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Carabobo

Ángel Rafael Lombardi Boscán
Director del Centro de Estudios Históricos de la Facultad de Humanidades y Educación
Universidad del Zulia

                Antes de las dos inten­tonas golpis­tas del año 1992 en todas las encues­tas nacionales, en el perío­do entre 1989 y 1992, la insti­tu­ción mil­i­tar era la más val­o­ra­da entre todas las exis­tentes en el país. El des­cred­i­to de los par­tidos políti­cos, por el con­trario, era el más grande de todos


La guanábana adeco/copeyana tra­jo el des­en­can­to y la necesi­dad de relan­zar un proyec­to democráti­co ini­ci­a­do el 23 de Enero del año 1958 y que en ese momen­to, esta­mos hablan­do de trein­ta y cua­tro años ya, lucía ago­ta­do y extravi­a­do. Los estu­dios acer­ca del perío­do gomecista, de la dic­tadu­ra de Juan Vicente Gómez entre los años 1908–1935, empezaron ines­per­ada­mente a salir a la luz públi­ca. Puedo recor­dar los de Ramón J. Velásquez y su “Con­ver­sa­ciones Imag­i­nar­ias con JV Gómez”; el “Gómez, tira­no lib­er­al” de Manuel Caballero y la copiosa biografía de Tomás Polan­co Alcán­tara tam­bién sobre Juan Vicente Gómez. De repente el caudil­lo tachirense que hizo de Venezuela su propia hacien­da y un cam­po de con­cen­tración con la com­pli­ci­dad de las transna­cionales petrol­eras empezó a ser vis­to con otros ojos y bondades.

No hay que olvi­dar que tan­to Cipri­ano Cas­tro como Juan Vicente Gómez son los creadores del ejérci­to pro­fe­sion­al en el año 1903 y que ambos entendieron que al pro­fe­sion­alizar al ejérci­to garan­ti­z­a­ban su hege­monía como caudil­los prin­ci­pales asum­ien­do al ejérci­to como su propia guardia pre­to­ri­ana. No hubo en la Inde­pen­den­cia (1810–1830) un ejérci­to como tal sino un embrión y muy mal for­ma­do. La guer­ra irreg­u­lar a niv­el de mon­ton­eras y escara­muzas fue el denom­i­nador común.

Los cuadros de Tito Salas y el libro “Venezuela Hero­ica” (1881) de Eduar­do Blan­co nos han hecho mucho daño a los vene­zolanos hacién­donos creer que le debe­mos la “lib­er­tad” obteni­da por Bolí­var y los mil­itares, el lla­ma­do “ejérci­to patrióti­co”, en la Inde­pen­den­cia. Des­de entonces se nos ha impuesto una con­cien­cia históri­ca bajo el pre­do­minio de la ide­ología y no del conocimien­to real de nue­stro pasa­do. El mito sub­yu­gan­do a la his­to­ria real. La leyen­da negra anti españo­la jun­to a la negación reit­er­a­ti­va del proyec­to civ­il, repub­li­cano y moderno.

La andadu­ra repub­li­cana, después de doscien­tos años, si hemos de ser jus­tos: ha sido un fias­co oceáni­co. No hemos sabido cor­re­spon­der con las grandes aspira­ciones de la Inde­pen­den­cia de una autén­ti­ca lib­er­tad y pros­peri­dad en dónde el Pueblo sea pro­tag­o­nista de su pro­pio des­ti­no des­de la labo­riosi­dad respon­s­able y la dis­ci­plina social más rig­urosa. Además, el pre­do­minio de los caudil­los, los ver­daderos vence­dores de la Inde­pen­den­cia, impusieron sus respec­ti­vas hege­monías a san­gre y fuego hacien­do que los cam­bios sus­tan­ciales del paso de colo­nia a repúbli­ca fueron solo epidérmicos. 

