Crónicas

Un esbirro de la Seguridad Nacional ametralló al indefenso y esposado poeta Antonio Pinto Salinas

 

Juan José Peralta
Periodista

A los jóvenes de la Resisten­cia al actu­al rég­i­men de oprobio

Aquella tibia madrugada llanera del 11 de junio de 1953 la dictadura de Marcos Pérez Jiménez asesinó al tercer secretario general de Acción Democrática en la lucha clandestina, cuando el infame agente de la Seguridad Nacional Isidro Marrero Méndez, con toda la sangre fría que circulaba en su cuerpo miserable, disparó a boca de jarro una ráfaga de ametralladora al economista y poeta Antonio Pinto Salinas


Esposa­do con las manos atrás, inde­fen­so y en minus­valía, fue asesina­do de man­era bru­tal cuan­do se aprox­ima­ban a San Juan de los Mor­ros, donde ape­nas veinte días antes la dic­tadu­ra dejó morir el 20 de mayo en la Cár­cel Mod­e­lo, a su ante­cesor en la direc­ción par­tidista, Alber­to Carnevali.

La direc­ción clan­des­ti­na del par­tido decidió sacar de Venezuela a Pin­to Sali­nas para sal­var su vida porque la policía políti­ca le seguía muy de cer­ca los pasos y la ruta sería por Ori­ente, embar­car­lo en Güiria hacia la isla de Trinidad con des­ti­no a Cos­ta Rica donde se reuniría en el exilio con sus compañeros.

Delaciones

Leonar­do Ruiz Pineda

Un soplón infil­tra­do de la Seguri­dad Nacional, Gus­ta­vo Mas­careño, entregó a su direc­tor, el temi­ble “Cha­cal de Guiria”, Pedro Estra­da los detalles del escape. El rufián le dio la ruta y detalles, los nom­bres de los acom­pañantes y has­ta la pla­ca del vehícu­lo y Pin­to Sali­nas fue detenido al mediodía del 10 de junio en una alca­bala móvil.

La comisión de esbir­ros de la direc­ción de la policía políti­ca integra­da por los agentes Isidro Mar­rero Mén­dez, Braulio Bar­reto, Rodol­fo Mon­tiel, Ángel Rober­to Díaz y Luis Castil­lo Loza­da, lo llevó a las ofic­i­nas de la SN en El Tigre y por la noche lo sac­aron para lle­var­lo a Cara­cas supuestamente. 

Se detu­vieron en Valle de La Pas­cua a com­er y a la 1:30 de la madru­ga­da la comisión sal­ió para San Juan de los Mor­ros. En ple­na car­retera, a oril­las de una que­bra­da, Mar­rero Mén­dez ordenó deten­er la mar­cha y sacan del vehícu­lo al diri­gente ade­co y lo empu­jan hacia unos mator­rales donde entre los arbus­tos con­suman el crimen con saña y cobardía, como esta­ba planea­do. Parece una his­to­ria actu­al, el SEBIN es la Seguri­dad Nacional de hoy.

En el escrito­rio de Pedro Estra­da ya esta­ba el boletín de pren­sa: “En horas de la madru­ga­da, de hoy, en las cer­canías de San Juan de los Mor­ros, indi­vid­u­os que via­ja­ban en un automóvil hicieron fuego con­tra una camione­ta perteneciente a esta direc­ción. Los agentes respondieron de inmedi­a­to, resul­tan­do heri­do uno de ellos y muer­to uno de los ocu­pantes del vehícu­lo de los agre­sores, quien resultó ser el licen­ci­a­do Anto­nio Pin­to Sali­nas, solic­i­ta­do des­de hace tiem­po por las autori­dades como orga­ni­zador de numerosos aten­ta­dos terroristas.

Los com­pañeros de Pin­to Sali­nas fueron detenidos”. El crim­i­nal Bar­reto El policía heri­do era el servil Braulio Bar­reto, quien por instruc­ciones de Estra­da se dis­paró en la pier­na para sim­u­lar un enfrentamien­to con los detenidos al inten­tar escapar. Bar­reto fue el mis­mo sicario que el 24 de febrero de ese año par­ticipó en el asesina­to del capitán Wil­fri­do Omaña en la plaza de Las Tres Gra­cias de Cara­cas, delata­do por el capitán Luis Tira­do Alcalá.

