Crónicas

Bosquejo de Caracas, 1810–1811 de Robert Semple

Ángel Rafael Lombardi Boscán
Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ
@lombardiboscan

La tesis de Val­le­nil­la Lanz que expli­ca por qué nues­tra Inde­pen­den­cia (1810–1830) fue una guer­ra civ­il es del año 1919 en su indis­pens­able libro: “Cesaris­mo Democráti­co”. Libro invis­i­ble e incó­mo­do que refu­ta por la calle del medio a “Venezuela Hero­ica” de Eduar­do Blan­co pub­li­ca­do en 1881


El poder en Venezuela se alineó con Eduar­do Blan­co e ignoró a Val­le­nil­la Lanz. El mun­do académi­co, sal­vo algu­nas hon­rosas excep­ciones, pasa de pun­til­las por éste tema. Eso de que la Inde­pen­den­cia fue el tri­un­fo de la lib­er­tad sobre la tiranía españo­la es todo un ardid ide­ológi­co. La Inde­pen­den­cia fue una guer­ra civ­il des­de sus orí­genes en 1810 has­ta su mis­mo desen­lace final en 1826 cuan­do Páez, el ver­dadero amo y señor de Venezuela ante la estamp­i­da de Bolí­var por “lib­er­tar” el Sur has­ta el Perú, decidió sep­a­rarse de la Gran Colom­bia (1819–1830) y le da un Golpe de Esta­do a Bogotá, cap­i­tal de la nue­va nación dis­eña­da e impues­ta por Bolívar.

Robert Sem­ple, un agente de nego­cios inglés vis­itó a Cara­cas entre los años 1810 y 1811 y pudo con­statar que ante la ausen­cia de la Metrópoli inva­di­da por Napoleón Bona­parte en 1808 los amer­i­canos ini­cia­ron el paso sece­sion­ista a imitación de los angloamer­i­canos en el norte. Y que no es una mera casu­al­i­dad que la Inde­pen­den­cia se haya procla­ma­do en Cara­cas el 5 de julio de 1811 un día después de la mis­ma for­ma que lo hicieron los esta­dounidens­es el 4 de julio de 1776: las con­no­ta­ciones sim­bóli­cas o cabalís­ti­cas estu­vieron pre­sentes entre los fir­mantes.

Para Sem­ple la irreflex­ión privó sobre los man­tu­anos caraque­ños y sostiene que los más rad­i­cales, entre ellos Fran­cis­co de Miran­da, alrede­dor de la Sociedad Patrióti­ca, un club jacobi­no, fueron los catal­izadores del paso inde­pen­den­tista sobre un supuesto camaleóni­co gatopar­diano de cam­biar para no cam­biar nada de trág­i­cas con­se­cuen­cias para los habi­tantes de las dis­tin­tas provin­cias de la Venezuela de ese entonces. 

La Inde­pen­den­cia fue nom­i­nal y jurídi­ca sobre un entra­ma­do socio/económico con el odioso sis­tema de cas­tas y esclav­i­tudes sin que se haya con­sid­er­a­do en el momen­to su derogación.

El eje cen­tral del libro de Sem­ple, pub­li­ca­do en Lon­dres en 1812, es que hubo en Venezuela dos guer­ras civiles de las cuáles él mis­mo fue tes­ti­go. La primera ocur­rió con la incur­sión del Mar­qués del Toro y un ejérci­to de caraque­ños sobre la ciu­dad de Coro en noviem­bre de 1810. Coro y Cara­cas tenían un con­tencioso de vie­ja data cuan­do a los primeros les fue arrebata­do el Obis­pa­do de Venezuela en 1637 para otorgárse­lo a Caracas. 

Además, luego del 19 de abril de 1810 ni Coro ni Mara­cai­bo acep­taron la con­for­ma­ción de la Jun­ta Supre­ma de Cara­cas y se man­tu­vieron leales a la Regen­cia en España. Guayana, en el Sur, haría otro tan­to. Sem­ple aco­ta que los cori­anos der­ro­taron inapelable­mente a los caraqueños. 

“Esta expe­di­ción coman­da­da por el Mar­qués del Toro fue der­ro­ta­da por los cori­anos con pér­di­das con­sid­er­ables. Para dis­im­u­lar su poca for­tu­na, el Mar­qués insin­uó en sus despa­chos, de modo absur­do, que sus ene­mi­gos habían sido arma­dos y dirigi­dos por los ingleses”.

El segun­do acon­tec­imien­to clave de esta Guer­ra Civ­il que fue el ini­cio de nues­tra Inde­pen­den­cia para Sem­ple fue el alza­mien­to de Valen­cia días después del 5 de julio de 1811. Miran­da fue el encar­ga­do de una expe­di­ción de cas­ti­go con­tra la veci­na ciu­dad. Un batal­lón de par­dos “o indi­vid­u­os de col­or” fue la prin­ci­pal defen­sa de una Valen­cia ape­ga­da a la Monar­quía y que con unas fuerzas muy reduci­das tuvo el tem­ple de resi­s­tir e incor­diar a las supe­ri­ores fuerzas que tra­jo Miranda.

“Tal fue el comien­zo de esta guer­ra civ­il de Venezuela, en la cual la jus­ti­cia del ataque a Valen­cia es más dudosa que la políti­ca de los valen­cianos. Si la nat­u­raleza humana no fuese siem­pre la mis­ma, nos sor­pren­dería ver a los caraque­ños, en la propia infan­cia de su repúbli­ca, negan­do a otros el dere­cho de ele­gir su for­ma de gob­ier­no, después que tan celosa­mente ellos lo habían ejer­ci­do para sí, y lle­van­do a cabo como su primer acto, un ataque con­tra sus her­manos, por el solo hecho de que estos eran adic­tos al Rey. Sin embar­go, este parece haber sido la his­to­ria del hom­bre en todas las edades: alter­na­ti­va­mente opre­sor u oprim­i­do, pero siem­pre lib­er­al en con­ced­er entera lib­er­tad de pen­samien­to a quienes pien­san lo mis­mo que él”.

 

CorreodeLara

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