El barbero más antiguo de Barquisimeto cuenta su historia
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
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Con más de 60 años en el oficio y 89 de existencia, este singular personaje ha peluqueado a más de 150 mil personas aproximadamente, entre los que destacan, periodistas, religiosos, militares, políticos, hombres de letras, entre muchos otros
José Genaro Pérez se inició en el oficio de manera empírica, “trasquilando a cuanto melenudo” se le atravesaba. Su tarifa inaugural fue de un bolívar por corte, en 1948. Cinco años después subió el precio a dos bolívares los adultos conservando el precio inicial para los niños.
Atesora clientes de más de 50 años con quienes tiene un lazo indisoluble de amistad. Su lúcida memoria es testigo del tiempo y su espíritu jocoso, su mayor riqueza. No hay quién pase frente a la barbería de Genaro Pérez que no le procure un saludo cordial. Niños, jóvenes y adultos ‑y hasta hermosas damas- le saludan con cariño y reverencia.
Es el barbero más antiguo de Barquisimeto. Se inició en el oficio ‑de manera empírica- por allá en el año 43, en pleno servicio militar, donde un día, en medio de un sopor insomne propio de las tierras zulianas, un grupo de compañeros le pidieron a Genaro los afeitara.
La silla le costó tres mil bolívares hace 60 años y aún funciona a la perfección
Pero la profesión propiamente dicha la comenzó a ejercer en la sastrería de Virgilio Valera, cuyo negocio quedaba en la calle Agüero entre Ayacucho y Libertador. Allí, en los ratos libres, ‑pues trabajaba como ayudante de sastre‑, “me la pasaba pelando a los muchachos de la cuadra”.
Así comenzó la carrera que desempeñaría por más de medio siglo y se extendería hasta nuestros días, el cual le ha traído inmensas satisfacciones, gratos recuerdos y un caudal de buenos amigos.
En América afeitaron a bolívar
El 5 de abril de 1948, cuando gobernaba el país el ilustre escritor don Rómulo Gallegos, Genaro Pérez inauguró una flamante barbería con el nombre de América, donde la tarifa inicial fue de un bolívar por cada corte de cabello y a dos lochas los niños.
El reluciente local estuvo situado en la carrera 18 entre calles 30 y 31, con el número 246. Allí, instaló su primera silla de barbería, la cual le costó tres mil bolívares de los de antes, “todo un dineral”.
Luego don Genaro se mudó a la calle Aldao (calle 31) entre Ilustre Americano (carrera 17) y Calle Ayacucho (carrera 18) número 17–80, donde reabrió una nueva y moderna barbería de nombre Chic.
Don Genaro cierra los ojos y se sumerge en los confines más profundos de su memoria para agregar con un entusiasmo cautivante que las primeras perfumadoras, ‑de acero inoxidable- las compró en 1948 por cinco bolívares, “y las otras dos las compré, cuatro años después, por diez bolívares”.
El nacimiento del fígaro
Don Genaro Pérez vino al mundo en un “campito” conocido como Tamboral, perteneciente al entonces distrito Crespo, el 19 de septiembre de 1919. Hijo de Roso Rodríguez, natural Duaca, y de María Lourdes Pérez. Es el segundo de seis hermanos.
Aprendió a leer y a escribir en su terruño natal. Ya cumplido los once años se vino a Barquisimeto en busca de nuevas oportunidades. Comenta con fascinación que abordó el Ferrocarril Bolívar con destino a la capital de Lara. “El viaje costaba tres reales”.
Estudié hasta cuarto grado en la Universidad Popular, ubicada en la avenida La Ciencias (luego 5 de Julio, hoy calle 30) con Aldao (calle 31), cuando ingresé al ejército en 1943 hasta el 45, en el gobierno del general Isaías Medina Angarita, en plena Segunda Guerra Mundial, rememora con gracia.
En plenas funciones en compañía de los hijos de Antonio Alejos
Afirma que fue el barbero de la Compañía de Ametralladoras Antiaéreas, acantonada en San Lorenzo, estado Zulia, “pero no sabía ni cómo agarrar una tijera, pero rompiendo se aprende”.
Como retiro del servicio militar le dieron 448 bolívares, “toda una fortuna para la época”, ríe con picardía sin dejar las tijeras a un lado mientras le corta el cabello a don Augusto Ramos, un cliente de más de treinta años.
Desde el 52 comparte su vida con Nelly Palencia, con quien contrajo matrimonio el 6 de septiembre, en la iglesia El Cristo. De la unión nacieron cinco hijos: Ivett Virginia, Luis Guillermo, primer contrabajo de la Sinfónica del estado Lara, perteneciente también al grupo Ensamble Nueva Segovia, Yadira, Lissett Josefina y Jesús Genaro Pérez, “Chulalo”, querido sacerdote barquisimetano.
Los clientes más asiduos
Según don Genaro, afianzándose en su memoria impecable, comenta que sus clientes infaltables son los hermanos Fermín, Solano y Amor Serrano, así como el abogado y escritor Hernán Vargas Calles, a quien le corta el cabello desde niño.
Pero se regocija nombrar a otros clientes como: Ramón Escobar Salom, parlamentario y ex Fiscal General de la República, Miguel Romero Antoni, gobernador del estado, los hermanos Yepes Gil: don Mariano, don Domingo y don Daniel, los Sigala también figuran en su generosa lista.
Asimismo, destacan notables periodistas, dueños de medios e historiadores como: Lino Iribarren Celis, Esteban Rivas Marchena, columnistas e investigadores de EL IMPULSO, Rafael Ángel Segura, dueño de las principales emisoras de radio de la ciudad, Joaquín Carrera, Iván Brito López, entre otros.
Pero don Genaro no podía cerrar la lista sin añadir que al único que nunca le cortó el cabello fue al escritor Julio Garmendia, “porque me dijo un buen día, que él no se entendía con los barberos”.
Barberías del Barquisimeto de antaño
Relata don Genaro que ya en 1930 existían en la ciudad varias barberías que mantuvieron sus puertas abiertas por largos años. Afirma también que las mismas eran centros sociables y culturales, “donde se reunía la gente para cantar, charlar y contar anécdotas y sucesos de la ciudad”.
Una de las más conocidas era la Petit Trianon, de Miguel Ángel Silva, conocido barbero y buen cantante. Barbería Modelo, de Gervasio y Pánfilo Vásquez, ubicada en la carrera 18 entre calles 30 y 31.
Otra fue El Fígaro, de Aníbal Terán, situada en la calle Comercio (hoy avenida 20) entre 28 y 29. Sobresalieron en el oficio también: Genaro Machado “El Taparo”, frente al cine Rialto, Celestino López, en la carrera 17 con calle 27, Marcos Perdomo, en la calle 31 entre carreras 15 y 16, al lado del famoso bar “Cambural” de Benito Poleto, donde se congregaban la mayoría de los barberos después de bajar la santa maría.
60 años cortando pelos, ¡Na´guará…! Dirá nuestro Esteban Rivas Marchena. Y adicionamos, ¿Cuánta agua ha corrido bajo ese puente? Y a los 89 años, vemos día a día al Fígaro más antiguo de Barquisimeto, en el arte de rejuvenecer a la gente, en su localcito de la calle Aldao, donde se detuvo el tiempo en 1948.
Se declara lector de EL IMPULSO desde el año 48, cuando costaba 0,25 céntimos, “yo lo compro todos los días para que mis clientes se culturicen también y por supuesto para estar siempre enterado de lo que sucede en el mundo, en el país y en la región.
EL IMPULSO siempre se ha caracterizado por ser un vocero muy completo”. Comenta don Genaro con asombrosa lucidez ‑como si fuera ayer- que trabajó como pregonero de EL IMPULSO, “pero lo hice por corto tiempo (unos 2 años), y me dediqué más tarde a limpiar botas, porque consideraba más decente lustrar zapatos”. Luego, y ya pasado los veinte años, acota, comprendí que era muchísimo más decente vender periódicos que trabajar como limpiabotas, por una sencilla razón: como pregonero leía todos los días el periódico.