Caballeros del Círculo Dorado: la conspiración que pudo mutilar a Venezuela y cambiar el mundo
Efraín Jorge Acevedo
Historiador y escritor
efrainjorge@yahoo.es
Es sorprendente comprobar como acontecimientos o procesos históricos ocurridos en el extranjero (incluso en países relativamente distantes) pudieron haber cambiado radicalmente el curso de la historia de Venezuela hasta el punto de que sí hubieran tenido éxito la actualidad venezolana sería muy distinta de la que conocemos.
En la primera mitad del siglo XIX, los Estados Unidos de América estaban envueltos en una turbulenta lucha política interna, que polarizaba cada vez más el país dividiéndolo entre los llamados abolicionistas que pretendían abolir o eliminar la esclavitud de los negros afroamericanos, por una parte; y por otra parte, los esclavistas que defendían la continuación y extensión de la esclavitud, hasta ese momento limitada a los estados del sur del país.
Los esclavistas, que incluían a casi todos los políticos y los terratenientes del sur estadounidense, temían que los abolicionistas, que eran cada vez más populares en el norte del país, terminaran adueñándose del Gobierno Federal (nacional) y procedieran a imponer legalmente la abolición de la esclavitud en todo el país.
Por eso muchos esclavistas se fueron radicalizando y plantearon reivindicaciones políticas cada vez más intransigentes y extremistas, lo que a la larga llevaría al estallido de la Guerra Civil de Estados Unidos en 1861 cuando, ante la próxima toma de posesión del nuevo presidente abolicionista (del Partido Republicano) Abraham Lincoln, los esclavistas impusieron la secesión o separación de la mayoría de los estados sureños.
Pero antes de llegar a la Guerra Civil, en las décadas anteriores, algunos sectores esclavistas radicales plantearon varios proyectos alternativos o iniciativas que pretendían garantizar que la esclavitud continuara existiendo e incluso se extendiera, obviamente beneficiando los intereses económicos de la élite de los terratenientes o hacendados esclavistas sureños. Y uno de esos proyectos sorprendentemente involucró colateralmente a Venezuela.
El 4 de julio de 1854, en la ciudad de Cincinnati, en el estado de Ohio, fue fundada una sociedad secreta llamada Caballeros del Círculo Dorado, o en inglés Knights of the Golden Circle, también conocida por sus siglas en inglés, KGC. La sociedad fue fundada por George W. L. Bickley, un médico, escritor e historiador, nacido en Virginia, pero residenciado en Ohio.
El objetivo inicial de la sociedad secreta de los Caballeros del Círculo Dorado era promover un proyecto para que Estados Unidos se anexara un gigantesco territorio del continente americano al que llamaban precisamente Golden Circle (el Círculo Dorado), y que en todo ese territorio que se pretendía anexar se impusiera la esclavitud de los afroamericanos, para que de ese manera los nuevos Estados esclavistas surgidos de ese territorio pudieran inclinar la balanza del poder dentro de Estados Unidos reduciendo a los abolicionistas a una minoría impotente y garantizando un dominio perpetuo de la clase política esclavista.
Sin embargo, la escalada de la tensión y de la fractura social a medida que se volvía más inevitable el escenario de una guerra civil, convenció a los esclavistas radicales de que era imposible convivir con la gente del Norte estadounidense. Por eso los Caballeros del Círculo Dorado modificaron su plan original a partir de 1857.
En su nuevo plan, los Caballeros del Círculo Dorado pretendían que los Estados del Sur se independizaran o separaran de los Estados Unidos para formar un nuevo país independiente y soberano, cuya frontera con lo que quedaría de los Estados Unidos correspondería más o menos con la línea Mason-Dixon, quedándose el nuevo país con la ciudad de Washington D.C.
Proyecto seccionador
Ese nuevo país, que se llamaría precisamente el Círculo Dorado, invadiría y se anexaría unos enormes territorios que abarcarían la mayor parte de Hispanoamérica. Específicamente pretendían anexar e incorporar al proyectado Círculo Dorado la isla de Cuba, la isla de La Española (en la que se ubican Haití y República Dominicana), la mayoría de todas las demás islas del Caribe, absolutamente todo México (al que dividirían en 25 nuevos Estados esclavistas), todos los países de América Central (Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica), gran parte de Colombia (incluyendo Panamá que en esa época era una Provincia colombiana) y… una parte importante de Venezuela.
El proyecto pretendía arrebatarle a Venezuela dos enormes pedazos: en el Occidente un territorio formado por los actuales estados Zulia, Falcón, Lara, Yaracuy, Táchira y partes de Mérida, Trujillo y Carabobo. En el Oriente un territorio formado por los actuales Estados Nueva Esparta, Anzoátegui, Sucre, Monagas, Delta Amacuro y parte de Bolívar (abarcando toda la salida del Orinoco al mar). Evidentemente era una grave mutilación de Venezuela que hubiera perdido una enorme parte de su territorio nacional.
