Esequibo: las claves para entender el conflicto
Efraín Jorge Acevedo
Historiador y escritor
Twitter: @efrainjorge
efrainjorge@yahoo.es
Pese a que el diferendo por el territorio Esequibo es tan antiguo como la propia República de Venezuela, y por tanto durante generaciones los venezolanos han crecido oyendo hablar de la reivindicación histórica de Venezuela sobre el Esequibo como un asunto de honor indisolublemente asociado al patriotismo o nacionalismo venezolano; pese a ello, decíamos, la inmensa mayoría de los venezolanos no terminan de entender de que trata realmente el tema del Esequibo, algo evidente cuando uno habla con cualquier venezolano o lee sus comentarios en las redes sociales.
Que sirva este artículo para ilustrar a todos los lectores sobre las claves para entender el relativamente complejo tema del diferendo sobre el Esequibo.
Primera clave:
El Esequibo no es toda Guyana y por lo tanto Venezuela no pretende anexarse la República de Guyana
Una de las confusiones más sorprendentes es la de que muchos venezolanos creen equivocadamente que el Esequibo abarca toda la actual República de Guyana, y que por eso Venezuela quiere quedarse con toda Guyana, que pretende anexarse el país entero y que los guyaneses no tendrían derecho a tener un país independiente propio.
Esa creencia es totalmente falsa y equivocada. Según los guyaneses (desde el punto de vista del Estado guyanés) la República Cooperativa de Guyana tiene un territorio nacional de 214.970 kilómetros cuadrados, de los cuales 159.542 kilómetros cuadrados forman parte del territorio Esequibo.
Es decir, el Esequibo, que es lo que Venezuela reclama como suyo, constituye el 74,21% de lo que Guyana considera su territorio nacional; evidentemente es la gran mayoría de lo que actualmente es la República de Guyana, pero no es toda ella, porqué los 55.428 kilómetros cuadrados restantes (el 25,79%) no pertenecen al Esequibo y por eso Venezuela nunca los ha reclamado.
Aunque no tiene que ver con el reclamo venezolano sobre el Esequibo, es curioso que otro vecino de Guyana, la República de Surinam, reclama como suyos 15.600 kilómetros cuadrados del territorio actual de Guyana, que equivalen al 7,26% del territorio nacional guyanés.
Es decir, que sí Venezuela y Surinam tuvieran éxito en sus reclamos y recuperaran los territorios que reivindican como suyos, a la República de Guyana sólo le quedaría 39.828 kilómetros cuadrados, es decir, aproximadamente el 18,53% de lo que Guyana controla actualmente y que considera su territorio nacional.
Sin embargo, esos casi 40 mil kilómetros cuadrados equivalen a un territorio más grande que el de la República de Haití y casi tan grande como el de Suiza (otra comparación es que equivale a un territorio casi tan grande como el del Estado Delta Amacuro en Venezuela).
Entonces, aunque Venezuela recuperara el Esequibo, la República de Guyana seguiría existiendo sobre su propio territorio, su legítimo territorio, el que todos sus vecinos, incluyendo Venezuela, reconocen como el legítimo territorio de Guyana.
Pero, ¿Cuáles son las razones históricas para que estos territorios terminaran perteneciendo a diferentes entidades soberanas y que tengan el estatus actual?
Como es bien sabido, el Esequibo pertenecía al Reino de España; aunque realmente los españoles nunca conquistaron y colonizaron el territorio Esequibo, nunca tuvieron la oportunidad, los recursos y/o el interés de poblar el vasto territorio selvático, de todas maneras, la Corona Española reivindicó el Esequibo como parte de sus dominios en virtud del reparto del continente americano que hicieron las Potencias europeas colonizadoras a través de diversos tratados internacionales de la época.
El Esequibo formaba parte de la Provincia de Guayana, que fue creada el 21 de julio de 1569 (aunque su creación no fue ratificada por el Rey de España, Felipe II sino hasta muchos años después, el 15 de septiembre de 1586); la provincia sufriría algunas vicisitudes, producto de las cuales la Corona Española la suprimiría y después la restauraría (siempre bajo su soberanía), y finalmente sería una de las provincias que el Rey de España, Carlos III asoció o federó para crear la Capitanía General de Venezuela mediante la Real Cédula del 8 de septiembre de 1777.
De esa manera, como parte de la Provincia de Guayana, el Esequibo pertenecía a la Capitanía General de Venezuela cuando se inició el proceso independentista en 1810, y cuando se proclamó oficialmente la Independencia de Venezuela de España, el 5 de julio de 1811, pasó a pertenecer a la nueva República venezolana (desde el punto de vista patriota o independentista), en virtud del principio jurídico del “Uti possidetis iuris”, un principio consagrado como “sagrado” e irrenunciable por los próceres de la Independencia, y que en el caso de la Nación venezolana significa que el territorio de Venezuela como país o Estado independiente y soberano será el territorio que tenía la Capitanía General de Venezuela en el año 1810, con las modificaciones posteriores acordadas legalmente por los poderes públicos de la República venezolana.
Ese principio es la base constitucional de la reivindicación de Venezuela sobre el Esequibo; diciéndolo de manera simple o coloquial, Venezuela “heredó” el Esequibo de España cuando se independizó del dominio español o hispánico, y solamente sí Venezuela renunciara voluntariamente al territorio (de manera legal) podría dejar de pertenecer al Estado venezolano.
