CrónicasSemblanzas

Humberto Fernández Morán: muchísimo más que el “brujo de pipe”

Alfredo Schael
Historiador y escritor
Presidente de la Fundación Museo de Transporte de Caracas

Medio siglo del Insti­tu­to Vene­zolano de Inves­ti­ga­ciones Cien­tí­fi­cas, el IVIC como la gente mejor lo conoce, hoy da lugar para recor­dar a Hum­ber­to Fer­nán­dez Moran, vene­zolano del Zulia, for­ma­do en el exte­ri­or que pre­tendió lograr muchísi­mo en pro del desar­rol­lo de la cien­cia en nue­stro país, en cier­to modo con poca suerte luego de lograr bas­tante durante la déca­da del cin­cuen­ta, años en los cuales que estu­vo sufi­ciente en el país como para echar a andar algo.

Por ini­cia­ti­va propul­sa­da como bajo la direc­ción del doc­tor Fer­nán­dez Morán, se fun­da en Cara­cas el Insti­tu­to Vene­zolano de Neu­rología e Inves­ti­ga­ciones Cere­brales (IVNIC), a par­tir de 1969, Insti­tu­to Vene­zolano de Inves­ti­ga­ciones Cien­tí­fi­cas (IVIC), como la gente mejor lo conoce, da lugar para recor­dar a Fer­nán­dez Moran, vene­zolano del Zulia, for­ma­do en el exte­ri­or que pre­tendió lograr muchísi­mo en pro del desar­rol­lo de la cien­cia en nue­stro país, en cier­to modo con poca suerte luego de lograr bas­tante durante la déca­da de cin­cuen­ta, años en los cuales que estu­vo sufi­ciente en el país como para echar a andar algo.

El primer micro­sco­pio elec­tróni­co insta­l­a­do en Venezuela (en el IVNIC) por Fer­nán­dez Morán data de los años cin­cuen­ta. Antes hubo otro “impor­ta­do para la Uni­ver­si­dad del Zulia por su rec­tor de entonces, Jesús Enrique Los­sa­da, hecho ocur­ri­do durante el últi­mo trienio de la déca­da de 1940, pero no llegó a ser instalado.”

Hum­ber­to Fer­nán­dez Morán

A par­tir de 1952

En 1952 la pren­sa cap­i­tali­na repro­duce las noti­cias de los diar­ios de Esto­col­mo ref­er­entes a los sen­sa­cionales des­cubrim­ien­tos del médi­co vene­zolano Hum­ber­to Fer­nán­dez Morán(Concepción, munici­pio La Caña­da de Urdane­ta, Venezuela; 18 de febrero de 1924 — Esto­col­mo, Sue­cia; 17 de mar­zo de 1999).

En Sue­cia, sus inves­ti­ga­ciones apunt­a­ban a la sube­struc­tura fina de la fibra nerviosa, real­iza­dos medi­ante el micro­sco­pio elec­tróni­co en el Insti­tu­to Karolin­s­ka de Esto­col­mo”, apun­ta en Cara­cas el doc­tor Ricar­do Archi­la en el vol­u­men uno “De la vida médi­ca vene­zolana”, mar­zo, p. 174). 

En 1956, aquel el Insti­tu­to Vene­zolano de Neu­rología e Inves­ti­ga­ciones Cere­brales en Cara­cas (Altos de Pipe) comien­za a fab­ricar la cuchilla de dia­mante inven­ta­da en 1953 por Hum­ber­to Fer­nán­dez Morán como parte de sus labores en el Insti­tu­to Nobel de Físi­ca, de Esto­col­mo. Mundial­mente se le empleó para “cortes ultra­fi­nos de mate­ria orgáni­ca o de met­ales” en micro­scopía electrónica.

Al ser su fun­dador desplaza­do por antag­o­nis­mos per­son­ales suma­dos a razones políti­cas en 1958, el IVNIC fue trans­for­ma­do en Insti­tu­to Vene­zolano de Inves­ti­ga­ciones Cien­tí­fi­cas (actu­al IVIC), que afor­tu­nada­mente no inter­rumpió la pro­duc­ción del cita­do inven­to venezolano.

