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El correo fue una necesidad imperiosa en tiempos de la Independencia

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisalbertoperozopadua@gmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

Durante la colo­nia, la cor­re­spon­den­cia lle­ga­ba a la Cap­i­tanía Gen­er­al de Venezuela en buques de guer­ra por los puer­tos de La Guaira y Puer­to Cabel­lo, y el gol­fo de Mara­cai­bo. El correo que se envi­a­ba al extran­jero era trans­porta­do por vía marí­ti­ma a las islas de San­to Domin­go, Puer­to Rico y Cuba.

La cor­re­spon­den­cia que iba dirigi­da a España se con­cen­tra­ba en La Habana para su trasla­do pos­te­ri­or. El trans­porte del correo vía ter­restre solo cubría la ruta has­ta San­ta Fe de Bogotá (Colom­bia).

Con el tiem­po, la Com­pañía Guipuz­coana, 1728- 1778, ini­ció los ser­vi­cios Marí­ti­mos cuyos bar­cos traslad­a­ban ese impor­tante tráfico.

La cor­re­spon­den­cia ofi­cial cir­cu­la­ba en Venezuela por medio de peatones o de postas de caballería, mien­tras que la par­tic­u­lar era con­duci­da por via­jeros y arrieros.

El correo de postas fue para los patri­o­tas durante la Guer­ra de Inde­pen­den­cia, una tarea pri­mor­dial y de espe­cial aten­ción, según la inves­ti­gado­ra Ali­cia Her­rera, debido a la impe­riosa necesi­dad de estable­cer comu­ni­cación ráp­i­da, con­fi­able y efec­ti­va entre quienes dirigían el con­flic­to armado.

La orga­ni­zación del correo fue para los repub­li­canos una tarea colos­al den­tro y fuera de la Provin­cia de Venezuela dada las enormes dis­tan­cias, la escasez de vías de comu­ni­cación y la latente ame­naza de inter­cep­ción por las tropas real­is­tas, lo que se con­vertía en una inimag­in­able proeza lle­var a buen puer­to las órdenes y las comu­ni­ca­ciones emi­ti­das por los líderes patriotas.

“Pero no solo las condi­ciones del ter­reno y la ame­naza de la inter­cep­ción de las comu­ni­ca­ciones eran un obstácu­lo para el ser­vi­cio de postas, tam­bién el aban­dono y la inop­er­an­cia de muchos de los des­ig­na­dos para esta tarea la hacían sen­si­ble al fra­ca­so”, apun­ta Her­rera en Durante la inde­pen­den­cia el correo ya daba dolores de cabeza.

El sistema Santo y Seña

A los patri­o­tas les apremi­a­ba dispon­er de un medio efi­caz que les per­mi­tiera enviar sus cor­re­spon­den­cias con may­or seguri­dad eva­di­en­do el implaca­ble espi­ona­je real­ista que una vez inter­seca­do el correo deja­ba expuestos la ubi­cación y los planes.

“Para ello establecieron las rutas del correo de postas en toda la Provin­cia de Venezuela y en toda la Améri­ca del Sur con la par­tic­i­pación del pueblo llano. En efec­to, la may­oría de las casas de postas pertenecían gente común”, adi­ciona Herrera.

Para alcan­zar la may­or dis­cre­ción y seguri­dad en las comu­ni­ca­ciones, se uti­lizó un sis­tema de san­to, seña y con­traseña en la entre­ga de la cor­re­spon­den­cia patri­o­ta. Los por­ta­dores y recep­tores de dicha cor­re­spon­den­cia debían cono­cer­la para así evi­tar que cay­era en manos del ene­mi­go, según nar­ra el edecán de Simón Bolí­var, el gen­er­al irlandés Daniel Flo­ren­cio O’Leary, cuan­do habla de los San­tos y Señas en los tomos 94 y 95 de la Colec­ción del Archi­vo del Libertador.

Prisión para administradores 

Para los repub­li­canos era un moti­vo exac­er­bante la efec­tivi­dad las comu­ni­ca­ciones entre los gen­erales y efec­tivos mil­itares. Quienes dirigían la guer­ra se que­ja­ban con­stan­te­mente debido a la ausen­cia de comu­ni­cación lo que incur­ría en errores reit­er­a­tivos que deja­ban sal­dos aterradores.

El pro­pio Bolí­var denun­cia­ba con reit­eración la inex­ac­ti­tud y el aban­dono de tan impor­tante tarea de «mar­char con las comu­ni­ca­ciones» del ban­do republicano.

En un ofi­cio del gen­er­al Pedro Briceño Mén­dez al coro­nel Jus­to Briceño, recién nom­bra­do por el Lib­er­ta­dor, Coman­dante Gen­er­al del Depar­ta­men­to del Occi­dente de Cara­cas, fecha­do en Tru­jil­lo el 25 de agos­to de 1821, orde­na prisión durante 15 días para los admin­istradores de Quí­bor y El Tocuyo por la neg­li­gen­cia con la que oper­aron al pun­to de extraviar vital correspondencia.

