La biblioteca del general Antonio Guzmán Blanco
Omar Garmendia
Cronista y escritor
Drante los siglos XVIII y XIX en Venezuela era común que distintas personalidades, bien sean profesionales como escritores, abogados, magistrados, políticos, profesores y estudiantes universitarios, entre otros, formaran bibliotecas privadas por varios motivos en cuanto a sus intereses y particularidades.
Desde mucho antes de llegar a la Presidencia de la República en 1870, el general Antonio Guzmán Blanco fue un aplicado y asiduo lector y, como correspondía a las costumbres de un hombre culto de su época, poseía una extensa biblioteca personal, formada a través de los años con metódica meticulosidad y que consultaba y leía con asiduidad.
General Antonio Guzmán Blanco
En contraste, el hecho de poseer alguien una biblioteca particular de abultados volúmenes no significaba necesariamente que su propietario fuera una persona culta. A veces privaba la sola ambición de ostentarlos como una especie de barniz y barrunto sospechoso de querer mostrar prestigio y cultura tras una biblioteca encristalada.
Evidentemente, la gente menos pudiente también podía leer y poseer bibliotecas de menor envergadura provenientes algunas veces de testamentos, donaciones o por medio de copias manuscritas, aspecto este último era el caso de profesores que traducían o copiaban obras costosas o difíciles de conseguir, como el maestro Egidio Montesinos en El Tocuyo, cuyos libros manuscritos de su propia mano los encuadernaba para que sirvieran de consulta entre sus estudiantes del Colegio La Concordia.
Había libros de todas clases y contenidos, bien sea en traducciones o en las lenguas en que fueron publicadas originalmente, que no debían faltar en la biblioteca de algún connotado ilustrado.
Ildefonso Leal en Libros y bibliotecas en Venezuela colonial registró 2.300 escritores leídos en Venezuela durante los siglos XVII y XVIII, hasta 1767, año de la expulsión de los jesuitas de toda América (Castillo, 2022)
Ya se leían los grandes autores como Locke, Newton, Berkeley, Hume, Diderot, Voltaire, Condillac, Lavoisier, D’Alembert, Rousseau, Montesquieu, Leibniz, Wolf, Herder, Schiller, Goethe, Kant, Fichte, Muratori, Beccaria, Filangieri, Franklin, Paine, Jefferson, Feijóo, Campomanes, Jovellanos y los grandes escritores del Siglo de Oro español, así como obras de juristas, teólogos y también los libros prohibidos desde antaño por la Corona española y la inquisición.
En nuestro país escriben y publican ilustrados como el padre A. Valverde, el padre Baltasar de los Reyes Marrero (1752–1809), Juan Agustín de la Torre (1750–1808), Simón Rodríguez (1777–1854), el Padre Fray Francisco de Andújar (1760–1817) y Miguel José Sanz (1756–1814), entre otros (Garmendia, 2010: 21).
Una biblioteca personal
Antonio Guzmán Blanco poseyó una de las bibliotecas más nutridas e importantes del país, a la par de ser un aplicado y persistente lector. De niño creció entre los libros de su padre Antonio Leocadio Guzmán y de ahí debió haber surgido el interés por ellos en sus años de infancia.
De joven, durante sus estudios en el Colegio Independencia de Feliciano Montenegro y luego en la universidad se afianzó el hábito de la lectura y sobre todo de adquirirlos de acuerdo con sus posibilidades y conservarlos. De esa manera se fue consolidando la formación de su biblioteca como alimento intelectual de su personalidad.
Biblioteca personal del general Antonio Guzmán Blanco
Es natural suponer que la biblioteca y su organización respondía a las necesidades y gustos del propietario como un lugar de trabajo, consulta y esparcimiento. Una sección personalísima, donde probablemente pasaba el mayor tiempo, estaba representada por los documentos alusivos a sus discursos, mensajes y memorias de sus ministros, informes estadísticos y otras referencias concernientes a su gobierno, que seguramente consultaba a menudo para escribir sus comunicaciones, artículos y despachos.

De esa biblioteca, ubicada en su casa de Carmelitas en Caracas, se conoce su contenido gracias al trabajo de inventariado y catalogación elaborado para tales efectos por los señores Antonio Medina y Lorenzo Badillo, administradores de las casas, haciendas y negocios de Guzmán. La cuantificación del catálogo arrojó un total de 2.093 obras y 5.038 volúmenes.
Cuando la familia se traslada definitivamente a París la casa queda sola con todas las pertenencias en su interior y los administradores se ocupan de inventariar los libros, estantes y los enseres valiosos de la casa con el fin de asegurar su protección y resguardo.
Posteriormente todos los libros fueron trasladados a la casa de Antímano, donde con el tiempo fueron despareciendo y solo pudieron ser rescatados unos cuantos ejemplares y llevados a la biblioteca de la Fundación John Boulton y algunos otros a la Biblioteca Nacional (Polanco, 2002: 469).
Una biblioteca a la medida
Tales libros podían distinguirse como pertenecientes a la colección por tener en la parte inferior del lomo una pequeña estampilla identificatoria con las señas referidas al número del catálogo de la biblioteca. La mayoría de los libros estaban escritos en español y algunos en inglés, francés e italiano.