El coro­nel pres­i­dente de la Repúbli­ca Mar­cos Pérez Jiménez salu­da al min­istro de Sanidad Pedro Gutiér­rez Alfaro (de espal­das, Papeyo para sus ínti­mos) a su lle­ga­da para inau­gu­rar el IVNIC. Fer­nán­dez Morán se encuen­tra a la izquier­da del pres­i­dente. Fotografía toma­da de Revista de la Sociedad Vene­zolana de His­to­ria de la Medicina

No obstante, “Las cuchillas de dia­mante –afir­mo en su opor­tu­nidad el doc­tor Luis Manuel Car­bonell, uno de los direc­tores que ha tenido el IVIC luego del desem­peño del doc­tor Mar­cel Roche, “tienen un reconocimien­to uni­ver­sal, sien­do aho­ra la cuchilla de dia­mante IVIC la recono­ci­da mundial­mente y nosotros los úni­cos que las esta­mos fab­ri­can­do. En deter­mi­na­do momen­to de la gestión de Car­bonell, en el IVIC “pro­duci­mos un prome­dio de 200 cuchillas anuales.… Prác­ti­ca­mente todos los país­es que tienen micro­sco­pios elec­tróni­cos usan nues­tras cuchillas y los clientes muchas veces esper­an entre seis meses y un año para recibir sus pedidos”.

Hum­ber­to Fer­nán­dez-Morán Vil­lalo­bos — sin­te­ti­za Wikipedia- “fue un médi­co y recono­ci­do cien­tí­fi­co vene­zolano en el cam­po de las cien­cias físi­cas y biológ­i­cas. Recibió en 1967 el Pre­mio Vovain por su inven­to, el bis­turí de pun­ta de dia­mante. Con­tribuyó además al desar­rol­lo del micro­sco­pio elec­tróni­co, y fue la primera per­sona en intro­ducir el con­cep­to de crioul­tra­mi­cro­tomía. ​Tra­ba­jó en el área de crios­mi­cro­scopía elec­tróni­ca, en el uso de lentes super­con­duc­tores y helio líqui­do en los micro­sco­pios elec­tróni­cos. Ayudó en la mejo­ra de los ultra­mi­cro­to­mos.”

José Esparza amplia y sin­te­ti­za quien fue el vene­zolano Fer­nán­dez Moran, apun­tan­do: “…uno de los inves­ti­gadores vene­zolanos con may­or proyec­ción inter­na­cional durante la segun­da mitad del siglo XX, habién­dose desta­ca­do por sus estu­dios sobre la ultra­estruc­tura celu­lar, sobre todo del teji­do nervioso, y por sus aportes al desar­rol­lo de la micro­scopía elec­tróni­ca… Un perío­do poco cono­ci­do de Fer­nán­dez-Morán, (tran­scurre) des­de medi­a­dos de 1944, cuan­do regresó a Venezuela después de haber com­ple­ta­do sus estu­dios de med­i­c­i­na en Ale­ma­nia, has­ta que marchó a Sue­cia a finales de 1946, donde com­pletó su for­ma­ción cien­tí­fi­ca… durante este perío­do, Fer­nán­dez-Morán se interesó en la neu­rop­siquia­tría bajo la influ­en­cia de Car­los Ottoli­na en Cara­cas. Después de haber com­ple­ta­do un entre­namien­to en Wash­ing­ton bajo la direc­ción de Wal­ter Free­man, quien fue el pop­u­lar­izador de la lobot­o­mía tran­sor­bitaria para el tratamien­to de las enfer­medades mentales.

Hum­ber­to Fer­nán­dez Morán, cono­ci­do como El bru­jo de Pipe

Fer­nán­dez-Morán volvió a Mara­cai­bo donde prac­ticó, con gran destreza, 25 lobot­o­mías tran­sor­bitarias en el Hos­pi­tal Psiquiátri­co de Mara­cai­bo. Via­jó entonces a Esto­col­mo, Sue­cia, como Research Fel­low en uno de los mejores cen­tros de neu­ro­cirugía del mun­do, bajo la direc­ción de Hebert Olive­crona. Fue — agre­ga el doc­tor Esparza — cuan­do, movi­do por la impo­ten­cia de ver morir a los pacientes con tumores del cere­bro, e incen­ti­va­do por Olive­crona, decidió dedi­carse a la inves­ti­gación bási­ca. Entonces se unió al grupo de Manne Sieg­bahn, quien era el direc­tor del Insti­tu­to Nobel de Físi­ca y quien había dis­eña­do un micro­sco­pio elec­tróni­co de su propia inven­ción. En ese lab­o­ra­to­rio y con ese micro­sco­pio elec­tróni­co, Fer­nán­dez-Morán ini­ció su car­rera de investigación.”

