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Antonio Álamo Dávila, un barquisimetano de historia

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
En Twitter: @LuisPerozoPadua

A Don Omar Gar­men­dia, quien encar­na la pasión por las crónicas

 

Parlamentario, escritor, historiador, periodista. Fue ministro de Fomento durante la dictadura gomecista. Presidente de los estados Sucre y Bolívar. Primer cronista oficial de Barquisimeto


Fol­leto “Dis­cur­so del Doc­tor Anto­nio Álamo en el acto de la apo­teo­sis de Sucre”. Bar­quisime­to 3 de febrero de 1895

SU ENSORDECEDORA VOZ retum­ba­ba en aquel recin­to donde se reunía la cámara. Se le escuch­a­ba increpar, sin un ápice de reser­va, sobre la impe­riosa necesi­dad de estable­cer con­troles más rig­urosos en el mane­jo de los dineros públi­cos, esto pese a ser años de insti­gación políti­ca, pero él, Anto­nio Álamo Dávi­la, había sido for­ma­do en las aulas del rig­uroso Cole­gio Fed­er­al de Bar­quisime­to, donde se mold­e­a­ban hom­bres para el por­venir. Allí se doc­toró en Cien­cias Políti­cas, cuya tesis de gra­do ‑en 1897‑, se afi­anzó en las “Sociedades Civiles”.

Su nacimien­to ocur­rió con los primeros destel­los de sol del 16 de noviem­bre de 1873, en una casona de la calle Regen­eración del Bar­quisime­to añe­jo. Hijo de Juan Manuel Álamo Conde y Rufi­na Dávi­la Alvara­do, quienes se ocu­paron de su edu­cación ini­cial con una dis­ci­plina­da ruti­na de lec­tura y escritura.

Álamo más tarde cursó estu­dios pro­fe­sion­ales, espe­cial­izán­dose en Dere­cho Admin­is­tra­ti­vo, el cual ejer­ció ‑con afán‑, en su natal Bar­quisime­to. En ese ínterin, cono­ció a la pro­sista, doña Iginia Bar­tolomé Vil­le­gas, a quien desposó pro­cre­an­do cin­co hijos: Berenice, Anto­nio, Ali­cia de Lour­des, Leopol­do y Beat­riz de Lour­des Álamo Bartolomé.

Como fer­viente opo­nente a Cipri­ano Cas­tro, tomó parte en la Rev­olu­ción Lib­er­ta­do­ra en condi­ción de sec­re­tario del gen­er­al Luciano Men­doza, un den­oda­do políti­co con talante admirable.

Dilata­da activi­dad parlamentaria

Álamo fue elec­to diputa­do al Con­gre­so Nacional por el esta­do Lara para el peri­o­do 1905–1909; tam­bién fungió como sec­re­tario de Gob­ier­no del esta­do Yaracuy al ter­mi­nar su perip­lo par­la­men­tario en el año nueve. Sin pér­di­da de tiem­po, se pos­tuló a la Cámara de Diputa­dos, pre­sidién­dola entre 1910 y 1911.

Es elegi­do por Yaracuy al Sena­do de la Repúbli­ca en 1918 has­ta 1919. El 7 de junio de ese año, es lla­ma­do a inte­grar como vocal la Corte Fed­er­al y de Casación, y un año más tarde, en 1920, diri­girá los des­ti­nos del Con­gre­so Nacional.

Dr. Anto­nio Álamo Dávi­la, primer cro­nista ofi­cial de la ciu­dad de Bar­quisime­to, esta­do Lara. Foto toma­da de His­to­ria del Esta­do Bolí­var / Améri­co Fernández

 

Gómez lla­ma a los mejores hombres

Entre el tren ejec­u­ti­vo del ben­eméri­to gen­er­al Juan Vicente Gómez, sobre­sale Álamo en la cartera de Fomen­to des­de el 24 de junio de 1922 has­ta 1929, según Res­olu­ción Pres­i­den­cial, com­par­tien­do fun­ciones con su homól­o­go bar­quisimetano el Dr. José Gil Fortoul. 

