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El cometa Halley en Barquisimeto (1910)

 

 

Omar Garmendia
Escritor e investigador

 

EL 19 DE MAYO DE 1910 decenas de miles de personas en Barquisimeto esperaron sobresaltadas y horrorizadas el paso del cometa Halley con su cola venenosa. 

 
A las 10 de la noche se veía el platea­do cometa en el cielo bar­quisimetano provo­can­do espan­to entre las beatas y curiosi­dad entre los cat­e­dráti­cos. Algunos atre­v­i­dos que se aso­maron en los patios para medio atis­bar el cielo, ase­gura­ban que la atmós­fera se había impreg­na­do de una extraña sen­sación de escar­cha luminosa.
 
Des­de medi­a­dos de abril del pre­sente año de 1910 se venía anun­cian­do la lle­ga­da del Cometa Hal­ley y ya las voces agor­eras indi­ca­ban que la Tier­ra col­i­sion­aría con el bril­lante astro y que la cola envolvería a la Tier­ra con los gas­es mefíti­cos, pues se había cor­ri­do la voz en la pren­sa de que el cometa llev­a­ba aso­ci­a­do un gas venenoso denom­i­na­do cianógeno, lo que pro­duciría la muerte de la humanidad por asfix­ia y enve­ne­namien­to. El cometa pasó tan cer­ca de la Tier­ra, que esta cruzó su cola, provo­can­do un gran páni­co en la población.
 

Todo un negocio

La fiebre apoc­alíp­ti­ca se extendió por todo el mun­do y gran parte de la población esta­ba con­ven­ci­da de que iba a morir y los per­iódi­cos esta­ban encan­ta­dos de gener­ar y pub­licar noti­cias sobre la inmi­nente catástrofe. Pero no solo la pren­sa hizo rentable económi­ca­mente el anun­cio del fin del mun­do a causa del cometa Halley.

Cuan­tiosas per­sonas ganaron mucho dinero con este hecho. Los más avis­pa­dos ten­deros de la calle del Com­er­cio aprovecharon para com­er­cializar todo tipo de ele­men­tos y sou­venirs sobre el Hal­ley. Se dis­pararon las ven­tas de estampil­las, tar­je­tas postales, cuchar­il­las de pla­ta, píl­do­ras y has­ta más­caras anti­cometas, que en real­i­dad eran más­caras antigás nor­males y comunes y otra infinidad de obje­tos con la figu­ra del astro. Muchos acondi­cionaron habita­ciones her­méti­cas en sus casas para refu­gia­rse mien­tras el Hal­ley estu­viera ron­dan­do el planeta.
 

El fin del mundo

Los fal­sos pro­fe­tas iban preg­o­nan­do por los caseríos que la tier­ra se acabaría, que se iba a con­t­a­m­i­nar la atmós­fera y mataría a todo bicho viviente. Muchas per­sonas lo creyeron y otras, pre­sas del páni­co y pen­san­do que lle­ga­ba el fin del mun­do se sui­ci­daron. Los may­ores no deja­ban salir a sus hijos a ver tan escalofri­ante espec­tácu­lo, ya que podrían intoxicarse.
 
Las abue­las veían ese bicho como un lucero muy grande y una gran cola que parecía una pal­ma y que si toca­ba la tier­ra se acabaría en brasas, por eso en los cam­pos causó ter­ror y man­daron a hac­er rezos y velo­rios implo­ran­do la pro­tec­ción de Dios a fin de que ese ani­mal del infier­no no rozara la tierra.
 
Sucedió que esa noche del 19 de mayo los veci­nos de las cer­canías de la igle­sia Con­cep­ción estando de ple­garia y jus­to cuan­do el padre había sali­do en una gran pro­ce­sión segui­da de cuan­to san­to había en las igle­sias, los pre­sentes pudieron avis­tar una gran lla­ma­ra­da amar­il­la que venía hacien­do pirue­tas por el cielo que como un fuego de pirotec­nia se acer­ca­ba cual ful­mi­nante admoni­ción celeste, echan­do chis­pas meteóri­c­as en direc­ción hacia las per­sonas que venían en procesión.
 
Los fieles lan­zaron alar­i­dos de ter­ror y salieron cor­rien­do despa­voridos por todas partes, per­signán­dose y pidi­en­do perdón por los peca­dos. La gente vio cuan­do la bola hecha un can­delero fue descen­di­en­do ver­tig­i­nosa­mente en cír­cu­los alo­ca­dos y la vieron caer por los enmon­ta­dos ter­renos cer­canos a la igle­sia de la Paz y el cole­gio San Agustín. El padre ase­guró a los fieles que el cometa había dado final­mente el cola­zo y se iba a acabar el mun­do. Con un cru­ci­fi­jo en alto el cura dic­t­a­m­inó: “cayó ese demo­nio”. Los rezos se redoblaron en clam­orosas salves con peti­ciones a Dios para que sal­vara a la ciudad.
 
Pero en real­i­dad no hubo tal cosa. Se trata­ba de una bro­ma eje­cu­ta­da por unos mucha­chos de famil­ias ric­as que habían hecho un gran cometa o papa­gayo con la cola moja­da en querosén, le prendieron can­dela y lo ele­varon con tres rol­los de guar­al. Pusieron a un mozal­bete a que lo halara des­de una casa de alto y cuan­do lev­an­tó el vue­lo la gente de Bar­quisime­to que and­a­ba en la pro­ce­sión comen­zó a llo­rar y a gemir. Con cada que­bra­do del papa­gayo se acre­centa­ban las griterías. Muchas mujeres preñadas abor­taron. Al final la gente des­cubrió la tre­ta y los mucha­chos estu­vieron huyen­do seis meses. Y, cier­ta­mente, el mun­do no se acabó.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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