Esparza ano­ta: “Fer­nán­dez-Morán super­visó la con­struc­ción del Reac­tor Nuclear RV‑1, el primero de su tipo en Lati­noaméri­ca. Este proyec­to for­mó parte de sus com­pe­ten­cias como direc­tor del IVNIC. En el mis­mo espa­cio que com­prendía el recin­to del IVNIC, se estable­cería tam­bién la Bib­liote­ca Cien­tí­fi­ca de Lati­noaméri­ca. El IVNIC sería, gra­cias a las ini­cia­ti­vas del doc­tor Fer­nán­dez-Morán, el primer cen­tro cien­tí­fi­co tec­nológi­co del continente.”

El doc­tor José Esparza, miem­bro de número de la Acad­e­mia de Med­i­c­i­na de Venezuela y otros país­es, desta­ca la obra de Fer­nán­dez Moran. Esparza tam­bién es, nada menos, que pro­fe­sor adjun­to de Med­i­c­i­na en el Insti­tu­to de Virología Humana de la Escuela de Med­i­c­i­na de la Uni­ver­si­dad de Mary­land, en Bal­ti­more, y del pro­gra­ma Robert Koch Fal­lo del Insti­tu­to Robert Koch en Berlín.

Gra­cias al inven­tor Bill Gates (1902–1978), norteam­er­i­cano, a par­tir de 1963 comen­zaron en los Esta­dos Unidos las prue­bas del avión jet ejec­u­ti­vo mar­ca Lear, el primero fab­ri­ca­do en serie para que empre­sar­ios de todo el mun­do goza­sen de nuevas for­mas de volar y tra­ba­jar en aviones a reacción
<strong>Un sobre­vue­lo para el IVIC</strong>
Nar­ra el inves­ti­gador históri­co Fabián Capec­chi, que en mar­zo de 1959, Guiller­mo Hernán­dez Jacob­sen, capitán asim­i­la­do a la Fuerza Aérea Vene­zolana y emi­nente médi­co, despe­ga de la Base Aérea Fran­cis­co de Miran­da, con su cole­ga y ami­go doc­tor Hum­ber­to Fer­nán­dez Morán en una mis­ión muy pecu­liar. Encon­trar cer­ca de la cap­i­tal un lugar ade­cua­do para edi­ficar un Insti­tu­to para proyec­tos cien­tí­fi­cos. El capitán Hernán­dez Jacob­sen vuela el avión sobre las mon­tañas alrede­dor de Cara­cas has­ta que el Dr. Fer­nán­dez encuen­tra el sitio per­fec­to en los Altos de Pipe, en el esta­do Miran­da. Allí se comen­zará a Edi­ficar ese mis­mo año el Insti­tu­to Vene­zolano de Neu­rología e Inves­ti­ga­ciones Cere­brales [I.V.N.I.C.] (IVIC des­de 1959). Brossard, E.B.

El pre­cio de nueve mediodías

¿Cuál fue el irrepara­ble peca­do de Fer­nán­dez Moran en Venezuela?

El 13 de enero de 1958 acep­ta ser min­istro de Edu­cación, lla­ma­do por el pres­i­dente Mar­cos Pérez Jiménez para que asuma tal car­go. El gob­ier­no se desmoron­a­ba tras la inesta­bil­i­dad provo­ca­da por el alza­mien­to mil­i­tar del 1 de enero de 1958. Fig­uras clave como el min­istro del Inte­ri­or y el jefe de la Seguri­dad Nacional, ceden a la pre­sión para que los sep­a­rasen de tales fun­ciones e ini­cien sus respec­tivos exilios.

No ten­emos por qué pre­sumir algo dis­tin­to a que si acep­ta el hom­bre clave de Pipe, fue por su afán de servir y man­i­festación de grat­i­tud debi­da al pres­i­dente como al gob­ier­no dado el apoyo – y demás con­sid­era­ciones — al proyec­to de alta tec­nología. Respal­do man­i­fiesto a través de obras civiles, equipamien­to, fun­cionamien­to de cier­tas insta­la­ciones inclu­i­dos los fun­da­men­tos del Reac­tor de Pipe como parte del IVNIC.

