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  Carmelo Fernández y sus memorias

Mario R. Tovar G
Investigador y escritor
mtovar60@hotmail.com

“Apuntes biográficos que dejo a mis hijos, prohibiéndoles que nada de lo contenido en este cuaderno se diga hasta 30 años o más, después de mi muerte.” Memorias de Carmelo Fernández (1940, p.1)
San José de Guama, cuna del pintor


Algunos cro­nistas de la época colo­nial reseñan que esta labo­riosa y otro­ra próspera comu­nidad, fue autor­iza­da a fun­darse por el gob­er­nador don Fran­cis­co de la Hoz Berrío y que para el año de 1623, cor­re­spondía a la juris­dic­ción del Jus­ti­cia May­or Capitán de Anto­nio de Alae­jos. Pos­te­ri­or­mente dos años después, cuan­do se pro­du­jo la visi­ta del obis­po Angu­lo, el pobla­do con­ta­ba con los sigu­ientes encomenderos: don Anto­nio Mejía, el Regi­dor don José de Suárez y el Alférez don Juan Ochoa, éste últi­mo rep­re­sen­ta­do por Simón Alvarado.

Sobre la evolu­ción pobla­cional de San José de Gua­ma, nos cuen­ta don Nicolás Per­az­zo (1982), que años más tarde, por allá por 1636, don Pedro Lovera sien­do Juez Poblador de la etnias caque­tías y chipas, nat­u­rales de los valles de Gua­ma y de Iboa, se sus­ci­taron trastornos en el pueblo de Gua­ma, provo­ca­dos por aque­l­los indí­ge­nas que no querían con­vivir con los Gay­ones; sin embar­go, es  per­ti­nente aclarar que a pesar de haber sido des­ig­na­do por el Dr. Pedro Núñez Meleán (1630–1637), el Sr. Lovera nada tuvo que hac­er en cuan­to a la fun­dación de éste, ni en los demás pueb­los de indios de la región; sólo lim­itán­dose sus fun­ciones a la reduc­ción de indios “huidi­zos” y de los que todavía se man­tenían fuera del pueblo que se les había señalado. 

A este respec­to, el his­to­ri­ador Reinal­do Rojas (1995), indi­ca que para el año de 1691, la población abori­gen de Gua­ma y Cocorote esta­ba con­sti­tu­i­da por 170 indios trib­u­tar­ios, para una población total de 680 habi­tantes, según datos toma­dos de la A.G.N. “Libro de Con­cor­dia que señala los Estipen­dios que actual­mente gozan los curas de doc­t­ri­na de esta Provin­cia de Cara­cas, for­ma­da en 06 de junio de 1661”. Real Hacien­da. 30.

Por su parte, la his­to­ri­ado­ra Lis­bel­la Páez (1998), pre­sen­ta intere­santes datos pobla­cionales del Valle del Yaracuy, toma­dos de la visi­ta pas­toral del obis­po Mar­i­ano Martí entre 1771 y 1772 a la región. A tales efec­tos, el pueblo de Gua­ma para la fecha con­ta­ba con 328 casas, habitadas por: 1201 blan­cos; 707 indí­ge­nas; 146 esclavos negros y mulatos y 203 negros, para un total de 2275 habitantes.

A niv­el económi­co, la riqueza de toda la región quedaría reseña­da por el pres­bítero don Juan Tomás de Font en 1765, quien des­de Gua­ma, lugar des­de  donde ejer­cía fun­ciones como capel­lán, elab­o­ra un informe seña­lan­do la exis­ten­cia en la juris­dic­ción de San Felipe de unas cua­tro­cien­tas hacien­das de cacao, con una pro­duc­ción anu­al esti­ma­da en quince mil fane­gas, tra­ba­jadas con peones con­trata­dos, ya que eran muy pocos los esclavos de que disponían sus amos. 

