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Lope de Aguirre: un lobo en tierra descampada

Omar Garmendia
Cronista y escritor

Lope de Aguirre, era viz­caíno naci­do en la provin­cia de Oñate, Guipúz­coa, España, en 1514 (otros afir­man que fue en 1510 o 1511). Según el cro­nista del siglo XVI, Ibar­guen-Cachopin, Lope de Aguirre había naci­do en el Valle de Ara­may­ona, Ála­va: Aguirre nació hacia 1510 en el Valle de Araotz del Señorío de Oñate, entonces perteneciente al Reino de Castil­la. Araotz pertenece actual­mente al munici­pio de Oñate, en la Provin­cia de Guipúz­coa, País Vas­co (Caro Baro­ja, J., 1972, pág. 67).

Lope de Aguirre

Tenía veinte años cuan­do se embar­ca des­de San­lú­car de Bar­rame­da has­ta Carta­ge­na de Indias, en el sor­pren­dente augu­rio de su nom­bre, el cual sig­nifi­ca en lengua vas­ca “lobo en tier­ra descampada”. 

De acuer­do con la doc­u­mentación con­sul­ta­da, el Dic­cionario eti­mológi­co com­para­do de los apel­li­dos españoles, his­panoamer­i­canos y fil­ipinos establece que Lope, “lobo”, proviene del lat. lupus, de la raíz IE Ulkus, sig­nifi­ca “mal­va­do”, “sedi­en­to de san­gre” y era un antiguo apo­do de guer­rero temerario.

De acuer­do Gómez de Sil­va, G. (1991), Lope, nom­bre per­son­al mas­culi­no, se doc­u­men­ta des­de 975 d. C. Orig­i­nal­mente era for­ma apoc­o­pa­da del antic­ua­do Lopo, del latín lupus, sobrenom­bre romano (S.I a.C), de lupus, lobo. Aguirre, en vas­co, es “cam­po”, “pradera”, “pas­ti­zal”, “tier­ra descampada”.

En los con­quis­ta­dores se man­i­fi­es­tan las múlti­ples fac­etas de las expre­siones de la per­son­al­i­dad del hom­bre español que llegó a estas tier­ras de Améri­ca a col­o­nizar y conquistar.

Frente a quienes nun­ca con­sigu­ieron las riquezas, poder o glo­ria que la utopía del Nue­vo Mun­do les ofrecía como una opción supe­ri­or de vida a la real­i­dad euro­pea e his­páni­ca, tam­bién había quienes, ambi­ciosos de poder y san­gre, entreabrieron el capí­tu­lo hor­ren­do de la pres­en­cia despi­ada­da de la con­quista. En Lope de Aguirre estas dos adop­ciones de vida se con­fun­den en una sola persona.

 

Y eso fue lo que le esper­a­ba y encon­tró en el Nue­vo Mun­do: el des­en­can­to ante la real­i­dad de las fal­sas prome­sas ofre­ci­das de parte de quienes volvían del Nue­vo Mun­do con las noti­cias de con­quis­ta­dores car­ga­dos de grandes can­ti­dades de oro. Tales anun­cios lo inci­taron a enro­larse en una expe­di­ción de 250 hom­bres, lle­gan­do a Perú hacia 1536 o 1537.Así, en la batal­la sosteni­da en Nue­va Segovia de Bar­quisime­to se «…estu­vo mofan­do y bur­lan­do de la gente del cam­po de su Mages­tad, ansí de las Lanças que se les cayeron como de las mon­teras que las mas eran de man­ta de algo­dón muy vie­jas y grasien­tas y decía a sus sol­da­dos, mirad marañones a que tier­ra os ha traí­do Dios y vues­tra for­tu­na y a donde os quereis quedar, mirad que mon­teras los galanes de Meli­o­la, mirad que medra­dos están los servi­dores del Rey de Castil­la». (Fran­cis­co Vásquez, 1978. Relación de todo lo que sucedió en la Jor­na­da de Omagua y Dora­do, p. 166).

En la sicografía de Lope de Aguirre, lla­ma­do el loco, tira­no, rebelde, traidor o pere­gri­no, se rep­re­sen­ta, si se quiere, ape­nas el tes­ti­mo­nio históri­co de un hom­bre que en Améri­ca vivió una aven­tu­ra desen­fre­na­da de san­gre y fuego que puede, jus­ti­fi­cada­mente o no, aprox­i­marnos a una figu­ra reivin­di­ca­da que ante los ojos de la his­to­ria se mues­tra por un lado como el obsti­na­do y sor­pren­dente con­quis­ta­dor car­ga­do de ilu­siones y de quimeras que bus­ca­ba fun­dar un reino des­de frágiles bar­cazas aven­tur­eras en las aguas nun­ca jamás nave­g­adas del bra­vo río Marañón.

Y por otro el que reclam­a­ba por escrito las acusa­ciones de los abu­sos cometi­dos por fun­cionar­ios cor­rompi­dos y dev­as­ta­dores que el impe­rio español man­tenía en Indias, tales como los  vir­reyes, gob­er­nadores, jus­ti­cias y oidores de las Reales Audi­en­cias o el que gri­ta­ba el pregón de la lib­er­tad para estas tier­ras de América.

 

Si bien todo esto no jus­ti­fi­ca cada uno de los actos vio­len­tos pro­duc­to de su sed de san­gre, aspereza e insen­si­bi­lizad ante la muerte, puede, de algu­na man­era, de acuer­do con lo esti­ma­do por Díaz Legór­bu­ru (2003), deter­mi­nar que no se puede juz­gar a un per­son­aje de tales dimen­siones históri­c­as sin tomar en cuen­ta las cir­cun­stan­cias del momen­to históri­co que Lope de Aguirre vivió y las causas por las que insurge frente al Rey Felipe II. 

Aun así, sólo eso ha de servir para nar­rar la sin­gu­lar cor­rería vivi­da des­de aque­l­la tarde calurosa del lunes 20 de junio de 1561 cuan­do llegó a la isla de Mar­gari­ta, has­ta el lunes 27 de octubre de ese mis­mo año cuan­do muere, con “casi cin­cuen­ta años de edad”, en la ciu­dad de Nue­va Segovia de Barquisimeto.


Ref­er­en­cias: Caro Baro­ja, Julio (1972). Los vas­cos. Edi­ciones AKAL. 

Díaz Legór­bu­ru, Raúl (2003). La aven­tu­ra poblado­ra. El siglo XVI vene­zolano. Cara­cas: Ban­co Cen­tral de Venezuela. 

Dic­cionario eti­mológi­co com­para­do de los apel­li­dos españoles, his­panoamer­i­canos y fil­ipinos (s/f). Méx­i­co: FCE. 

Gómez de Sil­va, Gui­do (1991). Breve dic­cionario eti­mológi­co de la lengua españo­la. Méx­i­co: FCE, El Cole­gio de México. 

Vásquez, Fran­cis­co (1978). Lope de Aguirre la ira de Dios. Relación ver­dadera de todo lo que sucedió en la jor­na­da de Omagua y Dora­do. Méx­i­co: Pre­miá Edi­to­ra S.A.

Omar Garmendia

Escritor. Ensayista. Cronista de libre ejercicio. Profesor Titular UCLA, Doctor en Educación y Magister Scientiarum en Lingüística blogculturaomar.blogspot.com

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