Acer­ca de Fer­nán­dez Morán post-IVNIC, en mayo del 2018, los cien­tí­fi­cos Andrés Sayán y Aixa Müller pub­li­caron en la Revista de la Sociedad Vene­zolana de His­to­ria de la Med­i­c­i­na, el tra­ba­jo tit­u­la­do “Hum­ber­to Fer­nán­dez Morán y la creación del Insti­tu­to Vene­zolano de Neu­rología e Inves­ti­ga­ciones Cere­brales (IVNIC, 1954–1959)” del cual tran­scribi­mos: “A la caí­da de la dic­tadu­ra de Pérez de Jiménez, la may­oría de sus colab­o­radores inmedi­atos aban­donó el país.

De los poco que se quedaron, entre ellos, Fer­nán­dez Morán, quien había desem­peña­do durante 10 días el car­go de min­istro de Edu­cación, tuvo que sopor­tar recrim­i­na­ciones, críti­cas, ataques, calum­nias y vitu­pe­rios, aunque tam­bién tuvo sus defen­sores; en gen­er­al se le trató con toda la con­sid­eración que merecía, espe­cial­mente en el IVNIC, donde con­tin­uó lab­o­ran­do por cor­to tiempo. 

Uno de los motes o remo­quetes, uti­liza­do ini­cial­mente de man­era despec­ti­va, pero que caló en la imag­i­nación pop­u­lar, fue el de “bru­jo de Pipe”, que le endil­gó el escritor Mar­i­ano Picón Salas, en un artícu­lo pub­li­ca­do en el diario El Nacional. Según uno de los bió­grafos de Fer­nán­dez Morán, Rober­to Jiménez Mag­gi­o­lo, es tam­bién posi­ble que fuera Rómu­lo Betan­court el autor del remo­quete. A finales de febrero de 1958 Fer­nán­dez Morán con­sigu­ió una posi­ción como micro­scopista elec­tróni­co en el Hos­pi­tal Gen­er­al Mass­a­chu­setts, encar­gán­dose de la orga­ni­zación del Lab­o­ra­to­rio Mix­ter de Micro­scopía Electrónica.”

 “Muy modesto y sin la cod­i­cia del políti­co”, como lo define Alon­so Gamero, tuvo que ver nada menos que con el via­je a la Luna del Apol­lo 8, tam­bién algo con el desar­rol­lo y licen­cia para aviones así como muchísi­mos inven­tos deter­mi­nantes del dis­frute de la vida mod­er­na. Tal vez irse favore­ció al inves­ti­gador e inven­tor de tan­to que logra patentar.

Miguel Ángel y Anto­nio Itria­go Macha­do fueron recibido en el Cir­cu­lo Mil­i­tar de Cara­cas durante una de las vis­i­tas de Fer­nán­dez Moras años después de haberse ido del país por haber sido min­istro de Edu­cación durante los días finales del gob­ier­no de Mar­cos Pérez Jiménez

 

A propósi­to de visi­ta después del 23 de enero

— No es fácil resumir todo lo que hizo este mara­caibero uni­ver­sal en sus 75 años de vida — me dice Anto­nio Itria­go Macha­do quien de inmedi­a­to me refiere al par de las pag­i­nas de su nue­vo libro Anéc­do­tas en el sec­tor auto­mo­tor, com­pi­lación de cróni­cas pla­gadas de curiosi­dades.  Entre tan­tas, los lec­tores encon­traran el reg­istro de la visi­ta al doc­tor Fer­nán­dez Moran en una de las oca­siones en las cuales inter­rumpe el exilio para vis­i­tar ami­gos y familiares.

Nar­ra Anto­nio que a él como a sus her­manos Pedro —q.e.p.d.— y Miguel Ángel Itria­go Macha­do, los recibió en el Cír­cu­lo Mil­i­tar, donde el cien­tí­fi­co se hosped­a­ba. Los atiende como hijos del doc­tor Pedro Leónidas Itria­go Pérez, además de con­no­ta­do abo­ga­do, poeta y pin­tor, “seguidor de cer­ca la obra del doc­tor Fer­nán­dez Morán y has­ta com­pu­so un sone­to en su honor.”

—- Miguel Ángel se enteró de que se encon­tra­ba alo­ja­do en el Cír­cu­lo Mil­i­tar, como acos­tum­bra­ba cuan­do venía a Cara­cas; y le envió la com­posi­ción poéti­ca sin ten­er la seguri­dad de que la recibiría.

