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El Mocho Hernández y la Revolución de Queipa 

Efraín Jorge Acevedo
Historiador

Hubo una época en la que en Venezuela el fraude electoral se combatía con el fusil en la mano


Desde 1892, cuan­do su Rev­olu­ción Legal­ista tri­un­fó, Joaquín Cre­spo gob­ern­a­ba Venezuela de man­era autori­taria; pero en 1897 debían cel­e­brarse elec­ciones pres­i­den­ciales, y Cre­spo pos­tuló a uno de sus colab­o­radores, Igna­cio Andrade, como su can­dida­to, para usar­lo como títere y con­tin­uar gobernando. 

Pero el gen­er­al José Manuel Hernán­dez, cono­ci­do pop­u­lar­mente como El Mocho Hernán­dez, se pos­tu­la como can­dida­to pres­i­den­cial del opos­i­tor Par­tido Lib­er­al Nacional­ista, fun­da­do por Ale­jan­dro Urbaneja.

La Rev­olu­ción de Quipa

 El Mocho Hernán­dez era un caudil­lo que nació en Cara­cas en 1853, y que con 17 años de edad comen­zó su larga car­rera en las armas y en la políti­ca, par­tic­i­pan­do en una de las rebe­liones con­tra el rég­i­men del gen­er­al Anto­nio Guzmán Blan­co, y por ello fue heri­do de bala y de machete en el Com­bate de Los Lirios, ocur­ri­do en Para­co­tos, el 11 de agos­to de 1870, per­di­en­do entonces dos dedos de la mano derecha, lo que haría que lo apo­daran “El Mocho Hernán­dez”. Eso no le impidió seguir par­tic­i­pan­do en las guer­ras civiles de su época y en la políti­ca, ocu­pan­do diver­sos car­gos públicos. 

 

 

 


Gral. José Manuel Hernán­dez (El Mocho). Colec­ción Luis Her­a­clio Medina

 

 

 

 

 

 

 

 

Estando en los Esta­dos Unidos para aten­der un liti­gio judi­cial que lo enfrenta­ba a un empre­sario de ese país, El Mocho pres­en­cia las cam­pañas elec­torales para las elec­ciones pres­i­den­ciales esta­dounidens­es de 1896, del can­dida­to del Par­tido Repub­li­cano, William McKin­ley, y del can­dida­to del Par­tido Demócra­ta, William Jen­nings Bryan. 

Entonces El Mocho con­cibe la idea de usar las her­ramien­tas de las cam­pañas esta­dounidens­es, espe­cial­mente los mítines, para ganar las elec­ciones en Venezuela. Y efec­ti­va­mente al año sigu­iente, al acep­tar la can­di­datu­ra pres­i­den­cial del Par­tido Lib­er­al Nacional­ista, El Mocho recor­rió todas las regiones vene­zolanas hacien­do mítines, hablan­do en ellos de los prob­le­mas de cada región, ganán­dose la sim­patía de los vene­zolanos de todas las clases sociales, a pesar de que enfrenta­ba la maquinar­ia del Esta­do pues­ta al ser­vi­cio del ofi­cial­ista Par­tido Lib­er­al Amar­il­lo y su can­dida­to Andrade. 

Otras téc­ni­cas de cam­paña elec­toral que El Mocho importó de Esta­dos Unidos fue el repar­to de pines, botones y volantes; la colo­cación de afich­es, los recor­ri­dos en tren, vapor, coche, a cabal­lo o mula, la emisión de boletines de pren­sa y el apoyo orga­ni­za­do de una trein­te­na de per­iódi­cos 

Gen­er­al Joaquín Crespo

La gran pop­u­lar­i­dad de El Mocho Hernán­dez hacía antic­i­par que ganaría las elec­ciones apla­s­tan­do al can­dida­to ofi­cial­ista; pero a medi­da que se acer­ca­ba el día de los comi­cios, la ten­sión aumen­tó y el rég­i­men recur­rió a jugar­retas como valerse de la reclu­ta como excusa para dis­olver las con­cen­tra­ciones de los par­tidar­ios del can­dida­to opositor. 

El día de las elec­ciones, el 1 de sep­tiem­bre de 1897, el dic­ta­dor Joaquín Cre­spo ordenó a los Jefes Civiles ocu­par las mesas de votación en todo el país con pandil­las de hom­bres arma­dos con machetes. Los matones impedían  votar a los que eran iden­ti­fi­ca­dos como par­tidar­ios de El Mocho, mien­tras que los seguidores del gob­ier­no vota­ban varias veces cada uno. 

Al pro­pio Mocho Hernán­dez no lo dejaron votar en la mesa que le cor­re­spondía en La Can­de­lar­ia. El col­mo fue que el can­dida­to pres­i­den­cial opos­i­tor ter­minó sien­do arresta­do por denun­ciar el descara­do fraude ante las jun­tas sec­cionales, y envi­a­do a la cár­cel por tiem­po indefinido. 

Cua­tro meses después, el 1 de febrero de 1898, el Con­gre­so Nacional, dom­i­na­do por Cre­spo, cer­ti­ficó los resul­ta­dos ofi­ciales pro­duc­to del fraude elec­toral y proclamó Pres­i­dente elec­to a Igna­cio Andrade con 406.610 votos, el 99,2 % del total de los sufra­gios, mien­tras al Mocho Hernán­dez sólo le reconocieron 2.203 votos, el 0,6 %. El 20 de febrero, Andrade tomó pos­esión de la Pres­i­den­cia de la República. 

El Mocho fue lib­er­a­do de la cár­cel para demostrar una supues­ta vol­un­tad de pro­mover la rec­on­cil­iación nacional, y él se refugió en su mod­es­ta casa de Miguela­cho a Mis­eri­cor­dia en Cara­cas, bajo la vig­i­lan­cia las 24 horas de espías y policías, ya que el rég­i­men temía que se sublevara.

Y efec­ti­va­mente ante el escan­daloso fraude y la usurpación del poder, El Mocho Hernán­dez tenía la inten­ción de lev­an­tarse en armas. Fin­gien­do enfer­medad, fue vis­i­ta­do por un médi­co que era par­tidario suyo, y con­sigu­ió salir entonces de su casa dis­fraza­do, y con la ayu­da de un oper­ador de tren salir de Cara­cas en ferrocarril.

Igna­cio Andrade,1898

Persegui­do por el gob­ier­no, El Mocho se aden­tró en la Sier­ra Occi­den­tal del actu­al esta­do Carabobo con un grupo de par­tidar­ios, con la inten­ción de aprovechar el ter­reno para lle­var a cabo una guer­ra de guer­ril­las. El 2 de mar­zo de 1898, El Mocho lle­ga con una fuerza de 200 hom­bres a la hacien­da de Queipa, cer­ca de Valen­cia, un pre­dio que era propiedad de un ami­go suyo; y ese día se lev­an­ta en armas for­mal­mente e ini­cia la lla­ma­da Rev­olu­ción de Queipa. 

El ex-pres­i­dente Joaquín Cre­spo se puso en per­sona al frente del Ejérci­to del gob­ier­no que sal­ió para com­bat­ir a las fuerzas rebeldes de El Mocho, un ejérci­to que tenía 5 batal­lones y un escuadrón, que en total sum­a­ban 1.500 hom­bres y 70 jinetes. 

Por su parte El Mocho marchó al sur de Carabobo el 14 de mar­zo para encon­trarse con uno de sus prin­ci­pales jefes mil­itares, Luis Lore­to Lima, con la ayu­da de quien logró reunir un con­tin­gente de alrede­dor de 700 hom­bres divi­di­dos en 400 infantes y 300 jinetes. 

El 16 de abril de 1898, en un lugar del actu­al esta­do Cojedes, se encuen­tran los dos ejérci­tos y se libra la famosa Batal­la de la Mata Carmel­era. La vic­to­ria es para el ban­do rebelde del Mocho Hernán­dez, pero más desta­ca­do aún es que en el tran­scur­so de la batal­la un fran­coti­rador rebelde mató con un tiro en el pecho al ex-pres­i­dente Joaquín Cre­spo. Los ofi­ciales de las fuerzas del gob­ier­no man­tu­vieron en secre­to la muerte del dic­ta­dor al prin­ci­pio, y enviaron su cuer­po a Cara­cas, ya que la inmedi­a­ta noti­cia de su fal­l­ec­imien­to hubiera cau­sa­do el páni­co y el caos en las fuerzas gubernamentales. 

Después de la muerte de Cre­spo, el Ejérci­to rebelde aumen­tó has­ta 1.500 hom­bres, pero el 5 de junio de 1898 ocurre la Batal­la de Chu­ruguara, en la que El Mocho es der­ro­ta­do por el gen­er­al Anto­nio Fer­nán­dez (Min­istro de Guer­ra) y pierde 600 hombres.

Tropas de Cipri­ano Castro

Unos días después, el 12 de junio, El Mocho es defin­i­ti­va­mente der­ro­ta­do y cap­tura­do por Ramón Guer­ra en El Hacha, Yaracuy, ponien­do fin a la Rev­olu­ción de Queipa que ape­nas había dura­do poco más de 3 meses. 

La der­ro­ta de la rebe­lión salvó tem­po­ral­mente al gob­ier­no de Igna­cio Andrade, pero la muerte de Joaquín Cre­spo lo dejó muy debil­i­ta­do, y después de otros lev­an­tamien­tos final­mente fue der­ro­ca­do el 23 de octubre de 1899 por la Rev­olu­ción Lib­er­al Restau­rado­ra lid­er­a­da por Cipri­ano Castro. 

Por su parte, El Mocho pasó a la his­to­ria como el hom­bre que com­bat­ió un fraude elec­toral con el fusil en la mano, una con­duc­ta que tris­te­mente quedó en el pasado.

CorreodeLara

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