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El Caracazo: Veinticinco años después

Sigue sin­do una incóg­ni­ta el número de muer­tos de El Caracazo

Son múltiples
las miradas que le podemos dar a los acontecimientos del 27 y 28 de febrero de
1989,  jornada de protesta, saqueos y violencia
que conmovió a Caracas y donde la actuación del  Ejército y la Guardia Nacional, dejó un saldo
de víctimas que aun se discute

 

El análisis
cor­re­sponde al recono­ci­do his­to­ri­ador Reinal­do Rojas, que adi­ciona en un
sin­te­ti­za­do estu­dio, que el sal­do lam­en­ta­ble de aquel con­vul­so esce­nario, está
con­den­sa­do en los informes de Provea, las denun­cias de las víc­ti­mas organizadas
en Cofav­ic y el sím­bo­lo de aquel triste capí­tu­lo de nues­tra his­to­ria: la peste,
en el Cemente­rio Gen­er­al de Sur, donde
fueron a parar los cadáveres de los fal­l­e­ci­dos, amon­ton­a­dos en fos­as comunes. 
      
“Vein­ticin­co
años después de aque­l­los acon­tec­imien­tos aún nos pre­gun­ta­mos ¿cómo y por qué
llegó Venezuela a esa lam­en­ta­ble situación?”, exam­i­na Rojas.

La fecha hay que
ubi­car­la en el cuadro de cri­sis económi­ca que vive el país a par­tir de 1983 –adiciona‑,
después del boom petrolero que elevó
el pre­cio del crudo de 3,90 a 13,95 dólares, entre 1973 y 1974. 

“ta’barato dame dos”

De la
pros­peri­dad y el “ta’barato dame dos”  pasamos a la cri­sis económi­ca y social de
1989, pero cuáles eran los indi­cadores económi­cos: una ele­va­da deu­da exter­na, con
34 mil 104 mil­lones de dólares, caí­da de las reser­vas inter­na­cionales y
deval­u­ación del bolí­var frente al dólar. 

Según su
inter­pretación, el his­to­ri­ador y anal­ista social, indi­ca que los indicadores
sociales que degener­aron en la fatídi­ca revuelta eran: inflación, bajos
salarios, cri­sis en los ser­vi­cios públi­cos, desem­pleo, y con ello el incremento
de la pobreza en el país. 
Entre 1980 y
1990, la población en pobreza críti­ca en Venezuela, pasó de 5.524.000 personas
a 7.846.000.
“Frente a esta
situación, el gob­ier­no de Car­los Andrés Pérez, elec­to en diciem­bre de 1988,
anun­cia su pro­gra­ma de ajuste económi­co, que entre otros aspec­tos fig­uró la eliminación
del sub­sidio a las tar­i­fas de los ser­vi­cios públi­cos, sin­ceración del pre­cio de
los ali­men­tos, nue­va deval­u­ación, pri­va­ti­zación de empre­sas públi­cas, reducción
del déficit fis­cal por el despi­do de emplea­d­os de la admin­is­tración públi­ca y
dis­min­u­ción de arance­les para prop­i­ciar la aper­tu­ra económi­ca”, apun­ta el Premio
de His­to­ria 1992. 

La sombra de El Caracazo

En aquel cuadro
de cri­sis económi­ca, con­flic­tivi­dad social y pugnaci­dad políti­ca, un simple
suce­so, como fue la reac­ción de la población de Guare­nas al aumen­to del precio
del pasaje,  fue la chis­pa que “incendió
la pradera”. 
“Cuan­do se
cumplen 25 años de aque­l­los acon­tec­imien­tos, los vene­zolanos hemos sido testigo
de un febrero nue­va­mente sig­na­do por la con­flic­tivi­dad social, con indi­cadores  nos colo­can frente a un mod­e­lo económico
impor­ta­dor y redis­trib­u­ti­vo que está sufrien­do el impacto de la escas­es de
divisas porque Pdvsa ha reduci­do su sum­in­istro al país, acumulando
deu­das con socios y provee­dores y una baja pro­duc­ción de crudo, lle­gan­do a importar
deriva­dos de petróleo para el mer­ca­do inter­no”, sostiene Rojas amplian­do que el
con­trol de cam­bios ha gen­er­a­do una economía dis­tor­sion­a­da que ha redun­da­do en
una cri­sis de abastec­imien­to de pro­duc­tos impor­ta­dos, des­de ali­men­tos hasta
insumos para la indus­tria, con un incre­men­to desmesura­do de los pre­cios de la
canas­ta bási­ca alimentaria. 
“Nue­va­mente, la sombra
del “cara­ca­zo”  ron­da entre nosotros, confundido
entre la escasez, el desem­pleo y la pobreza, los ver­daderos ene­mi­gos a vencer”,
finaliza. 

Luis Alberto
Perozo Padua

 


 

CorreodeLara

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