—- Pero no sola­mente le llegó, sino que como mues­tra de agradec­imien­to, nos invitó al Cír­cu­lo; y allí fuimos tres de los her­manos (Pedro —q.e.p.d. d—, Miguel Ángel y yo), y mis sobri­nos Miguel Ángel y Eduar­do Car­los Itria­go Higuera… Nos infor­mó que incluiría el sone­to en la auto­bi­ografía que en ese entonces redacta­ba; y luego subi­mos a su habitación, donde lo primero que vimos fue una can­ti­dad de grandes libros abier­tos y mapas; con los cuales nos explicó algo que conocíamos, pero no con tan­ta pre­cisión y detalles: que la fal­la de San Andrés atraviesa la ciu­dad de Cara­cas. Has­ta nos sugir­ió que nos mudáramos al interior.”

El Dr. Hum­ber­to Fer­nán­dez-Morán (izquier­da), direc­tor del Insti­tu­to Vene­zolano de Neu­rología e Inves­ti­gación del Cere­bro, en Cara­cas, y el Dr. George E. Far­rar, Jr., direc­tor médi­co de los Lab­o­ra­to­rios Wyeth, exam­i­nan botel­las que con­tienen teji­do de riñón de mono, de donde se fab­ri­ca la vac­u­na Salk con­tra la polio. El Dr. Fer­nán­dez-Morán anun­ció que Venezuela sería el primer país fuera de Esta­dos Unidos en vac­u­nar a su población con­tra la polio. La empre­sa Wyeth, una de las pio­neras en la fab­ri­cación de la vac­u­na con­tra la polio, anun­ció que entre­gará la vac­u­na a Venezuela para un estu­dio piloto

 —- Con el cuchil­lo de dia­mante (que has­ta nues­tra lle­ga­da estu­vo guarda­do en la caja fuerte del hotel), el doc­tor Fer­nán­dez Morán nos dedicó los relo­jes que pre­vi­a­mente había pedi­do que lleváse­mos (a fal­ta de relo­jes, mis sobri­nos lle­varon sus alcancías metálicas).

Con gran con­cen­tración escribió las ded­i­ca­to­rias y nos recordó que con ese mis­mo instru­men­to había efec­tu­a­do los cortes a las rocas que los astro­nau­tas tra­jeron de la Luna. Por cier­to, él mis­mo, en ese entonces, esta­ba entrenán­dose para via­jar al espa­cio en una nue­va mis­ión…, y cier­ta­mente se encon­tra­ba en for­ma para hacerlo.

—– Con­ver­samos (o más bien dis­ertó) sobre otros temas y nos enter­amos de que además del cuchil­lo de dia­mante y algunos inven­tos que son del conocimien­to públi­co, el cien­tí­fi­co vene­zolano tenía reg­istradas muchas patentes más, entre ellas, el sis­tema para dar­le el filo a las hojil­las de las nuevas máquinas de afeitar desech­ables; el tubo elec­tróni­co que per­mi­tió trans­mi­tir las históri­c­as imá­genes del descen­so de Neal Arm­strong sobre la super­fi­cie lunar y un instru­men­to que per­mitía reducir la Bib­lia entera al tamaño de la pun­ta de un alfil­er; el cual pens­a­ba lle­var per­sonal­mente al espa­cio, con una com­pletísi­ma bib­liote­ca cien­tí­fi­ca reduci­da al tamaño de una caja de fós­foros, y un micro­sco­pio dis­eña­do tam­bién por él, para leer algunos libros téc­ni­cos en la Luna.

El Dr. Hum­ber­to Fer­nán­dez Morán jun­to al micro­sco­pio elec­tróni­co — Años 50. Foto Colec­ción Venezuela Inmortal

En su nue­vo libro, Anto­nio Itria­go subraya: 

—- Fer­nán­dez Morán com­petía con su viejo ami­go, nada menos que con William Lear (1902–1978), tam­bién un famoso inven­tor, de EE UU!, para ver quién de los dos reg­is­tra­ba más inven­tos. Una com­pe­ten­cia de altura, casi irrepetible, donde el resto de los humanos que­da como “pajar­i­to en rama.

—- De modo pues que si el inge­niero esta­dounidense Charles Franklin Ket­ter­ing paten­tó el motor de arranque, el médi­co vene­zolano Hum­ber­to Fer­nán­dez Morán, paten­tó el cuchil­lo de dia­mante. El primero cen­tró su aten­ción en el plan­e­ta Tier­ra, mien­tras que el segun­do, en la Tier­ra y en la Luna — fin de la cita.  

CorreodeLara

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