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El magnicidio frustrado contra Cipriano Castro

Luis Her­a­clio Med­i­na Canelón

Miem­bro de la Acad­e­mia de His­to­ria del Esta­do Carabobo

 

 Hace pocos días se cumpli­eron 124 años de un even­to que pudo cam­biar el cur­so de la his­to­ria. El dic­ta­dor Cipri­ano Cas­tro era amante de las fies­tas, los bailes y los saraos. Su primer car­naval en el poder estu­vo a pun­to de con­ver­tirse tam­bién en su últi­ma fiesta.


Por defini­ción, mag­ni­cidio es el homi­cidio cometi­do en con­tra de un gran dig­natario, puede ser un pres­i­dente, un rey o príncipe o algu­na altísi­ma autori­dad. Hay mag­ni­cidios jus­ti­fi­ca­dos, como los de un déspota, que se lla­man tirani­cidio, cuan­do matan a un rey o reina es regi­cidio.  Hay mag­ni­cidios reales, que cier­ta­mente son para matar al políti­co y hay otros fal­sos o sim­u­la­dos, con otras intenciones.

A prin­ci­p­ios de 1900 se estren­a­ba el dic­ta­dor Cipri­ano Cas­tro en el poder. Su lle­ga­da a la pres­i­den­cia había traí­do muy bue­nas expec­ta­ti­vas, ya que había der­ro­ca­do al rég­i­men de Cre­spo-Andrade, que ilegí­ti­ma­mente pre­tendía instau­rar una con­tinuidad rec­haz­a­da por la población, pero ráp­i­da­mente Cas­tro demostró ser más de lo mis­mo o quizás peor.

Cas­tro era un amante de los bonch­es, los bailes, el aguar­di­ente y las mujeres sin mod­eración algu­na. El hom­brecito (era muy, pero muy baji­to) de un lejano puebli­to de Los Andes ráp­i­da­mente se vio seduci­do por aque­l­la Cara­cas que debió pare­cer­le una metrópo­lis ruti­lante. Los cen­trales empezaron a adu­lar­lo para ganar preben­das y ben­efi­cios y lo invita­ban fre­cuente­mente a fies­tas, bailes y a bur­de­les que hacían las deli­cias del político.

Cuan­do llegó el primer car­naval de su manda­to no perdió opor­tu­nidad en salir a ver las com­parsas y des­files de tan de moda en aque­l­la época.

En la esquina de Socar­ras ocur­rió el aten­ta­do (recreación artística)

El martes de car­naval, 27 de febrero, Cipri­ano Cas­tro sale a par­tic­i­par en las carnestolen­das. Via­ja acom­paña­do de su esposa Zoila. Ya caía la tarde cuan­do el coche donde via­ja­ba la pare­ja pres­i­den­cial recorre la par­ro­quia Can­de­lar­ia. Pasa­ba por la esquina de Socar­rás y el pop­u­la­cho salud­a­ba a los Cas­tro quienes respondían con con­fetis y carame­los, cuan­do un joven obrero anal­fa­be­ta de nom­bre Ansel­mo López, ori­un­do de Aragua y emplea­do en una panadería, saca de sus ropas un revólver cal­i­bre 38 y apun­ta hacia Cas­tro.  Muy cer­ca de él se encuen­tra el agente de la policía munic­i­pal Andrés Cabrices, pla­ca Nro. 111, que cuan­do ve a López accionar el arma salta sobre el crim­i­nal. El primer tiro no det­ona y cuan­do López hace el segun­do dis­paro ya está force­je­an­do con el policía y el tiro da en el piso. López, campesino cor­ta­dor de leña es muy fuerte y hacen fal­ta var­ios policías y escoltas para quitar­le el revólver. Luego saca un puñal, que tam­bién le qui­tan entre var­ios. Como puede le arreba­ta el rolo a un policía y con eso se defiende has­ta que final­mente es reduci­do y lle­va­do a prisión. Nadie resul­ta herido.

Ansel­mo López era un humilde obrero de la Panadería Mar­rero de Cara­cas. Su tra­ba­jo era cor­tar la leña. La policía allanó la panadería y se llevó pre­so a todo el mun­do, inclu­so a tres mae­stros panaderos france­ses que casi ni habla­ban castellano.

Las sospe­chas como autor int­elec­tu­al recayeron sobre todo en Fran­cis­co Mar­rero, el dueño de la panadería, ubi­ca­da en la esquina de Man­d­u­ca, aunque algunos “opinadores” señal­a­ban un fan­ta­siosa com­plot del “Mocho Hernán­dez”, líder de la oposi­ción (la his­to­ria de nun­ca acabar).

El señor Mar­rero, es extran­jero, de las Canarias. Es un hom­bre pací­fi­co, que nun­ca se ha meti­do en políti­ca y ded­i­ca­do por entero a su tra­ba­jo, pero cuan­do la policía irrumpió en su casa encon­tró en la habitación de la sirvien­ta de la casa, Manuela Urbina, un doc­u­men­to que hizo sospechar del isleño. Se trata­ba de un vale por una suma bas­tante ele­va­da para la época: 437 pesos, que Mar­rero se com­pro­metía a pagar­le a López. Ansel­mo, que pre­tendía a Manuela, se lo había entre­ga­do a la mujer para que se lo guardara.

Ambos hom­bres quedaron pre­sos y se les abrió juicio por homi­cidio frustra­do. ¿Pero fue en real­i­dad un inten­to de homi­cidio? ¿ver­dadera­mente tenía Mar­rero algu­na impli­cación? ¿Qué tuvo que ver Manuela? 