Entre 1929 a 1931, encon­tramos a Álamo como pres­i­dente del esta­do Sucre y para 1933 has­ta 1935, con igual car­go en el esta­do Bolí­var, desar­rol­lan­do una gestión cen­tra­da en mejo­rar la vial­i­dad del inte­ri­or del ter­ri­to­rio region­al, con­struc­ción de los puentes de Guaimire, Los Caneyes, Carip­i­to y Mat­a­co­ru­mo en la car­retera has­ta El Dora­do; refac­ción y dec­o­ración del Pala­cio de Gob­ier­no, estu­dios pre­lim­inares para el nue­vo acue­duc­to de la ciu­dad cap­i­tal; recon­struc­ción de las avenidas 5 de Julio y 19 de Abril y pro­lon­gación del Paseo Fal­cón has­ta el Dique por el sis­tema de con­cre­to. A la muerte de Gómez, sal­ió al doloroso exilio has­ta 1941.

Recono­ci­do como historiador

Pero su pasión por las letras y la his­to­ria con­ducen a que el 20 de sep­tiem­bre de 1945, la Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria lo reconociera como Indi­vid­uo de número, asignán­dole el Sil­lón con el lit­er­al “S”. Su incor­po­ración a la magna acad­e­mia se con­cretó el 3 de julio de 1946, ofre­cien­do un acla­ma­do dis­cur­so tit­u­la­do: El escep­ti­cis­mo y la tol­er­an­cia en la Acad­e­mia, ante un audi­to­rio ates­ta­do de eruditos.

Su que­hac­er com­pe­tente lo llevó a que los académi­cos de aque­l­la cor­po­ración lo nom­braran su direc­tor entre 1947 a 1949 y de 1951 a 1953. Asimis­mo fue miem­bro de la Comisión Edi­to­ra para la cel­e­bración del Bicen­te­nario del Nata­l­i­cio de Gen­er­alísi­mo Fran­cis­co de Miran­da en 1949.

Ya en su Bar­quisime­to, se rodeó de los mejores hom­bres del momen­to y jun­tos deci­dieron lle­var a feliz tér­mi­no una haz­a­ña de juven­tud: la fun­dación de una insti­tu­ción que velara por la his­to­ria region­al a la cual reg­is­traron con el nom­bre de: Cen­tro Históri­co Larense, des­de donde tam­bién surgió otro sueño que lo con­ver­tirá en el primer Cro­nista Ofi­cial de la ciu­dad de Bar­quisime­to, nom­bra­do el 11 de abril de 1951, has­ta el año 53.

LIBRO REVUELTO  “A MI DISTINGUIDO AMIGO Y COLEGA EL DOCTOR PABLO GIL GARCÍA. MUY CORDIALMENTE , ANTONIO ÁLAMO. JULIO DE 1945 . FOTO OMAR GARMENDIA

[drop­shad­ow­box align=“none” effect=“lifted-both” width=“auto” height=”” background_color=“#fccc99” border_width=“1” border_color=”#dddddd” ]Autor fecun­do

El Dr. Anto­nio Álamo Dávi­la fue un lec­tor insa­cia­ble y un escritor sin tregua. Des­de que comen­zó a estam­par sus primeras letras, jamás dio des­can­so a ambas prác­ti­cas, con­ven­ci­do de que “sin ellas, no podría res­pi­rar”, según epís­to­la envi­a­da al Dr. José Gil For­toul en 1933. Entre sus obras fig­u­ran: Una Guía Com­er­cial en Cara­cas; Un hom­bre útil: el Pbro. Dr. Juan Pablo Wohn­si­d­ler: datos biográ­fi­cos, (1906); Ref­er­en­cias para la His­to­ria; Otro hom­bre útil: Leopol­do Tor­res (1940); Yo, por mí (1942), var­ios per­files biográ­fi­cos de vene­zolanos bril­lantes y un sin­número de fol­letos y ensayos sobre políti­ca, soci­ología e his­to­ria que suman más de 25 títu­los menores. Su obra de int­elec­tu­al está con­den­sa­da en dos amenos volúmenes bajo el títu­lo de Libro Revuel­to.[/dropshadowbox]

