ejer­cía des­de Barquisimeto.

Fran­cis­co de la Hoz Berrio y Oruña, Fun­dador de San Jerón­i­mo de Cocorote en 1620

Por su parte,  la desta­ca­da his­to­ri­ado­ra Lis­bel­la Páez (1998), en su obra: “His­to­ria Region­al del Esta­do Yaracuy”,  afir­ma que San­ta Catali­na de Cuara, fue un cen­tro de for­ma­do a raíz del asen­tamien­to de una encomien­da de indios y que en 1620 durante la visi­ta del Gob­er­nador y Capitán Gen­er­al Don Fran­cis­co de la Hoz Berrío, fue agre­ga­do al cura­to de Urachiche. 

Esti­ma además la auto­ra, que para 1700 existía el Cor­regimien­to con­for­ma­do por los pueb­los de Urachiche, Cuara, Chiva­coa, Gua­ma y San Jerón­i­mo de Cocorote. Pos­te­ri­or­mente en 1765 se desmem­bra el Cor­regimien­to, quedan­do: el de Urachiche, Cuara y Chiva­coa bajo la juris­dic­ción de Bar­quisime­to. Según lo apun­ta Per­az­zo (1982), tiem­po después,  especí­fi­ca­mente en 1782, durante la visi­ta del Obis­po  Mar­i­ano Martí a la región, éste lle­garía a San Joseph de Chiva­coa el 08 de febrero de dicho año, encon­trán­dose con  el cura doc­trinero que atendía tam­bién a Cuara, Pbro. Don Joseph González y con el cor­regi­dor de ambos pueb­los y de Urachiche, don Bal­tasar Extran­jero del Pozo. 

Para 1796 se divide el ter­ri­to­rio de Cuara y Chiva­coa, quedan­do los lin­deros para Cuara con los sigu­ientes límites: con­fronta por el ori­ente con Gua­ma, dis­tante cua­tro leguas y media has­ta el lin­dero divi­so­rio que es la que­bra­da de Guararute dos leguas y media, por el poniente con el pueblo de Urachiche dis­tante tres leguas y media has­ta el lin­dero divi­so­rio que es la que­bra­da de Cocoroti­co dos leguas, por el norte con el pueblo de Aroa dis­tante diez leguas has­ta el lin­dero divi­so­rio que es la cum­bre del cer­ro de Gaitas legua y media, por el sur con el men­ciona­do pueblo de Chiva­coa dis­tante dos leguas y has­ta lin­dero divi­so­rio que es una cruz en el sitio de Cañav­er­al hay una legua, según datos apor­ta­dos por el desa­pare­ci­do his­to­ri­ador Ambro­sio Per­era, cita­do por Páez(p.p. 60–61).

Los datos de Martí 

A niv­el pobla­cional, según datos apor­ta­dos por el obis­po Mar­i­ano Martí a raíz de su visi­ta pas­toral, para los años de 1771–1772, el pueblo de Cuara tenía 108 vivien­das y hab­it­a­ban en el sec­tor: 20 blan­cos, 996 indí­ge­nas, 21 mulatos, 01 escla­vo y 19 negros, para un total de 1057 habi­tantes (Páez, op. cit.p.42). Por su parte, el his­to­ri­ador Reinal­do Rojas (1995), señala que durante 1691 las pobla­ciones de Cuara y Urachiche con­ta­ban con una población de 170 indí­ge­nas trib­u­tar­ios y con­for­man­do una población total de 972 habi­tantes; mien­tras que durante 1780, la estruc­tura pobla­cional de Cuara era de 480 hom­bres y 577 mujeres, para un total de 1057 habi­tantes, tal como ya se reseñó con ante­ri­or­i­dad. A niv­el económi­co, según el cen­so agrí­co­la de 1720, la comu­nidad de San­ta Catali­na de Cuara pro­ducía 70,5 fane­gadas de cacao en una exten­sión de 141 hec­táreas y poseía un total de 4646 árboles pertenecientes a 23 propi­etar­ios (Páez, ídem. p.47).

Encomien­da a Pedro del Castil­lo (1639)

El 28 de octubre de 1636, toma pos­esión de la Cap­i­tanía Gen­er­al de Venezuela el gen­er­al Ruy Fer­nán­dez de Fuen­may­or, quien fue autor­iza­do por manda­to real en diciem­bre de 1638 para  recu­per­ar la Isla de Curazao, inva­di­da por fuerzas navales holan­desas el 28 de julio de 1634. A con­se­cuen­cia de ello, el gob­er­nador Ruy Fer­nán­dez ordenó hac­er un cen­so el 20 de julio de 1639, con el obje­to de saber con exac­ti­tud la población, armas  y recur­sos con que con­ta­ba la provin­cia para repel­er la cita­da invasión a Curazao. 