Pero ¿Cuál es la historia del vecino de Venezuela, del territorio que Venezuela reconoce como el territorito legítimo de la República de Guyana?
Ese territorio fue colonizado originalmente por las Provincias Unidas de los Países Bajos, la República aristocrática de aquella época que en la actualidad es el Reino de los Países Bajos, el país que coloquialmente llamamos Holanda; los holandeses establecieron su primer asentamiento en el año 1616, y ese mismo año fundaron una colonia a la que llamaron Colonia de Esequibo, llamada así por el río Esequibo, pero que no era lo que en la actualidad nosotros conocemos como el Esequibo.
En las décadas siguientes los holandeses se dedicaron a expandir su dominio en la región, fundando cada vez más localidades, teniendo en el proceso algunos conflictos con los españoles que precisamente querían evitar las incursiones holandesas en su territorio, principalmente en el Esequibo español.
En 1621, el gobierno de los Países Bajos otorgó a la recién formada Compañía Holandesa de las Indias Occidentales el control total sobre la región colonizada en Guayana. En 1627 el empresario Abraham van Peere de Vlissingen, actuando bajo la soberanía de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, fundó la colonia de Berbice, que abarcaría una gran parte del territorio guyanés (del reconocido actualmente por Venezuela como legítimamente guyanés).
El 30 de enero de 1648 se firmó el Tratado de Münster (también conocido como la Paz de Münster) por el que, entre muchas otras cosas, España reconocía y aceptaba la soberanía de los Países Bajos sobre los territorios que los holandeses habían conquistado en América, entre ellos las colonias de Esequibo, Berbice y el resto del territorio holandés en Guyana.
El 18 de octubre de 1745 los holandeses fundaron una tercera colonia separada de las anteriores, esa nueva colonia se llamaba Demerara, y abarcaba otra gran parte del territorio.
Pero en el año 1795 ocurrió un acontecimiento en la lejana Europa, que, como efecto colateral, tendría grandes repercusiones en el futuro del Esequibo. A comienzos de ese año el Ejército de la Primera República Francesa (la Francia republicana de la Revolución Francesa y en ese momento todavía bajo el gobierno de la Convención Nacional) invadió y conquistó las Provincias Unidas de los Países Bajos, que a partir de ese momento se convirtió en la República Bátava, un país o Estado satélite de la República de Francia, sometido en la práctica a la influencia francesa.
Gran Bretaña, que era enemiga de la Francia republicana y revolucionaria, no podía permitir que las colonias holandesas en América cayeran bajo el control o la influencia de sus enemigos franceses.
Por eso al año siguiente, en 1796, las fuerzas militares de Gran Bretaña ocuparon las colonias holandesas de Esequibo, Berbice y Demerara.
En 1802, a raíz de la firma de un tratado de paz con Francia, Gran Bretaña devolvió las colonias a los holandeses; pero al año siguiente, en 1803, al reanudarse la guerra entre Francia (ya gobernada por Napoleón Bonaparte) y sus enemigos, los británicos volvieron a ocupar las colonias arrebatándoselas de nuevo a los holandeses aliados de los franceses.
A partir de ese momento los territorios se convirtieron en colonias de facto de Gran Bretaña, aunque legalmente la soberanía legítima seguía perteneciendo a los holandeses. Pero al final de las Guerras Napoleónicas, los Países Bajos recuperaron su independencia después que los franceses fueran expulsados de su territorio por las Potencias aliadas que habían derrotado a Napoleón; y entonces el país se convirtió en el Soberano Principado de los Países Bajos Unidos.
El nuevo gobierno holandés firmó el 13 de agosto de 1814 con el gobierno británico el Tratado Angloholandés de 1814 (también conocido como la Convención de Londres); por ese tratado los Países Bajos cedieron definitivamente la soberanía de las colonias de Esequibo, Berbice y Demerara a Gran Bretaña, con lo que legalmente se convirtieron en colonias británicas al ser el tratado definitivamente ratificado por los Países Bajos el 20 de noviembre de 1815.
Incluso antes de que los Países Bajos transfirieran la soberanía a Gran Bretaña, el gobierno británico había unido las colonias de Demerara y el Esequibo para crear una nueva colonia, la Colonia de Demerara-Esequibo, que fue creada oficialmente el 28 de abril de 1812.
El 21 de julio de 1831 la Colonia de Berbice fue unificada a la de Demerara-Esequibo por decisión del gobierno británico, para crear una sola colonia, llamada Guayana Británica.
Teniendo en cuenta que cuando comenzó el proceso independentista venezolano ya los británicos ocupaban las colonias que habían sido holandesas, Venezuela y Gran Bretaña estaban condenados a ser vecinos, y podían haber sido buenos vecinos sí cada uno se hubiera quedado en su respectivo territorio; pero evidentemente los británicos no tuvieron el deseo de ser buenos vecinos y conformarse con el territorio al que habían renunciado los holandeses.
Ya en 1822, la Gran Colombia protestaba por las incursiones británicas en el territorio del Esequibo (hay que recordar que en 1819, Simón Bolívar había incorporado a Venezuela a la República de Colombia, la antigua y la grande, la que llamamos ahora la Gran Colombia); específicamente el venezolano José Rafael Revenga, en ese entonces Ministro Plenipotenciario (Embajador) de la Gran Colombia en Gran Bretaña presentó una queja al gobierno británico por el hecho de que colonos británicos de las colonias de Demerara y Berbice hubieran usurpado tierras gran-colombianas (venezolanas) en el Esequibo, y exigía que esos pobladores se sometieran a la autoridad del gobierno y de las leyes de la Gran Colombia, o que en caso contrario se retiraran y volvieran al territorio de las colonias británicas. Como base jurídica del reclamo se alegaban los tratados firmados entre España y los Países Bajos que fijaron en el pasado los límites fronterizos entre sus respectivos territorios.
Después que Venezuela se separó o independizó de la Gran Colombia en 1830, y de que se creó la colonia de la Guayana Británica en 1831, se intensificó la ocupación británica del Esequibo venezolano.
En aquellos años es cuando explora la Guayana Británica el naturalista y explorador alemán Robert Hermann Schomburgk, que en 1841, por encargo del gobierno británico, cumple una misión para fijar los límites de la colonia británica; el resultado fue la famosa Línea Schomburgk que trazó el explorador como pretendida frontera occidental de la Guayana Británica con el territorio de Venezuela.
Esa línea despojaba a Venezuela del Esequibo entero, e incluso iba más allá, pues pretendía arrebatarle a Venezuela la desembocadura del río Orinoco (territorios de los actuales estados Bolívar y Delta Amacuro). Las pretensiones británicas se basaban en que el Tratado Anglo-Holandés de 1814 (la fuente de legitimidad jurídica de la soberanía británica sobre la Guayana Británica) no fijaba claramente la frontera occidental de la colonia inglesa con las posesiones españolas, ahora venezolanas, y por eso había encargado el estudio a Schomburgk, que convenientemente había determinado que el territorio británico abarcaba extensas tierras que durante siglos España había considerado suyas y por ende Venezuela (sucesora de España) también.
No conforme con eso Schomburgk decía que en su opinión Gran Bretaña podría tener derecho a reclamar a Venezuela incluso más territorios de los que él con su trazado fronterizo ya le había quitado, al menos en el papel.
Después de repetidas crisis diplomáticas a cuenta del tema, a lo largo del siglo XIX (que incluso llevaron a la ruptura de relaciones entre Venezuela y Gran Bretaña) y de unos cuantos incidentes fronterizos, finalmente Venezuela pidió la intervención de Estados Unidos para frenar el expansionismo británico, en nombre de la Doctrina Monroe.
Con la presión diplomática de Estados Unidos a favor de Venezuela, Gran Bretaña aceptó someterse a un proceso de arbitraje internacional para resolver la disputa fronteriza, aunque al principio el gobierno británico se resistió a incluir el territorio al este de la Línea Schomburgk en el arbitraje, pretendiendo someter a él los territorios al oeste, que actualmente no forman parte del Esequibo, sino que forman parte de los estados Bolívar y Delta Amacuro. Pero las enérgicas declaraciones del entonces presidente estadounidense Grover Cleveland y del Congreso de los Estados Unidos, que incluso se interpretaron como una amenaza de guerra sí los británicos intentaban usurpar territorios venezolanos, obligaron en 1896 al gobierno británico a aceptar someter al arbitraje todo el territorio reclamado por Venezuela.
Pero el resultado fue el que tristemente conocen todos los venezolanos que conocen al menos un poquito del tema. El panel de arbitraje quedó constituido por dos magistrados estadounidenses en representación de Venezuela, dos magistrados británicos en representación de Gran Bretaña y un quinto miembro, supuestamente neutral, que era un jurista y diplomático ruso, Friedrich Martens.
El panel, reunido en París, Francia, llevó a cabo un proceso de juicio por arbitraje; pero el árbitro ruso estaba absolutamente sesgado o parcializado a favor de Gran Bretaña, y haciendo causa común con los árbitros británicos forzó a los estadounidenses a aceptar un dictamen favorable a los intereses británicos. Y así se llegó al infame Laudo de París del 3 de octubre de 1899, que otorgó a Gran Bretaña el 90% del territorio en disputa, estableciendo como frontera la Línea Schomburgk, aunque con pequeñas pero importantes modificaciones; lo que al menos permitió a Venezuela “salvar” la desembocadura del Orinoco y territorios adyacentes al río Cuyuní.
De esa manera el Esequibo fue anexado “legalmente” a la Guayana Británica, y Venezuela tuvo que aceptar resignada el despojo, aunque sin dejar de manifestar su protesta.
Pero después de algunas décadas surgieron evidencias de los arreglos turbios e ilegales a la hora de dictar el laudo arbitral, especialmente el testimonio del abogado estadounidense Severo Mallet-Prevost, que formó parte del equipo legal que defendió a Venezuela en el proceso arbitral, y que dejó constancia de la conducta arbitraria, ilegal y prevaricadora del juez-presidente ruso Martens, que viciaba el laudo.
Pero aclarado el punto de que el territorio del Esequibo y el territorio legítimo de la antigua Guayana Británica son dos territorios distintos que quedaron unidos o mezclados por un despojo ilegal, antes de acabar esta primera clave es necesario aclarar que también hay venezolanos que confunden el Esequibo no solamente con lo que fue la auténtica Guayana Británica (el territorio legítimo de la actual República Cooperativa de Guyana) sino incluso con la Guayana Francesa, un territorio que pertenece a Francia y que ni siquiera limita con el Esequibo, pues está al este de Surinam, que a su vez está al este de la República Cooperativa de Guyana.
Y es que hubo una época en que existieron varias Guayanas, la Guayana Venezolana (como territorio geográfico, no necesariamente como entidad político territorial) que había sido la Guayana Española, la Guayana Británica, la Guayana Holandesa (que en su etapa final sería lo que ahora es la República de Surinam), la Guayana Francesa (que aún es parte de Francia) y la Guayana Portuguesa (después Guayana Brasileña).
Segunda clave:
Guyana es un país independiente y por eso el Esequibo ya no está en manos de Gran Bretaña, que se retiró hace mucho tiempo
Parece mentira, pero unos cuantos venezolanos no terminan de entender que ahora Guyana es independiente, y siguen creyendo que el Esequibo todavía es controlado por Gran Bretaña, que el reclamo por el territorio es contra los británicos en la actualidad y que para recuperar por la fuerza el territorio Venezuela tendría que enfrentarse a las fuerzas británicas. Una ignorancia total sobre el tema.
Desde el año 1891 el gobierno británico comenzó a introducir reformas legales para ampliar el derecho al sufragio en la colonia de la Guayana Británica, y ampliar la participación de representantes electos de los ciudadanos de la colonia en la administración colonial.
En 1928 el gobierno británico otorgó una Constitución a la colonia y como resultado de ello creó un Consejo Legislativo de la Guayana Británica, el primer Parlamento autónomo del futuro país. En 1943 se estableció que la mayoría de los miembros de ese Consejo Legislativo fueran electos por los ciudadanos que cumplieran los requisitos para poder votar en las elecciones, y esos requisitos se disminuyeron para ampliar el derecho al sufragio.
En 1952 se otorgaron reformas constitucionales que reemplazaron el Consejo Legislativo con una Legislatura bicameral, cuya cámara baja era la Cámara de la Asamblea, cuyos miembros en su totalidad serían electos por sufragio universal. También se estableció que la Guayana Británica tendría un Gobierno autónomo, cuyo jefe sería el Chief Minister, en español ministro en Jefe o Ministro Principal, es decir, un Primer Ministro que sería elegido en la práctica por la mayoría de los legisladores de la Cámara de la Asamblea.
De esa manera se buscaba que la Guayana Británica se convirtiera en un territorio autónomo, con una autonomía muy amplia, sobre todo para manejar sus asuntos internos, pero todavía sometido a la soberanía británica, con el gobierno británico ejerciendo importantes poderes sobre el territorio, especialmente en materias como política exterior, defensa o fronteras.
Sin embargo, cuando se celebraron las elecciones al año siguiente, en 1953, fueron ganadas con amplia mayoría por el Partido Progresista del Pueblo (PPP), un partido socialista marxista, de izquierda radical y populista, cuyo líder Cheddi Jagan se convirtió entonces en Ministro en Jefe, el jefe del primer gobierno guyanés elegido democráticamente.
El temor del gobierno británico a una deriva comunista en la colonia en plena Guerra Fría, llevó a una intervención militar del Ejército británico y a que el gobierno de Jagan fuera obligado a renunciar, y la nueva Constitución autónoma fuera suspendida varios años, imponiendo de nuevo una administración colonial designada a dedo.
Pero en 1961 la autonomía fue restablecida y en las elecciones de aquel año el Partido Progresista del Pueblo ganó una mayoría absoluta, y Jagan volvió al poder como ministro en Jefe de la Guayana Británica. Pero en las elecciones de 1964 dos partidos de la oposición consiguieron ganar una mayoría parlamentaria sumando las curules que obtuvieron por separado, y Forbes Burnham se convirtió en el nuevo jefe del Gobierno guyanés.
En esos años era obvio que Gran Bretaña se preparaba para otorgar la independencia a Guyana, pasando por la etapa previa de una autonomía amplia; por eso Venezuela se apresuró a mover ficha respecto al reclamo del Esequibo.
En 1962 Venezuela reclama el Esequibo ante la Organización de las Naciones Unidas (O.N.U.) alegando la nulidad del Laudo de París de 1899 por los numerosos vicios que afectaron ese dictamen arbitral. El 12 de noviembre de 1962, el entonces ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, doctor Marcos Falcón Briceño, expuso ante la Comisión de Política Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas, los argumentos de Venezuela para demandar la nulidad del Laudo de París.
Como resultado, se abrió un proceso de negociaciones entre Venezuela y Gran Bretaña, con la intervención del gobierno autónomo de la Guayana Británica. El producto de esas negociaciones fue la firma, el 17 de febrero de 1966, del famoso Acuerdo de Ginebra; un acuerdo firmado por los gobiernos nacionales de Venezuela y Gran Bretaña, y el gobierno autónomo de la colonia de la Guayana Británica.
El acuerdo reconoce la existencia del reclamo venezolano de nulidad del Laudo de París, pero no reconoce o acepta que Venezuela tenga la razón en ese reclamo, británicos y guyaneses no dan por válido el reclamo. Se acordó mantener el status quo, es decir, que el Esequibo seguiría formando parte de la entonces Guayana Británica y estando bajo control guyanés hasta que se resolviera el diferendo.
También se acordó crear una Comisión Mixta formada por representantes de Venezuela y la Guayana Británica (sin participación directa de Gran Bretaña) para negociar durante cuatro años una solución final a la disputa, y en caso de no poder llegar a una solución, se sometería el diferendo a uno de los mecanismos de solución pacífica de conflictos de la ONU. Por último, Venezuela aceptaba reconocer la inminente independencia de la Guayana Británica.
El acuerdo fue criticado en la Guayana Británica por el entonces ex-jefe de gobierno guyanés y líder de la oposición guyanesa, Cheddi Jagan, que criticó que el gobierno de coalición guyanés de ese momento hubiera firmado un acuerdo que aceptaba legalmente que había un diferendo abierto y sin solución todavía por la soberanía del Esequibo, ya que Jagan alegaba que se debía rechazar de plano el reclamo venezolano, dar por cerrado el asunto con el Laudo de París rechazando la pretensión venezolana de anularlo, y no aceptar que existiera un diferendo abierto. En otras palabras, decirle a Venezuela que no había nada que hablar porqué el Esequibo era guyanés sin discusión.
Pero del lado venezolano también hubo voces críticas; la principal crítica de venezolanos conocedores del tema era que Venezuela hubiera aceptado reconocer la independencia de la entonces Guayana Británica sin que antes se hubiera resuelto el diferendo por el Esequibo, renunciando así a una importante arma de presión diplomática.
Sí Venezuela no hubiera aceptado reconocer la independencia de Guyana hasta que se resolviera definitivamente la disputa por el Esequibo, sí hubiera condicionado su apoyo a la independencia guyanesa a la resolución del conflicto, habría podido ejercer una importante presión.
Eran los tiempos en que Venezuela tenía una economía pujante y próspera, y era una influyente potencia petrolera, además de ser una nación líder en Hispanoamérica; por lo tanto, la influencia venezolana podía haber frenado el reconocimiento de una gran parte de la comunidad internacional a la independencia guyanesa. Pero al aceptar reconocer fácil y rápidamente, sin prácticamente condiciones, Venezuela perdió una valiosa oportunidad.
Además, el compromiso de lograr un “acuerdo práctico” para una “solución satisfactoria”, se demostró como algo imposible e ilusorio, inviable en la práctica, condenando al diferendo a prolongarse eternamente; con el agravante de que Venezuela había aceptado que se mantuviera status quo mientras tanto, es decir, que en la práctica el Esequibo formara parte de la Guyana independiente posiblemente para siempre.
Y otro aspecto negativo para Venezuela, era que el diferendo ya no sería entre Venezuela y la poderosa Gran Bretaña, una disputa en la que la mayor parte de los países de lo que entonces comenzaba a llamarse el Tercer Mundo podían ponerse automáticamente de parte de Venezuela; sino que el conflicto sería entre un país pobre y débil, tercermundista, como sería la Guyana independiente, y una Venezuela que entonces era mucha más rica y poderosa que Guyana.
Por lo tanto, la opinión pública internacional se pondría de parte del más débil en contra del más fuerte, se pondría de pate de una Guyana que alegaría que Venezuela quería “robarle” más del 74% de “su” territorio, poniéndose como la víctima frente a la agresión expansionista de Venezuela.
El caso es que el 26 de mayo de 1966, la Guayana Británica se convirtió en un país independiente y soberano, ese día Gran Bretaña le otorgó la independencia; el nuevo país pasó a llamarse oficialmente Dominio de Guyana.
Al igual que otros países independientes de la Commonwealth (Mancomunidad Británica de Naciones), Guyana, después de su independencia, conservó a la Reina de Gran Bretaña, Isabel II, como Jefa de Estado simbólica con el título oficial de Reina de Guyana; pero obviamente la Reina no tenía poder para gobernar, sus funciones eran solamente protocolarias o de “adorno”, y esas funciones eran además ejercidas en la práctica por su representante en el país, el Gobernador General de Guyana.
El cargo de ministro en Jefe se convirtió en el cargo de Primer Ministro de Guyana, el Jefe del Gobierno y verdadero gobernante del nuevo país; que era elegido por la mayoría en el Parlamento de Guyana, que pasó a llamarse Asamblea Nacional.
El que era Ministro en Jefe de la colonia en el momento de la independencia se convirtió automáticamente en el Primer Ministro, Forbes Burnham.
Otro efecto de la independencia de Guyana fue la retirada de las Fuerzas Armadas británicas del país, siendo reemplazadas por la Fuerza de Defensa de Guyana (GDF son sus siglas en inglés), la Fuerza Armada del nuevo país, que había sido creada de facto unos meses antes de la independencia, el 1 de noviembre de 1965, y fue fundada legalmente el 22 de mayo de 1966, cuatro días antes de la ceremonia de independencia.
Tal y como se había comprometido, Venezuela reconoció la independencia de Guyana el mismo día de su proclamación oficial.
Después de la independencia, no pasó mucho tiempo antes de que el Primer Ministro, Forbes Burnham, se convirtiera en un dictador, y eso quedó confirmado cuando en las primeras elecciones realizadas después de la independencia, en 1968, se produjo un evidente fraude electoral para lograr la “reelección” de Burnham como Primer Ministro.
Burnham había sido dirigente del Partido Progresista del Pueblo (PPP), el mismo partido de su gran enemigo político Cheddi Jagan; pero su enfrentamiento con Jagan lo llevó a separarse del PPP y terminar fundando su propio partido, el Congreso Nacional del Pueblo (PNC). Burnham hábilmente convenció a Estados Unidos y Gran Bretaña de que él era un socialista bastante más moderado que Jagan, cosa que no fue difícil ya que Jagan expresaba públicamente sus simpatías por dictadores comunistas como Iósif Stalin y Mao Zedong, y durante su gobierno (antes de la independencia) había firmado con el Che Guevara acuerdos de asistencia y cooperación con la Cuba castrista.
Por eso estadounidenses y británicos apoyaron a Burnham para que sacara del poder a Jagan y consolidara un gobierno presidido por él, creyendo que así evitaban que Guyana cayera en manos del comunismo. Pero una vez llegó al poder y se convirtió en dictador, Burnham comenzó a poner en marcha un programa socialista marxista.
El 23 de febrero de 1970, después de modificar la Constitución, Guyana fue proclamada una República por el régimen de Burnham; entonces Isabel II dejó de ser Reina de Guyana (el título fue abolido) y fue reemplazada como Jefe de Estado del país por el Presidente de la República de Guyana, un cargo que en ese momento también sería simbólico, sin poderes reales, ya que el gobernante seguía siendo Burnham como Primer Ministro. El nombre oficial del país se cambió a República Cooperativa de Guyana, lo de Cooperativa por la obsesión de Burnham con el modelo de cooperativas de obreros o trabajadores.
Ese mismo año se vencía el plazo estipulado por el Acuerdo de Ginebra para que la Comisión Mixta de Venezuela y Guyana llegara a una solución del diferendo, y no se había conseguido ningún acuerdo, por lo que se suponía que el paso siguiente era recurrir a un mecanismo de la ONU para solución de conflictos.
Pero el primer gobierno de Rafael Caldera estaba negociando con el régimen de Burnham bajo los auspicios del gobierno de Trinidad y Tobago, y el resultado fue un acuerdo conocido como el Protocolo de Puerto España (porqué fue firmado en la capital de Trinidad y Tobago) y que fue firmado, además de los representantes venezolano y guyanés por un representante británico (debido a que Gran Bretaña era signatario del previo Acuerdo de Ginebra), el 18 de junio de 1970.
Fundamentalmente el Protocolo lo que estipulaba era prorrogar por 12 años más el plazo establecido por el Acuerdo de Ginebra antes de recurrir a la ONU para la aplicación de un mecanismo legal de solución pacífica de conflictos, lo que en la práctica se traducía en “congelar” durante 12 años (prorrogables por otros plazos iguales) el diferendo.
El Protocolo causó un escándalo político en Venezuela, e incluso hubo quienes acusaron a Caldera y su gobierno de “traición a la patria”; cuando el proyecto de ley para ratificar el protocolo fue introducido al Congreso Nacional, ni siquiera fue llevado a las sesiones plenarias de las Cámaras para ser sometido a votación y por eso fue engavetado sin ser jamás ratificado legalmente por Venezuela.
Sin embargo, eso no impidió que los sucesivos gobiernos actuaran como sí estuviera vigente y no reactivaran el reclamo por el territorio Esequibo. El resultado final fue que el diferendo se fue a dormir durante décadas.
Mientras tanto, en la Guyana de los años 70s, Burnham sometió el país a una verdadera dictadura comunista; en lo económico no eliminó totalmente a la empresa privada, para conservar las apariencias de una economía mixta, pero la redujo al 10% de la economía y el resto estaba controlado directa o indirectamente por el Estado.
En lo político impuso una dictadura muy represiva, pero disfrazada de democracia multipartidista. Y en política exterior Guyana se acercó mucho a los países comunistas, especialmente a la Cuba de Fidel Castro.
Por eso no fue de extrañar que la extrema izquierda internacional se pusiera de parte de Guyana en el diferendo por el Esequibo; por ejemplo, es muy conocida una declaración en la que el régimen de Castro acusaba a Venezuela de “expansionista” y de reclamar algo que “no le pertenecía”.
En 1980, por voluntad de Burnham, entró en vigencia una nueva Constitución que convirtió a Guyana en una República semi-presidencialista, con lo cual el Presidente de la República dejó de ser un cargo solamente simbólico y se transformó en el cargo más poderoso, el del gobernante real del país; el cargo de Primer Ministro se mantuvo, pero pasó a ser el segundo cargo más importante en la práctica y la mayor parte de su poder fue transferido al Presidente.
Por supuesto el dictador Burnham se hizo elegir inmediatamente como Presidente de la República Cooperativa de Guyana.
Burnham murió en 1985 después de gobernar Guyana más de 20 años y su sucesor Desmond Hoyte, era de su partido; pero después de su muerte el país comenzó a evolucionar gradualmente hacia la democracia.
También los sucesivos gobiernos implementaron reformas económicas de liberalización y apertura, pasando también gradualmente de una economía casi comunista a una de libre mercado. Incluso el que había sido el partido de Burnham, el Congreso Nacional del Pueblo (PNC), se moderó hasta convertirse en un partido socialdemócrata o progresista de centro-izquierda; el gran enemigo político de Burnham (y Padre de la Patria guyanesa según muchos), Cheddi Jagan, también renunció al marxismo y su propio partido, el histórico Partido Progresista del Pueblo (PPP), también se transformó en un partido moderado de centro-izquierda. Jagan llegaría a ser Presidente de 1992 a 1997, y a partir de allí se impuso un bipartidismo en la democracia guyanesa, en la que PNC y PPP (ambos socialistas moderados de centro-izquierda) se turnan en el poder.
En conclusión, de esta clave, desde hace más de medio siglo Guyana es un país independiente, y desde entonces Gran Bretaña se retiró del Esequibo, con lo que en la actualidad ese país prácticamente no tiene nada que ver con el asunto; de hecho la última intervención británica (y que además fue prácticamente testimonial) en el diferendo fue también hace más de medio siglo, al firmar el Protocolo de Puerto España negociado entre Venezuela y Guyana.
Así que al día de hoy el diferendo es exclusivamente entre Venezuela y Guyana, y ni siquiera el hecho de que la República Cooperativa de Guyana sea miembro de la Commonwealth, que es más bien una asociación política y comercial de países independientes, significa que necesariamente Gran Bretaña tuviera que intervenir en un eventual conflicto entre Venezuela y Guyana.
Tercera clave:
¿Los esequibanos son venezolanos? Si y no, más no que sí
La población actual del Esequibo se calcula entre 128.000 y 150.000 habitantes; la cifra exacta es difícil de saber porqué para Guyana el territorio no es una sola entidad político territorial, sino que lo ha dividido en varias Regiones Administrativas (equivalente guyanés a los Estados de Venezuela) y algunas de esas Regiones abarcan tanto porciones del Esequibo como porciones del legítimo territorio de Guyana.
Los activistas venezolanos por la causa de la recuperación del Esequibo siempre recalcan que los nacidos en el Esequibo son ciudadanos venezolanos de pleno derecho; y esto es porqué tradicionalmente Venezuela siempre ha incluido en todas sus Constituciones el principio jurídico del ius soli, por el que cualquiera nacido en territorio venezolano es automáticamente ciudadano venezolano, incluso aunque sus padres fueran extranjeros. Por tanto, al ser el Esequibo parte del territorio venezolano desde el punto de vista jurídico venezolano, los nacidos allí serían venezolanos por nacimiento.
Pero, obviamente, desde el punto de vista jurídico de Guyana los nacidos en el Esequibo son ciudadanos guyaneses, tanto como los nacidos en el resto de lo que Guyana considera su territorio nacional; y como Guyana es la que ejerce en la práctica el control y la soberanía sobre el Esequibo, todos los nativos del Esequibo desde su nacimiento son registrados o inscriptos legalmente como ciudadanos de la República Cooperativa de Guyana, y casi todos no tienen ni ejercen otra nacionalidad a lo largo de su vida que no sea la guyanesa.
Para poder tener la nacionalidad venezolana un esequibano tendría que salir del Esequibo para ir al territorio controlado por Venezuela y allí solicitar documentación venezolana, algo que muy pocos hacen en la práctica. Pero es que el tema es mucho más complejo y desalentador para las pretensiones venezolanas.
Como dijimos al comienzo del artículo, realmente España nunca colonizó lo que ahora es el territorio Esequibo, aunque lo consideraba parte de sus dominios; al independizarse de España, Venezuela tampoco intentó colonizar el territorio.
Por eso cuando los británicos comenzaron a apoderarse del territorio y a colonizarlo, en el mismo había una escasa población formada exclusivamente por tribus indígenas que tenían escaso contacto con la civilización occidental o europea.
Por esa razón en el Esequibo prácticamente no existe población hispanoamericana, a excepción de algunos pocos venezolanos que han emigrado allí en los últimos años.
Pero entonces, ¿de donde vienen y quienes son los habitantes del territorio? La respuesta sería fácil: son guyaneses étnicos.
La población total de la República Cooperativa de Guyana se divide en varios grupos étnicos: el 39,8% de la población guyanesa está formada por descendientes de personas provenientes de la India, indios o como les dicen popularmente en Venezuela, “hindúes”.
Los antepasados de estos indo-guyaneses vinieron a vivir a la entonces Guayana Británica a partir de 1838, cuando la India también estaba sometida al dominio del Imperio Británico. Los miembros de esta comunidad conservan muchas de las costumbres que trajeron sus ancestros del lejano Subcontinente Indio, Asia.
El 29,3% de la población son los afro-guyaneses, los descendientes de los esclavos negros que, primero los holandeses y después los británicos, trajeron desde África.
La esclavitud fue abolida en la Guayana Británica en 1838, y entonces los afro-guyaneses se convirtieron en una comunidad de ciudadanos libres. Culturalmente son bastante similares a los afro-caribeños de las islas del Caribe angloparlante.
El 19,9% de la población guyanesa son mestizos, producto de la mezcla o mestizaje de los diferentes grupos raciales presentes en Guyana.
El 10,5% de la población son amerindios o indígenas, los descendientes de las tribus indígenas que habitaban el territorio antes de la llegada de los europeos. El 0,3% de la población son blancos descendientes de europeos, y el 0,2% son descendientes de personas provenientes de China, son chinos étnicos.
La división racial de Guyana ha tenido mucha importancia en la política del país; Cheddi Jagan era indo-guyanés y la inmensa mayoría de los guyaneses descendientes de “hindúes” como él apoyaban a su partido, el PPP.
Por el contrario, Forbes Burnham era afro-guyanés, y por eso la inmensa mayoría de los afro-guyaneses apoyaban a su partido, el PNC; durante su larga dictadura, Burnham aplicó una política de supremacismo negro o afro-guyanés, discriminando especialmente a los indo-guyaneses, lo que empeoró el rencor y la amarga división entre los grupos raciales.
Con la recuperación de la democracia se han hecho esfuerzos por superar las divisiones étnicas, particularmente en la política, pero aún queda camino por recorrer; el idioma común, el inglés, es uno de los pocos elementos unificadores.
En cuanto a la religión, aproximadamente el 63% de los guyaneses son cristianos, pero la gran mayoría son protestantes y/o evangélicos de diferentes iglesias o confesiones, y solamente el 7,1% de los guyaneses son católicos; un 24,8% de los guyaneses practican hinduismo (la religión típica de la India) y un 6,8% son musulmanes o islámicos.
El problema es que los nativos del Esequibo son étnicamente guyaneses, pertenecen a los diferentes grupos étnicos o raciales en los que se divide el pueblo guyanés; por eso no tienen nada que ver con los venezolanos, ni en lo étnico, ni en lo cultural, ni en lo religioso, ni en lo histórico, ni en lo lingüístico.
Por eso es normal que la mayoría de los esequibanos no tengan un sentimiento de identidad nacional venezolano, que no se sientan venezolanos, y por el contrario se sientan y se identifiquen como guyaneses, que vean a Guyana como su patria y no a Venezuela.
Sí no existen motivos sentimentales o emocionales para que los nativos del Esequibo prefieran a Venezuela antes que a Guyana, sólo quedaría una motivación interesada o materialista, de un eventual beneficio personal. Y en efecto, en la época en la que Venezuela era un país democrático y además próspero, con una calidad de vida relativamente alta (para ser un país en vías de desarrollo), y en cambio Guyana estaba hundida en la miseria y la opresión por culpa de la dictadura comunista de Burnham; en esa época muchos esequibanos estaban dispuestos a ser venezolanos, a apoyar a Venezuela en su pretensión de tomar el control del territorio y quitárselo a Guyana. Obviamente lo que esperaban era mejorar notablemente su calidad de vida, tener libertad y prosperidad.
Esa sería la razón fundamental por la que unos cuantos nativos del territorio apoyaron la célebre Rebelión de Rupununi, una rebelión armada en la parte sur del Esequibo el 2 de enero de 1969 (menos de 3 años después de la independencia de Guyana), que pretendía separar al Esequibo de Guyana para eventualmente unirlo a Venezuela; una rebelión encabezada por algunos terratenientes locales descontentos con la incipiente dictadura marxista de Burnham, pero que fracasó por la falta de apoyo militar venezolano, por la debilidad y desorganización de los rebeldes y la eficaz e implacable actuación del Ejército de Guyana.
Pero mucho ha cambiado desde entonces desgraciadamente; ahora Venezuela es la que es un país hundido en la miseria, con una calidad de vida depauperada y una economía arruinada, y además viviendo bajo una tiranía represiva.
Por el contrario, aunque Guyana todavía es un país pobre y está lejos de ser desarrollado, su economía vive un auge y muchos pronósticos apuntan a que tendrá un fuerte desarrollo económico en los próximos tiempos, y su calidad de vida ha mejorado sensiblemente; además de que disfruta de una democracia liberal (con todos los defectos que puede tener una democracia en un país tercermundista que además vivió una larga dictadura muy represiva).
Por eso es obvio que desde el punto de vista materialista o interesado, en la actualidad a los habitantes del Esequibo les conviene mucho más seguir siendo guyaneses que ser venezolanos, ante una Venezuela que no puede ofrecerles algo mejor a lo que actualmente disfrutan con Guyana, sino todo lo contrario, una incorporación a Venezuela actualmente les significaría un desastre, un empeoramiento de su calidad de vida.
La mejor prueba de esta dolorosa realidad es que en años recientes algunos miles de venezolanos han emigrado a Guyana buscando una vida mejor y huyendo de la miseria en Venezuela; y lo irónico es que son pocos los que entre esos venezolanos han optado por instalarse en el territorio que reclama Venezuela, en el Esequibo, y la gran mayoría han preferido vivir en la capital de Guyana, en Georgetown, y en otras partes del territorio que Venezuela reconoce como el territorio legítimo de Guyana.
Frente a esta situación actual, es casi utópico soñar con políticas dirigidas a que el Estado venezolano le brinde ventajas o beneficios a los esequibanos para que se pongan de parte de Venezuela en el diferendo, como plantean los activistas venezolanos por la causa de la recuperación del Esequibo; difícilmente un Estado que no cuida del bienestar del pueblo que ya gobierna, puede ofrecer una vida mejor a una comunidad que a los efectos prácticos vive en el extranjero, bajo el gobierno de otro Estado.
Visto lo visto los nativos del Esequibo seguirán siendo guyaneses por mucho más tiempo, aunque Venezuela les otorgue el derecho de ser venezolanos.
Sin duda la conclusión es muy desesperanzadora para Venezuela y su justa reivindicación, en una triste e indignante historia plagada de actos infames, injusticias, malditas casualidades, negligencia, desastrosos errores y oportunidades perdidas, que nos condujo a la pérdida de un territorio como el Esequibo, que es más grande en superficie que un país como Nicaragua u otro país como Grecia.
Los felicito. Muy provechoso su estudio. ¿cómo hago para seguirlos? Yo también soy larense.
Hola muchísimas gracias por tus líneas, puedes seguirnos en todas las redes sociales como @CorreodeLara y visitar nuestro sitio en Internet http://www.CorreodeLara.com
Opino que, así cómo Rusia ha pretendido anexar a su territorio parte del territorio de Ucrania, aunque rechazo las razones de los rusos de invadir a Ucrania. En tal sentido considero que Venezuela debería comenzar a prepararse para recuperar el territorio de la guayana esequiba, mediante una incursión militar o guerra contra Guyana, porque Venezuela si tiene razones para reclamar el territorio logrado gracias a la Independencia de Venezuela mediante su lucha contra España, esto es, en caso que la CIJ dictara sentencia de entregar el territorio en reclamación a Guyana. venezuela debe prepararse para una guerra a futuro.