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28 de enero de 1821, día de la zulianidad: un espejo roto

Ángel Rafael Lombardi Boscán
@lombardiboscan
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia

Para entender el proceso histórico en el occidente de Venezuela hay que ir a los hechos. Es una percepción errada la de la mayoría de los zulianos pensar que ocurrió la liberación definitiva de Maracaibo el 28 de enero de 1821. En los últimos meses de 1820 se firmó un armisticio entre Simón Bolívar y Pablo Morillo. El famoso abrazo en el pueblo de Santa Ana, en Trujillo. Ese armisticio tuvo una duración de seis meses y tenía que ser prorrogado


Bolí­var lo hizo porque bus­ca­ba el reconocimien­to de la causa que él esta­ba defen­di­en­do. Quería el reconocimien­to como belig­er­ante y eso lo con­sigu­ió con el armisti­cio porque la guer­ra ya la tenía gana­da. Bolí­var ya había der­rotó al ejérci­to real­ista de Bar­reiro en la Nue­va Grana­da en agos­to 1819, en la batal­la de Boy­acá que fue decisiva.

Moril­lo esta­ba a la defen­si­va en Venezuela porque no tenía ayu­da de la metrópoli. Se quería mar­char a España. Solic­itó su rele­vo una doce­na de veces, porque sabía que sin refuer­zos ni apoyos no podía ganar la guer­ra. Además, todo el ejérci­to español no era español, sino que esta­ba for­ma­do por vene­zolanos, es decir, gente naci­da en estas tier­ras. Lo más que tenía Moril­lo era una ofi­cial­i­dad españo­la que lo acom­paña­ba, pero aun así muchos de ellos provenían de la vida civ­il, como Fran­cis­co Tomás Morales.

La reciente prop­ues­ta de incor­po­rar la estrel­la nueve en rep­re­sentación de Mara­cai­bo sí tiene base histórica

En los primeros meses de 1821, Moril­lo se fue a España porque logró conc­re­tar su renun­cia, y esto desmor­al­izó por com­ple­to la causa del par­tido real­ista. Además, hubo un lev­an­tamien­to lib­er­al lle­va­do a cabo por Riego en la mis­ma España que mod­i­ficó la políti­ca repre­si­va de la Metrópoli pues­ta en prác­ti­ca en el año 1815 para ser susti­tu­i­da por una pre­tendi­da rec­on­cil­iación “entre her­manos” díscolos. 

A Moril­lo lo susti­tuyó Miguel de La Torre. Fue cuan­do Bolí­var vio­ló el armisti­cio y envió a Rafael Urdane­ta a Mara­cai­bo, donde el Cabil­do, de man­era opor­tunista y prag­máti­ca, el 28 de enero de 1821, se plegó a la causa repub­li­cana, aban­do­nan­do a la monar­quía con la que se man­tu­vo leal luego del pro­nun­ci­amien­to del 19 de abril de 1810 de parte de Cara­cas y sus ali­a­dos. ¿Por qué lo hace? Porque Urdane­ta invadió, no había ejérci­tos que pudier­an aux­il­iar a los de Mara­cai­bo y esa era la realidad.

En ese mis­mo año de 1821 ocur­rió la batal­la de Carabobo, que fue el golpe de gra­cia a Miguel de La Torre y a las fuerzas real­is­tas que defendían a España en Venezuela. Miguel de La Torre quedó embosca­do en Puer­to Cabel­lo, lo rel­e­varon del man­do y se fue a Puer­to Rico. Lo susti­tuyó Fran­cis­co Tomás Morales, su mano derecha en Carabobo. A su vez, él era un sol­da­do prove­niente de la vida civ­il y de ori­gen canario que acom­pañó a José Tomás Boves en 1814. 

