Existencia de los bucos de riego en el pasado de Agua Viva
José Luis Sotillo J.
Cronista parroquial de Agua Viva
Twitter @aguavivajose
Email aguavivajose@hotmail.com
La existencia de innumerables bucos de riego fue el denominador común de las antiguas haciendas ubicadas a lo extenso de las Sabanas de Tarabana, parte importante del territorio de la parroquia Agua Viva.
De acuerdo al Padrón de Aguas del Distrito Cabudare de finales del siglo XIX, en el sitio del entorno de Agua Viva, caso de Tarabana, se precisa la existencia de un número de bucos, destinados al riego del cultivo de la caña de azúcar.
Llama la atención cómo el sitio de Agua Viva, en distintas fuentes documentales de mediados del siglo XIX; fue también conocido como Tarabana Arriba, ya que dichas extensiones de tierras estaban localizadas al Oeste de la histórica Hacienda Tarabana, en cuyos iniciales linderos desde tiempos remotos formaron parte de ella.
Por otro lado las aguas que se destinaban para el riego de las plantaciones de caña en la última década del siglo XIX, iban mayormente a parar en las haciendas propiedad de Don Leopoldo Torres y Juan de la Rosa Tovar, datos aportados por el ya fallecido cronista municipal Taylor Rodríguez García.
Un buco se remonta al pasado indígena; constituyendo parte de la herencia o legado dejado por nuestros primitivos pobladores
En el caso de Agua viva, existían un conjunto de raudales de agua o bucos de riego, entre los que destacaban: La Peñita, La Tapa é Lope, El Yagrumo o conocido como Sun Sun, Limoncito, Las Piedritas, Cacho é Venao, Las Cruces, Yabito, Buco Cafecito, Pozo de Belén, Pelelojo o Pan de palo, Acequia Honda, Ceiba é Yuca, Bucare, Buquito, el del Peñusco; entre otras fuentes de riego que servirían para abastecer la pequeña población rural de aquellas épocas.
Paralelamente el eminente ensayista cabudareño Juan de Dios Melean, en su ensayo sobre la historia local de la antigua comarca, escrito originalmente en 1883; reseñó: “es particularidad muy notable de la quebrada Agua Viva, que mientras más ardiente es el verano, mucho más aumentan sus aguas…”
En documentos del año 1822, mediante el cual Juan Bautista Piñero (Ascendiente de los hermanos Yepes Gil) compra a Rosa de Alvarado, viuda y albacea testamentaria de Juan Galíndez una posesión compuesta de diez y seis fanegadas de tierras de labor… seguidamente: “con regadío propio de el Agua Viva, que llaman Tarabana, cuyo nombre también viene de dicha posesión”.
Según la apreciación connotada del escritor José Antonio Yepes Azparren: “el regadío de la hacienda que viene del bosque de Agua Viva, esto es; la Quebrada de Agua-viva, también se le llamaba por aquel entonces con el nombre de Tarabana (Quebrada Tarabana)”.
Esta quebrada Agua Viva tenía la toma de agua que llevaba el preciado líquido a la hacienda, a través de un buco; es decir un canal de traslado de agua de un lado a otro en un trayecto estrecho.
Cabe recalcar, que una porción importante de las vegas del río Claro formaban parte del extenso territorio de las antiguas Sabanas de Tarabana, que en gran medida estaban cultivadas gracias al aprovechamiento de las aguas procedentes de esta Quebrada Agua Viva.
Estos datos nos permiten afirmar la importancia histórica que poseían las cristalinas aguas nacidas en las entrañas del hasta hace poco bosque de Agua Viva, un lugar hoy en día tomado por la indolencia dedicada a la tala y la deforestación indiscriminada, la cual terminarían acabando con una extensión amplia de capa boscosa, tan necesaria para la preservación de nuestros recursos hídricos.
Excelente.
SOY LOPEZ.