Crónicas

Barquisimeto en las noticias del siglo pasado

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisperozop@hotmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

El 11 de octubre de 1851, El Correo de Cara­cas, en su pági­na I, pub­licó una nota curiosa que entre otros detalles rev­ela la ausen­cia de pro­fe­sion­ales de la med­i­c­i­na en Barquisimeto. 

“A los pro­fe­sion­ales de la med­i­c­i­na. –La pop­u­losa y rica provin­cia de Bar­quisime­to carece de los fac­ul­ta­tivos nece­sar­ios para aten­der a sus necesi­dades en el orden médi­co-quirúr­gi­co, pues ape­nas exis­ten en toda ella tres o cua­tro doc­tores en ejer­ci­cio; habi­en­do can­tones como los de Cabu­dare, Yaritagua, Quí­bor &a, que no tienen un solo pro­fe­sor que alivie la humanidad. 

–Un médi­co-ciru­jano inteligente que se situ­ase en la cap­i­tal de Bar­quisime­to, ten­dría mucha ocu­pación, porque aten­dería a los enfer­mos de dicho lugar y a los de inmedi­atos can­tones; y no hay duda de que haría su for­tu­na, como la han hecho var­ios en poco tiem­po- (Por un mes)”. 

El avi­so de El Correo de Cara­cas da cuen­ta que, en Bar­quisime­to, cier­ta­mente había una noto­ria ausen­cia de médi­cos, pero señala que es una provin­cia con recursos. 

Fal­tarían muchos años para que se mate­ri­alizara el Hos­pi­tal de la Cari­dad (1911) pero ya fun­ciona­ba el de San Lázaro. 

Plaza Bolí­var de Bar­quisime­to des­de la Car­rera 16, ante­ri­or­mente lla­ma­da Calle de La Paz, entre calles 25 y 26

Un real por cada perro muerto

En 1837, especí­fi­ca­mente el 3 de octubre, en Cara­cas, el per­iódi­co La Ban­dera Nacional pub­licó un curioso y ‑quizás para muchos vecinos‑, repug­nante avi­so en la pági­na 4 el cual tit­u­la­ba: Un real por cada per­ro muer­to en Barquisimeto.

Habién­dose des­cu­bier­to el mal de rabia en algunos per­ros de la ciu­dad de Bar­quisime­to, el Con­ce­jo Munic­i­pal acordó en su sesión de ayer, abonar un real por cada per­ro que se mate. Se anun­cia esta nue­va indus­tria a los que por fal­ta de ocu­pación se arro­jan a exce­sos per­ju­di­ciales a la sociedad.

Sin duda, una medi­da grotesca que pre­tendía san­ear la ciu­dad aun diez­ma­da por la Guer­ra de Independencia.

Los primeros periódicos 

A medi­a­dos del siglo XIX y prin­ci­p­ios del XX, la pren­sa larense, espe­cial­mente en Bar­quisime­to, Caro­ra, Quí­bor, El Tocuyo, Dua­ca, Cabu­dare y Urdane­ta, exhibió una mul­ti­tud de per­iódi­cos con la intro­duc­ción de las primeras imprentas.

En dichos talleres se imprimían pasquines y hojas sueltas de voceros de corte ofi­cial, políti­co y literario.

El Bar­quisimetano 1833
La Gac­eta de Bar­quisime­to 1841
El Correo de Occi­dente 1842
El Eco del Ejérci­to 1859
La Unión 1861
El Pen­sil 1874
El Occi­den­tal 1879
El Ate­neo 1880
El Rayo de Luz 1884
La Pro­pa­gan­da 1885
El Her­al­do 1886
La Con­cor­dia 1890
El Pro­gre­so 1890
El Mer­can­til 1890
El Estu­dio 1890
El Mon­i­tor 1891
El Eco Indus­tri­al 1896
La Escala 1898
EL IMPULSO 1904
El Diario 1919

Calle del Com­er­cio de Barquisimeto

El cabildo de 1903

Ter­mi­na­da la guer­ra en Bar­quisime­to, se recon­sti­tuyó el Con­ce­jo Munic­i­pal de esta ciu­dad pre­si­di­do por el edil Wal­te­rio Pérez; su primer vicepres­i­dente fue Manuel F Tovar A; y su segun­do vicepres­i­dente Ser­gio Herrera.