Aprovecha Briceño Mén­dez para exi­gir: «refor­mar el ser­vi­cio de la pos­ta para que se haga con exac­ti­tud, sino con celeri­dad: que los Mae­stros o Admin­istradores que se nom­bren, sean hom­bres inteligentes y patri­o­tas que ten­gan interés por el bien públi­co y que sean capaces de diri­gir la correspondencia».

Recu­per­a­do correo patri­o­ta

Un poco antes de la Batal­la de Carabobo, sol­da­dos al man­do de José Anto­nio Páez, tomaron pri­sioneros a un grupo de sol­da­dos real­is­tas y acom­paña­dos de negros esclavos de hacien­das de Nir­gua. Trans­porta­ban cor­re­spon­den­cia inter­cep­ta­da a los patri­o­tas. Una de las car­tas era un ofi­cio dirigi­do al coro­nel Ambro­sio Plaza donde se le advertía que: «… unos 300 ó 400 ene­mi­gos a man­do del guer­rillero Ruíz, se acer­can al Pao; eje­cute Vd., lo que se le dice sobre esta operación.» La cor­re­spon­den­cia esta­ba fecha­da en San Car­los, en junio 14 de 1821, y fir­ma­da por Pedro Briceño Mén­dez. De no lle­gar a su des­ti­no, segu­ra­mente la his­to­ria de la épi­ca batal­la en la sabana carabobeña hubiese sido distinta.

Enteramente abandonado

El 24 de diciem­bre de 1821, Simón Bolí­var suscribe un ofi­cio fecha­do en Pedre­gal, instan­do al Gob­er­nador de Nei­va (Nue­va Grana­da) con­sti­tuir el ramo de postas a car­go patri­o­tas. Exige tam­bién cas­tigue «a los pos­til­lones que cometan la menor infrac­ción, ya que debe prevale­cer exac­ti­tud en la con­duc­ción de la correspondencia».

Agre­ga el Lib­er­ta­dor que el ser­vi­cio esta­ba «entera­mente aban­don­a­do y en manos de per­sonas descono­ci­das que lle­van o no cor­re­spon­den­cia y las demor­an a su arbi­trio con incal­cu­la­ble per­juicio de la Repúbli­ca». «Se hace imper­ante estable­cer en dis­tan­cias pro­por­cionadas, casas de postas dotadas de Pos­til­lones mon­ta­dos o a pie, según la nat­u­raleza del ter­reno que deban cor­rer. Estas Casas estarán a car­go de per­sonas patri­o­tas, celosas del bien de la patria. Los Direc­tores y los Pos­til­lones serán paga­dos con­forme a V.S. parezca».

Igual­mente da indi­ca­ciones acer­ca de las for­mas de obrar en la con­duc­ción de las cor­re­spon­den­cias, seña­lan­do que sin «esta exac­ti­tud, seguri­dad y pron­ti­tud en las con­duc­ciones de las cor­re­spon­den­cias se expone a las con­tin­gen­cias de una extra­or­di­nar­ia con­se­cuen­cia el resul­ta­do de la próx­i­ma campaña».

Final­mente, y en clara man­i­festación de la impor­tan­cia vital de la con­duc­ción de las cor­re­spon­den­cias, Bolí­var advierte a este gob­er­nador que «será el respon­s­able de las fal­tas que se notan en este impor­tante ramo del ser­vi­cio de aquí en ade­lante si por su fal­ta no recibe la per­fec­ta orga­ni­zación que debe dársele».

Dos meses y medio después

El correo de pos­ta sigu­ió por muchos años más com­pli­can­do los asun­tos ofi­ciales, no solo de Venezuela, sino de Colom­bia la grande, prin­ci­pal­mente cuan­do quienes detenta­ban el poder, uti­liz­a­ban este ser­vi­cio como arma y escu­do como, por ejem­p­lo, la noti­cia de la muerte del Lib­er­ta­dor se cono­ció en Cara­cas en febrero de 1831, ‑dos meses y medio después-. 

Sus pro­pios famil­iares desconocieron el correo que rev­eló aque­l­la trage­dia, desa­cred­i­tan­do tan­to el con­tenido de la cor­re­spon­den­cia como quienes trasladaron dicho doc­u­men­to porque no eran efec­tivos mil­itares, sino civiles con­trata­dos por algún par­tic­u­lar. Los Bolí­var ale­garon que se trata­ba de un rumor de sus ene­mi­gos que cel­e­braron con mucho ánimo.


Fuente: Ali­cia Her­rera. Durante la inde­pen­den­cia el correo ya daba dolores de cabeza. Revista Memo­rias de Venezuela. Número 56. 6 de octubre de 2016.
Inés Quin­tero. No es cuen­to, es His­to­ria. Edi­to­r­i­al Melvin, mayo de 2013.

CorreodeLara

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