Arri­ba describi­mos los hechos del aten­ta­do, que fueron de dominio públi­co en su momen­to. Hay otros aspec­tos reser­va­dos, que sesen­ta años después de los hechos fueron pub­li­ca­dos por el Boletín del Archi­vo Históri­co de Miraflo­res, saca­dos del archi­vo per­son­al del pro­pio Cipri­ano Cas­tro. Son doc­u­men­tos que dejan más dudas que explicaciones.

El primer doc­u­men­to que nos lla­ma la aten­ción data del 1 de junio de 1901, es decir, año y 4 meses después del aten­ta­do.  Es el informe dirigi­do a Cas­tro sobre la inspec­ción de la cár­cel de La Rotun­da que hace el juez López Fontainés de con­formi­dad con la ley, que oblig­a­ba a los mag­istra­dos a hac­er vis­i­tas a las cárce­les para con­statar el esta­do de los pre­sos y su situación judi­cial. Allí el juez deja con­stan­cia de varias cosas intere­santes: el supuesto autor mate­r­i­al, Ansel­mo López, no aparece por ningún lado, pese a que en los archivos de la cár­cel se señala que ingresó al penal, y no hay con­stan­cia de que haya sali­do, pero no está. Mien­tras que el pre­sun­to autor int­elec­tu­al Fran­cis­co Mar­rero, se encuen­tra inco­mu­ni­ca­do en un “tigri­to”, no ha ren­di­do declaración, no ha podi­do nom­brar abo­ga­do y su pro­ce­so está par­al­iza­do. Entre otras cosas encuen­tra a 4 peri­odis­tas pre­sos, sin pro­ce­so judi­cial, y otra gran can­ti­dad de ciu­dadanos detenidos sin juicio o con juicios par­al­iza­dos.  El juez dispone requerir del mag­istra­do que lle­va el juicio del aten­ta­do a Cas­tro las razones de la par­al­ización del pro­ce­so, orde­na la lib­er­tad de los peri­odis­tas detenidos y solici­ta averiguar la desapari­ción de Ansel­mo López, pre­sun­to autor mate­r­i­al del inten­to de magnicidio.

La respues­ta de Cas­tro a la peti­ción del juez de que se con­tinúe el juicio no se hace esper­ar: Man­da a pon­er pre­so al mag­istra­do. ¿Por qué? Seguimos en mis­te­rio. Nos parece lo lógi­co que Cas­tro sería el primer intere­sa­do en que se ter­mi­nara con la averiguación y se con­denara con sen­ten­cia a los cul­pa­bles, si los hubiera.

Seguida­mente vemos una especie de Informe pri­va­do encar­ga­do por Cas­tro a un “Doc­tor Carías” del quien no ten­emos may­ores datos. Es un doc­u­men­to que mez­cla aspec­tos crim­i­nalís­ti­cos, crim­i­nológi­cos y grafológi­cos. El informe que se hace en vista al expe­di­ente judi­cial aclara que un vale que tenía López en con­tra de Mar­rero esta­ba com­ple­ta­mente jus­ti­fi­ca­do, ya que era por las deu­das lab­o­rales que Mar­rero tenía con López. No eran pago por el aten­ta­do. Todo quedó evi­den­ci­a­do en los libros de con­tabil­i­dad de la panadería.

Con­sid­era el Dr. Carías que la cul­pa­bil­i­dad de López está ple­na­mente demostra­da, no así la de Mar­rero, quien no ha vari­a­do sus declara­ciones y en el aspec­to grafológi­co su escrit­u­ra tam­bién es invari­able, lo que Carías con­sid­era una mues­tra de que el panadero está tran­qui­lo ya que no cree que vaya a ser con­de­na­do. Del mis­mo modo todos los tes­ti­gos declar­an que Mar­rero nun­ca se ha meti­do en políti­ca, por ser extran­jero y es un hom­bre suma­mente pací­fi­co. Con­tra Mar­rero hay sólo 2 declara­ciones: la del pro­pio López y la de su novia, Manuela Urbina, quien se con­tradice cada vez que declara.

Sostiene final­mente el Dr. Carías, que el autor mate­r­i­al Ansel­mo López, casi un retrasa­do men­tal, enam­ora­do de Manuela Urbina, sirvien­ta de Mar­rero, por algún tipo de sug­estión a motu pro­prio decidió come­ter el atentado.

Final­mente encon­tramos una car­ta suscri­ta por Jorge Bel­lo, jefe de la cár­cel del Castil­lo de la Bar­ra del Lago de Mara­cai­bo, tres años después del aten­ta­do, el 19 de febrero de 1903 donde infor­ma a Cas­tro que le enviará a Cara­cas a dos pre­sos: Fran­cis­co Mar­rero y el desa­pare­ci­do Ansel­mo López “con un indi­vid­uo de con­fi­an­za que informe a Ud de unos asun­tos ver­bal­mente y que con­duz­ca a esa en cumplim­ien­to de sus órdenes a los referi­dos reos.”

¿Por qué man­tu­vieron tan lejos a Mar­rero y López? ¿Dónde esta­ba Ansel­mo cuan­do desa­pare­ció de La Rotun­da? ¿Por qué encar­ce­laron al juez que quería con­tin­uar el juicio? ¿Por qué la infor­ma­ción del jefe de la cár­cel tiene que dar­la “ver­bal­mente indi­vid­uo de con­fi­an­za”?  Muchas cosas oscuras hubo en ese aten­ta­do y su averiguación.

Fuentes:

Boletín del Archi­vo Históri­co de Miraflo­res, Nros. 5 y 32. Sec­re­taría de la Pres­i­den­cia de la Repúbli­ca. Imprenta Nacional. 1964

Luis Medina Canelón

Abogado, escritor e historiador Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del Estado Carabobo

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