En el catálogo como tal aparece el nombre del autor de la obra, el título, el número de tomos y cantidad de ejemplares existentes, así como también el número del libro y su ubicación en el estante y tramo correspondiente. En algunos casos excepcionales se muestra la fecha y el lugar de edición. Los ejemplares estaban colocados en varios anaqueles o armarios con divisiones y tramos de grandes dimensiones.
Los libros se encontraban espléndidamente encuadernados en piel, con títulos y otros signos en color dorado, por lo que se pueden considerar verdaderas joyas bibliográficas y del arte de la encuadernación. Algunos libros tienen escritas las iniciales de Guzmán Blanco y muchos de ellos con dedicatorias de sus autores.
En el interesante libro de Tomás Polanco Alcántara (Guzmán Blanco. Tragedia en seis partes y un epílogo) se muestran los aspectos más importantes de la vida de Guzmán Blanco, y, sobre todo, lo referente a la biblioteca. Contiene también el catálogo parcial de obras seleccionadas, que por su extensión no podemos incluir aquí.
Extraemos de ese autor y exponemos a continuación una explicación concisa sobre la biblioteca. Muchas y de variadas temáticas eran los libros, dice Polanco. Había las obras de carácter jurídico y de Derecho. Entre los libros en idioma francés se encuentran autores como Voltaire, Chateaubriand, Molière, Víctor Hugo, Julio Verne. Se distingue un conjunto de tipo religioso como varias ediciones de la Biblia, vidas de santos, autores litúrgicos y algunos teólogos. Entre estas obras se encontraba el libro Preparaciones para la muerte, de Alfonso María de Ligorio y los Discursos, de Bossuet (Polanco, op.cit.: 467–476).
La biblioteca contaba con una nutrida colección de obras de gramática de la Real Academia Española y de Vicente Salvá en varias ediciones, así como de prosodia y aprendizaje de los idiomas español, francés e inglés. A esto se le añadía un conjunto de diccionarios y enciclopedias en diferentes idiomas y especializados en economía política, historia, estadística, geografía, mitología, temas domésticos, legislación y jurisprudencia.
Una importante sección de la biblioteca es la de los Clásicos españoles, entre ellos cuatro ediciones de El Quijote, así como obras de Lope de Vega, Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo, Santa Teresa de Jesús, Tirso de Molina, Fray Luis de Granada, entre muchos otros autores y obras de importante calidad. Hay otros literatos que figuran en la biblioteca y son Jovellanos, Malthus, Maquiavelo, Adam Smith, Rousseau, Donoso Cortés, Montalbo, Bentham.
Hay libros que están referidos a aspectos técnicos, musicales y aun médicos. Libros que de alguna manera estaban relacionados con su obra de gobierno y sus proyectos y que explican su presencia en la biblioteca, tales la construcción de ferrocarriles, diseño de caminos, puentes y puertos, de transporte fluvial e incluso el uso de telescopios.
En el aspecto musical se encuentran obras de lectura (no partituras) sobre músicos como Beethoven, Verdi, Chopin, Mendelssohn, Strauss y algunos otros. Existe un curioso tratado médico sobre el estrabismo debido a Giraud-Feulon, con el título de Leçons sur le Strabisme Et La Diplopie. Pathoénie et Therapeutique.
Sabido es que Guzmán sentía especial afición por los temas médicos, pues en una época quiso estudiar medicina, aunque no siguió ese camino. La presencia de ese libro puede explicarse por la existencia de la condición de estrabismo de su esposa Ana Teresa de Guzmán, quien fue operada de este defecto en París en 1879 (Polanco, op.cit.: 472).
Una biblioteca en París
Además de la biblioteca de Caracas, Guzmán formó otra en su casa de la rue Lapérouse en París, aunque de proporciones más pequeñas, de 285 volúmenes, de acuerdo con el inventario realizado exprofeso, contentiva de obras dedicadas fundamentalmente al Derecho Internacional Público, diplomacia y el tema que ocupaba gran atención de Guzmán sobre la materia del conflicto entre los límites Venezuela y Gran Bretaña.
También comprendía obras de Flanmarión y la astronomía, antropología, obras de Lamartine, Napoleón, las Memorias de O´Leary y las dos únicas obras de autores venezolanos: Arístides Rojas y González Guinán. Se distinguían 16 volúmenes de la Geografía Universal y el Gran Diccionario Universal de Larousse (Polanco, op.cit.: 473).
Esta es, en líneas generales, la visión sobre el general Antonio Guzmán Blanco, un apasionado de los libros como afición, como recurso para el estudio, alimento cultural, intelectual, de distracción, y, por qué no, como objetos de culto, exhibición y prestigio, materializada de una biblioteca privada que en su tiempo fue una de las más pródigas y copiosas en el país.
Referencias
Castillo, Efraín. El Ucabista [Documento en línea] Disponible:
https://elucabista.com/2017/11/20/libros-y-sus-ferias/ Consulta: 06-05-2022.
Garmendia, Omar (2010). Tendencias e ideas pedagógicas predominantes en los textos escolares de educación primaria y secundaria. Caso: el texto escolar de gramática 1870–1913. Tesis doctoral no publicada. Barquisimeto: UPEL-IPB.
Polanco, Tomás (2002). Guzmán Blanco. Tragedia en seis partes y un epílogo. Caracas: Ediciones GE.