Los vocales (con­ce­jales) que inte­graron este cuer­po edi­li­cio fueron: Vicente Cam­pos, Félix V. Guédez y R Car­ril­lo, quien tam­bién actu­a­ba como sec­re­tario. En la Sindi­catu­ra se desem­peñó Pío Ibarra.

Las delib­era­ciones de la cámara munic­i­pal de Bar­quisime­to se desar­rol­la­ban una vez a la sem­ana des­de las ocho de la noche en ade­lante y cuan­do se extendían por la impor­tan­cia del debate, se con­tinu­a­ba al sigu­iente día.

Sin salario alguno

Los leg­is­ladores bar­quisimetanos no devenga­ban ningún emol­u­men­to por el ejer­ci­cio de sus fun­ciones, y cada uno rep­re­senta­ba una comisión per­ma­nente que la com­partía con dos con­ce­jales: Renta, Peti­ciones, Instruc­ción, Fomen­to, Policía y Ejidos.

Por esos días era pres­i­dente del esta­do Lara, el doc­tor Leopol­do Tor­res, aunque al ausen­tarse en ese año, asum­ió, primero el gen­er­al Manuel Sal­vador Arau­jo, para luego ser susti­tu­i­do por el doc­tor y gen­er­al Rafael González Pacheco, quien gob­ernó has­ta 1904.

Esquina de Mis­eri­cor­dia. Par­ro­quia La Can­de­lar­ia. Caracas

Cuánto costaba viajar 

Has­ta el siglo XIX y antes del desar­rol­lo de la máquina de vapor, via­jar era algo que esta­ba lejos del plac­er. Nadie via­ja­ba si no era por obligación o por una necesi­dad extrema, esce­nario muy pare­ci­do al actu­al en Venezuela

En Lara, en 1880, costa­ba un via­je en coche hal­a­do por tres cabal­los des­de Bar­quisime­to a:

Cabu­dare     5 pesos
San­ta Rosa   3 pesos
El Tocuyo    30 pesos
Dua­ca          20 pesos
Aroa            40 pesos
San Felipe   40 pesos
Gua­nare     150 pesos

Estos via­jes eran paga­dos en dinero en efec­ti­vo o rara vez eran can­jea­d­os por mer­cancías, en con­ve­nio con el propi­etario del carruaje.

15 días en bestia

Sin duda que antes de la lle­ga­da del fer­ro­car­ril, la odis­ea más arries­ga­da fueron los via­jes des­de Bar­quisime­to a Cara­cas a lomo de bes­tia, los cuales podían demor­ar has­ta 15 días, «porque eran tan acci­den­ta­dos que algu­nas per­sonas has­ta deja­ban tes­ta­men­to antes de par­tir», escribe el peri­odista Oscar Cas­tro Leal.

Y ya entra­do el siglo XX, era fre­cuente leer en la pren­sa bar­quisimetana noti­cias como la sigu­iente: «Castil­lo Amen­gual, de pro­fe­sión abo­ga­do, en un rucio mosquea­do, y el Dr. Sei­jas, tam­bién abo­ga­do, en un guachara­co o zaino oscuro, fueron hoy a Cabu­dare en asun­tos pro­fe­sion­ales. Eco Indus­tri­al, 24 de abril de 1907.»

Por otra parte, el diario El Tiem­po de Cara­cas, en su edi­ción del 19 de mayo de 1911, reseña que en Bar­quisime­to los veci­nos con­ta­ban con coches para via­jar de seis pasajeros y eran hal­a­dos por tres cabal­los. «Los de la ciu­dad, sola­mente dos y los de uso par­tic­u­lar, espe­cial­mente muy usa­dos por los médi­cos, un caballo.»

Los primeros propi­etar­ios de empre­sas de ser­vi­cio de coches de alquil­er en Bar­quisime­to fueron: el español Anto­nio San Miguel Pagés, el isleño Lucas Rodríguez, Ramón Par­ra Alme­nar, Jacob Calanche, Gre­go­rio Yánes, Fran­cis­co Anzo­la y el famoso cochero Gra­ciano Saso, quien fue el que trasladó de Bar­quisime­to a El Tocuyo al Dr. José Gil For­toul, luego de grad­uarse de abo­ga­do en la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela.