De igual for­ma, apunt­a­ba además que los campesinos de la época se ded­i­ca­ban al cul­ti­vo de maíz, yuca, carao­tas y plá­tanos; estos últi­mos para con­sumir­los como pan. Tam­bién se cul­tivó en la región, aunque en menor escala, el taba­co. Con relación a Gua­ma, Rojas(Ob. Cit, 1995; p. 232), ofrece algu­nas cifras sobre la pro­duc­ción de cacao en el sec­tor, toma­dos de los datos apor­ta­dos en su tiem­po por don Pedro José de Olavar­ria­ga, donde cens­a­ba a 34 pro­duc­tores por fane­ga para un total pro­duci­do de 137 y media fane­gas de cacao. Sin embar­go, un poco más especí­fi­ca Páez (Ob. Cit, 1998; p.47), ofrece el Cen­so Agrí­co­la lev­an­ta­do por el ya cita­do Olavar­ria­ga, en la Instruc­ción Gen­er­al y par­tic­u­lar del Esta­do pre­sente de la provin­cia de Venezuela en los años 1720–1721, donde ubi­ca­ba a 32 pro­duc­tores para una pro­duc­ción de 1371 y media fane­gadas, con 9182 árboles, equiv­a­lentes a 275 hec­táreas producidas

Final­mente,  la población de Gua­ma con una propiedad comu­nal indí­ge­na, recibe la Visi­ta  Públi­ca en 1765 del capitán don Juan de Salas, encon­tran­do a don Juan Andrés de Var­gas, de quien se decía era para ese entonces Teniente Gob­er­nador de cin­co pueb­los de indios a saber: Cuara, Urachiche, Chiva­coa, San Jerón­i­mo de Cocorote y Gua­ma; mien­tras que ya para 1773, se con­ta­ba con un Cor­regi­dor sólo para el par­tido de Gua­ma y otro para el resto de las pobla­ciones ya reseñadas, lo cual refle­ja­ba la impor­tan­cia que las autori­dades daban al lugar. 

Entre algunos ilus­tres hijos de Gua­ma, podemos men­cionar a Fray Juan Anto­nio Navar­rete, naci­do en ese pobla­do el 11 de sep­tiem­bre de 1749 a quien se con­sid­era  pre­cur­sor del cuen­to en nue­stro país, llegán­dose a desem­peñar como Bib­liote­cario del Con­ven­to Fran­cis­cano de Cara­cas durante largo tiem­po, donde se esti­ma escribió la may­or parte de su volu­mi­nosa obra de aprox­i­mada­mente 30 libros, lam­en­ta­ble­mente extravi­a­dos en el tiem­po y del cual sólo se con­ser­va en nue­stros días el “Arca de Letras y Teatro Universal”. 

Final­mente, Juan Anto­nio Navar­rete fal­l­ece en Angos­tu­ra el 11 de sep­tiem­bre de 1814. De igual man­era nació en esta población Carme­lo Fer­nán­dez, desta­ca­do  ofi­cial del Ejérci­to Repub­li­cano, además de céle­bre pin­tor, dibu­jante y linotip­ista. Su obra más cono­ci­da es el retra­to de Bolí­var, elab­o­ra­do en 1873, sien­do esta la efigie que aparece en la mon­e­da nacional venezolana. 

Aprox­i­mación a su biografía

Carme­lo Fernández

Este desta­ca­do ofi­cial del ejérci­to repub­li­cano, pin­tor, dibu­jante y linotip­ista, nació en San José de Gua­ma, esta­do Yaracuy, el 30 de junio de 1809, sien­do hijo de José María Fer­nán­dez y de Luisa Páez. Des­de muy joven fue envi­ad a Cara­cas por su tío mater­no, el gen­er­al José Anto­nio Páez, para hac­er sus estu­dios. Allí recibe clases de dibu­jo de un antiguo capitán de artillería del ejérci­to francés de apel­li­do Less­abe, quien para entonces dirigía una Acad­e­mia de estudios. 

Según datos apor­ta­dos en su biografía por el Dic­cionario de His­to­ria de Venezuela de la Fun­dación Polar (1998), en 1823, aten­di­en­do a la recomen­dación de sus pro­fe­sores, fue envi­a­do a Nue­va York e inscrito en el Cole­gio Wash­ing­ton, que regenta­ba Mar­i­ano Velázquez de la Cade­na. En 1827 retor­na a Venezuela, sin haber ter­mi­na­do la car­rera la car­rera de inge­niero que había ini­ci­a­do y se alista en el ejérci­to patri­o­ta, sien­do desta­ca­do en Puer­to Cabel­lo y luego en Bogotá en 1828, para hac­er la cam­paña con­tra las fuerzas peru­a­nas que habían inva­di­do Guayaquil, en el sur de la Gran Colombia.