El peri­odis­mo tam­bién fue pasión

Álamo con­fe­saría en una de sus obras, que cur­san­do estu­dios en el Cole­gio Fed­er­al de Bar­quisime­to, tuvo la ini­cia­ti­va de fun­dar un órgano divul­ga­ti­vo, anh­elo que por el esce­nario políti­co, no pudo mate­ri­alizar. Pero ya en su ter­ruño encar­na aque­l­los ide­ales y pron­to diri­girá: La Actu­al­i­dad (Bar­quisime­to, 1893); El Patri­o­tismo (Bar­quisime­to, 1908) Gac­eta Pro­fe­sion­al (Bar­quisime­to, 1915).

En sin­tonía con el doc­tor Juan Manuel Álamo Dávi­la, edi­tan La Boci­na,  (Bar­quisime­to, 1894), y en 1891 asume la redac­ción de El Mon­i­tor, edi­ta­do en la imprenta Fal­cón. Será fun­dador y direc­tor de la revista “El Automóvil”, órgano auto­movilís­ti­co con más de 25 años de vida.

En una fres­ca mañana de enero, cuen­tan que el Dr. Álamo se des­pidió del Cen­tro de His­to­ria Larense, cam­inó unos pasos has­ta el patio, donde la vista dom­ina­ba el Valle del Tur­bio y el alti­vo Tere­paima, solo rodea­do de exten­so cañav­erales y sobre este, varias nubes blan­queci­nas. Fue la últi­ma vez que estu­vo en su natal Bar­quisime­to. Poco después, el 5 de mar­zo de 1953, a los 79 años, final­izó su trán­si­to vital en cap­i­tal del país.

Foto de por­ta­da: Sen­ta­dos: Julio Irigoyen, el Dr Anto­nio Álamo Dávi­la, su esposa la escrito­ra Iginia Bar­tolomé, el ensay­ista Rómu­lo Gal­le­gos, Dr Ramón Gual­drón. De pie: Rafael Gar­cés Álamo, Juan Guillero Men­doza, Dr. Jiménez Arráiz, Flavio Echegaray, don Ramón Car­mona, Jiménez Segu­ra, Dr Anto­nio Briceño, Loren­zo Álvarez, Juan Aguil­era y Eduar­do Coll Núñez

Fuente: Dis­cur­sos leí­dos en la Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria en la recep­ción públi­ca del Sr. Dr. Anto­nio Álamo el día 3 de junio de 1946. Cara­cas: Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria, 1946
Rafael Ramón Castel­lanos. Álamo, Anto­nio. Dic­cionario de His­to­ria de Fun­dación Polar
Anto­nio Álamo. Libro Revuel­to. Cara­cas: Edi­to­r­i­al Cecilio Acos­ta, 1945–1946. 2 vols.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Un comentario en «Antonio Álamo Dávila, un barquisimetano de historia»

  • Soy hija de Anto­nio Álamo Dávi­la y apre­cio enorme­mente este aporte al conocimien­to de su per­sona, bas­tante exac­to, por otra parte. Sin embar­go, tiene algunos errores que deseo cor­re­gir: su padre era Juan Manuel Álamo, sin otro apel­li­do, lo de Álamo Conde es un error; él era hijo de Mer­cedes Álamo, her­mana del prócer Dr. José Ángel Álamo. Los hijos de Anto­nio Álamo e Iginia Bar­tolomé no fuimos 5, sino 7, fal­tan en la lista Cecil­ia e Iginia que eran la 4ª y la 5ª. Iginia y yo somos hoy las úni­cas sobre­vivientes, ella tiene 92 años y yo 96. La revista “El Automóvil” no la fundó mi padre sino su sobri­no Luis Álamo Guánchez

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