Litigio de los comerciantes de El Tocuyo contra la Compañía Guipuzcoana
Mario R. Tovar G.
Historiador y escritor
mtovar60@hotmail.com
“Los pueblos a lo largo de la historia
han vivido en las expectativas.”
Oscar Hernández Bernalette
El Nacional (22–05-2020)
Más de 1.000 pesos representaba el pago por carga de mula al año, lo que encarecía exponencialmente los fletes
Según la descripción geográfica que hace Juan de Salas, capitán de milicias y juez visitador de El Tocuyo, para 1766 dicha ciudad comercializaba sus productos de la siguiente manera: cordobanes con Cartagena, por el camino hacia Mérida; sal con la ciudad de Coro, por la vía que conducía a Carora.
Otros artículos como harinas, papelón, azúcar, melaza, tejidos, cueros, quesos, ganado vacuno, caballar, mular y dulces en conserva a base de manzanas, higos y membrillos, entre otros, eran llevados a Caracas, Barquisimeto, Guanare, San Carlos y Puerto Cabello, vía San Felipe, como ciudades pertenecientes a la Provincia de Venezuela, donde dichos renglones gozaban de mucha estimación.
En muchos casos, este comercio no les dejaba la ganancia esperada, dado los numerosos impuestos que debían cancelar por conceptos de diezmos, alcabalas, limosnas a la Santa Cruzada y rentas eclesiásticas al Real Colegio Seminario, por reseñar algunos.
Pero sin duda alguna, lo que generó mayores sentimientos de molestia en los comerciantes de El Tocuyo, estuvo motivado a los altos fletes establecidos en la ciudad de San Felipe de “quitar a los dueños de mulas un peso por cada mula de las que iban a conducir cargas de tabaco y cacao”, por parte de la factoría de la Compañía Guipuzcoana, con asiento en el sitio y quien monopolizaba el comercio realizado en la región hacia Puerto Cabello, que de ordinario contabilizaban el tránsito por San Felipe hacia la costa, entre unas 300 a 400 mulas al año; tras lo cual, según los querellantes de El Tocuyo, consideraban excesivo el monto cobrado por carga de mula.
Templo Nuevo, más tarde iglesia de San José, hoy Catedral de Puerto Cabello. Colección José Alfredo Sabatino
Esto obligó a tomar drásticas decisiones mientras duraba la querella introducida ante las autoridades de San Felipe, dejaron de mandar sus arreos de mulas hacia Puerto Cabello, optando por llevar sus cotizadas cargas hacia la ciudad de Coro, por el camino de Carora; mientras de vuelta hacia El Tocuyo retornabas sus mulas con solicitados cargamentos de sal, por los que pagaban a las autoridades de Coro y Carora un impuesto de 8 reales por usar esa vía comercial; igual precio les tocaba cancelar cuando llevaban estos pedidos de sal hasta las ciudades de Guanare y San Carlos, con quienes también tenían nexos comerciales.
Finalmente, tales impuestos les encarecían los fletes que debían ser cobrados por carga de mula, lo que representaba al año más de 1.000 pesos por esta actividad, que era para la fecha la única entrada económica con que contaba El Tocuyo; razón por la cual como afectados, se vieron obligados a entablar dicho litigio ante las autoridades de San Felipe, aunque el Cabildo y su Procurador General, hasta la fecha de ver luz esta descripción geográfica, aún no había publicado la sentencia de rigor, en esos desconocidos tiempos coloniales.