Tiem­po después, Carme­lo Fer­nán­dez sería enro­la­do en el batal­lón de Cazadores de Occi­dente, coman­da­do por el coro­nel Car­los Luis Castel­li y debido al tri­un­fo del Mariscal de Ayacu­cho, Anto­nio José de Sucre en Tar­quí, el 27 de febrero de 1829, dejó sin afec­to su inmi­nente trasla­do al sur, pero más tarde sería traslada­do a la sec­ción de topografía del Ejérci­to y tra­ba­jó, por encar­go del Gob­ier­no, en el lev­an­tamien­to de una car­ta geográ­fi­ca de la Nue­va Grana­da. Ascen­di­do a teniente sirvió en 1829 cer­ca del Lib­er­ta­dor Simón Bolívar. 

En este año y bajo las órdenes del coro­nel Castel­li, actuó en la batal­la del San­tu­ario (depar­ta­men­to de Antio­quía, Colom­bia) con­tra el gen­er­al José María Cór­do­ba. En 1833, ya de regre­so en Venezuela e inac­ti­vo en el ejérci­to, se insta­la en Valen­cia, donde se ded­i­ca por algún tiem­po al retra­to y la miniatu­ra. Ese mis­mo año, mien­tras se ded­i­ca­ba tam­bién a las labores docentes en la Acad­e­mia de Matemáti­cas de Cara­cas, conoce al geó­grafo y mil­i­tar Agustín Codazzi, con quien va a tra­ba­jar en la elab­o­ración del Atlas Físi­co y Políti­co de la Repúbli­ca de Venezuela, impre­so en París en 1841. Tam­bién por encar­go de Codazzi, elab­o­ra algunos de los retratos de próceres que ilus­tran la edi­ción del Resumen de la His­to­ria de Venezuela, de Rafael María Bar­alt y Ramón Díaz.

Carme­lo Fer­nán­dez. Por­ta­da del Atlas Físi­co y Políti­co de la Repúbli­ca de Venezuela, 1840

Pos­te­ri­or­mente, con el propósi­to de super­vis­ar la impre­sión de sus dibu­jos, mar­cha a París ese mis­mo año en com­pañía de Codazzi y se entera de los pro­ced­imien­tos litográ­fi­cos; mien­tras que entre 1841 y 1842, se desem­peña como pro­fe­sor de pin­tu­ra y geografía en el cole­gio Roscio, perío­do donde se inte­gra a la comi­ti­va envi­a­da por el Gob­ier­no vene­zolano a San­ta Mar­ta para asi­s­tir a la repa­triación de los restos del Lib­er­ta­dor, con la encomien­da especí­fi­ca de tes­ti­mo­ni­ar tan impor­tante cer­e­mo­nia, tras lo cual hace 22 dibu­jos que nar­ran difer­entes momen­tos del históri­co episodio. 

Es de destacar que ocho de estos dibu­jos apare­cerían litografi­a­dos en una hoja inser­ta en la edi­ción de El Vene­zolano, con fecha del 17 de diciem­bre de 1843 y a par­tir de ese año, su nom­bre estará aso­ci­a­do a la empre­sa litográ­fi­ca caraque­ña de Muller y Sta­pler, para la impre­sión de las estam­pas que ilus­tran el tira­je sem­anal del sem­a­nario El Pro­mo­tor, que cir­culó has­ta mar­zo de 1844.

A niv­el políti­co, tras fra­casar la inten­tona lid­er­a­da por su tío, el gen­er­al José Anto­nio Páez para der­ro­car a José Tadeo Mon­a­gas, en 1849, Carme­lo Fer­nán­dez se ve oblig­a­do a refu­gia­rse en Bogotá, donde encen­tra a Agustín Codazzi, ocu­pa­do en sus labores en la Comisión Coro­grá­fi­ca Colom­biana, quien a su vez con­tra­ta a Fer­nán­dez en cal­i­dad de pin­tor, en cuyas labores via­ja por las provin­cias de Vélez, Soto, Ocaña, Sotil­lo, Tun­damar y San­tander, respec­ti­va­mente, donde pin­ta 33 acuare­las sobre aspec­tos nat­u­rales o humanos de cada una de estas regiones; obras que sobre­salen por su cal­i­dad entre las 165 que for­man el álbum de la cita­da Comisión Corográfica. 

Al cabo de los años, ya de regre­so en Venezuela, Carme­lo Fer­nán­dez se con­sagra a la enseñan­za en var­ios cole­gios de la cap­i­tal; pero luego en 1870, se res­i­den­cia en Mara­cai­bo, donde pres­ta sus ser­vi­cios como inge­niero en la admin­is­tración de Venan­cio Pul­gar, abo­ca­do a dis­eñar la nue­va plaza Bolí­var de la cap­i­tal zuliana y tam­bién eje­cu­ta en el Pala­cio de las Águilas, sede del gob­ier­no, seis paisajes murales sobre difer­entes aspec­tos de la geografía y el hom­bre zuliano.       

