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EL Jabillo converge entre la historia y la leyenda de Palavecino

José Luis Sotillo J.
Cronista parroquial de Agua Viva
aguavivajose@hotmail.com
Twitter: @aguavivajose

El Concejo Municipal de Palavecino, en su Ordenanza sobre la Simbología y Heráldica, sancionada en el 2008, declaró al Jabillo como árbol emblemático del municipio


Para nadie es un secre­to que en el esplen­dor geográ­fi­co de la región palaveci­nense, reinen en cada rincón de sus espa­cios la espe­sa som­bra de un jabil­lo; denom­i­na­do pop­u­lar­mente por la tradi­ción pop­u­lar como “Cei­ba”; ya que así, usual­mente, sue­len iden­ti­ficárse­le en su con­fusa apre­ciación. Lo cier­to es que, la denom­i­nación cien­tí­fi­ca que dis­tingue a dicho arbus­to es: Hura Crepi­tans L.

La “Cei­ba” históri­ca de Cabu­dare, en donde acam­pó el Lib­er­ta­dor el 10 de noviem­bre de 1813, poco antes de la Batal­la de Tier­ri­tas Blan­cas en Bar­quisime­to. Foto: Archi­vo Diario EL IMPULSO

En dis­tin­tas calles, avenidas, par­ques, plazas y has­ta en caminos del tran­si­ta­do Palave­ci­no, visu­al­izamos un fron­doso Jabil­lo que for­ma parte del sim­bóli­co escu­do de armas del munici­pio, en uno de sus cuar­te­les. Ése mis­mo árbol, durante la Guer­ra de Inde­pen­den­cia, cobi­jaría al glo­rioso Ejérci­to Lib­er­ta­dor el 10 de noviem­bre de 1813, cuan­do Bolí­var vis­i­taría por vez primera esta localidad.

El pro­pio mae­stro del pueblo vene­zolano, Luis Bel­trán Pri­eto Figueroa, señalaría en un mitin de cam­paña, en los ya pasa­dos años 60 del siglo saliente; según el cier­to tes­ti­mo­nio de un asis­tente, el referi­do per­son­aje señaló: “No pre­cisa­mente es una Cei­ba sino un Jabil­lo”, en su acos­tum­bra­da alocu­ción pros­elit­ista, quizás al per­catarse de ver la vie­ja pla­ca que repos­a­ba en el píe de este impre­sio­n­ante arbus­to, en un even­tu­al paso de cam­paña elec­toral por la bucóli­ca población cabudareña.

En el antiguo pero recor­da­do sec­tor Dividi­val, a un extremo del bor­ra­do camino hacia Agua Viva, per­du­ra otro Jabil­lo, el cual fue incor­po­ra­do al desar­rol­lo urbanís­ti­co de los sec­tores Tere­paima y Rómu­lo Betan­court, jus­ta­mente al costa­do de una de sus calles.

El Jabil­lo del ¡Cai­go o no Cai­go! en la entra­da de Agua Viva. Foto: José Luis Sotillo

El ¡Cai­go o no cai­go!

Tam­bién, en la hoy entra­da de la propia par­ro­quia Agua Viva, entre los már­genes de lo que fue algu­na vez un buco de riego, hoy trasfor­ma­do en un canal de aguas de llu­via del desa­pare­ci­do sec­tor El Tamb­o­ral, se hal­la lleno de inten­so ver­dor y exten­so fol­la­je, un adul­to jabil­lo, iden­ti­fi­ca­do por sus antigu­os pobladores en su imag­i­na­ti­va ocur­ren­cia cómo: ¡Cai­go o no cai­go!; árbol el cual, por el con­de­na­do abu­so y la caren­cia de autori­dad, quedaría atra­pa­do y ais­la­do del posi­cionamien­to de la gente y del antiguo camino a Tere­paima y sus dis­tin­tas vecindades.

En el caso del Jabil­lo de Agua Viva; según, quienes cir­cu­laron noc­tur­na­mente por sus alrede­dores, con­ta­ban que jus­to deba­jo de la penum­bra de sus altas copas, se deja­ba escuchar el escalofri­ante gri­to de: ¡Cai­go o no cai­go!; leyen­da que se pop­u­lar­i­zo y mar­có un sen­timien­to de apego entre Agua Viva y sus personajes.

Indis­tin­ta­mente, y procu­ran­do garan­ti­zar su preser­vación, el cuer­po edi­li­cio de Palave­ci­no en un gesto de prin­ci­p­ios legales en su Orde­nan­za sobre la Sim­bología y Heráldica, san­ciona­da en el 2008, declaró al Jabil­lo como árbol emblemáti­co del munici­pio; que a decir ver­dad, tra­ta de recono­cer, con­for­mar y res­guardar su gen­uino pat­ri­mo­nio que le identifica.

Jabil­los en el antiguo camino de las Piedri­tas sitio del Peñus­co. Foto: José Luis Sotillo

CorreodeLara

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