Crónicas

Carabobo, su historia real es distinta

Ángel Rafael Lombardi Boscán
Director del Centro De Estudios Históricos de Luz
@lombardiboscan

Obse­sion­a­dos por el pasa­do nos olvi­damos del pre­sente y futuro. Pasa­do de glo­rias jun­to con héroes sobred­i­men­sion­a­dos y adul­ter­ados. Todos los años nos oblig­an a volver a Carabobo, a la ges­ta valen­ciana: la batal­la final que acabó con el dominio español sobre Venezuela. ¿Lib­er­ta­dores vs Opre­sores? Ese 24 de junio de 1821 es la huel­la de un ori­gen vio­len­to aún no disi­pa­do y que entregó a los mil­itares la Par­ti­da de Nacimien­to de tute­lar una Repúbli­ca sin repub­li­canos. La his­to­ria real es muy distinta.

La épi­ca de los héroes en con­tra de los traidores hacien­do de la sim­bología patrióti­ca el ori­gen de una nación que hizo un pacto de san­gre con la glo­ria. Carabobo, sigu­ien­do a las “His­to­rias” de Bar­alt (1841) y Gil For­toul (1907), fue la mar­ca de un des­ti­no nacional feliz. Y el encum­bramien­to de Simón Bolí­var como Lib­er­ta­dor ausente. Lo de ausente no es gra­tu­ito: Bolí­var luego de Boy­acá en 1819 y Carabobo en 1821 se desin­teresó de la Cos­ta Firme para dedicar todos sus esfuer­zos en hac­er morder el pol­vo al Vir­reina­to de Perú en Lima. 

Este des­cui­do de la reta­guardia (Bogotá y Cara­cas) fue cap­i­tal­iza­do por sus ali­a­dos San­tander y Páez y no así por la con­trar­rev­olu­ción real­ista. Ya en 1828, en la Con­ven­ción de Ocaña, Bolí­var era un Jefe Supre­mo cues­tion­a­do y debilitado.

Simón Bolí­var El Libertador

Para enten­der cabal­mente a Carabobo y todo el pro­ce­so eman­ci­pador hay que reen­con­trarnos con una his­to­ria mun­dana. Bolí­var no fue tan buen políti­co como la may­oría cree ya que el proyec­to repub­li­cano declar­a­ti­vo fue vac­ilante e insin­cero y las prin­ci­pales pre­ocu­pa­ciones estu­vieron en la guer­ra y en esto Bolí­var sí destacó. La paz y el pro­gre­so civ­il, como estación final, de la odis­ea eman­ci­pado­ra, fue un hecho esquivo. 

Bolí­var fue capaz de repon­erse de su obsesión por asaltar Cara­cas des­de la per­ife­ria guayane­sa y asumir el más grande ries­go de toda su car­rera político/militar: el asalto de la Nue­va Grana­da en el año 1819 luego de fran­quear con­tra todos los pronós­ti­cos la Cordillera And­i­na. Boy­acá es la batal­la más deci­si­va de todas las batal­las his­panoamer­i­canas. Sin Boy­acá no pudo haber ni Carabobo (1821) y mucho menos Ayacu­cho (1824).

Para ganar en Carabobo, apartan­do la tác­ti­ca mil­i­tar, hubo dos hechos estratégi­cos que fueron deci­sivos. La revuelta lib­er­al de Riego en los ini­cios del año 1820 que abortó la políti­ca de recon­quista mil­i­tar amer­i­cana para ser susti­tu­i­da por algún tipo de rec­on­cil­iación imag­i­nar­ia y el regre­so de Moril­lo has­ta España. 

Es bueno recor­dar que Moril­lo entre 1815 y 1820 nun­ca fue der­ro­ta­do por Bolí­var. Aunque está claro que Moril­lo ante el aban­dono met­ro­pol­i­tano no se hizo ningu­na ilusión de seguir resistien­do con éxi­to el asalto final de Bolívar.

Ese asalto final fue coro­n­a­do en Carabobo. Final­iza­do el armisti­cio por la anex­ión de Mara­cai­bo en enero de 1821, hecho éste que con­travi­no ese acuer­do, y que puso en evi­den­cia la supe­ri­or­i­dad de los repub­li­canos y la extrema debil­i­dad de los realistas. 

Miguel de la Torre y Pando

Todas las opera­ciones mil­itares sub­sigu­ientes fueron la con­sumación de una vic­to­ria mil­i­tar antic­i­pa­da. Tan­to Bar­alt como Gil For­toul, sien­do his­to­ri­adores nacional­is­tas, no pueden dis­im­u­lar el despo­jo de Miguel de La Torre al frente de un ejérci­to desmor­al­iza­do y con tropa may­ori­taria naci­da en el pro­pio país.

En real­i­dad Carabobo lo gana Bermúdez. Obvi­a­mente, sigu­ien­do un plan mae­stro de alta fac­tura dis­eña­do por Bolí­var. San Car­los, fue el pun­to de reunión de las fuerzas de Bolí­var jun­to a las de Páez. 

Aunque en los primeros meses del año 1821 hubo una man­io­bra de dis­trac­ción des­de el Ori­ente has­ta Cara­cas que hizo morder en el anzue­lo a La Torre debil­i­tan­do su dis­pos­i­ti­vo. Este hecho, jun­to a la insub­or­di­nación de la caballería de Morales que no cargó en la sabana de Carabobo cuan­do se le ordenó hac­er­lo, hizo tri­un­far a Bolívar.

[drop­shad­ow­box align=“none” effect=“lifted-both” width=“auto” height=”” background_color=”#ffffff” border_width=“1” border_color=”#dddddd” ]No está demás señalar que las fuerzas de Bolí­var fueron de 6500 sol­da­dos y las de La Torre unos 5000 efec­tivos. La ven­ta­ja ini­cial la tuvo La Torre porqué con­tro­la­ba el ter­reno aunque Bolí­var tenía tan­ta con­fi­an­za en sí mis­mo que aun así decidió acep­tar el reto. Las car­gas del Bra­vo de Apures y la Legión Británi­ca, lle­va­da al sac­ri­fi­cio ésta últi­ma, desnive­laron una batal­la que no llegó a la hora si hemos de creer en el tes­ti­mo­nio de Gil For­toul[/dropshadowbox]

Carabobo, pasó a con­ver­tirse, en el nacimien­to de Venezuela. La suma de todas las vir­tudes nacionales sus­ten­tadas en el sac­ri­fi­cio hero­ico de nue­stros Lib­er­ta­dores. La nar­ra­ti­va patrióti­ca y mar­cial hizo de Carabobo la atadu­ra de los tiem­pos; el Olimpo vene­zolano con sus negros primeros, llaneros y man­tu­anos abraza­dos en un sen­tir de grandeza intem­po­ral. Un Carabobo para Todos que hoy cues­ta hac­er enca­jar en una Venezuela des­gar­ra­da y sin democracia.

CorreodeLara

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