Y lo más grave de todo: el proyec­to civilista fue boicotea­do por los señores de la guer­ra que hicieron del monop­o­lio de la vio­len­cia su pro­gra­ma para aten­tar con­tra las más de vein­tiséis con­sti­tu­ciones que se hacían como tra­jes a la medi­da de cada dic­ta­dor de turno.

Otro sig­no de los tiem­pos antes del fatídi­co año 1992 fueron las pin­tas en los prin­ci­pales cuartes de Venezuela con el: “Hay que volver a Carabobo”. Cada 24 de junio se nos recuer­da a los vene­zolanos que la Batal­la de Carabobo nos per­mi­tió librarnos del odioso sis­tema colo­nial his­páni­co uti­lizan­do para ello las ver­siones épi­cas y román­ti­cas al uso que sola­pan que la glo­ri­fi­cación de la guer­ra y muerte es una estu­pid­ez mayús­cu­la. Los senderos de glo­ria solo con­ducen a la muerte decía un poeta inglés.

Y nues­tra Inde­pen­den­cia fue un holo­caus­to de vidas humanas irrecu­per­a­bles de más de 200.000 sobre una población que no pasa­ba del mil­lón de almas. El reino del ter­ror inau­gu­ra­do por Simón Bolí­var en el año 1813 con su Decre­to de Guer­ra a Muerte y más luego pro­fun­diza­do por el real­ista José Tomás Boves nos hizo alcan­zar el hor­ror supre­mo. La destruc­ción mate­r­i­al del país fue su resul­ta­do y todo el siglo XIX fue un siglo perdido. 

Como evi­den­cia de lo que dec­i­mos ten­emos el despo­jo ter­ri­to­r­i­al tan­to de la Penín­su­la de la Gua­ji­ra como del Ese­qui­bo. Los cus­to­dios de la inte­gri­dad ter­ri­to­r­i­al, los mil­itares, muy con­ve­nien­te­mente, pasan esto bajo cuer­da. Sólo les intere­sa vender el imag­i­nario épi­co de Carabobo y uti­lizar­lo con fines pros­elit­is­tas en el presente. 

[drop­shad­ow­box align=“none” effect=“lifted-both” width=“auto” height=”” background_color=”#f8c13d” border_width=“1” border_color=”#dddddd” ]Carabobo, la batal­la, puso final a la inde­pen­den­cia, sien­do en real­i­dad una vic­to­ria amar­ga que el mis­mo Bolí­var en sus años finales pre­sen­tía como desteñi­da porque la anar­quía desa­ta­da luego del der­rumbe de las insti­tu­ciones colo­niales nun­ca pudo ser susti­tu­i­do sat­is­fac­to­ri­a­mente por otras de tipo lib­er­al, mod­er­nas y repub­li­canas. Además, y esto es lo más rel­e­vante de Carabobo: se le entregó un cheque en blan­co a los mil­itares como los árbi­tros nacionales hacien­do que el proyec­to civilista siem­pre sufriera aten­ta­dos impi­di­en­do su con­sol­i­dación[/dropshadowbox]

De hecho, el proyec­to uni­ver­si­tario vene­zolano, que nace en los tiem­pos colo­niales y que se con­sol­i­da en los primeros años de la auro­ra democráti­ca luego del año 1958 hoy está sien­do aplas­ta­do por sus evi­dentes expre­siones de autonomía y críti­ca de nat­u­raleza civ­il algo que ningu­na hege­monía políti­ca está dis­puesto a tol­er­ar y mucho menos si está apoy­a­da por los fusiles y tan­ques. Así que no hay nada que cel­e­brar en Carabobo a menos que se trate de un episo­dio que nos conecte con Bolí­var y sus aspira­ciones frustradas de con­stru­ir una Venezuela pros­pera con mag­istra­dos hon­ra­dos, gob­er­nantes com­pe­tentes y un pueblo edu­ca­do y cul­to y que la Con­sti­tu­ción sea de ver­dad el con­vo­cante de una unidad de propósi­tos mayores.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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