Crónicas

En 1826 el Libertador recorrió tierras corianas por última vez

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisperozop@hotmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

Luego de finalizar las cam­pañas sureñas, Simón Bolí­var man­i­festa­ba a viva voz su deseo de regre­sar a la patria ante la lle­ga­da de noti­cias del descon­tento que rein­a­ba en Venezuela a causa de la inesta­bil­i­dad políti­ca «gen­er­a­da por las ideas antipa­trióti­cas del gen­er­al Páez», según escribe el his­to­ri­ador Lino Irib­ar­ren Celis.

No tran­scur­rió mucho tiem­po cuan­do el Lib­er­ta­dor resolvió resolver el con­flic­to per­sonal­mente, por lo que decide empren­der el via­je de regre­so a Venezuela par­tien­do de Lima, Perú el 4 de sep­tiem­bre de 1826.

Bal­cón de la famil­ia Senior donde Bolí­var per­noc­tó en la ciu­dad de Coro

El his­to­ri­ador Cruz Enrique Otero Duno, cro­nista del munici­pio Sil­va del esta­do Fal­cón y tam­bién Miem­bro Hon­o­rario de la Acad­e­mia de His­to­ria del esta­do Fal­cón, pub­licó una intere­san­tísi­ma inves­ti­gación sobre la últi­ma visi­ta que el Lib­er­ta­dor real­izó a tier­ras cori­anas, descri­bi­en­do en detalle el itin­er­ario de la comi­ti­va, así como los sitios en donde per­noc­tó antes de diri­girse a la cap­i­tal de Venezuela.

Según el cro­nista Otero Duno, tras embar­carse en el puer­to de El Callao, el Lib­er­ta­dor lle­ga a Guayaquil para entre­vis­tarse con los coro­ne­les Urbane­ja e Ibar­ra, ambos afec­tos a Páez, pero obe­di­entes y dis­ci­plina­dos al man­do supre­mo de Bolí­var. De allí con­tinúa hacia Quito (Ecuador).

El 5 de octubre el séquito del Lib­er­ta­dor sale para Bogotá (Colom­bia). El 25 de noviem­bre sigue la ruta hacia la Vil­la del Rosario (San José de Cúcu­ta, Colom­bia) donde Bolí­var orde­na tomar medi­das para reclu­tar tropas y con­tin­uar el avance hacia Venezuela.

Final­mente, el día 29 de noviem­bre, Bolí­var y su tropa entran por el río Zulia y lle­gan a los Puer­tos de Alt­a­gra­cia, en el lago de Mara­cai­bo, donde lo espera el gen­er­al Rafael Urdane­ta a quien le hace entre­ga ese depar­ta­men­to medi­ante un decre­to que a su vez orde­na a los real­is­tas pasar a las órdenes patriotas.

Bolí­var durante todo el trayec­to recibe emis­ar­ios que le infor­man acer­ca de las arti­mañas políti­cas que ocur­ren en Cara­cas, Valen­cia y Puer­to Cabello.

Bailó con la catira Terán

Otero Duno asien­ta que Bolí­var al ini­ciar el recor­ri­do en bes­tias y car­retas por las ári­das y des­o­ladas tier­ras cori­anas, atrav­esó la zona de Mene de Mau­roa y llegó a Casigua donde fue recibido por el coman­dante mil­i­tar del can­tón de Casi­cure, capitán Pedro Rodríguez.

Al día sigu­iente, 21 de diciem­bre, la comi­ti­va entra a Boro­jó. Allí les preparan una rum­bosa fies­ta con músi­cos locales que le dan ale­gría y ambi­ente al momen­to, esce­nario que el gen­er­al Bolí­var no des­perdi­cia para invi­tar a bailar a una joven y lin­da damisela de nom­bre Jose­fa, mejor cono­ci­da como la cati­ra Terán (úni­ca hija de Tomasa Terán).

Casa donde el Lib­er­ta­dor bailó con la Cati­ra Terán

Prosigue el cro­nista detal­lan­do el recor­ri­do y la estancia del Lib­er­ta­dor, descri­bi­en­do en al lle­gar al pueblo de Cap­atári­da, Bolí­var des­cansa en la casa de los esposos don Basilio Mavare y doña Valenti­na Álvarez, con asien­to en la hoy lla­ma­da calle Bruzual.

«Las tier­ras esta­ban des­o­ladas y los cam­pos lucían empo­bre­ci­dos dado el caso de que los pocos rebaños de gana­do vac­uno habían sido uti­liza­dos para la manu­ten­ción de los sol­da­dos o para vender­los en las islas de Aru­ba y Curazao a cam­bio de armas de guerra.»

Los via­jeros avan­zan des­de Zazári­da y lle­gan a Mitare donde los tran­qui­los habi­tantes, entre ellos el mara­caibero Bernar­do Bocane­gra y famil­ia, rebosan de júbi­lo. A la comi­ti­va ofi­cial se sumó, en el sitio cono­ci­do como Algo­dones, el desta­ca­do jurista mitarero licen­ci­a­do José Inocen­cio Gil, ami­go de añe­ja data del ilus­tre vis­i­tante, ano­ta Otero Duno en su reseña.

«Cuan­do el Lib­er­ta­dor desmon­tó su cabal­lo en Mitare amar­ró la bes­tia a una mata de cují. Durante un agasajo en su hon­or en la casa de la famil­ia Miquile­na, Bolí­var demostró sus galanterías al pro­pon­er­le a la ele­gante joven María Encar­nación Sánchez (Con­chi­ta San­chi­to) bailar con ella; para lo cual solic­itó a José de las Nieves Lugo, direc­tor de los músi­cos, que eje­cu­tara piezas más ráp­i­das y ale­gres ya que solo enton­a­ban can­ciones de rit­mo suave.»

El día 23, después de sabore­ar el exquis­i­to cache mitarero (café), los via­jeros tomaron el camino real que con­duce a San­ta Ana de Coro.

El Lib­er­ta­dor per­noc­tó en la her­mosa casona cono­ci­da como el Bal­cón de los Senior, cuyos dueños ini­ciales fueron Lucas del Cier­vo y su esposa Salomé Tellería. De la noble doña se afir­ma que pro­nun­ció ten­ta­do­ras pal­abras de admiración al pres­i­dente de Colombia.

Es momen­to en que nue­va­mente en la his­to­ria del Padre de la Patria por los caminos cori­anos salen a relu­cir otras bel­las mujeres. Se tra­ta de las gen­tiles señori­tas Gar­cés y Man­zano quienes cam­i­naron al lado del líder has­ta lle­gar a la cat­e­dral donde fue ofi­ci­a­do un Te Deum.

Dos días después la comi­ti­va con­tin­uó hacia Cumare­bo, lugar donde el Lib­er­ta­dor per­noc­tó la Nochebue­na de Navi­dad. Luego cabal­gó hacia Píritu, Mir­im­ire, Capadare y Chichiriviche.

Al pasar Bolí­var la noche en Tuca­cas los Tini­tos repi­caron sus tambores

Al toque de tambor… toda la noche

En un bergan­tín Bolí­var y sus acom­pañantes nave­g­aron has­ta Tuca­cas, escribe Otero Duno, y recoge ver­siones orales de Raquel Per­o­zo Blank, que tran­scribe en los libros “His­to­ria de Tuca­cas” y “Tópi­cos Históri­cos del Munici­pio José Lau­ren­cio Sil­va” donde ase­gu­ra que Simón Bolí­var vis­itó Tuca­cas al enter­arse de serios informes acer­ca del esta­do liti­gioso que con­fronta­ban las minas de cobre de Aroa, valiosas propiedades asum­i­das por su her­mana María Antonia. 

Tales pos­e­siones se encon­tra­ban en peli­gro ante los con­tin­u­os pleitos y fuertes dis­cu­siones de María Anto­nia con los miem­bros de la famil­ia Sagarza­zu, quienes desea­ban apoder­arse de las minas.

«De acuer­do con aque­l­la respeta­da e inédi­ta ver­sión oral que me trans­mi­tió Raquel Per­o­zo Blank porque la había escucha­do de su seño­ra madre, la muy recor­da­da Con­stan­za Blank de Per­o­zo y ésta a su vez la oyera de doña Wences­láa Jáuregui de Blank, Bolí­var per­noc­tó en Tuca­cas el día 30 de diciem­bre en un humilde ran­cho propiedad de dos pescadores cura­zoleños a quienes llam­a­ban Los Tini­tos. Estos, al uní­sono con los demás negros holan­deses, tocaron tam­bor has­ta el amanecer. Tal aposen­to esta­ba edi­fi­ca­do en el mis­mo lugar donde hoy está la plaza Bolívar.»

Doña Wences­láa Jáuregui de Blank vió a Simón en Tucacas

Bolí­var aban­dona Tuca­cas en un navío con des­ti­no a Puer­to Cabel­lo donde pasó la noche de año nue­vo. Reanudó el via­je el 4 de enero de 1827 para encon­trarse con José Anto­nio Páez en Naguanagua.

Ambos cabal­gar­on jun­tos has­ta Valen­cia, adonde lle­garon a las cin­co de la tarde en medio de la maraña de intri­gas políti­cas. Ese día se cumplían cua­tro meses de su par­ti­da des­de Perú, con­cluye su rig­urosa inves­ti­gación el his­to­ri­ador Cruz Otero Duno.

De allí, el Lib­er­ta­dor entró en Cara­cas el 2 de mar­zo de 1827, acom­paña­do de Páez, y fueron recibidos con arcos tri­un­fales en medio de una espec­tac­u­lar ovación a Bolí­var que parecía no ten­er final. Esa será la últi­ma vez que el Lib­er­ta­dor estará en Caracas.


Fuente:
Lino Irib­ar­ren Celis. La Guer­ra de Inde­pen­den­cia en el Esta­do Lara. Edi­to­r­i­al Ávi­la Grá­fi­ca, 1951
Cruz Enrique Otero Duno. Niñez de Bolí­var y su recor­ri­do por tier­ras cori­anas.  Diario La Cos­ta. Domin­go, 27 de diciem­bre de 2009

CorreodeLara

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