Alber­to Carnevali

Un año más tarde, por encar­go de Estra­da, con la pis­to­la ale­m­ana Luger que dio el tiro de gra­cia a Pin­to Sali­nas, el des­pre­cia­ble sicario a suel­do Braulio Bar­reto asesinó por la espal­da en una calle de Bar­ran­quil­la al teniente León Droz Blan­co la noche del 11 de junio de 1954. Fueron dos de los mil­itares asesina­dos por la dic­tadu­ra al incor­po­rarse a la Resisten­cia con­tra el rég­i­men autocráti­co del coro­nel Mar­cos Pérez Jiménez. Ori­gen campesino Anto­nio Pin­to Sali­nas nació el 6 de enero de 1915 en la fin­ca cafetera Cum­bre de Pin­to cer­cana a San­ta Cruz de Mora, en el munici­pio Tovar del esta­do Méri­da, com­pra­da con mucho sac­ri­fi­cio por su famil­ia campesina donde tran­scur­rieron sus primeros años.

Al ter­mi­nar la escuela con exce­lentes notas ingresó al Sem­i­nario Dioce­sano de Méri­da donde cursó dos años, después en Cara­cas y Pam­plona, Colom­bia y al egre­sar Bachiller en Filosofía, por sus altas cal­i­fi­ca­ciones la Igle­sia lo selec­cionó para estu­di­ar Teología en el Cole­gio Pío Lati­no de Roma. Al morir Juan Vicente Gómez en diciem­bre de 1935, el joven Anto­nio se encuen­tra en un dile­ma: hac­erse sac­er­dote o sumarse a los cam­bios para sacar a Venezuela del oscu­ran­tismo al que lo sum­ió el dic­ta­dor durante 27 años de cor­rup­ción, ter­ror, per­se­cu­ciones, tor­turas, muertes, repre­sión, exilio y sev­era cen­sura a la pren­sa. Su sen­si­bil­i­dad social y el deseo de ayu­dar al próji­mo lo impul­saron a sumarse a los jóvenes que soña­ban un país de lib­er­tad, democ­ra­cia y jus­ti­cia social. 

Se fue a Bogotá a estu­di­ar y regresó a Venezuela donde se vive un intere­sante cam­bio políti­co, de una fér­rea dic­tadu­ra mil­i­tarista a una democ­ra­cia lib­er­al con lig­era aper­tu­ra a los par­tidos políti­cos y en 1939 se incor­poró al Par­tido Democráti­co Nacional, atraí­do por su pro­gra­ma nacional­ista, anti­im­pe­ri­al­ista y antifeu­dal con el cual se iden­ti­fi­ca. Cuan­do el PDN evolu­ciona y da lugar a Acción Democráti­ca Pin­to Sali­nas es un cuadro políti­co y está entre los orga­ni­zadores. Ingre­sa en 1941 a la Fac­ul­tad de Economía de la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela, cumple fun­ciones de líder pop­u­lar apoy­a­do en sus dotes de peri­odista y escribe poesía. En 1943 ganó el con­cur­so nacional pro­movi­do por el sem­a­nario Fan­toches con el tra­ba­jo poéti­co “Se nos murió Gumersindo”.

 

 


 

Anto­nio Pin­to Salinas
Políti­co, econ­o­mista y poeta. Hijo de Leónidas Pin­to y de Mary Sali­nas. Hizo los estu­dios pri­mar­ios en su pueblo natal e ingresó luego al Sem­i­nario Dioce­sano de Mérida

 

 

Pin­to Sali­nas tra­ba­jó en la admin­is­tración de fac­to de Rómu­lo Betan­court y se con­solidó en el gob­ier­no de Rómu­lo Gal­le­gos y cuan­do el nov­el­ista fue der­ro­ca­do inte­gró el primer comité clan­des­ti­no que orga­ni­za Acción Democráti­ca. Estando solic­i­ta­do, fue el orador en el Cemente­rio Gen­er­al del Sur, ante los restos del coman­dante Mario Ricar­do Var­gas en 1950 y agentes de la Seguri­dad Nacional lo detu­vieron y expul­saron hacia Ecuador donde insta­la los comités de su par­tido en el exilio. 

En mayo de 1951 regresó a Venezuela y se inte­gró al tra­ba­jo políti­co de la resisten­cia al rég­i­men dic­ta­to­r­i­al. Tras el asesina­to de Leonar­do Ruiz Pine­da el 21 de octubre de 1952 por la policía políti­ca en una calle de La Chaneca, en la par­ro­quia San Agustín del Sur de Cara­cas, la Sec­re­taria Gen­er­al de AD la asum­ió Alber­to Carnevali quien al ser cap­tura­do muere en la Cár­cel de San Juan de los Mor­ros y Anto­nio Pin­to Sali­nas pasó a con­ducir la resisten­cia has­ta ser detenido el 10 de junio de 1953.

 

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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