CrónicasTodas Las Entradas

El golpe de Maracaibo o cuando Bolívar decidió acabar con el armisticio (1821)

Ángel Rafael Lombardi Boscán
@lombardiboscan
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia

Lamentablemente los liberales de la península no supieron distinguir entre “insurrección” y “revolución”; seguían aferrados a la idea de que los americanos sólo querían nuevas instituciones liberales y no la independencia. Error éste que quedó en evidencia cuando los comisionados colombianos, José Rafael Revenga, Ministro de Relaciones Exteriores y José Tiburcio Echeverría, Gobernador de Bogotá, fueron a Madrid en la condición de Ministros Extraordinarios y Plenipotenciarios y se les ignoró por completo, aunque se les permitió estar allí hasta septiembre de 1821


El Lib­er­ta­dor Simón Bolivar

Esta situación car­ac­ter­i­za­da por la con­fusión e incer­tidum­bre tuvo un insospecha­do desen­lace con la ocu­pación de Mara­cai­bo por parte del Gen­er­al Rafael Urdane­ta violan­do lo estable­ci­do en una de las cláusu­las más impor­tantes del recién fir­ma­do armisti­cio. José Gil For­toul lo expli­ca de la mejor for­ma posi­ble:A tiem­po que partían de Bogotá los plenipo­ten­cia­r­ios colom­bianos, pro­du­jese en la ciu­dad de Mara­cai­bo un inci­dente ines­per­a­do, que los españoles con­sid­er­aron como vio­lación del armisticio. 

Des­de que se pub­licó allí la Con­sti­tu­ción de Cádiz, en julio del año ante­ri­or, el nue­vo Ayun­tamien­to, elegi­do por el pueblo, y el Gob­er­nador Fran­cis­co Del­ga­do, venían en tratos secre­tos con el Gen­er­al repub­li­cano Rafael Urdane­ta, que ocu­pa­ba con sus tropas la veci­na provin­cia de Tru­jil­lo y con­ta­ba en Mara­cai­bo, de donde era ori­un­do, con valiosas rela­ciones personales. 

El 28 de enero, 1821, una asam­blea pop­u­lar pro­movi­da por las mis­mas autori­dades españo­las, declaró que el ter­ri­to­rio de Mara­cai­bo se con­sti­tuía en “Repúbli­ca democráti­ca” y se unía a los pueb­los de Colom­bia. Y al día sigu­iente el ofi­cial patri­o­ta José Heras, que se hal­la­ba en Gibral­tar con un desta­ca­men­to, ocupó la plaza de acuer­do con los revolucionarios”.

¿Qué demostró éste hecho que puso en entredi­cho la hon­or­a­bil­i­dad de los repub­li­canos? Pues sen­cil­la­mente que Bolí­var no iba a dejar a medias la obra por la que se había empeña­do toda su vida. Era más que evi­dente que España no iba nun­ca a dar el paso de recono­cer la exis­ten­cia de Colom­bia y que la marea de la opinión públi­ca vene­zolana ya esta­ba fran­ca­mente deci­di­da a respal­dar al inmi­nente vence­dor. Man­ten­er a un numeroso ejérci­to inhab­il­i­ta­do, además de cos­toso, has­ta podía vol­verse peli­groso en con­tra de los mis­mos jefes republicanos. 

El Paci­fi­cador español Pablo Morillo

El “golpe” de Mara­cai­bo quiso ser pre­sen­ta­do por Bolí­var a La Torre como un hecho total­mente espon­tá­neo pro­pio de los mara­bi­nos con­ven­ci­dos de que la pro­tec­ción de los repub­li­canos era preferi­ble a la de España. La Torre se indignó cal­i­f­i­can­do el hecho de “una infrac­ción públi­ca del armisti­cio” y pro­pu­so una rec­ti­fi­cación de lo ocur­ri­do solic­i­tan­do que las tropas repub­li­canas se reti­raran de inmedi­a­to de la ciudad/puerto. Nada pudo con­cluirse a pesar de los inter­cam­bios epis­to­lares entre La Torre y Bolí­var en que ambos pro­pusieron el nom­bramien­to de árbi­tros que pudier­an resolver la incó­mo­da situación.

Por otro lado Bolí­var hacía ges­tiones en Bogotá para reor­ga­ni­zar allí el gob­ier­no colom­biano disponién­dose a entablar con­ver­sa­ciones con los comi­sion­a­dos españoles José Sar­to­rio y Fran­cis­co Espelius con la final­i­dad de alcan­zar la paz antes del vencimien­to del armisti­cio y bajo el supuesto de que España reconociera la inde­pen­den­cia de Colom­bia. Ya en ese entonces Bolí­var tenía sus miras hacia el Sur; hacía Quito y el Perú; pero no se podía dejar la espal­da a los españoles en Venezuela sin definir la incier­ta situación crea­da luego del armisti­cio y el inci­dente de Maracaibo.

Ape­nas dos meses pudo durar el armisti­cio que para algunos en su momen­to rep­re­sen­tó una esper­an­za de rec­on­cil­iación entre los par­tidos pro-real­ista y el pro-independencia.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *