En Carora se ejecuta un juicio por concubinato
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
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Corría el año 1794 en la Carora antañona, el árido pueblo caracterizado por su mercado central de pujante movimiento con sus trueques y venta de “corotos”, es un hervidero de murmullos que iban y venían con pasmosa rapidez.
Trasciende que el rico propietario Nicolás José de Gallardo, descendiente de una familia de arraigado linaje y limpieza de sangre en la comarca, debe concurrir ante el Gobernador al ser señalado de ser un concubino.

Gallardo se ajetrea por defender su intachable reputación y en su afanada diligencia se dirige al Gobernador para llamar la atención sobre la irresponsabilidad de las conjeturas que se tejían sobre la mala conducta que injustamente se le achacaba.
En su correspondencia plantea el problema de la honra, sujeta a la veleidad de quienes la juzgan a su manera y elocuentemente, en un fragmento esgrime:
“Como el honor es una pasión honrosa, que depende del buen concepto de los hombres, no necesita de otros opúsculos para su falencia, sino que cualquiera del vulgo ignorante, novelero y desatinado, haciendo concepto contrario o porque propenda a la distracción, suelte solo una palabra que damnifique aquel buen crédito , y cata aquí, que el que lo tenía de justo por muchos años en una hora, si hay copia de gente en quienes propáguese la mala voz, lo transforme en demonio; porque aun en los hombres más provectos y justificados, tiene lugar la creencia de lo que suena mal contra los prójimos”.
No hay constancia de que el funcionario gubernamental en cuestión desdeñara el caso ante la consistente defensa plasmada por Gallardo, en tiempos en los cuales se podía asesinar por el buen nombre de las personas.
Fuente: El Desafío de la Historia. Año 1, número 5