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Barquisimeto fue escenario sangriento de la Guerra Federal

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisalbertoperozopadua@gmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

Murieron aprox­i­mada­mente 300.000 per­sonas, en una época en la que el país tenía aprox­i­mada­mente un mil­lón 500 mil habitantes


Después de la Guer­ra de Inde­pen­den­cia, no ha habido en Venezuela otra con­fla­gración béli­ca tan dev­as­ta­do­ra como la Guer­ra Fed­er­al, esta ha sido has­ta la fecha la úni­ca guer­ra civ­il y tam­bién la más cos­tosa en pér­di­da de vidas humanas. Murieron aprox­i­mada­mente 300.000 per­sonas, en una época en la que el país tenía aprox­i­mada­mente un mil­lón 500 mil habitantes.

El aniquil­amien­to de la riqueza nacional fue abso­lu­to, donde la agri­cul­tura, la cría y todas las indus­trias, quedaron en ruina total, mul­ti­tudes emi­graron y pobla­ciones enteras fueron arrasadas desa­pare­cien­do del mapa geopolítico.

Fue cono­ci­da con Guer­ra Larga, Rev­olu­ción Fed­er­al o Guer­ra de los Cin­co Años, ini­cian­do con los primeros alza­mien­tos ocur­ri­dos con­tra el recién instau­ra­do gob­ier­no de Julián Cas­tro, entre mayo y julio 1858.

Bar­quisime­to fue una de las ciu­dades donde se desar­rol­ló con gran pres­en­cia esta con­tien­da san­gri­en­ta, comen­zan­do en el Com­bate de Tier­ri­tas Blan­cas, el 3 de sep­tiem­bre de 1859.

Aquel día, el gen­er­al Juan Crisós­to­mo Fal­cón acam­pó a las afueras de Bar­quisime­to secun­da­do de un con­tin­gente que super­a­ba los 1.300 hom­bres. Las fuerzas del Gob­ier­no que defend­erían la ciu­dad al man­do del coro­nel Roque Rebolle­do, disponían de unos 1.500 sol­da­dos, quienes esper­aron impa­cientes por el inmi­nente asalto.

No obstante, la descar­ga de cañón por parte de los defen­sores gen­er­al­izó la con­fusión ini­cián­dose el san­gri­en­to com­bate que duró un poco menos de dos horas. Las tropas guber­na­men­tales al verse aniquiladas se reple­garon hacia el sitio de Cer­ri­tos Blan­cos. El coro­nel Rebolle­do tomó camino a Quí­bor, pero murió súbita­mente de Aneuris­ma Cerebral.

Por su parte, Fal­cón tomó la ciu­dad y per­maneció al frente de las opera­ciones var­ios días, y antes de par­tir, fundó el per­iódi­co El Eco del Ejérci­to, imprim­ien­do el primer número el 7 de sep­tiem­bre de ese año de 1859. Como redac­tor de la pub­li­cación fig­uró el coman­dante Anto­nio Guzmán Blan­co, quien inte­gra­ba el ejérci­to inva­sor como audi­tor de guerra.

El polvorín de Santa Inés 

Luego de la par­ti­da del gen­er­al Juan Crisós­to­mo Fal­cón hacia Coro el 1 de octubre, se realizaron innu­mer­ables allanamien­tos en Bar­quisime­to, coman­da­dos por el gen­er­al Eze­quiel Zamo­ra quien lle­ga­ba para entre­vis­tarse con el jefe de la rev­olu­ción. Sus hom­bres reforzaron el ase­dio y emprendieron una cac­ería casa por casa, encon­trán­dose un depósi­to impor­tante de pólvo­ra en un sótano de la Casa Mer­can­til García.

Don Pepe Gar­cía, próspero com­er­ciante alegó que la pólvo­ra era de su propiedad, que había traí­do a Bar­quisime­to des­de Coro para ser ven­di­da a don Loren­zo Álvarez y don Manuel Rodríguez López, y para tal con­signó las respec­ti­vas prue­bas, las que Zamo­ra deses­timó en tono ame­nazante. El com­er­ciante man­tu­vo su pos­tu­ra has­ta que el Zamo­ra ordenó los prepar­a­tivos para el inmedi­a­to fusil­amien­to del indiciado.

Al sitio de cau­tive­rio de Gar­cía, llegó el padre Raldíriz a con­fe­sar­lo. Las cróni­cas cuen­tan que luego del encuen­tro con el cura, el proce­sa­do cedió y rev­eló el sitio donde esta­ba ocul­to botín que se con­tabi­lizó en 80 bar­riles de pólvo­ra, los cuales fueron uti­liza­dos por Zamo­ra y sus huestes en la Batal­la de San­ta Inés.

Un combate tras otro 

El gen­er­al rev­olu­cionario Crispín Yépez tomó El Tocuyo el 3 de sep­tiem­bre de 1859, luego de apoder­arse del par­que de armas que traslad­a­ba un escuadrón repub­li­cano des­de Quí­bor has­ta El Tocuyo.