Des­de Puer­to Cabel­lo, sin refuer­zos, con un movimien­to de total y abso­lu­ta auda­cia se lanzó a la recon­quista del occi­dente de Venezuela en el año 1822. Logró arrib­ar y recon­quis­tar Coro, Mara­cai­bo y Tru­jil­lo. Allí se hizo fuerte y pidió aux­ilio al exte­ri­or, a Cuba sobre todo.

Eso es lo que expli­ca la batal­la naval del Lago el 24 de julio de 1823, en donde no hubo un acuer­do entre los dos jefes real­is­tas, Morales y el almi­rante Ángel Labor­de. Este últi­mo tuvo que lidiar con­tra la escuadra repub­li­cana de José Pru­den­cio Padil­la en total desven­ta­ja, pero esa es otra his­to­ria. Este es el por qué en 1821 hay unas cir­cun­stan­cias dis­tin­tas a 1823.

La reciente prop­ues­ta de incor­po­rar la estrel­la nueve en rep­re­sentación de Mara­cai­bo sí tiene base históri­ca. Todas las provin­cias que con­forma­ban la ter­ri­to­ri­al­i­dad de Venezuela entre 1810 y 1811 mere­cen ser incor­po­radas, de man­era sim­bóli­ca, con su estrel­la en la ban­dera. Eso es un acto de unidad nacional, de rec­on­cil­iación nacional, de jus­ti­cia históri­ca. ¿Por qué? Porque la inde­pen­den­cia no fue sola­mente un con­flic­to inter­na­cional en con­tra de una poten­cia colo­nial, como lo era España, sino que bási­ca­mente fue una guer­ra civ­il, un con­flic­to inter­provin­cial, entre dis­tin­tos país­es y con sig­nifi­ca­dos muy diver­sos. Cara­cas se alió con Barcelona, Cumaná, Mar­gari­ta, Tru­jil­lo, Méri­da y Bari­nas, quienes ganaron la guer­ra, en con­tra de Mara­cai­bo, Coro y Guayana, quienes perdieron la guerra.

Este trascen­den­tal hecho ha sido soslaya­do des­de entonces e instaló un férreo cen­tral­is­mo des­de Cara­cas en detri­men­to de unas rela­ciones fed­erales que rep­re­sen­tan los orí­genes nat­u­rales de la geografía e his­to­ria de Venezuela ges­ta­do esto en los tres sig­los his­páni­cos entre el XVI y XVIII. A razón de ello tam­bién se elaboró todo un cuer­po his­to­ri­ográ­fi­co aso­ci­a­do a Bolí­var como mito des­de el año 1842 que hizo de Cara­cas el cen­tro del poder nacional y con­denó a una especie de ostracis­mo a los perde­dores de la Inde­pen­den­cia. Todo el proyec­to pro-auton­o­mista zuliano ini­ci­a­do por José Domin­go Rus en las Cortes de Cádiz entre los años 1810 y 1812 fue descono­ci­do por los dis­tin­tas hege­monías políti­cas des­de Caracas.

Otro hecho vin­cu­la­do con la prop­ues­ta de la estrel­la nueve para el Zulia es que sus pro­po­nentes quieren bor­rar de un pluma­zo todos los ves­ti­gios de nue­stro muy impor­tante pasa­do his­páni­co jun­to al peca­do o vergüen­za históri­ca de que Mara­cai­bo fue cabeza de la con­trar­rev­olu­ción pro monárquica de la mano de su Gob­er­nador Fer­nan­do Miyares en el año 1810 para ata­jar los inten­tos sece­sion­istas de los caraque­ños y aliados. 

Este inten­to selec­ti­vo de aco­modar el pasa­do no es nue­vo ni tam­poco sor­prende: es una prác­ti­ca recur­rente de todos los gob­ier­nos que asumen el pre­cep­to de George Orwell en “1984”: “Quien con­tro­la el pasa­do con­tro­la el futuro; quien con­tro­la el pre­sente con­tro­la el pasa­do”.           

CorreodeLara

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