EfeméridesReportajesUNA HISTORIA EN UNA IMAGEN

El 27F en imágenes

Luis Heraclio Medina Canelón
M.C. de la Academia de Historia del Estado Carabobo

El Caracazo fue un estallido social, político y delincuencial que sufrió Venezuela en varias de sus principales ciudades a partir del 27 de febrero de 1989, que incluyó saqueos, robos, incendios y asesinatos. La policía fue rebasada por los saqueadores que con armas se enfrentaron a la fuerza pública, que tuvo que ser auxiliada por la Guardia Nacional, que también fue rebasada, lo que trajo como consecuencia que, para evitar males mayores, controlar el caos y llevar la tranquilidad a la ciudadanía el gobierno decidió suspender las garantías constitucionales y sacar el ejército a la calle. En las operaciones de mantenimiento del orden público hubo una buena cantidad de muertos, mayoritariamente saqueadores, pero también gente inocente alcanzada por las balas perdidas y algunos militares y policías asesinados por los amotinados, por ejemplo, el comandante Acosta Carles (hermano del exgobernador de Carabobo) que fue asesinado por un francotirador de los exaltados.


 

¿Qué con­tex­to llevó a que ocur­ri­era ese hecho?

Ocurre en los primeros meses de del segun­do gob­ier­no de Car­los Andrés Pérez, reelec­to para el peri­o­do 1989–94; luego de una investidu­ra pres­i­den­cial suma­mente osten­tosa, lla­ma­da pop­u­lar­mente la “coro­nación de CAP”, a la cual asistieron los más impor­tantes dig­natar­ios de todo el mun­do. El pres­i­dente Pérez trató de impon­er un nue­vo pro­gra­ma económi­co lib­er­al, que incluía elim­i­nación del con­trol de pre­cios y posi­ble­mente incre­men­to del pre­cio de los com­bustibles y los ser­vi­cios públi­cos. Una de las  primeras con­se­cuen­cias de esa políti­ca fue un ligero incre­men­to en le pre­cio del trans­porte interur­bano entre Cara­cas y Guare­nas y Guatire, ciu­dades satélites de la cap­i­tal. Allí se dieron las primeras man­i­festa­ciones con incen­dio de vehícu­los de trans­porte colec­ti­vo y saque­os, que fueron tele­visa­dos y se repli­caron inmedi­ata­mente en Cara­cas, donde tam­bién fueron tele­visa­dos en vivo. De allí se extendieron como un efec­to de imitación o “efec­to dom­inó” a otras cap­i­tales de estado.

Dis­tur­bios en Caracas

¿Cómo reac­cionaron las comu­nidades de aquel entonces a ese hecho?

Hay que dis­tin­guir entre dis­tin­tas comu­nidades. En las comu­nidades de bajos ingre­sos, los lla­ma­dos “sec­tores pop­u­lares”, las pobla­ciones salieron a saque­ar indis­crim­i­nada­mente los mer­ca­dos y nego­cios de sus pro­pios bar­rios, donde ellos mis­mos se abastecían. En el Oeste y el Sur de Valen­cia, y en los Guayos, por ejem­p­lo, fueron saque­a­d­os e incen­di­a­dos casi todos los mer­ca­dos y super­me­r­ca­dos. De hecho, eso orig­inó que por muchísi­mos años nadie se atre­vió a insta­lar un gran super­me­r­ca­do en esos sec­tores. Fueron espe­cial­mente ensaña­dos con los mer­ca­dos de los chi­nos. Recor­damos var­ios com­er­ciantes asiáti­cos asesina­dos por la tur­ba en la aveni­da Aranzazu.

Incen­dios y destrucción

Por el con­trario, en otros sec­tores, de clases media-baja y media media o alta, las comu­nidades, ante el temor de quedarse sin sus abas­tos o mer­ca­dos que les vendían los ali­men­tos y pro­duc­tos de primera necesi­dad se orga­ni­zaron para pro­te­ger sus nego­cios de saque­adores forá­neos. Recor­damos que por ejem­p­lo en las azoteas de los aparta­men­tos de unos edi­fi­cios en el sec­tor “El Cabri­ales” frente al Cemente­rio Munic­i­pal de Valen­cia, los veci­nos se apos­taron arma­dos en las azoteas de los edi­fi­cios para defend­er­se de posi­bles saqueadores.

¿Qué se pudo hac­er para que no sucediera?

Es una espec­u­lación vana pon­er­nos a pen­sar en el “qué se pudo”. Mejor es estu­di­ar a fon­do las ver­daderas causas del estal­li­do, o bus­car quienes fueron los insti­gadores. Vemos que en otras sociedades han ocur­ri­do hechos como los que han lla­ma­do “des­en­ca­denantes” del Cara­ca­zo y se han toma­do con cal­ma y sin vio­len­cia. Igual­mente, en los tiem­pos recientes hemos sufri­do incre­men­tos de pasajes, escas­es, caren­cia de artícu­los de primera necesi­dad y ser­vi­cios públi­cos defi­cientes y no ha habido demostra­ciones masi­vas de vio­len­cia. Quizás en el fon­do de todo esta­ba meti­da la mano de la sub­ver­sión “paci­fi­ca­da” de la extrema izquierda.

Los fran­coti­radores de los delin­cuentes tam­bién atac­aron al ejérci­to y la policía.

¿Qué reper­cu­siones vemos de eso al día de hoy?

El saqueo, que fue algo insól­i­to en febrero de 89, hoy es un temor per­ma­nente en la mente de los vene­zolanos. Por muchos años las comu­nidades de los sec­tores pop­u­lares se quedaron sin automer­ca­dos o nego­cios medi­anos o grandes por el temor de los inver­sion­istas a los saque­os. Las muertes de los días de febrero del 89 fueron uti­lizadas como argu­men­to políti­co por los golpis­tas del 92, pero paradóji­ca­mente, los mil­itares medios y bajos (tenientes, cap­i­tanes y may­ores) que en las calles enfrentaron a los saque­adores fueron los encar­ga­dos direc­ta­mente de reprim­ir a las tur­bas. Los gen­erales en sus coman­dos gira­ban las ordenes, pero esos ofi­ciales fueron los que las eje­cu­taron. Muchos de ellos luego se con­virtieron en golpistas.

Las fotos son autoría de Eric Van­dev­ille en gettyimages

 

Luis Medina Canelón

Abogado, escritor e historiador Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del Estado Carabobo

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