Estampas del Teatro Juares
Omar Garmendia
Cronista y escritor
Al teatro asisten dos públicos absolutamente diferentes: los de abajo y los de arriba. Los del patio y los del “gallinero”. El gallinero está destinado a “los bienaventurados, tales como las hermandades descalzas y cofradías de alpargata”.
Allí están los que protestan, los que irrumpen en delirantes ovaciones a destiempo y los que con siseos mandan a callar a los que hablan en plena función o una tos impertinente.
Abajo está la galantería, el refinamiento y el buen tono. Se habla en voz baja, se ostentan elegantes vestidos y celestiales escotes. Hasta es posible acercarse a las divas.
En 1905 los cronistas de las actividades culturales se quejan de los que fuman en el teatro y de los que no se quitan el sombrero e interrumpen la vista durante las actuaciones de los artistas “por una que otra pava de terciopelo, paño, pajilla o cualquier cuero de gallinero”, de los que profieren escandalosos gritos como si fuera un circo y es además mala educación y falta de cultura.
Otros expresan su indignación ante la escasez de sillas, quedándose muchos en la incómoda situación de no encontrar dónde sentarse.
¿Es caro ir al teatro?
Figurar siempre lo ha sido. En 1905 el Eco Industrial en Barquisimeto anuncia los precios de las entradas a las funciones teatrales de ese entonces:
palco con seis entradas a 2,25 pesos; el sofá a 3 reales: el patio a 2 reales y la galería a 1 real. (Querales, R. y Aranguren, T. (2005, p. 29).
Asiento palco caballeros Bs. 2,00
Asiento palco damas Bs. 1,50
Asiento rojo caballeros Bs. 1,50
Asiento rojo damas Bs. 1,00
Patio caballeros Bs. 1,00
Entrada general Bs. 0,75
Galería Bs. 0,25
En el caso de las funciones cinematográficas en 1920, los precios que se anunciaban en El Heraldo eran: palco Bs. 1,00; balcón y patio Bs. 0,50: galería Bs. 0,25.
Fuente: Omar Garmendia. Memoria ajena. Barquisimeto., cotidianidad y crónica (2018)