Con el men­ciona­do botín y con los sol­da­dos muer­tos para exhibir­los en la plaza cen­tral, los rev­olu­cionar­ios entraron a El Tocuyo enva­len­ton­a­dos y en operación relám­pa­go arrasaron con la poca resisten­cia nom­bran­do a Juan Pablo Lara como jefe civ­il, quien renun­ció a los días susti­tuyén­do­lo el patri­o­ta M. Oropeza.

Un mes después, el 3 de octubre, El coman­dante Nicolás Tor­rel­las ocu­pan Siquisique con una fuerza bien apertrecha­da que esper­aron a las tropas de Fal­cón que plane­a­ban el ataque des­de la otra ban­da del río por estar cre­ci­do, lo que retrasó var­ios días el ataque revolucionario.

Final­mente, el coman­dante fed­er­al­ista Rodul­fo Calderón recibió la orden de «pasar el río con sufi­cientes recur­sos de tropa para tomar el pueblo». Este se aven­turó con un batal­lón y resultó mor­tal­mente heri­do pese a que los defen­sores de la plaza eran solo 400 hom­bres que se defendieron con tenaci­dad bajo fuego sin cuar­tel dirigi­do por el pro­pio gen­er­al Juan Crisós­to­mo Fal­cón, des­de las 5 de la tarde has­ta las 7 de la noche, que, debido a la supe­ri­or­i­dad abru­mado­ra de los fed­erales, Tor­rel­las y sus ofi­ciales, se vieron oblig­a­dos a capitular.

El pelón Gil recuperó Cabudare

Gen­er­al y Dr. José Espir­i­tu­san­to Gil Gar­cía, cono­ci­do en la lit­er­atu­ra históri­ca como el Pelón Gil

El 6 de enero de 1860, el gen­er­al rev­olu­cionario Pedro Vicente Agua­do, con 400 hom­bres atacó la plaza de Cabu­dare en un com­bate vio­len­to de pocas horas donde murió el coman­dante Agustín Gual­drón, que defendía el sitio con 150 sol­da­dos cara­bineros. Murió en la acción y sus hom­bres fueron toma­dos pri­sioneros y eje­cu­ta­dos en el acto.

Un día después, tras leer el espeluz­nante parte de batal­la, el coman­dante Dr. José Espir­i­tu­san­to Gil Gar­cía, abo­ga­do egre­sa­do de la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Cara­cas, peri­odista y par­la­men­tario cono­ci­do como “el pelón Gil”, quien era jefe de opera­ciones en Bar­quisime­to, marchó a Cabu­dare con un escuadrón de caballería que no super­a­ba los 100 jinetes. 

Entró al pueblo por el camino real que va des­de Zamurobano por el sitio de Tara­bana, y sin cuar­tel, embis­tió al gen­er­al Agua­do y a sus hom­bres, a los cuales redu­jo a la mitad. Los sobre­vivientes huyeron en difer­entes direc­ciones. Recu­peran­do las fuerzas guber­na­men­tales el sitio de Cabu­dare en una bril­lante y pre­cisa estrate­gia militar.

En defensa de Barquisimeto

 Las fuerzas fed­er­al­is­tas al man­do del gen­er­al Pedro Aranguren asaltaron la plaza de Bar­quisime­to el 5 de mar­zo de 1860 y la sitiaron has­ta el 10, pese a la encar­niza­da defen­sa del Dr. José Espir­i­tu­san­to Gil Gar­cía “el pelón Gil”.

El his­to­ri­ador Lisan­dro Alvara­do, escribe que Aranguren atacó Bar­quisime­to con 600 sol­da­dos bien arma­dos, mien­tras en la plaza «todo lo que de guar­ni­ción había eran 80 sol­da­dos tan valientes como su coman­dante: el Dr. José Gil».

Coman­dante Nicolás Patiño

Por su parte, el his­to­ri­ador José Gil For­toul, hijo del “pelón Gil” inser­ta: «A los 800 hom­bres, más o menos, de Aranguren, se incor­po­raron unos 200 que mand­a­ba Nicolás Patiño. La guar­ni­ción de Bar­quisime­to era de unos 370 sol­da­dos, con un cuer­po de 200 vol­un­tar­ios sin fusiles (com­er­ciantes, emplea­d­os, veci­nos de la ciu­dad), a quien el pro­pio coman­dante Gil llam­a­ba los cívi­cos. Estos mostraron igual valen­tía que la tropa de línea».

Al amanecer del 10, supieron los rev­olu­cionar­ios que en aux­ilio del “pelón Gil”, venía un con­tin­gente del Gob­ier­no al man­do del gen­er­al Nicolás Brito, por lo que Aranguren y Patiño huyeron pre­cip­i­tada­mente bajo fuego del “pelón Gil”, el leg­en­dario coman­dante que ocupó car­gos de elec­ción como Diputa­do al Con­gre­so y gob­er­nador de la Provin­cia de Barquisimeto.


Fuente: Lisan­dro Alvara­do, His­to­ria de la Rev­olu­ción Fed­er­al en Venezuela. Cara­cas: Lit. y Tip. del Com­er­cio, 1909.
José Gil For­toul. His­to­ria Con­sti­tu­cional de Venezuela. Berlín, 1907.
Rafael Rodríguez López. La leyen­da del Pelón Gil. Cara­cas: Impre­sores Unidos, 1945.

CorreodeLara

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