El motín de San Felipe (1741)
Mario R. Tovar G.
Profesor en Ciencias Sociales, mención Geografía (IUPEB: 1986)
Magister en Administración y Supervisión de la Educación (Universidad de Carabobo: 1996)
mtovar60@hotmail.com
“La historia es revuelta y crisis.”
María Victoria López, docente jubilada de la Upel-Ipb, en Facebook (01–12-2018)
Muchos han sido los pasajes de nuestra historia regional, que no han sido reseñados profusamente por la llamada “Historia Patria”; uno de estos hechos lo constituyó “El Motín de San Felipe”, cuyo desarrollo fue estudiado por el ya desaparecido historiador yaracuyano León Trujillo.
En este contexto, los moradores de la incipiente ciudad de San Felipe El Fuerte, cabeza política y comercial del Valle de las Damas, superada la lucha que por su autonomía sostuvieron con el Cabildo y ciudad de Nueva Segovia, disfrutaban ahora de una solapada libertad de comercio.
En tal sentido, San Felipe El Fuerte crecía; aumentaban sus moradores, se multiplicaban las haciendas y esclavos negros usados como mano de obra productiva. Bajo este ambiente, de igual manera se incrementaba el comercio ilícito en la región; razón por la cual eran considerados un paraíso: el río y su valle.
Sin embargo, tiempo después cambiaría este escenario al producirse la llegada del nuevo teniente y justicia mayor, proveniente de Carora, Ignacio Basasábal, cuya llegada al territorio marcó el alzamiento de toda la población de San Felipe El Fuerte, el 4 de enero de 1741; hechos reseñados por el Dr. Eduardo Arcila Farías (1973), en su obra “Economía Colonial de Venezuela”, donde afirma que los revoltosos emplearon armas que les suministraron los holandeses y llegaron a obtener el dominio de la ciudad.
Por su parte, el gobernador despachó a Urrelos a sofocar la revuelta, y cuando éste entró en San Felipe halló que entre los dirigentes del motín estaban los alcaldes, los regidores y el escribiente del cabildo; razón por la cual, el gobernador Zuluaga recomendó a la corona quitar a San Felipe el estatuto de ciudad, reduciéndola a calidad de pueblo hasta el cese del comercio ilegal.
En razón de ello, tiempo después el Rey dictaría el 10 de marzo de 1742, una real cédula quitándole temporalmente a San Felipe el estatuto de ciudad y ordenando el castigo contra los culpables. Como lo apunta el destacado historiador yaracuyano Nicolás Perazzo (1982), al ser remitido el expediente al Consejo de Indias para su estudio y posteriormente a su Majestad, se produciría una sentencia favorable, dictaminándose que San Felipe conservaría sus fueros de ciudad y los implicados sufrirían las penas consiguientes a juicio de las autoridades de la Provincia.
Finalmente, dicho motín trascendió la región yaracuyana, influenciando otro alzamiento similar en El Tocuyo, así como la insurrección de Juan Francisco León; ambos generados en contra de los excesivos y reiterados abusos cometidos en nuestro territorio durante la colonia por la Compañía Guipuzcoana, dado su opresivo monopolio comercial, que los aguerridos sanfelipeños supieron enfrentar con recia hidalguía.