CrónicasEfeméridesReportajes

El Asesinato del Gobernador de Caracas

Luis Heraclio Medina Canelón
Abogado — Historiador

En toda la his­to­ria dos gob­er­nadores del Dis­tri­to Fed­er­al, han sido asesina­dos y en ambos casos los crim­i­nales esta­ban vin­cu­la­dos por vín­cu­los famil­iares direc­ta­mente con Juan Vicente Gómez. Ya en una opor­tu­nidad trata­mos el caso de “Juan­chi­to”, pero ese no fue el primer gob­er­nador víc­ti­ma de un asesina­to; años antes hubo otro crimen que con­mo­cionó a Cara­cas y a toda Venezuela: el asesina­to del gob­er­nador Luis Mata Illas.


Luis Mata Illas era un médi­co mar­gariteño, egre­sa­do de la Uni­ver­si­dad Cen­tral, que aparte de ejercer su pro­fe­sión tam­bién incur­sionó en la políti­ca: se incor­poró a la “Rev­olu­ción Restau­rado­ra” des­de sus ini­cios y durante el gob­ier­no de Cas­tro desem­peñó con acier­to var­ios car­gos civiles y mil­itares, entre los que se recuer­da fue diputa­do y gob­er­nador de Nue­va Espar­ta y Ama­zonas, asimis­mo defendió al gob­ier­no de Cas­tro en los tiem­pos de la rev­olu­ción lib­er­ta­do­ra de Matos com­bat­ien­do en ori­ente a las órdenes de Reg­u­lo Oli­vares. Tam­bién fue Min­istro de Obras públi­cas. Se le cono­ció siem­pre como un hom­bre mod­er­a­do y sen­sato, un caballero a car­ta cabal. Para 1907 era servía al gob­ier­no de Cas­tro en Cara­cas como gob­er­nador del Dis­tri­to Federal.

En esa época tam­bién se encon­tra­ba en Cara­cas Eusto­quio Gómez quien era un per­son­aje diame­tral­mente opuesto a Mata Illas: era un hom­bre sin ningún tipo de estu­dios o cul­tura, vio­len­to e impre­deci­ble, abu­sador y bus­ca pleitos, más aun sabién­dose ampara­do por su pri­mo her­mano y com­pañero de andan­zas: Juan Vicente Gómez, para el momen­to vicepres­i­dente de la Repúbli­ca. Eusto­quio, sen­tía una pro­fun­da antipatía por Cipri­ano Cas­tro, ya que con­sid­er­a­ba que el pres­i­dente había desplaza­do a sus com­pañeros tachirens­es al incor­po­rar a su gob­ier­no a gran can­ti­dad de cen­trales y ori­en­tales, con­sid­er­a­dos unos “advenedi­zos” por la rama dura de los andi­nos.  Uno de esos era el caso del doc­tor Mata Illas.

Eusto­quio Gómez

El año 1907 se ini­cia­ba con el pres­i­dente Cipri­ano Cas­tro grave­mente enfer­mo, se había reti­ra­do a Macu­to, esta­ba en cama, a la espera de una operación ya que su vida esta­ba en peligro.

Muchos alle­ga­dos a Juan Vicente Gómez desea­ban el desen­lace fatal, lo que lle­varía a Gómez a la pres­i­den­cia y no oculta­ban sus aspira­ciones y deseos; entre estos esta­ba Eustoquio.

La noche del 27 de enero de 1907 Eusto­quio and­a­ba de far­ra con var­ios de sus comp­inch­es por las cén­tri­c­as calles caraque­ñas.  Fomenta­ban dis­tur­bios y peleas e hicieron unos tiros al aire al salir del bar “La Zaragoza”.  De allí, a bor­do de dos coches tipo “vic­to­ria” tomaron rum­bo a Puente de Hier­ro, a otro bar con el pom­poso nom­bre de “Bois de Bou­longue”.  En el camino iban dan­do vivas a Gómez y profirien­do pal­abras alti­so­nantes con­tra el pres­i­dente Cas­tro.  Var­ios veci­nos acud­ieron a denun­ciar a los guapetones ante el pre­fec­to, el gen­er­al Domin­go Car­va­jal. Car­va­jal era un tipo tam­bién enér­gi­co, casi que vio­len­to. Era cono­ci­do por sus pro­ced­eres contundentes. 

El pre­fec­to orga­nizó un pelotón de unos cin­cuen­ta policías y tomó los alrede­dores de Puente de Hier­ro, para reducir a los bor­ra­chos revoltosos, pero antes de actu­ar buscó a Mata Illas y lo puso al tan­to de la situación.  El gob­er­nador, temien­do un grave enfrentamien­to entre el grupo de Eusto­quio y Car­va­jal sal­ió desar­ma­do para el lugar para tratar de inter­ced­er ante Eusto­quio y solu­cionar el prob­le­ma por medios pacíficos.

En el “Bois de Bou­longue” Mata encon­tró a Eusto­quio y le dijo:

-Eusto­quio, toda Cara­cas está alar­ma­da con esta par­ran­da suya, es algo que no le con­viene ni a ust­ed ni al gen­er­al Gómez, espe­cial­mente cuan­do el pres­i­dente está enfer­mo, por favor retírese para que se calme la situación.

