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1831 La Revolución “haitiana” de Caracas

Luis Heraclio Medina Canelón
Miembro de la Academia de Historia del Estado Carabobo

Hay cier­tos hechos que la his­to­ri­ografía tradi­cional u ofi­cial ha deja­do de lado, quizás por razones políti­cas, por “del­i­cadezas” demagóg­i­cas o de intere­ses ajenos al estu­dio cien­tí­fi­co del pasa­do. Uno de estos es la rebe­lión de Cara­cas de mayo de 1831.


Ven­tisi­ete años antes había ocur­ri­do en el cer­cano Haití otro de esos episo­dios históri­cos poco divul­ga­dos: el hor­ro­roso geno­cidio cometi­do con­tra la población blan­ca de criol­los y europeos de Haití, cometi­do por las hor­das de  Jean-Jacques Dessalines, líder de la rev­olu­ción haitiana y primer emper­ador del país. En un lap­so de tres meses prác­ti­ca­mente todos los blan­cos del país fueron caza­dos casa por casa, tor­tu­ra­dos y asesina­dos, incluyen­do hom­bres, mujeres y niños. No quedó un blan­co vivo en la región.

Miles de blan­cos fueron exter­mi­na­dos por los haitianos en un geno­cidio casi desconocido.

Dessalines llegó a jus­ti­ficar el geno­cidio de los blan­cos en los sigu­ientes términos:

“Les hemos dado a estos ver­daderos caníbales guer­ra por guer­ra, crimen por crimen, indi­gnación por indi­gnación. Sí, he sal­va­do a mi país, he ven­ga­do a América.”

Por supuesto que estos suce­sos eran cono­ci­dos en Venezuela, y debieron gener­ar la nat­ur­al inqui­etud en los criol­los y soli­viantaron los odios y resen­timien­tos de cier­tos sec­tores de los algunos negros, esclavos y par­dos, que no veían con la inde­pen­den­cia ningún cam­bio en su esta­tus social y económi­co. Entonces un grupo de esclavos, negros libres y mulatos preparó para mayo de 1831 su rev­olu­ción al mejor esti­lo haitiano.

En su diario el cón­sul británi­co Kerr Porter reseña­ba que para esas fechas una ama regañó en una ocasión a una mujer escla­va, quien dijo:

“Esto lo hace aho­ra, pero para el 13 de mayo ver­e­mos quién es la Señora”.

Para mayo de 1831 Cara­cas no tenía ningu­na guar­ni­ción mil­i­tar que la cus­to­di­ara. En ese momen­to la cap­i­tal era Valen­cia, donde se con­cen­tra­ba el escuáli­do poder del esta­do. La cár­cel y el arse­nal ape­nas eran cus­to­di­a­dos por algunos sol­da­dos inváli­dos, que habían queda­do inútiles por las heri­das de la guerra.

Los guardias de la cár­cel fueron masacrados

En la noche del día 11, Unos seten­ta negros y mulatos con cuchil­los, lan­zas y machetes tomaron por asalto el pre­sidio. Sin piedad mataron a los inváli­dos cus­to­dios y al coman­dante, pro­ce­di­en­do a lib­er­ar a unos cuarenta ladrones y asesinos pre­sos, quienes se unieron a los asaltantes y tomaron las pocas armas de los carceleros.

De allí, la par­ti­da de casi cien hom­bres sigu­ieron rum­bo al arse­nal, para apertrecharse y con­tin­uar con su matan­za, pero en la tremen­da oscuri­dad de la noche, a mitad de camino los asesinos se topan con una pequeña par­ti­da de seis policías que escucharon el alboro­to y que dieron la voz de:

-Alto¡ ¿Quién vive? Y hicieron unos tiros.

Los fora­ji­dos, pese a su enorme supe­ri­or­i­dad numéri­ca,  se aco­bar­daron y huyeron espan­ta­dos por dis­tin­tos lugares. Al cundir la alar­ma y saberse de la matan­za, ráp­i­da­mente fueron apare­cien­do veci­nos vol­un­tar­ios arma­dos para pro­te­ger a la ciu­dad. Al día sigu­iente se reco­gieron los fun­cionar­ios muer­tos y se con­vocó por ban­do a los hom­bres para orga­ni­zar la defen­sa que por cen­tenares acud­ieron a for­mar patrul­las y les dieron las armas del arse­nal, mien­tras se solic­ita­ban tropas a La Guaira. Emplea­d­os, com­er­ciantes, agricul­tores, estu­di­antes se prepara­ban para enfrentar a la revuelta. El ter­ror invadió toda Caracas.

No tar­daron en divul­garse las fake news de la época. El cón­sul británi­co Kerr Porter tran­scribía en su diario de esos días la noti­cia fal­sa que cir­cu­la­ba en La Guaira:

Robert Ker Porter

 “unos 500 hom­bres han entra­do a Cara­cas en el crepús­cu­lo y sin piedad ni dis­tin­ción esta­ban asesinan­do a todos los que encon­tra­ban y las calles eran un mar de sangre”.(Diario de Kerr Porter)

Con las primeras averigua­ciones se cono­ció que el plan era matar a los blan­cos y saque­ar sus propiedades. Ker Porter cuen­ta en su diario:

“Cada detalle que sale a relu­cir del com­plot es de la nat­u­raleza más san­gri­en­ta y hor­ri­ble: en real­i­dad nada menos que la exter­mi­nación de los Blan­cos. Los asesinos están com­puestos por lo más bajo de la clase de los esclavos, sol­da­dos deser­tores y lamen­to agre­gar a ofi­ciales desem­plea­d­os y descon­tentos (Sába­do 28 de mayo)”

 Los detenidos con­fesa­ban ráp­i­da­mente y delata­ban a otros y así suce­si­va­mente. Una de las prue­bas más impor­tantes es un doc­u­men­to que expli­ca el plan geno­ci­da incau­ta­do a un tal Severo Fuen­may­or, escla­vo lib­er­to.  Los impli­ca­dos fueron ráp­i­da­mente enjui­ci­a­dos y unos cuarenta fusila­dos en var­ios días en la plaza de San Jac­in­to para el aliv­io de la ciu­dad. Varias de las mujeres con­de­nadas fueron fusiladas.

Detalle intere­sante es que no todos los con­spir­adores vivían en la pobreza, por ejem­p­lo el par­do Poli­car­po Men­do era propi­etario de la Hacien­da La Boy­era en El Hatil­lo con 4.300 matas de café, 60 varias (mem­bril­los, naran­jos, limones, chi­r­i­moyas, grana­dos, agua­cates), 12 fane­gadas de tier­ras de cul­ti­vo, 2 fane­gadas de sabanas y las tier­ras arren­dadas para el cul­ti­vo de maíz y una casa, var­ios solares y dos ran­chos. Otros eran albañiles, pin­tores, etc. Alguno que otro inclu­so era blan­co, de lo que se desprende que más que una cuestión racial o económi­ca, el resen­timien­to social y odio de clases tuvo papel importante.

Otros de los cul­pa­bles fueron con­de­na­dos con­fi­namien­to o a pre­sidios como el de Puer­to Cabel­lo, Mar­gari­ta o Maracay.

El resen­timien­to social, que de tiem­po en tiem­po, lo que hace es gener­ar vio­len­cia y desgracia.

 

Luis Medina Canelón

Abogado, escritor e historiador Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del Estado Carabobo

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