La cabeza frita de José Félix Ribas
Omar Garmendia
Cronista y escritor
La Guerra de Independencia en Venezuela trajo de por sí innumerables actos de crueldad por un lado y por otro el sufrimiento de miles personas inocentes y familias destrozadas por la muerte y el oprobio. Era de esperarse que, de ambos bandos, el patriota y el realista, se provocaran los enardecimientos más crueles y la presencia de actos monstruosos por parte de la espada y el terror

Desde las tradiciones medievales europeas y aun antes, las ejecuciones y muertes por “actos de justicia”, tanto en lo civil, político o religioso, se representaban como funciones públicas donde se presenciaban suplicios, torturas, destierros, fusilamientos, ahorcamientos, guillotinas, decapitaciones, empalamientos, desmembramientos, garrote vil y quemas en hogueras. Todos o casi todos estos procedimientos de exterminio y mortandad pasaron a América des de España y se asentaron durante más de 300 años en nuestro país y las demás provincias coloniales
En las guerras de independencia las degollinas fueron totales tanto en el bando realista como en el patriota. Había cartas que se firmaban con la sangre de los condenados y se exhibían las cabezas fritas en aceite en ciertas localidades para que sirvieran como escarmiento a los que osaran alebrestarse contra la autoridad y las leyes (Lombardi, 2021).
Un ejemplo de ello es la cabeza de Lope de Aguirre luego de morir en Nueva Segovia de Barquisimeto el 26 de octubre de 1561 y su cuerpo descuartizado. Su cabeza fue enviada a El Tocuyo en una jaula de hierro para que la gente viese de donde brotaban “tan perversas maquinaciones”. La mano derecha fue trasladada a Mérida y la izquierda a Valencia, el resto del cuerpo fue echado de comer a los perros. En un juicio post mortem fue declarado culpable de delito de lesa majestad.
En enero 1813, durante el período del Decreto la Guerra a Muerte, el abogado y coronel Antonio Nicolás Briceño, conocido bajo el mote de “El Diablo”, proponía que se ascendiera a los soldados al momento de mostrar una determinada cantidad de cabezas de los enemigos españoles (Lombardi, op. cit).

En las historias y crónicas de la independencia se tiene el caso del prócer general en jefe José Félix Ribas, nacido en Caracas el 15 de septiembre de 1775. Su más importante batalla, entre las numerosas en que participó fueron la de La Victoria, efectuada 12 de febrero de 1814, con un grupo de reclutados entre jóvenes y seminaristas, sin experiencia en lides bélicas.
En esa ocasión logró derrotar a las fuerzas realistas de José Tomás Boves. Antes de la batalla Ribas había pronunciado la famosa frase arengatoria frente los aterrados bisoños soldados: “No podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer”.
En enero de 1815 fue derrotado por Francisco Tomás Morales en la batalla de Maturín y logra huir para reunirse con los generales republicanos y reagrupar sus fuerzas, pero es traicionado por el esclavo Concepción González y capturado este en Valle de La Pascua.
Luego de esa delación, el prócer fue detenido en la ciudad de Tucupido en el estado Guárico, torturado, vejado y finalmente fusilado. Su cuerpo fue descuartizado, su cabeza fue paseada por Barcelona el 3 de febrero de 1815 y luego fue enviada a Caracas, donde las autoridades la frieron en aceite y la colocaron en exhibición dentro de una pequeña jaula.

Versiones de la muerte
Una versión refiere que el general Ribas había llegado enfermo de calenturas palúdicas al hato Las Palmas en Tucupido y ahí fue hecho prisionero debido a la traición de su esclavo Concepción González, que, en la creencia de obtener ciertos dividendos económicos por su delación, reveló el paradero del prócer. Luego de la ubicación y detención de Ribas, fue llevado amarrado en medio de grandes vejaciones hasta la Plaza Mayor de Tucupido y fue ejecutado a lanzazos el 31 de enero de 1815.
Le cortaron la cabeza, la cual fue frita en aceite, colocada en una jaula de hierro y llevada a Caracas a donde llega el 14 de marzo de 1815 y es exhibida en la plaza mayor durante dos semanas. Fue paseada en Barcelona el 3 de febrero de 1815. Su mano derecha, fue colgada de un palo en el camino real y los brazos y piernas desmembrados y descuartizados fueron guindados en árboles y postes con carteles denigrantes en diferentes puntos de la ciudad para que sirviera de escarmiento a los patriotas.
Como hecho curioso se tiene que los familiares, para asegurarse de que era su cabeza, solicitaron la presencia del barbero quien anteriormente le había hecho dos extracciones de muelas y fue este quien reconoció la identidad de la cabeza como la de José Félix Ribas.
Otra versión relata que el general en realidad había muerto por el paludismo y enterrado en el mismo hato Las Palmas. Al conocerse el deceso por parte de las autoridades realistas, estos llegaron desenterrar el cadáver ya en estado de descomposición, por lo que hubo que freír en aceite la cabeza antes de ser enviada primero a Guarenas y finalmente a Caracas, donde fue colocada en la Puerta de Caracas, donde hoy permanece un monumento alusivo a tal hecho.
Es de importancia primordial la figura heroica de José Félix Ribas en las luchas por la emancipación de Venezuela, que por su arrojo y valor demostrados entre los ideales que inspiraron las ideas de libertad, ofreció su sangre para el porvenir de la patria. Desde el 19 de septiembre de 2005, reposan en un cofre sus restos simbólicos en el Panteón Nacional.
Referencias
Lommbardi, Ángel (2021). opinionynoticias.com [Documento en línea] Disponible: https://www.opinionynoticias.com/opinionhistoria/36234-lombardi-ar
Noticias de Anzoátegui (2017). Blog de Noticias, artículos de opinión del estado Anzoátegui
[Documento en línea] Disponible: http://noticiasdeanzoategui.blogspot.com/2017/01/tres-versiones-la-horrenda-muerte-del.html