Por tal razón, a El Tocuyo, Caro­ra y Bar­quisime­to lle­ga la orden  para dicho cen­so y en esta últi­ma ciu­dad de Nue­va Segovia, se refle­jó en el memo­r­i­al lev­an­ta­do en la región, la ubi­cación de 24 encomenderos, quienes tenían bajo su car­go un total de 418 indí­ge­nas, de los cuales 337 esta­ban casa­dos. Además de ello, se cono­ció que el may­or encomendero era el capitán Pedro del Castil­lo (hijo), quien poseía 99 aborí­genes en res­guar­do de etnias caque­tías, noaras y chipas, local­iza­dos en el valle de San­ta Catali­na de Cuara; hoy par­ro­quia Cam­po Elías, munici­pio Bruzual, del esta­do Yaracuy.

Tal como lo reseña el his­to­ri­ador Lucas G. Castil­lo Lara (1972), en su libro: “Las Acciones Mil­itares del Gob­er­nador Ruy Fer­nán­dez de Fuen­may­or. 1637–1644”, éste apun­ta que a con­se­cuen­cia del ataque de Mara­cai­bo a finales de 1641 por parte de los holan­deses acan­ton­a­dos en Curazao,  lle­ga a Bar­quisime­to en abril de 1642, el referi­do gob­er­nador Ruy Fer­nán­dez, con el obje­to de recau­dar ali­men­tos, armas, hom­bres y bes­tias de car­ga, para hac­er­le frente a tal intrép­i­da acción de las fuerzas mil­itares holan­desas en tier­ra firme. 

Plaza Bolí­var de Cocorote, esta­do Yaracuy

A tales efec­tos, el  rico encomendero, Capitán Pedro del Castil­lo, Alférez May­or, como prin­ci­pal veci­no de la ciu­dad, haría su valioso aporte para esta cam­paña que bus­ca­ba desa­lo­jar a los holan­deses de Curazao, con­sis­tente en: 50 pesos de pla­ta, 14 fane­gadas de maíz, 09 reses, de ellas tres con19 arrobas, ½ fane­ga­da de sal, ½ arro­ba de cuer­da de hilo de algo­dón y un arcabuz. 

Además facil­itó 60 mulas apare­jadas, con los arrieros nece­sar­ios para lle­var el baga­je y mat­alota­je de la infan­tería, des­de su encomien­da en San­ta Catali­na de Cuara has­ta Cara­cas. Esas mulas, según Pedro del Castil­lo, ordi­nar­i­a­mente gan­a­ban de flete 10 pesos de pla­ta cada una y por ello, declar­a­ba el Gob­er­nador, se le había ahor­ra­do a la Real Hacien­da más de 800 pesos. 

Final­mente en un informe de 1688, los neosego­vianos incluyeron su par­tic­i­pación en la lucha con­tra los holan­deses, como prue­ba de su acti­va leal­tad a la coro­na españo­la y cuyos aportes, a cos­ta y min­ción; pero nun­ca gra­tu­itos, los cobraron pos­te­ri­or­mente con títu­los, hon­ores, empleos  y encomien­das, en tier­ras tan pro­duc­ti­vas como las de San­ta Catali­na de Cuara; otro­ra juris­dic­ción de Barquisimeto. 

Pasa­do el tiem­po, la región de Cuara se con­vir­tió en una zona pro­duc­to­ra de café y en la actu­al­i­dad, gra­cias a sus bellezas geográ­fi­cas, es una región con un alto poten­cial turís­ti­co, des­de cuyas cum­bres se dis­fru­ta del cli­ma de mon­taña yaracuyano.

Foto de por­ta­da: Igle­sia San Gerón­i­mo de Cocorote

Fotografía de la pila bautismal es cortesía de la pági­na Bitá­co­ra del Cro­nista de San Felipe, esta­do Yaracuy. Esta pila se encuen­tra expues­ta a los ele­men­tos de la nat­u­raleza des­de el año 1973 en las ruinas del bautis­te­rio de la Igle­sia de Nues­tra de la Pre­sentación. (Foto Mariela León)

CorreodeLara

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