Los miembros de la sociedad eran conscientes de que para llevar a cabo sus planes de conquista sería necesaria una prolongada y sangrienta guerra contra los países que invadieran, pero confiaban en que en ese escenario hipotético obtendrían la victoria al final. Además, esperaban contar con el apoyo de sectores de los países que iban a anexar.
De hecho, reportes de la prensa estadounidense de la época hablaban de que los Caballeros del Círculo Dorado tenían planes para organizar un ejército de 16.000 hombres para conquistar y “sureñizar” a México, ya que sí conquistaban el país volverían a legalizar la esclavitud, en un México que ya para ese entonces había abolido la esclavitud
Aunque formalmente se suponía que los Caballeros del Círculo Dorado era una sociedad secreta, en la práctica su existencia era pública. La organización tenía sucursales denominadas “castillos” distribuidas desde Nueva York hasta California, y en algunos países de América Latina, aunque no hay constancia de que en Venezuela tuviera miembros.
La organización apoyaba a sus miembros de más alto nivel, que formaban una élite denominada Caballeros de la Estrella Colombina (Knights of the Columbian Star) para que llegaran a ocupar cargos públicos que facilitaran sus planes. Además, tenía un brazo armado paramilitar.
Cuando estalló la Guerra de Secesión o Guerra Civil de Estados Unidos, la primera parte del plan de los Caballeros del Círculo Dorado parecía cumplirse, pues la mayoría de los Estados sureños esclavistas se rebelaron para independizarse de los Estados Unidos.
En ese momento varios miembros importantes del gobierno que estaba por terminar y entregar el poder pertenecían al Círculo Dorado, incluyendo el vicepresidente de los Estados Unidos John Breckenridge o el secretario de Guerra, John Floyd.
Ellos conspiraron para entregar armas y recursos a los rebeldes confederados sureños, e incluso la organización tenía un plan para secuestrar al presidente electo Abraham Lincoln cuando pasara por Baltimore en camino a Washington D.C. y luego ocupar la capital estadounidense con sus hombres para instalar a Breckenridge como presidente.
Durante la Guerra Civil el Círculo Dorado apoyó activamente la causa rebelde de los Estados Confederados de América y organizó a miles de sus miembros para que se incorporaran al Ejército Confederado, y muchos de sus dirigentes se convirtieron en altos oficiales confederados, incluyendo a su fundador y líder Bickley.
Pero en consecuencia el Gobierno Federal de los Estados Unidos los persiguió como una organización subversiva y muchos de sus miembros fueron encarcelados por sus actividades, algunos destacados como el famoso y polémico abogado Lambdin P. Milligan.
A fines de 1863 los Caballeros del Círculo Dorado se reorganizó como la Orden de los Caballeros Americanos, que se terminó convirtiendo en 1864 en la Orden de los Hijos de la Libertad. Sin embargo, el final de la Guerra Civil en 1865 con la derrota de los rebeldes de la Confederación significó también la muerte del sueño del Círculo Dorado de crear una nueva nación esclavista que se extendiera desde Norteamérica hasta Sudamérica.
Sin embargo, en un país tan amante de las teorías de conspiración como Estados Unidos hay quienes creen que la organización secreta sobrevivió a la guerra y que tienen fortunas en oro enterradas durante el conflicto para financiar una futura Segunda Guerra Civil en la que puedan resucitar su proyecto adaptado a los nuevos tiempos.
La realidad es que durante un período de varios años el Círculo Dorado fue un proyecto creíble, viable y poderoso que tuvo probabilidades nada despreciables de hacerse realidad. De hecho, sí los confederados hubieran ganado la Guerra Civil, el siguiente paso de los estados sureños independizados habría podido ser la conquista de los países latinos incluidos en el proyecto expansionista del Círculo Dorado.
Y sí ese proyecto se hubiera hecho realidad Venezuela tal y como la conocemos no existiría; una gran parte de esa Venezuela pertenecería a otro país que se extendería desde Washington D.C. por el norte e incluiría el Sur de los Estados Unidos que conocemos más México, América Central, el Caribe y parte de Colombia.
Y una gran parte de los actuales venezolanos, los nativos de Maracaibo, Coro, Barquisimeto, Barcelona, Cumaná, Margarita, San Cristóbal, etc. serían ciudadanos de ese país cuya lengua oficial habría sido el inglés y quién sabe cómo habría evolucionado a partir de su condición de Estado esclavista con una fuerte discriminación de los que no fueran blancos, pero que inevitablemente habría tenido que cambiar con el paso del tiempo, sobre todo con una población latina o hispana tan enorme.
Nunca lo sabremos porque afortunadamente para la integridad territorial de Venezuela el proyecto se hundió en el fracaso.