Memo­rias del céle­bre mil­i­tar y pintor

Lle­gan a mis manos estas  históri­c­as “Memo­rias de Carme­lo Fer­nán­dez”, gra­cias al gen­til prés­ta­mo de la Dra., Diana Par­ra; dilec­ta hija del recono­ci­do peri­odista san­fe­lipeño don Ori­ol Par­ra, quien en vida llegó a con­for­mar una com­ple­ta bib­liote­ca de recono­ci­dos autores mundi­ales, nacionales y locales, donde desta­ca, sin duda algu­na, este intere­sante tex­to del desta­ca­do ofi­cial repub­li­cano, pin­tor, dibu­jante y litó­grafo vene­zolano, quien vino al mun­do en San José de Gua­ma, el 30 de junio de 1809, en un hog­ar con­for­ma­do por sus padre José María Hernán­dez y de Luisa Páez.

En relación a esta obra, expli­ca en el pról­o­go de la ter­cera edi­ción, el escritor Rafael Ramón Castel­lanos, que esta edi­ción vio luz en enero de 1982, den­tro de la Bib­liote­ca de Autores y temas Yaracuyanos, por deter­mi­nación del entonces Pres­i­dente Con­sti­tu­cional de la Repúbli­ca, doc­tor Luis Her­rera Cam­píns, quien en una audi­en­cia colec­ti­va (16–02-1981), atiende la solic­i­tud del ciu­dadano Cal­ix­to Fer­nán­dez Cis­neros, nieto del recono­ci­do artista yaracuyano, quien le solici­ta al Pres­i­dente Her­rera, edi­tar de nue­vo esta impor­tante obra: “Para que la lean los niños de Yaracuy o del llano, o de toda Venezuela”; obra que en esta ter­cera edi­ción se estruc­tura en una Nota Explica­ti­va, pról­o­go de la primera edi­ción (1940), por parte del escritor Eduar­do Picón Lares y otro cor­re­spon­di­ente a la segun­da edi­ción  (1973), aus­pi­ci­a­da por la Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria, tit­u­la­do: “Un Olvi­da­do Artista y Mil­i­tar Vene­zolano, por parte de Héc­tor Gar­cía Chue­cos; Dic­ta­men de la Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria Sobre las Memo­rias de Carme­lo Fer­nán­dez y el tex­to en un solo cuer­po de dichas Memo­rias, donde abor­da la his­to­ria de la famil­ia de Páez, ras­gos biográ­fi­cos de Sou­blette, Miguel Peña, Hilario López, Pablo Moril­lo y otros suce­sos enmar­ca­dos en los difí­ciles días de la sep­a­ración de Venezuela de la Gran Colom­bia, donde se pre­sen­ta  Carme­lo Fer­nán­dez como par­tidario de la inte­gri­dad de Colom­bia y del Libertador.

Carme­lo Fer­nán­dez, Province of Vélez, The Strait of Furate­na in the Minero Riv­er, 1850–51, water­col­or on paper (Colom­bian Nation­al Library)

Por últi­mo, este impor­tante tex­to impre­so en los Talleres Litográ­fi­cos de Impre­sos Urbina, C.A., Cara­cas, Venezuela, describe al final de sus 109 pági­nas, los ras­gos per­son­ales de: José Oban­do,  San­tander, José Briceño,  Bolí­var,  Sucre y de su tío José Anto­nio Páez, a quien reprocha: “por tan­to desapego (…) con sus pari­entes de la famil­ia en que nació (…)”, apun­tan­do además un sar­cas­mo dicho por una seño­ra en Valen­cia: “Páez era luz afuera y oscuri­dad de aden­tro.” Sin embar­go, como mil­i­tar admiró a su céle­bre tío, de quien dijo final­mente: “A pesar de este rever­so de la medal­la, no por eso quer­e­mos man­i­fes­tarnos irrev­er­entes con la memo­ria del ilus­tre Paéz, a quien ver­e­mos siem­pre como un héroe y como fun­dador del poder civ­il en Venezuela.” (p.62).

Final­mente, este recono­ci­do mil­i­tar repub­li­cano, pin­tor, dibu­jante y linotip­ista guameño, muere en Cara­cas, hace 134 años, el 09 de febrero de 1887 y sus restos reposan en el Pan­teón Nacional des­de el 18 de agos­to de 1983.

CorreodeLara

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