En 1880, nadie via­ja­ba si no era por obligación o por una necesi­dad extrema, esce­nario muy pare­ci­do a la actu­al­i­dad en Venezuela. Para esas dos últi­mas décadas y las sub­sigu­ientes tres del nue­vo siglo, un via­je en coche hal­a­do por tres cabal­los costa­ba, des­de Bar­quisime­to a Cabu­dare y hacien­das cer­canas, 5 pesos. A San­ta Rosa, 3 pesos. A El Tocuyo, 30 pesos. A Dua­ca, 20 pesos. A Aroa, 40 pesos. A San Felipe, 40 pesos. A Gua­nare, 150 pesos.

El Occi­den­tal del 15 de mayo de 1883, pub­licó el sigu­iente avi­so: «Cen­te­nario de Bolí­var. Ocasión Feliz y bara­ta. 40 pesos. La empre­sa de coches del Sr. Par­ra Alme­nar despachará dos para Cara­cas en los primeros días de julio y cobrará por asien­to 40 pesos.»

Paso de la estat­ua del Lib­er­ta­dor por Caro­ra, esta­do Lara. 1930

¡La estatua se queda!

La mon­u­men­tal estat­ua ecuestre del Lib­er­ta­dor Simón Bolí­var era recibi­da en medio de una fies­ta por cada pueblo que pasa­ba la car­a­vana que la traslad­a­ba, pero al pis­ar la ciu­dad de Bar­quisime­to, la ale­gría de los habi­tantes se hizo frenéti­ca, lo que gen­eró la sim­patía y has­ta la mal inten­ción del gen­er­al Eusto­quio Gómez, pres­i­dente de Lara y pri­mo her­mano del Ben­eméri­to pres­i­dente de la Repúbli­ca Juan Vicente Gómez, que al ver la muchedum­bre enlo­que­cer de ale­gría al ver des­fi­lar la car­a­vana que traslad­a­ba la estat­ua con des­ti­no al esta­do Tru­jil­lo, se le ocur­rió decomis­ar­la sin fun­da­men­to alguno sal­vo que era “una pieza formidable”.

El mon­u­men­to a Simón Bolí­var, una valiosísi­ma copia de la estat­ua ecuestre del Lib­er­ta­dor real­iza­da por Adamo Tadoli­ni, fun­di­da por Vit­to­rio de Leda, en Viareg­gio, Italia, fue desem­bar­ca­da en el muelle de Puer­to Cabel­lo y mon­ta­da en un camión mar­ca Fed­er­al, empren­di­en­do el recor­ri­do que sólo para com­ple­tar el tramo has­ta San Felipe, con­sum­ió tres sem­anas recor­rien­do caminos que antes sólo los tran­sita­ban recuas pues car­reteras como tales eran inex­is­tentes, no obstante la aper­tu­ra en 1925 de tramos de la Trasan­d­i­na, (de granzón) era sólo entre Cara­cas y Tabor­da, local­i­dad donde para los via­jeros por vía ter­restre, se dividía el país.

¡Esta estat­ua se que­da en Bar­quisime­to! increpó don Eustoquio.

El alemán Rudolf Gerbes, quien asum­ió la aven­tu­ra del trasla­do y la logís­ti­ca del trasla­do de la escul­tura, al enter­arse de las pre­ten­siones del pres­i­dente del esta­do Lara, se comu­nicó inmedi­ata­mente con el gen­er­al Emilio Vivas, pres­i­dente del esta­do Tru­jil­lo, que a su vez se fue a Mara­cay a entre­vis­tarse con el Benemérito.

Juan Vicente Gómez se opu­so a tal capri­cho, e hizo cumplir su orden, la estat­ua era para Tru­jil­lo y ahí sería erigida.

Y así ocur­rió, la estat­ua sigu­ió su camino has­ta Tru­jil­lo, en donde sus lugareños y las autori­dades, esper­aron por días y le dis­pen­saron un recibimien­to con hon­ores. La estat­ua fue emplaza­da en la plaza Bolí­var de Tru­jil­lo. 1930.

Calle Lib­er­ta­dor de Barquisimeto

Fuente: La far­ma­cia antes de la far­ma­cia. Elías Pino Itur­ri­eta, Inés Quintero.
Rafael Domin­go Sil­va Uzcátegui. Enci­clo­pe­dia Larense T II. Cara­cas 1969.
Dic­cionario Históri­co, Geográ­fi­co, Estadís­ti­co y Biográ­fi­co del esta­do Lara. Tele­sco A. Mac Pher­son. Imprenta y Libr­ería de J. A. Seg­restáa. Puer­to Cabel­lo 1883.

CorreodeLara

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