-Tiene razón, vamos a reti­rarnos- le respondió ebrio Eusto­quio- pero antes tómese un palo con nosotros.

-Con mucho gus­to¡ Yo la brindo¡ dijo que gobernador.

En el momen­to en que el mesonero ponía los tra­gos sobre la mesa uno de los acom­pañantes de Eusto­quio gritó:

-Esta­mos rodea­d­os por la policía¡ Prepárense¡

En ese momen­to Eusto­quio se lev­an­tó, sacó su revólver y le hizo cin­co tiros por a que­mar­ropa por el pecho al gob­er­nador Mata. Otro de los comp­inch­es, Isaías Nieto, le hizo dos tiros más. Inmedi­ata­mente el grupo sal­ió huyen­do por la parte de atrás del bar en direc­ción a “El Valle”.

Al escuchar los tiros, los que esta­ban afuera entraron y encon­traron al doc­tor Mata en el sue­lo, pero todavía con vida. Lo mon­taron en uno de los coches y se lo lle­varon a la pre­fec­tura, donde acud­ió entre otros el doc­tor Luis Razetti, su com­pañero de estu­dios y ami­go, pero nada se pudo hac­er para sal­var­le la heri­da: los siete tiros habían impacta­do órganos vitales.

Eusto­quio y su grupo huyeron por los para­jes aledaños por var­ios días, pasan­do ham­bre y sed, ya que no conocían la zona, has­ta que fue encon­tra­do por un policía cono­ci­do como “el Negro Car­los Iru” que forma­ba parte de una comisión bajo el man­do del nue­vo gob­er­nador. Al ver­los Eusto­quio tem­bloroso tiró su revólver al sue­lo e imploró:

-No me mat­en¡ Me entrego¡ No me maten¡

El gob­er­nador le respondió:

-No se pre­ocupe, yo mato gente a san­gre fría como usted¡

Eusto­quio fue enjui­ci­a­do y hal­la­do cul­pa­ble, lo con­denaron a quince años de pre­sidio por homi­cidio cal­i­fi­ca­do por motivos fútiles e innobles.

Tran­scur­rió un año y la salud del pres­i­dente Cas­tro empe­oró y tuvo que empren­der un via­je a Europa a tratarse de sus males. Una vez que el pres­i­dente aban­dona el país su com­padre y vicepres­i­dente lo traiciona, le da un golpe de esta­do, encar­cela a todos los sim­pa­ti­zantes de Cas­tro sin fór­mu­la de juicio y deja a Cas­tro sin recur­sos económi­cos en el extranjero. 

Pero tam­bién toma unas medi­das para lograr la lib­er­tad de los con­vic­tos asesinos de Mata Illas: Lo primero que hace es solic­i­tar de los tri­bunales una revisión del expe­di­ente.  El juez es el doc­tor Juan José Abreu y su sec­re­tario Rafael Bruzual López.  La sen­ten­cia rat­i­fi­ca la pena de 15 años; entonces Gómez enfurece y orde­na lle­var pre­sos a La Rotun­da al Juez Abreu y al sec­re­tario Bruzual y orde­na ver­bal­mente la inmedi­a­ta lib­er­tad de Eusto­quio quien es lib­er­a­do de inmediato. 

Aparte de dar­le la lib­er­tad Gómez pre­mió a su pri­mo designán­do­lo coman­dante de la For­t­aleza de la Bar­ra del Lago de Mara­cai­bo.  Allí los desa­fueros y las bru­tal­i­dades de Eusto­quio fueron tales, que la guar­ni­ción no lo soportó más y se amot­inó, de suerte que una vez más el suje­to tuvo que huir por el Lago de Mara­cai­bo para evi­tar que la sol­dadesca enfure­ci­da lo eje­cu­tara. Años más tarde Gómez lo nom­bra pres­i­dente de esta­do (gob­er­nador) de Táchi­ra, donde vuelve a las andadas y se hace famoso, entre otras cosas por col­gar a var­ios opos­i­tores, bar­bari­dad que no se veía en Venezuela des­de los más ter­ri­bles días de la guer­ra a muerte. Eusto­quio con­tin­uará con una cade­na de crímenes y atro­pel­los, has­ta que al vio­len­tarse en la Gob­er­nación de Cara­cas dos bal­a­zos pon­drán fin a sus días a los pocos de morir Gómez en 1935.

FUENTES

Aré­va­lo González, Rafael. “Una Vida Rotunda”

 Gar­men­dia, Her­man. “Eusto­quio Gómez, un gen­er­al de la reha­bil­itación” Edi­to­r­i­al Diana. Méx­i­co. 1955

Picón Salas, Mar­i­ano “Los días de Cipri­ano Cas­tro”. Fes­ti­val del Libro Pop­u­lar Venezolano.

Revista “EL COJO ILUSTRADO”

 

 

Luis Medina Canelón

Abogado, escritor e historiador Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del Estado Carabobo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *