Crónicas

El primer contacto de Venezuela con Estados Unidos lo ideó Miranda

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

Al con­vul­so puer­to de Nue­va York arribó Fran­cis­co de Miran­da luego del mediodía del 9 de noviem­bre de 1805. Per­sistía el frío otoñal pese al sol y los fuertes sopli­dos de la brisa gél­i­da ya comen­z­a­ban a que­mar el ros­tro de quienes desembarcaban.

Al descen­der del bar­co, no perdió ni un min­u­to, y de inmedi­a­to comen­zó a urdir su plan, que no era otro que una expe­di­ción mil­i­tar para lib­er­ar a Venezuela.

 

 


Gen­er­alísi­mo Fran­cis­co de Miranda

 

 

 

 

 

 

 

Tenía var­ios aspec­tos claros en su ries­gosa aven­tu­ra: Las rela­ciones nece­sarias para orga­ni­zar y desar­rol­lar la incur­sión arma­da, el finan­ciamien­to de los cuan­tiosos gas­tos que la operación gener­aría y, por últi­mo, lograr que las autori­dades apo­yaran o por decir lo menos, no se opusier­an a la expedición.

Miran­da era un hom­bre extremada­mente ver­sa­do, con una sól­i­da for­ma­ción cul­tur­al y mil­i­tar, con un pres­ti­gio avasal­lante como héroe. Ofi­cial del ejérci­to español y un gen­er­al de Fran­cia; Su estatu­ra moral acred­ita­ba cualquier con­tac­to que se trazara. Llevó una vida agi­ta­da y murió en 1816, en una cár­cel, esper­an­za­do en un cam­bio políti­co que le per­mi­tiera salir en lib­er­tad. Había naci­do en Cara­cas el 28 de mar­zo de 1750.

Memorable visita

Los recur­sos de la expe­di­ción se con­virtieron en la pri­or­i­dad de Miran­da pese a que, de su pro­pio peculio, con­ta­ba con fon­dos de con­sid­eración. Para tal fin nece­sita­ba trasladarse a la cap­i­tal del país, por lo que sal­ió de Nue­va York el 29 de noviem­bre de 1806, y lo primero que empacó fueron sus libros y un diario en donde por cuida­dosa cos­tum­bre, apunt­a­ba todos sus pasos.

La descrip­ción del via­je de Nue­va York a Wash­ing­ton, con una estancia en Filadelfia, no la apun­ta con todos sus detalles, pero sí desnu­da su espíritu de obser­vación al describir los com­er­cios y su pujante aje­treo, la agri­cul­tura reple­ta de bon­dades, las con­struc­ciones desco­mu­nales y los envidi­a­bles medios de comu­ni­cación, en un perip­lo que final­iza el 6 de diciembre.

Al día sigu­iente de su lle­ga­da a Wash­ing­ton, fue a vis­i­tar al pres­i­dente Thomas Jef­fer­son, y jun­to a su tar­je­ta de avi­so anexó una car­ta de pre­sentación redac­ta­da por el doc­tor Ben­jamin Rush, su ami­go per­son­al, que gen­erosa­mente la había prepara­do para Miran­da cuan­do éste lo vis­itó en Filadelfia. 

Sobre el trascen­den­tal encuen­tro Miran­da apun­tó en su diario: «Recibióme inmedi­ata­mente no obstante que esta­ba despachan­do con sus min­istros (…) Háblome con gra­to pre­gun­tán­dome como deja­ba la Europa que, al pare­cer, esta­ba casi toda con las armas en la mano».

La con­ver­sación, en per­fec­to inglés y francés, fue flu­i­da entre Miran­da y Jef­fer­son, dis­fru­tan­do de un té y panecil­los de navi­dad, ambos se extendieron ‑en tono informal‑, por largo rato. Miran­da se mostró pru­dente y a su sal­i­da del despa­cho, se dirigió a la Sec­re­taría de Esta­do, tam­bién con una nota de pre­sentación de su ami­go Rush para Mr. James Madi­son, promi­nente jurista además peri­odista; inde­pen­den­tista, miem­bro del Con­gre­so Con­sti­tuyente y del primer Con­gre­so de la nación, cuar­to pres­i­dente de EE. UU, reelec­to en 1812.

Thomas Jef­fer­son, ter­cer pres­i­dente de los Esta­dos Unidos

A razón de su visi­ta, Miran­da anotó: «Mr. Madi­son me recibió con agra­do y amis­tad». «Díjele que tenía cier­tos nego­cios políti­cos úni­ca­mente amer­i­canos que comu­ni­car­le si el Pres­i­dente juz­ga­ba propósi­to que entrasen en con­fer­en­cia bajo una recíp­ro­ca con­fi­an­za y el más inolvid­able secre­to. Me con­testó que esta­ba muy bien y que tomaría la venia del Pres­i­dente sobre el par­tic­u­lar y sin pér­di­da de tiem­po me daría avi­so».

Miran­da, hábil estrate­ga, con­seguiría lla­mar la aten­ción del Gob­ier­no, y Madi­son lo citó para una próx­i­ma reunión el lunes 9 de diciem­bre, encuen­tro que por razones de Esta­do se postergó has­ta el jueves 12.

La con­ver­sación se real­izó en estric­ta reser­va a exi­gen­cia del pro­pio pres­i­dente Jef­fer­son, en donde Miran­da planteó que en Venezuela se habían real­iza­do todos los esfuer­zos posi­bles para lograr una eman­ci­pación sól­i­da y abso­lu­ta del con­ti­nente his­panoamer­i­cano, pero que para eje­cu­tar la expe­di­ción que plane­a­ba, «solo se nece­sita­ba del con­sen­timien­to tác­ti­co del Gob­ier­no o que a lo menos que se haga la vista gor­da». Les expu­so que disponía de amis­tades poderosas en Boston y Nue­va York, que le ofrecían cau­dales «con tal de que el Gob­ier­no prestase su asen­timien­to y aprobación».

James Madi­son, sec­re­tario de Esta­do y luego pres­i­dente de EE.UU

Ambos escucharon aten­tos y con vis­i­ble agra­do los fun­da­men­tos de Miran­da, «… dicién­dome que los indi­vid­u­os de este país podrían muy bien ayu­dar en el asun­to, pues el Gob­ier­no con­forme al dere­cho de gente no respondía a los hechos de empre­sas par­tic­u­lares». Hablaron tam­bién de otros temas y acor­daron pros­eguir al sigu­iente día.

Al lle­gar al hotel, el gen­er­al Miran­da encon­tró una tar­je­ta del pres­i­dente Jef­fer­son. Lo invita­ba a cenar el viernes 13.

Honrado en la Casa Blanca

Antes de la cena, se reunió con Madi­son, en el despa­cho de la Sec­re­taría de Esta­do, en donde el con­se­jero pres­i­den­cial le man­i­festó que el Gob­ier­no tenía la mejor vol­un­tad hacia su causa «pero no sabía cómo podía ayu­dar­los en el momen­to actu­al sin fal­tar a la bue­na fe y a la amis­tad que aún sub­sistía con las naciones con que esta­ban en paz».

El sec­re­tario de Esta­do le dejó claro que parecía actu­ar de for­ma aven­tu­ra­da y peli­grosa y que, por tal moti­vo, la ayu­da debía venir más bien de par­tic­u­lares y no del Gob­ier­no. Miran­da replicó estrechán­dole la mano a Madi­son al tiem­po que agregó que a ese pun­to quería lle­gar porque él sola­mente aspira­ba el asen­timien­to y la tol­er­an­cia del Gobierno.

Cenó esa noche con Jef­fer­son en com­pañía de Madi­son, quien se mostró emo­ciona­do con la empre­sa que esta­ba por ini­cia­rse. Fue una dis­tin­ción hacia el ilus­tre vis­i­tante, que según el diario del ilus­tre vene­zolano: «el Pres­i­dente me sen­tó a su lado y la mesa esta­ba cubier­ta sun­tu­osa­mente». De aque­l­la vela­da ano­ta tam­bién: «había en el Pres­i­dente y en el Sec­re­tario una táci­ta aprobación y buenos deseos».

Casa Blan­ca. Lado norte

Durante su estadía en la cap­i­tal esta­dounidense, vis­itó la casa de George Wash­ing­ton en Mount Ver­non, y le impre­sionó la mod­es­ta sen­cillez del con­jun­to que real­mente car­ac­ter­i­z­a­ba la per­son­al­i­dad de Wash­ing­ton y lamen­tó no haber podi­do revis­ar la libr­ería del dig­natario «que es lo que yo más desea­ba ver».

Asimis­mo, tuvo la opor­tu­nidad de pres­en­ciar una sesión en la cámara del Con­gre­so y pudo cono­cer­los a todos. Igual­mente estu­vo revisan­do los buques arma­dos ancla­dos en el puer­to. Asis­tió al teatro en com­pañía de Mr. Smith, min­istro de la Mari­na, a quien juzgó ser un hom­bre instru­i­do y educado.

Miran­da y Jef­fer­son ini­cia­ron para la his­to­ria el comien­zo de las rela­ciones ofi­ciales entre la futu­ra Venezuela con la ya vigente nación norteam­er­i­cana. Por primera vez, un vene­zolano era recibido por el pres­i­dente de Esta­dos Unidos e invi­ta­do a cenar en la Casa Blanca.

Puer­to de Nue­vo York, cir­ca 1860

Zarpó del puer­to de Nue­va York el 2 de febrero de 1806 en El Lean­der, una cor­be­ta que disponía de 18 cañones y desplaz­a­ba unas 200 toneladas, con una eslo­ra de 36 met­ros y 8 met­ros de man­ga; bar­co que logró com­prar y que enar­bo­la­ba la ban­dera norteam­er­i­cana con 200 hom­bres como trip­u­lación, en su may­oría esta­dounidens­es y un capitán de la mis­ma nacionalidad.

De aquel primer con­tac­to, con Jef­fer­son y Madi­son, el gen­er­al Fran­cis­co de Miran­da pudo conc­re­tar la odis­ea expe­di­cionar­ia que inten­tó lib­er­ar a Venezuela del impe­rio español.


Fuente: Venezuela y Esta­dos Unidos a través de dos sig­los. T. Polan­co, S. Con­salvi, E. Mon­dolfi. Cámara Vene­zolano-Amer­i­cana de Com­er­cio e Indus­tria. Cara­cas, 2000

CorreodeLara

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