El día que arrastraron el retrato de Fernando VII por las calles de Barquisimeto
Omar Garmendia
Cronista y escritor
Durante el periodo colonial era costumbre en las provincias dominadas por el imperio hispánico la presencia y exhibición de retratos y efigies de miembros de la monarquía española en las instituciones oficiales y cabildos, así como en los hogares particulares.
Como una forma de sustituir la presencia física del rey se solía colocar un retrato del monarca en la plaza mayor de cada ciudad desde donde presidía los diversos acontecimientos sociales y fiestas con las debidas pompas acostumbradas como banquetes, conciertos de música, fuegos de artificio, corridas de toros y oficios litúrgicos, sermones, tedeums, pastorales, presentación de obras de teatro, comedias y dramas, declamación de poemas, publicación de panfletos, entre otros, además de las juras, natalicios, onomásticos, matrimonios y exequias reales.
En los años previos a los acontecimientos que habrían de desembocar en la independencia americana, hubo muchas expresiones de adhesión y lealtad al rey desde que Carlos IV había abdicado a favor de su hijo Fernando, Príncipe de Asturias, posteriormente Fernando VII, sobre todo después de la invasión del ejército francés por parte de Napoleón Bonaparte y la cesión de la corona a su hermano José Bonaparte.
Estos acontecimientos derivaron en conflictos políticos por la falta de legitimidad del gobierno real, por lo que se pensó en dirigir los esfuerzos hacia el proceso de la independencia de los países americanos.
Rechazaron la monarquía por el republicano
Desde los sucesos del 19 de abril de 1810 el repudio a la figura del rey se hacía cada vez más patente en todas las ciudades de la provincia de Venezuela, con las consabidas acciones de quemas, ejecuciones y destrucciones de los retratos, efigies y figuras del odiado monarca. El 5 de julio de 1811 los diputados del Congreso de Venezuela rechazaron la monarquía y asumieron el modelo de república como forma de gobierno.
Aunque son poco conocidos documentalmente los sucesos acaecidos, Barquisimeto no escapó a esta situación y es así que en 1811 en un acto de repudio al rey, el retrato del mismo fue arrastrado por el suelo halado por un mecate por las calles de Barquisimeto y llevado hasta la Sala Capitular del Cabildo, colocándolo en el balcón con la cara volteada hacia la pared como era costumbre en otras ciudades, incluso se llegó a disparar un cañón cargado de piedras, pero sin llegar a tocar el referido retrato. La casa del Cabildo para 1811 indicada anteriormente era de dos plantas con balcón y estuvo situada probablemente en el sitio que hoy ocupa el cuartel Jacinto Lara.